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Mi planteamiento sobre el Cólico del Lactante

Bebé sin cólico. Un enfoque diferente al Cólico del Lactante

El Cólico del Lactante es un cajón de sastre. No tiene una solución válida porque en él hay bebés con causas diferentes y diferentes son las soluciones.

Se dice que un bebé tiene Cólico del Lactante cuando:

«Entre las 3 semanas y los 3 meses de vida, llora más de 3 horas al día, más de 3 días por semana, sin otros signos de enfermedad.»

¡Qué bonito, cuanto «3»!¡Y qué absurdo!

Esto no es más que una descripción sin comprensión. No hablamos de causas, no tenemos por dónde cogerla. Y claro a una definición vacía corresponden soluciones que no funcionan. Por eso la lista de «soluciones para el cólico del lactante» es tan larga y no sirve.

Pero es lo que nos explican a todos los pediatras cuando nos formamos. Junto con la solución definitiva: La palmadita en la espalda con la frase «para los 4 meses se quita».

Cuando empecé a ejercer en atención primaria no tardé en darme cuenta de que tenía que haber un planteamiento mejor que ese para este problema.

Lo primero que entendí es que ningún niño llora tanto sin motivo. Siempre lo hay. Así que toca buscar el o los motivos por los que cada niño concreto tiene cólico del lactante.

Lo primero es ver los remedios. Hay que suponer que cuando un remedio concreto se mantiene en la lista es porque a algún bebé le habrá servido para mejorar. Pero el problema es que no hay ningún remedio que sirva a todos.

La deducción es sencilla: El Cólico del Lactante es un cajón de sastre en el que estamos colocando a muchos niños que sólo tienen en común la manifestación a rasgos generales de lo que muestran: Llanto insistente y que no puede calmarse supliendo sus necesidades, en los primeros meses de vida.

Pero cada uno de esos niños está en ese cajón de sastre por una combinación personal de causas que le hacen llorar. Y parece que muchas de ellas tienen tendencia a mejorar con el tiempo de forma espontánea.

La solución al Cólico del Lactante que aplico en la actualidad

Descartar lo que no es cólico del lactante

Todos los niños hacen ruidos. No es raro que muchos padres piensen que su hijo tiene «gases» porque da «apretones» o «pujos» con frecuencia.

En muchos casos le están dando medicación para «los gases», pero cuando les preguntas: «¿Llora mucho?» La respuesta es «no». ¡Pues no es Cólico del Lactante ni tiene más gases de lo normal! Y le des lo que le des va a seguir dando apretones… Hacer ruidos es una de las diferencias entre un bebé una maceta de geranios.

¿Se calma cuando cubres sus necesidades?

Hay niños que lloran mucho, pero lo tomas en brazos y se calla, le das de comer y se calla…

Esto no es cólico del lactante. Es un bebé al que sus padres no están dando lo que necesita, cuando lo necesita. Y esto surge de los consejos erróneos que reciben.

Todavía son mayoría las personas que piensan que hay que:

  • Que hay que dejar a los bebés llorando en la cuna para que «no se acostumbren a brazos».
  • Que hay que marcar un ritmo fijo de las tomas para que «se regule».
  • Que hay que marcarle sus horarios de sueño para que, de nuevo, «se regule».
  • Que hay que echarlo en la cuna tras la toma antes de que se duerma para que «aprenda a dormir sólo».

Esto es no entender a los bebés. Un bebé es un ser vivo. Y como tal se adapta a su entorno. Juegan en un equilibrio de necesidades. En las edades en las que el Cólico del Lactante ocurre son tres, por este orden: «Comer, estímulos, dormir».

Los niños no tienen con esta edad pensamiento consciente. No tienen una estrategia maquiavélica para dominar su entorno. Simplemente cuando tienen hambre, necesidad de estímulos o sueño y no obtienen lo que necesitan, lloran.

El llanto es una manifestación de dolor o insatisfacción. No es otra cosa. Hay quien dice que es normal que cualquier bebé llore un número determinado de horas al día. Yo aún no he visto ninguno que aliviando su dolor o satisfaciendo lo que necesita en ese momento no deje de llorar.

