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Pecho y biberón a demanda: PekeTip 5

El pecho es a demanda, el biberón también.

Con el pecho no mires el reloj, con el biberón tampoco.

Con el pecho le das hasta que no quiere más.

No hay razones para hacerlo de otro modo con el biberón.

Ya casi hemos naturalizado el pecho.

Va siendo hora de naturalizar el biberón.

La mayoría de los pediatras y de las familias han asumido ya que el pecho se da a demanda. Que no hay motivos para que un niño que toma pecho llore de hambre. Que en cuanto muestre su interés por comer, lo que hay que hacer es darle. Y en cuanto a la cantidad, que se da hasta que se quede sin hambre. Es decir, que hay que ofrecer el pecho con frecuencia y darle cada vez que pida y la cantidad que quiera.

Sin embargo, cuando hablamos de biberón, por alguna razón, la gente y muchos pediatras tienen tendencia a numerar, cuantificar y pautar. Empiezan a preocuparse de si toma mucho o poco. De si se «acostumbrará mal» por tomar con mucha frecuencia… De si se «empachará»… La cuestión es, que es frecuente establecer pautas rígidas de alimentación cuando usamos el biberón. Y no hay razones para hacerlo así.

De hecho, aplicar pautas rígidas de alimentación, limitando la frecuencia y cantidad de biberón que ofrecemos a un bebé, es una de las razones por las que aparece el cólico del lactante con más frecuencia en bebés que toman biberón que en los que toman pecho.

Los bebés, como nosotros tienen mecanismos de regulación. Mecanismos que habitualmente funcionan bien. Uno de ellos se encarga del hambre. No hay razón alguna para contradecir lo que nos indica ese mecanismo si no tenemos motivos claros para hacerlo. Esta es la idea que rige lo que se conoce como «crianza respetuosa». Suele asociarse esta idea a la de tomar el pecho. Pero en realidad, la crianza respetuosa es un concepto útil y recomendable para todos los bebés. Tomen pecho o biberón. Ya que nos salva de muchos problemas evitables y sobre todo, nos acerca más a nuestros hijos enseñándonos a comprenderles mejor.

cada niño es único
Peketip 6

 

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Dormir sólo o colecho: PekeTip 3

Lo más importante cuando hablamos de sueño en niños, es elegir la opción que consiga que toda la familia descanse.

Hablar de sueño y niños es un tema peligroso. Lo es porque se despiertan muchos prejuicios. Es un tema en el que en España hay mucho radicalismo. Casi se puede decir que los padres se dividen en pro y anti «Duérmete niño». O pro o anti «Colecho».

En mi práctica habitual como pediatra es muy frecuente que uno de los problemas que más afecta a las familias son las alteraciones del sueño.

El principal consejo que yo doy a las embarazadas es «duerme». Tanto como puedas, especialmente en el último mes. Y en los primeros días, duerme al ritmo que lo haga tu bebé.

A partir de ahí, en los siguientes 2-3 años las opciones son infinitas, casi tantas como familias.

Pero cuando se habla de cuál es la mejor opción a veces se pierde de vista el objetivo. Leeréis soluciones para todos, con explicaciones que las apoyan. Pero por convincentes que resulten si el resultado es que ese sistema no os permite descansar todos (primero el bebé, pero casi tan importante, vosotros también), es que no es válido para vosotros.

Para encontrar vuestro sistema, mi consejo general es: Observad a vuestro hijo, en la medida de lo posible adaptaos a sus necesidades, pero buscad de la forma más fácil para él, que eso sea compatible con que vosotros también descanséis.

Si elegís el colecho, disfrutadlo, pero si vosotros también descansáis.

El primer perjudicado si sus padres no descansan día tras día es el niño que tiene que con convivir con unos padres de mal humor.

Si preferís que aprenda a dormir sólo, hay sistemas para conseguirlo menos traumáticos para el niño y los padres que el «duérmete niño» y hay momentos adecuados para conseguirlo con más facilidad y pasos para hacerlo más sencillo para el niño.