El problema en muchos casos es que los padres no interpretan bien cual es la necesidad que tiene en ese momento para cubrirla.

Especialmente a muchos se les pasa por alto la necesidad de estímulos. Los niños necesitan cambiar de postura con frecuencia y no pueden hacerlo solos con esta edad, necesitan estímulos sensoriales cambiantes y como no pueden cambiar su postura ni el lugar en el que están no pueden conseguir nuevos sin ayuda, y necesitan afecto que sólo puedes darle tú.

Lo que yo aconsejo:

Si un bebé de pocos meses está incómodo, antes de que llore, ofrécele alimento. Darle el pecho o el biberón satisface las 3 necesidades a la vez. Porque quita el hambre, al dárselo en brazos da estímulos de cambio de postura, sensoriales y afectivos y si tiene sueño ayuda a dormir.

Por eso, la solución es mucho más simple de lo que parece. Y de hecho muchos padres lo dicen: «Sólo se calla comiendo». Lo que no significa que sólo tenga hambre.

Cuando sí es Cólico del Lactante

Cuando un bebé sí que llora y mucho, y no se calma al ofrecerle alimento, pero además no tiene fiebre, ni moco, ni tos persistente… y ha sido explorado por un pediatra sin encontrar enfermedad alguna, hablamos entonces de cólico del lactante.

Y es aquí donde mi planteamiento ha evolucionado más, buscando cuales son las causas reales que cuando estudiamos cada bebé con cólico del lactante aparecen.

Es una lista cada vez más larga, pero son patologías conocidas e identificables. Y entonces, ¿porqué no se hace?

El motivo es que se combinan entre sí y que hay grados variables de cada una de esas patologías. ¡Sí, patologías!

Dicho de otro modo: Que el Cólico del Lactante no existe según su propia definición.

Decimos que el Cólico del Lactante son niños que no están enfermos. No es verdad. Tienen enfermedades que no hemos identificado, pero que son identificables y tratables. Muchas de ellas tienen una evolución hacia la curación espontánea, pero puede acortarse de forma importante cuando las identificamos y tratamos.

En la actualidad llevo más de dos años tratando muchos bebés con Cólico del Lactante con este planteamiento y siempre se encuentra una o con más frecuencia varias causas que lo explican. Aún no he encontrado ningún Bebé sano con cólico del lactante.

La clave en la que suele fallarse es que se tratan los posibles problemas de uno en uno y muchas veces se pasan por alto algunos de los presentes. O tratamos todos los problemas de forma simultánea o la mejoría es sólo parcial o inapreciable. 

Y hay que conocer cada uno de esos problemas para identificarlos no sólo en su forma clásica de manifestación, sino también en sus variantes y formas leves.

Cuando identificamos adecuadamente cada una de las causas y las tratamos simultáneamente mi experiencia es una clara mejora del bebé en menos de 10-15 días. Cuando no se alcanza esa clara mejoría valoro que debe haber alguna causa más que no hemos tratado de entrada.

Con este planteamiento todos los bebés con Cólico del Lactante dejan de tener esa calificación para tener diagnósticos y tratamientos concretos. Y lo más importante, una mejoría clara.

Porqué es importante resolver el cólico del lactante cuanto antes

Hay quien dice que como se va a resolver sólo en la mayoría de los casos antes de los 4 meses de vida, pues ya está, paciencia.

Yo no estoy nada de acuerdo, porque ¿qué significa para un bebé y sus padres tener un cólico del lactante durante meses?

  • Significa para empezar un sufrimiento evitable. Sólo eso debería ser motivo suficiente para no rendirse en la búsqueda de sus causas.
  • Significa para unos padres una experiencia de paternidad marcada por la inseguridad. Por el sentimiento de que su hijo sufre y no saben cómo ayudarle.
  • Significa un bebé que crece teniendo una mala relación con la alimentación y con el sueño que puede perpetuarse durante años.

Si es lo que hay y no tenemos solución, ¿qué le vamos a hacer? Pero no es mi experiencia. Mi experiencia es que cada bebé con Cólico del Lactante tiene unos motivos tratables y que podemos hacer que mejore mucho antes de lo que lo haría de forma espontánea.

Podemos evitar antes que siga sufriendo.

Podemos ayudar a los padres a conocer mejor a su hijo para que colaboren en su mejoría dándoles el conocimiento necesario para que cuiden mejor de él y sepan suplir sus necesidades.

Podemos evitar que un problema puntual arrastre sus consecuencias durante mucho tiempo.

Si quieres que te ayude en tu caso, puedes hacerme una consulta online  o visitarme en Mi Consulta en Granada.

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Empacho en bebés de 1 mes

Empacho en bebés de un mes.

Empacho en bebés es cuando comen más de lo ideal. Muchos padres lo temen, pero a veces por evitarlo se generan problemas mayores.

Hay quien dice que un bebé puede seguir comiendo mientras tenga comida disponible. No es cierto.

Si ofreces a cualquier bebé una cantidad ilimitada de leche llega un momento en que no quiere más.

Esa cantidad no es la misma en dos bebés diferentes. Ni es la misma siempre en un bebé concreto.

Al tratarse de seres vivos que se adaptan a un ambiente cambiante sus necesidades de alimento se modifican constantemente.

Yo siempre defiendo que la alimentación de los lactantes debe hacerse a demanda. Lo que significa ofrecer alimento ilimitado siempre que el bebé lo pida.

En ciertas situaciones incluso recomiendo ofrecer antes de que lo pida:

Cuando un bebé come con más frecuencia de día que de noche. En estos casos recomiendo ofrecer durante el día con tanta frecuencia como pide de noche. Así lograremos que de día coma más y duerma menos, haciendo lo contrario de noche.

Cuando un bebé come con ansiedad. En estos casos es que estamos ofreciendo al bebé una cantidad escasa para él o con una frecuencia insuficiente. Sea porque sólo le damos de comer cuando llora o porque sea dormilón y cuando por fin se despierta está ya desesperado por comer. En ambos casos la solución para que coma más tranquilo es ofrecerle antes.

Cuando un bebé echa muchas bocanadas. A pesar de lo que muchos piensan, si espacias las tomas lo normal es que las bocanadas aumenten, ya que al comer con más hambre tomará más cantidad de golpe que si hace más tomas. Cuando hace tomas más frecuentes acaba convenciéndose de que no le vamos a «matar de hambre» y acaba tomando más tranquilo cantidades menores que retiene con más facilidad.

Pero cuando recomiendo esto, lo habitual es que los padres manifiesten «miedo al Empacho».

¿Qué es un empacho?

Un empacho es cuando dejamos acceso libre a la comida, y la cantidad que se toma es claramente superior a lo ideal. Entendiendo por ideal aquella cantidad que no genera problemas.

Está claro que la barriga de un bebé es un espacio limitado. Es flexible, pero limitado.

Cuando el estómago o el intestino se llenan demasiado pueden aparecer molestias.

Es un dolor intermitente. A ratos muy fuerte, a ratos más pasable.

Pero los momentos en los que es intenso puede ser Muy Intenso.

Cuando ocurre el bebé reacciona en primer lugar moviendo el intestino para intentar vaciar la barriga. Lo que vemos es que el bebé da apretones o pujos y se encoge, intentando hacer presión para que el contenido del intestino salga.
Si no lo consigue es cuando aparece el dolor cuando la presión es excesiva.

Decimos que el bebé está empachado cuando esto ocurre. Cuando ha comido tanto que le genera molestias.

Ante esto surge la pregunta ¿qué debo hacer para que no se empache?

Y la respuesta es «nada». Aún teniendo esto claro mi recomendación sigue siendo que no le dejes con hambre, que si te pide le des y que lo hagas hasta que no quiera más.

Os explico porqué.