Peketip 2
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Mochilas portabebés. ¿Por qué recomendar el porteo a unos padres que esperan su primer hijo?

Hoy publico un artículo pedido expresamente por mí a una amiga mamá emprendedora que ha iniciado un nuevo proyecto centrado en el porteo de bebés, en el que tiene todo mi apoyo:

En su web ofrece una selección de los mejores sistemas portabebés según su experiencia y asesora a las madres para escoger el modelo que mejor se adapte a sus necesidades.

Si buscáis un sistema de porteo, es sin duda mi recomendación que entréis en esta página.

Cuando esperamos un bebé, sobre todo si es el primero, muchos padres terminamos comprando más cosas de las necesarias cuando, en realidad, con unas pocas y muy básicas tenemos más que suficiente y, además, siempre podemos ir añadiendo una vez que tengamos a nuestro bebé en brazos y sepamos realmente cuáles son nuestras necesidades, que varían enormemente de una familia a otra.

Entre esas pocas cosas básicas por útiles y fácilmente amortizables estaría adquirir un buen portabebés ergonómico. Las razones son múltiples:

  1. Los bebés están hechos para ir en brazos. Los seres humanos nacemos tremendamente inmaduros física y neurológicamente, fruto de un parto posiblemente prematuro pero imprescindible tras el estrechamiento de caderas producido por el paso de la bipedestación del hombre primitivo.  Tenemos una necesidad neurofisiológica de ser llevados en brazos marcada por nuestra biología de mamíferos altriciales que somos: lo que se denomina “exterogestación”. 

No hay más que coger en brazos a un recién nacido para darse cuenta de que de forma natural adopta la postura idónea para ser llevado en un portabebé: rodillas flexionadas, espalda redondeada, predispuesto a rodear a su madre para sujetarse.
  2. Los bebés se calman en brazos. Los bebés no son capaces de regular el estrés, por lo que depende  del contacto con su figura de apego, su calor y su voz para tranquilizarse y sentirse seguro. Un bebé primitivo que no llorara y reclamara los brazos de sus progenitores sería rápidamente capturado por cualquier depredador al acecho.
  3. Derivado de lo anterior, los bebés portados lloran menos y durante menos tiempo. Esto no sólo se debe a los beneficios directos de la cercanía (movimiento, calor, olor) sino también a que el adulto que le lleva está más atento a los signos de incomodidad que pueda tener el bebé y, por tanto, puede atenderlos antes (por ejemplo, el hambre).
  4. Los portabebés ayudan al establecimiento de la lactancia materna y al mantenimiento de la misma. Los bebés necesitan mamar a demanda, tantas veces y durante tanto tiempo como ellos quieran, pues la lactancia es una cuestión de demanda-oferta. Cuanto más succione el niño más estimulará la producción de leche, por lo que debe tener fácil acceso al pecho. Esta demanda, tan intensa durante los primeros meses, puede agotar a cualquier madre. Los portabebés permiten dar el pecho mientras se realizan otras actividades y, además, hacerlo con total discrección.
  5. El ser portado ayuda a la maduración neurológica, al desarrollo del sistema vestibular y del tono muscular, a regular la temperatura, el ritmo cardiaco…
  6. Los bebés que son portados durante el día presentan menos cólico del lactante gracias al contacto físico, el calor, el olor, el movimiento y la posición erguida, que mejora las molestias que puedan sentir.
  7. Ser portado en posición erguida es fantástico para aquellos bebés que presentan reflujo y habituales regurgitaciones. De hecho, mamar en esta posición es estupendo para ellos.