Si por miedo al empacho limitamos la cantidad de comida que damos a un niño por debajo de lo que su cuerpo le pide, tenemos garantizado que cuando coma lo hará con ansiedad.

Al comer con ansiedad se tragan más gases. Y esos gases en exceso producen las mismas molestias que el temido empacho.

Esta opción es peor que la de dejarle que se empache.

Lo es porque cuando un niño se empacha, llega la siguiente toma y suele comer menos. Pasan unas cuantas tomas y vuelve a comer con alegría. Tal vez se vuelva a empachar. Pero finalmente, a fuerza de que le siente mal cuando se pasa, acaba aprendiendo a no hacerlo.

Esto significa que dejándole acceso libre a la comida acaba autoregulándose.

Pero ¿qué pasa cuando por miedo al empacho limitamos su acceso a la comida?

Pues que lo que aprende es que la comida es algo escaso que necesita y cuando la consigue la tomará con ansiedad. El hambre no es algo a lo que uno pueda acostumbrarse. Puedes, dentro de ciertos límites aguantarte con ella. Pero en cuanto puedes saciarla lo haces.

Con lo que el llanto en los niños a los que se limita el acceso al alimento para evitar el empacho acaban llorando mucho más: Unas veces lloran por hambre, otras porque tras comer cuando por fin se les permite siguen con hambre. Y por fin, con gases por haber comido con desesperación.

Por tanto, confía en la capacidad de tu hijo de autoregularse y aprender. Dale la oportunidad de que se empache. Tras hacerlo varias veces aprenderá a evitarlo y los llantos desaparecerán.

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Origen del Cáncer Infantil

Cáncer Infantil, Por qué aparece, cómo prevenirlo y diagnosticarlo

¿Cómo es posible que un niño tenga cáncer? ¿Cuál es el origen del Cáncer Infantil? ¿Podemos hacer algo para evitarlo o diagnosticarlo a tiempo?

Escribo este Peketema en respuesta a la petición de Luisana desde Panamá: «Por qué se origina el cáncer infantil. Que se puede hacer para evitarlo. Gracias y por favor esto es importante», en nuestra Comunidad de Facebook.

Sin duda este es uno de los mayores miedos en salud. Cualquier familia teme un diagnóstico así en su hijo. El Cáncer es una de las enfermedades graves más comunes hoy en día.

Se suele asociar a la edad. Nos parece casi normal que antes o después, viviendo en un mundo con el nivel de contaminación actual el cáncer acabe apareciendo en un porcentaje amplio de la población en la vejez. Pero ¿en niños? Nos resulta difícil de entender.

¿Cómo es posible que un niño desarrolle Cáncer?

Esto es igual que preguntar cuáles son las causas del cáncer y qué es el cáncer en sí mismo.

Nuestro cuerpo está formado por millones de células. Cada una de ellas está especializada para hacer una función concreta. Y en nuestro cuerpo esa función va asociada a un plan vital concreto. Hay células que están preparadas para vivir unos meses, como las de la piel. Otras que pueden vivir semanas como las de la pared del intestino, y otras como las neuronas que pueden vivir toda la vida del ser humano.

Algunas tienen capacidad de seguir multiplicándose durante toda nuestra vida, para regenerar tejidos que tienen esa función. Son algunas células de los huesos, los vasos sanguíneos, la piel, las mucosas… Pero incluso esas lo hacen siguiendo una plan predefinido que bloquea su crecimiento más allá de ciertos límites.

El Cáncer aparece cuando una célula empieza a multiplicarse sin control. Creciendo más allá del límite asignado a su estirpe. Es como si en una comunidad en la que todos actúan para mejorar la convivencia apareciese una célula egoísta cuyo único fin fuese la supervivencia y el crecimiento de su propia estirpe. Aunque eso suponga la muerte de la comunidad. Aunque suponga al final su propia extinción.

Debemos entender que esta capacidad está en realidad en nuestro origen. Todos los seres evolucionados aparecimos como asociación de distintos tipos de células que se agruparon para vivir mejor. Pero al principio los seres pluricelulares no eran más que un grupo de células similares que vivían y crecían juntas. El Cáncer es como si una de las estirpes olvidase cómo convivir con las demás.