  8. Los bebés duermen mejor y más tiempo en brazos y en movimiento. Nada mejor para un bebé al que le cuesta dormir que ser llevado por sus padres.
  9. El soporte de las mochilas portabebés es un soporte envolvente, sin puntos de presión. Por ese motivo no sólo no se puede producir plagiocefalia sino que es estupendo para bebés que ya tienen el cráneo un poquitín deformado, para que la cabecita vuelva a su ser…
  10. La intimidad de llevar al bebé en un portabebés refuerza el vínculo con el progenitor que lo lleva. El uso de portabebés ergonómicos nos permite tener las manos libres para poder realizar cualquier actividad mientras seguimos atendiendo a nuestro hijo: leer un libro o escribir en el ordenador, cocinar, planchar, dar un paseo, comprar en el supermercado, recoger a otros hermanos del colegio o llevarles a sus actividades, sacar al perro y un largo etcétera.
  11. El uso de portabebés ergonómicos nos ayuda enormemente en nuestra vida diaria.
  12. Para las familias donde hay más de un hijo, el uso de portabebés ergonómicos permite seguir atendiendo a unos sin descuidar al otro.
  13. Llevar a nuestro bebé en una mochila ergonómica elimina cualquier barrera arquitectónica que nos pueda suponer un problema: estaciones de metro sin ascensor, accesos con escaleras, terrenos abruptos donde meterse con un carro sería imposible…
  14. No hay nada más incómodo que salir a la calle un día de lluvia con un carrito tapado con un plástico. Lo más cómodo en días de mal tiempo es usar un portabebés, abrigarse y coger el paraguas con una de nuestras manos, dejando la otra libre.
  15. En la etapa del sube y baja, cuando nuestros hijos ya caminan pero se cansan, no hay nada peor más cansado para los padres que llevar al niño en brazos. Un niño que va en un portabebé ergonómico nos va a pesar siempre muchos menos que llevándolo en brazos, pues el niño va bien pegado a nosotros (sin modificar nuestro eje de gravedad) y el peso va repartido de forma homogénea desde los hombros hacia la cadera, que es la parte de nuestro cuerpo más preparada para llevar peso.

La lista de beneficios es infinita pero seguramente pueda resumirse en una frase: los portabebés ergonómicos facilitan la vida de los padres y el bienestar de los niños.

Disponemos en el mercado de varios tipos de portabebés ergonómicos para elegir, destacando las mochilas ergonómicas por cómodas, prácticas, fáciles de poner y de quitar, ligeras, pensadas con gran detalle para cubrir las necesidades de cualquier familia, existiendo modelos para usar desde el primer día y garantizando poder portar a nuestros hijos hasta más allá de los 20 kilos.

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Nos dan el alta con un recién nacido

Cuando a una familia le dan el alta tras el nacimiento de su bebé su vida ha cambiado para siempre.

Al salir del hospital hay una persona nueva. Alguien a quien no conocíamos antes. Además, no sabe cuidarse sólo, ni expresar claramente sus necesidades. Y somos los únicos responsables de su bienestar en este mundo. ¿Es o no es para agobiar a cualquiera?

Ahora vamos a ver cómo desagobiarnos:

  1. Lo primero que tenemos que pensar es que no debe ser imposible. Lo han hecho miles de millones de padres antes que nosotros.
  2. Lo segundo, que tenemos más información sobre cómo hacer las cosas de la que tuvieron esos miles de millones de padres que nos precedieron.
  3. Por último, que si se tienen dudas hay quien las responda. En mi caso si lo necesitas consulta.

Agenda tras el alta:

  1. Si no le han hecho la prueba del talón o prueba para estudio de metabolopatías, se debe hacer en los primeros días de vida. Eso puede variar dependiendo de dónde vivas. En Andalucía, desde donde te escribo, se realiza entre el 3º y 5º días de vida. Y se hace habitualmente en el Centro de Salud más cercano.
  2. También en Andalucía se hace a todos los recién nacidos la «prueba del oído». Un estudio para ver si el bebé oye bien. Suele hacerse en el propio Hospital antes del alta. Pero si no lo han hecho, debes pedir cita para que se la hagan.
  3. Por último, revisión del Pediatra. Yo suelo recomendar que la primera revisión se haga a los niños entre el 5º y 7º días de vida, siempre que no haya problemas. Si los hay, acudid al problema en cuanto podáis. En esa primera revisión se hacen varias cosas importantes: Pesar al bebé para tener una orientación de si se está alimentando bien, exploración general por si se detecta algún problema que haya surgido tras el alta del hospital o no se detectase en él, valorar si se ha puesto amarillo (frecuente los primeros días) y resolver todas las dudas que hayan surgido a los padres en los primeros días de convivencia con su bebé.
  4. De la frecuencia de las siguientes revisiones y vacunas, te debe informar tu pediatra en esa primera visita.
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Lactancia materna complementada

Lactancia materna complementada ¿En qué casos se acaba recurriendo a algo que no sea pecho y cómo resolver esas situaciones preservando el pecho?

Una duda inevitable para las madres que dan pecho: ¿Cómo sé si mi hijo saca suficiente?

De hecho, los primeros días son muchas las madres que tienen la sensación de que su hijo no tiene suficiente con el pecho. Los motivos que suelen llevarle a pensar eso son tres:

  1. No se nota que salga leche. Frase normal: «Sí, chupa, pero yo creo que no saca nada, porque no me noto que salga». Yo suelo preguntarles «¿lloraba, chupa y se calla? Pues entonces saca. Si llora, porque tenía hambre, chupa y se calla, es porque algo saca.»
  2. El bebé pide con mucha frecuencia. Otra frase habitual: «Creo que no tengo pecho, porque me lo pongo, chupa, parece que se queda tranquilo, pero en seguida pide de nuevo». Otro error: Cuando un niño nace tiene un estómago pequeño y está muy cansado. Con lo que necesita hacer tomas muy frecuentes de poca cantidad. Si cada vez que lo pones al pecho, chupa y se queda tranquilo, es que saca suficiente. Cuando no saca suficiente, lo sabes porque llora, chupa, llora, chupa, se enfada, se enfada, se enfada. Cuando esto último ocurre, podemos estimular el pecho aumentando la frecuencia de las tomas.
  3. Nos ha dado una noche horrible. Una historia que se repite mucho: «Esta noche no paraba de llorar, le daba el pecho casi continuamente, pero se quedaba con hambre y hasta que le hemos dado un biberón no ha parado.» Mi pregunta: «¿Cuánto fue el tiempo más largo que estuvo sin comer durante el día?» Es habitual que la respuesta sea: «Se pasó la tarde durmiendo». Si eso pasa, el problema es que tras pasar muchas horas sin comer se despierta el niño con mucha hambre. El pecho tras pasar demasiadas horas sin vaciarse tienen el pecho muy lleno, el pezón plano. El niño no puede cogerse bien y se desespera. Al no vaciar el pecho, éste interpreta que sobra leche, y en las próximas horas produce menos. Ya la hemos liado. Lo que recomiendo a los padres: Ahora, durante el día debéis ofrecer el pecho al niño con mucha más frecuencia, cada vez que pida. Y si no pide antes, ofrecédselo cada 2 horas. Al darle el pecho con más frecuencia, estimulamos el pecho para que produzca más, le damos antes de que esté desesperado por comer, con lo que come más tranquilo y traga menos gases. Y si come más durante el día, cuando llegue la noche tendrá menos hambre y más sueño.

¿Cuándo puede necesitar entonces hacer lactancia materna complementada ?

Hay varios casos en los que se acaba complementando con leche artificial:

  1. Si toma con frecuencia, se coge bien al pecho, pero aún así no para de llorar. ¿Puede complementarse con leche artificial? Hay situaciones en las que es la única forma de que deje de llorar. Y si esto ocurre es que se estaba quedando con hambre. Pero debemos tener claro que si llegamos a eso es porque algo no estamos haciendo bien. Lo más habitual es que haya pasado demasiadas horas sin comer y lo esté haciendo con ansiedad. También puede ser que el agarre no sea adecuado aunque creamos que sí. Lo importante en estos casos es que modifiquemos lo que falla para que los suplementos sean lo menos necesarios posibles y acabemos prescindiendo de ellos. Para aumentar el pecho, lo recomendable es que siempre tome primero el pecho, consultemos a alguien con experiencia en lactancia que puede ayudarnos a resolver el problema y no dar leche artificial a la ligera mientras podamos evitarlo. Pero si intentándolo todo no para de llorar, le damos biberón y se calma, tampoco es «sacrilegio». Es una solución momentánea que nos da algo de tiempo para resolver los problemas que han llevado a esa situación. .
  2. Si a pesar de que tome el pecho con frecuencia y succiona bien pierde demasiado peso en los primeros días. Suele aceptarse que es normal una pérdida de hasta el 10-12% del peso que tenía al nacer en la primera semana.
  3. Si en los primeros días de vida, a pesar de tomar el pecho con frecuencia el azúcar baja demasiado.