Lo que hizo posible que distintas estirpes conviviesen fue la presencia de genes que evitaban que unas agrediesen a las otras. El cáncer se origina cuando esos genes se averían y no son reparados adecuadamente.

Estamos expuestos a agresiones constantes del exterior que alteran nuestros genes y son el origen del Cáncer:

  • Radiaciones naturales como el Sol.
  • Radiaciones artificiales como las radiografías o la contaminación radioactiva (Chernobyl, Fukishima, Hiroshima, Nagasaki…)
  • Contaminación ambiental, por la polución del consumo de hidrocarburos, por el tabaco, por otros productos químicos…
  • Infecciones producidas por virus, como el del papiloma, el vírus de Epstein-Barr, el de la hepatitis….
  • Una Alimentación Inapropiada: Exceso de azúcar, grasas saturadas, conservantes y colorantes, edulcorantes…

Todas estas causas y algunas más pueden dañar nuestros genes. Pero tenemos capacidad de repararlos y cuando esto no es posible nuestro sistema defensivo puede eliminar células cancerosas. Es algo que ocurre cada día en nuestro cuerpo. De los millones de células que forman nuestro cuerpo, todos los días alguna se «desmadra». Y todos los días nuestro sistema defensivo elimina células así.

Pero a veces nuestro sistema defensivo no es capaz porque tampoco él funciona adecuadamente. Para que lo haga necesita:

  • Recursos suficientes. Una nutrición adecuada. Una nutrición rica en sustancias agresivas puede generar cáncer. Las llamamos sustancias cancerígenas. Ciertos nutrientes son esenciales para la regeneración de los genes dañados y para que el sistema defensivo funcione.
  • Descanso. Para regenerarse a sí mismo. Una falta de descanso sistemática aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.
  • No estar sometido a un estrés excesivo. Porque cuando lo hace su capacidad de acción se resiente. El estrés emocional puede favorecer la aparición y el desarrollo de Cáncer.

¿Cuál es el origen del Cáncer Infantil?

Como en cualquier otro cáncer es una combinación de factores:

  • Predisposición genética. Algunas personas tenemos genes que con más facilidad pueden alterarse y originar cáncer de un tipo concreto. Hay familias con más tendencia al cáncer de Colon, Mama….
  • Exposición a factores ambientales. El cáncer es más frecuente en las zonas donde el agua está más contaminada, con más polución, en familias donde se fuma o se tiene una dieta rica en azúcar, grasa saturada o alimentos quemados (carne a la brasa y similares)….
  • Algunas infecciones virales. Que en la infancia son mucho más frecuentes que en adultos.

¿Podemos hacer algo para evitar el Cáncer Infantil?

Pues sí. Yo suelo decir a los padres que cuando tienen un hijo acaban de introducir en sus vidas el mayor estimulante para cambiar su vida y hacerla sana:

  1. Si fumas, deja de fumar. Porque tu hijo fuma si tu lo haces y es más fácil que en el futuro adopte este hábito si lo ve normal en aquellos a quienes admira.
  2. ¿No comes sano? Empieza a hacerlo. Porque los días en los que haces una dieta para tu hijo y otra para ti están contados y acabará comiendo lo que tú le proporcionas. No hay una dieta para curar el cáncer. Peor sí dietas que favorecen que aparezca y otras que protegen contra él:
    1. Evita el azúcar. No está el primero por poner algo. Es uno de los factores más importantes, especialmente en niños. No compres nada que tenga azúcar en sus ingredientes.
    2. Evita las grasas saturadas.
    3. No tomes con frecuencia alimentos asados o fritos.
    4. Limita el consumo de proteínas y grasas animales.
    5. Elimina conservantes, colorantes y edulcorantes. No es una catástrofe que cada alimento tenga su sabor. Es una bendición.
    6. Si puedes, come alimentos ecológicos.
    7. Bebe agua, solo agua y de buena calidad. 
  3. Si tienes un ritmo de vida estresante, hazlo más relajado. Porque las emociones son esenciales en la salud y un ambiente en el que las emociones son dañinas afecta a tu hijo más allá que los contaminantes químicos.
  4. Si vives en un lugar contaminado y puedes cambiar, hazlo. Aunque las ciudades aportan muchas posibilidades, vivir fuera de ellas supone reducir estrés y contaminantes en muchos caso.
  5. Si no haces ejercicio de forma regular, empieza a hacerlo. El ejercicio ayuda a eliminar «toxinas», tanto químicas como «emocionales».
  6. Respeta el tiempo de descanso. Es esencial para mantener la capacidad de regeneración del cuerpo y luchar contra las agresiones que llegan cada día.