Si necesita algo diferente al pecho, ¿qué debemos darle al niño?

Chupe: No. El chupe no alimenta, sólo entretiene el hambre. Y eso significa que coma con más ansiedad.

Manzanilla: No. La manzanilla no alimenta. De nuevo, sólo entretiene el hambre.

Leche materna en biberón, vasito, jeringuilla o suplementador de lactancia. Puede ser una solución cuando la madre es capaz de sacarse cantidad suficiente o se dispone de leche materna de banco de leche. Pero si la madre se saca la leche, lo mejor es que lo saque el propio bebé. Si esto no es posible suele deberse a un problema de agarre: Los más frecuentes son el frenillo y una mala posición.

Leche artificial en biberón, vasito, jeringuilla o suplementador de lactancia. Cuando no disponemos de las posibilidades anteriores con leche materna. Eso no quiere decir que abandonemos la lactancia materna. Si seguimos estimulando el pecho ofreciéndolo con frecuencia, lo habitual es que poco a poco el pecho aumente, llegando un momento en que podamos abandonar los suplementos.

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¿Se alimenta bien mi bebé recién nacido?

Un bebé recién nacido se alimenta bien si come con frecuencia, no llora por hambre y la evolución de su peso es la normal en los primeros días.

En los primeros días de vida casi todos los padres se preocupan porque no están seguros de si su bebé come suficiente.

En realidad, los primeros días de vida, casi cualquier cosa es causa de preocupación. No conocemos aún a esa «criaturita» que ahora es nuestra responsabilidad.

Para aclarar lo más posible, como decía al principio, está bien alimentado si:

  1. Come con frecuencia. Hay bebés que desde el principio duermen demasiado. El peligro que esto tiene es que si pasa demasiadas horas sin comer, puede bajar el azúcar. Si eso pasa, el recién nacido está más adormilado. Y eso dificulta que se alimente. Para evitarlo, recomiendo a los padres que no dejen sin comer a los recién nacidos sin comer más de 3 horas durante el día ni más de 5 horas durante la noche. En los bebés con peso más bajo (menos de 3 kg) y en los de peso muy alto (cercano o por encima de los 4 kg) conviene darles incluso con más frecuencia (2 horas de día y 4 de noche).
  2. No llora por hambre. Cuando un bebé llega a llorar por hambre y no se sacia al darle, es que lo que le damos está por debajo de lo que necesita. Cuando lo que toma es pecho, la solución suele estar en dar con más frecuencia. Ya que el pecho funciona de forma que cuanto más lo vaciamos más produce, darle con más frecuencia es la forma de aumentar la producción de leche. Cuando lo que toma es biberón, es más simple, prepara un biberón con más cantidad o si al hacerlo echa más bocanadas, dale con más frecuencia.
  3. La evolución de su peso es la normal en los primeros días. Los primeros días de vida de un bebé suelen perder peso. El recién nacido ha estado sumergido en agua durante 9 meses. Es como una esponja recién sacada de un cubo. Chorrea agua. La pérdida de peso no se debe a que no se alimenten bien, sino a la pérdida de agua. Es normal que puedan perder hasta una décima parte de su peso inicial. Es decir, que es normal que en los 5-7 primeros días de vida un niño de 3 kg pierda hasta 300 gramos. Si pierde más del 10% de su peso al nacer, posiblemente no se está alimentando bien.

Resumiendo: Si llora, come y se calla y el peso va normal, en principio el recién nacido está comiendo bien.

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El chupe en recién nacidos

Ese artilugio que todos asociamos con los bebés. Muy criticado por la mayoría de los defensores de la lactancia materna.

La mayoría de los que critican al chupe, lo hacen especialmente en su uso durante las primeras semanas de vida. Yo estoy entre ellos.

Utilidades atribuidas al chupe:

Para entretenerle el hambre: Hay quien defiende que hay que establecer un ritmo de tomas fijo a los recién nacidos. Esas personas recomiendan el uso del chupe cuando el niño parece estar inquieto «antes de que le toque». Para aguantarlo un poco hasta la siguiente toma. Mi pregunta es: ¿Qué ganamos aguantándole el hambre? Si toma pecho, el niño tiene hambre, pero el pecho no se entera, con lo que le costará llegar a producir lo que el niño necesita. Tome pecho o biberón, cuanto más rato espere el bebé a que se sacie su hambre, con más ansiedad comerá, lo que favorece que trague gases, eche bocanadas, le duela la barriga… Dicho sea de paso, es el mismo problema que causa usar biberones de manzanilla para «aguantarlo hasta la próxima toma».

Para calmar la molestia de los dientes cuando salgan: Sí, es útil. Y de hecho los que no tiene chupe, es frecuente que acaben teniendo dedo. Suele decirse (yo lo he dicho) que es más fácil, llegado el momento retirar el chupe que el dedo (y es cierto). Pero desde que nace, hasta que el chupe pueda ser útil para calmar la molestia de los dientes, quedan muchos meses. Y que deje de chuparse el dedo, llegado el momento, no es tan complicado como parece.

Para ayudarle a dormirse: El ritual de sueño de un niño son las cosas que el niño necesita para conciliar el sueño, (sitio, condiciones, objetos, colaboración de una forma concreta de cierta persona). Se evitan muchos problemas de sueño si ese ritual es lo más simple posible. Incluir el chupe en el ritual para dormirse supone un problema hasta la edad en la que el niño es capaz de encontrar el chupe, cogerlo y ponérselo. Ya que si lo necesita y no sabe hacerlo, solicitará tu colaboración cada vez que se despierte y quiera volver a dormirse. Aún así, siempre hay que valorar si usarlo es más útil que otras opciones en cada niño concreto. Pero si conseguís que vuestro hijo se duerma con facilidad sin el chupe, mejor.

En resumen: Que si al final queréis usar el chupe, tiempo habrá. Pero claramente os recomiendo que no esté en las primeras semanas o meses de vida del niño. Hasta que se establezca un buen ritmo de alimentación. Especialmente si toma pecho o el niño tiene tendencia a comer con ansiedad (sea el pecho o el biberón). Cuando un niño come con ansiedad, la mejor opción es darle de comer cada vez que lo necesita (sea pecho o biberón lo que tome).

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Lactancia materna, las primeras tomas

Consejos para empezar la lactancia materna en un recién nacido.

Cuando un niño nace, una de las primeras dudas que surge en cuanto sabemos que el niño y la madre está bien es la alimentación.

Si la opción elegida es lactancia materna, hay algunas ideas que es importante saber:

  1. El recién nacido puede tomar el pecho desde el momento en que nace. Si está bien y no ha necesitado ayuda del pediatra, conviene que el bebé esté en contacto con la madre piel con piel. Disfrutad el momento. Si ves que el recién nacido se aproxima al pecho, puedes darle la oportunidad de que empiece a tomarlo. Pero sin agobiarse. No pasa nada si no lo hace en los primeros minutos de vida.
  2. En las primeras horas, madre e hijo necesitan tranquilidad. Es frecuente que haya demasiada gente en la habitación. Eso favorece que la madre se sienta incómoda a la hora de dar el pecho.
  3. Cada vez que veas activo al bebé, ofrécele el pecho. No esperes a que llore. Y no te desesperes si cuesta que lo coja. Aunque tienen el instinto necesario, a veces, tras el parto, están muy agotados y pueden pasar horas sin reaccionar.
  4. Si durante el primer día pasa más de 2-3 horas sin pedir, intenta despertarlo. No conviene que un recién nacido pase demasiadas horas sin comer. El problema es que si pasa demasiado tiempo, puede bajar el azúcar. Y si eso pasa, cuesta despertarlo.

Dudas que suelen surgir:

¿Cuándo me subirá el pecho? Esa no es la pregunta correcta. Las preguntas correctas son:

  • ¿Cómo sé si saca suficiente? Es simple: Si llora, chupa y se calla, es que saca.
  • ¿Qué pasa cuando no saca suficiente? Que llora, chupa, chupa, chupa, se enfada, chupa, se enfada, se enfada, se enfada.
  • ¿Qué tengo que hacer para tener más leche? Que vacíe más el pecho. El pecho funciona de modo que cuanto más lo vaciamos, más leche produce. Si el niño no es capaz de sacar, a veces es necesario usar un saca-leches. Pero siempre es más efectivo vaciando el pecho el niño que cualquier saca-leches.

 

 

 

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Bronquiolitis y lactancia

¿Porqué en algunos casos, la secuela de una bronquiolitis es el abandono de la lactancia materna?

Como todos los años, llegaron las bronquiolitis con el invierno. Pero me doy cuenta de que algo ha cambiado en mí. Nunca había caído en la cuenta hasta ahora de un detalle. Supongo que se debe a que mi formación en lactancia ha mejorado, y ahora presto más atención al tema.
He visto varios casos de bronquiolitis este año, en los que después del episodio han aparecido problemas con la lactancia materna.

¿Cuál es la relación entre bronquiolitis y pérdida de la lactancia materna?

Para entenderlo, voy a explicar el proceso.
La bronquiolitis es una infección producida por un virus. Esos mismos virus, en niños mayores o adultos, suelen causar un simple resfriado. Pero en niños menores de 6 meses, es frecuente que ataquen al bronquiolo (el canal más fino de paso de aire en los pulmones). El resultado es tos y ahogo. Lo que impide que el niño se alimente bien.
Las bronquiolitis suelen durar desde unos días, hasta varias semanas. En ese tiempo el niño come mal. En los bebés que están con lactancia materna, el resultado es que el pecho no se vacía con la frecuencia habitual. Algunas madres lo notan porque se les llena demasiado los primeros días de enfermedad de su hijo. Otras no lo notan tanto.
Pero el resultado es que al vaciar menos el pecho, disminuye su producción de leche.
Si a eso juntamos que la madre suele estar bastante preocupada por la situación del bebé y no piensa en el pecho como algo prioritario, los días van pasando y la producción de leche va reduciéndose.
Cuando por fin el bebé mejora de la bronquiolitis, y empieza a comer más, se empieza a recuperar el pecho. Pero a veces esa recuperación en la cantidad de leche, tarda más que el bebé en pedirla.
Entonces el bebé empieza a comer con ansiedad, traga más gases, llora más. Y la madre interpreta, con razón, que el niño se está quedando con hambre y el pecho no llega.
En muchos casos recurren al biberón y puede suponer el fin de la lactancia.

¿Cómo evitar que una bronquiolitis acabe con una lactancia que funcionaba?

Se me ha ocurrido escribir este artículo, porque he visto varios casos este año en los que ha ocurrido. La bronquiolitis pasó, pero se llevó con ella una lactancia que funcionaba hasta entonces.
Para evitarlo, si tu bebé toma pecho, y empieza con bronquiolitis, prepárate.
Es normal que coma menos durante unos días.
Lo que te aconsejo, es que durante esos días, tras darle al bebé el pecho, te saques la leche sobrante con un saca-leches.
Si lo haces por sistema, mantendrás la producción de leche. Y aunque se redujese un poco, cuando el niño se mejore de la bronquiolitis y empiece a demandar más, podrás recurrir a las reservas que has guardado para completarle hasta que el pecho produzca de nuevo lo que él necesita.
Puede ser la diferencia entre salvar la lactancia o perderla.

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¿Porqué dar pecho a demanda protege contra la obesidad?

Dar comida a un bebé como forma de entretenerlo o tranquilizarlo favorece la obesidad. Pero el pecho a demanda lo evita, ¿Porqué?

Cuando explico la introducción de la alimentación complementaria, advierto a los padres de que la costumbre de dar comida al niño como forma de entretenerlo, favorece la obesidad.

Algunos padres preguntan si haber dado pecho (o biberón) a demanda al bebé, no tendrá el mismo efecto.

Lo que dicen los estudios es que no: Que la lactancia materna a demanda no sólo no aumenta las probabilidades de que el bebé sea obeso en el futuro, sino que le protege contra la obesidad.

Voy a intentar explicar la diferencia que hay entre ambas cosas, y porqué es coherente el pecho (o biberón) a demanda y evitar usar la comida como forma de tranquilizar a un niño.

¿Porqué la comida como entretenimiento produce obesidad?

Durante la primera infancia el bebé actúa de forma inconsciente. Aquellas conductas que se repiten con un resultado «positivo» se repetirán de forma inconsciente el resto de la vida.

Cuando un niño está aburrido, nervioso, tiene miedo o quiere afecto (necesidad afectiva), es frecuente ver a algunos familiares ofrecer al niño alimentos (ricos en azúcar) que el niño puede tomar sólo: Trozo de pan, gusanitos, biberón con zumo, leche o manzanilla…

Cuando el azúcar sube en sangre, se estimula la secreción de endorfinas. Unas sustancias que producen una sensación de placer, calma el dolor y relaja.

El niño pasa de una situación de falta de afecto a una de satisfacción, sin recibir afecto. Ha sustituido el afecto por comida.

Eso trasladado a un adulto, y tras haber repetido en su infancia esa maniobra miles de veces, hace que ante una necesidad afectiva insatisfecha, se active un circuito que le dice: Come y te sentirás mejor.

Eso favorece la obesidad.

¿Y porqué dar pecho a demanda protege contra la obesidad?

Muchos niños que toman pecho a demanda, lo piden cuando tienen hambre, pero también cuando tienen las mismas necesidades afectivas que comentaba antes.

Sería lógico pensar, que dar pecho a demanda es equivalente a lo anterior y por tanto debería predisponer a la obesidad. Sin embargo la experiencia dice lo contrario. ¿Cuál es la diferencia?

Pues es una diferencia sutil, pero muy importante:

  1. Cuando damos el pecho, no solo se alimenta, también se da afecto.
  2. Cuando damos el trozo de pan, los gusanitos, el zumo, las patatas fritas al niño, suele ser dejándolo sólo para que coma y nos deje hacer lo que estemos haciendo. Es comida sustituva del afecto.

Con el pecho, ante una necesidad afectiva, respondemos con afecto. Y al alimentarlo, la subida de endorfinas que explicaba arriba, refuerza la situación placentera. Es decir, una falta de afecto se resuelve con afecto y el alimento que da el pecho, refuerza esa relación.

En el futuro, cuando tenga una necesidad afectiva, buscará afecto como forma de resolverla.

En el segundo caso, sustituimos el afecto por la comida. En el futuro, cuando tenga una necesidad afectiva, buscará la comida como alternativa al afecto. Y eso le hará más fácilmente obeso.

¿Y qué hay de dar biberón a demanda a un bebé?

Como he explicado, la clave no es la composición del alimento, sino si el alimento se da acompañado de afecto o sin él.

Por lo tanto, dar a un bebé el biberón a demanda en los primeros meses (cuando el bebé no puede tomarlo sólo) es equivalente al ejemplo explicado con el pecho. Es dar afecto con comida. Se le da cogiendo al niño en contacto directo.

En el momento que el niño es capaz de tomar el biberón sin ayuda o comer solo, hay que saber distinguir y dar comida sólo cuando lo que en niño tiene es hambre. Y responder siempre a la necesidad de afecto, con afecto.