Hacer todo esto en nuestra vida es la mejor forma de prevenir el Cáncer en nuestros hijos. Porque el consejo ilustra, el ejemplo arrastra.

¿Cómo detectar a tiempo el Cáncer Infantil?

Una de las características del Cáncer Infantil, es que aún siendo una enfermedad terrible, las posibilidades de superarla son mucho mayores en niños que en adultos.

A la hora de superar el Cáncer Infantil, uno de los factores más importantes es detectarlos a tiempo. Para ello, en familias donde hay tendencia a sufrir un tipo concreto de Cáncer se pueden hacer chequeos periódicos que lo detecten si aparece en fases muy precoces.

Pero no es el caso de la mayoría de las familias. En la mayoría de las familias si hay cáncer es en edades avanzadas y si hay algún caso de cáncer infantil es esporádico.

Lo que sí puede ser útil es saber cuándo pensar en que tal vez pueda ser un cáncer. La orientación que puedo daros en eso es clara. El cáncer es un proceso que cuando empieza crece sin parar. Eso hace que su característica más llamativa sea que los síntomas cuando aparecen van a más de forma constante. No son algo esporádico o que viene y va:

  • Un tumor cerebral, si da dolor es un dolor constante y cada vez más intenso, no en horas, sino en semanas.
  • Un tumor óseo es un dolor en un punto concreto sin antecedentes de golpe y que va cada vez a más no cediendo en unas semanas.
  • Una fiebre por cáncer es una fiebre que no cede tras semanas.
  • Un sangrado en la caca puede ocurrir por una gastroenteritis sin importancia. Si hay un tumor que sangra en el intestino sigue sangrando conforme destruye más y más tejido…

Si un dolor viene y va, hasta desaparecer durante semanas o meses para volver de nuevo, raramente será un cáncer.

Pero ante cualquier duda, especialmente como os digo en síntomas que no eran habituales en el niño y se convierten en permanentes, acude a tu médico. Si hay «algo malo», cuanto antes se descubra, mejor es el pronóstico.

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Mi bebé no duerme en todo el día

Mi Bebé no duerme en todo el día, tendrá algún problema.«Mi bebé no duerme en todo el día». Cuándo es por un problema y cuándo es parte de su carácter. Otras características en bebés que casi no duermen de día.

Mi bebé no duerme en todo el día

¿Es posible? Hablamos de bebés de pocas semanas o pocos meses. ¿Puede un bebé de esa edad estar bien sin dormir durante horas y horas?

Todas habréis leído que los bebés duermen mucho más cuanto más pequeños son. Y que conforme crecen van reduciendo el número de horas que duermen al día estando cada vez más activos, especialmente durante el día.

Esto se debe a dos motivos:

  • Conforme un bebé crece se hace cada vez más marcado el ritmo día/noche. De forma que tienden a estar más activos y alimentarse más durante el día y de noche tienden a espaciar las tomas y dormir más.
  • Al crecer las dos necesidades básicas de comer y dormir van dando espacio a la tercera esencial: Estímulos. Son necesarios para desarrollar su cerebro y conforme el bebé crece vemos que destina cada vez menos tiempo a dormir y más a buscar estímulos.

El resultado es que hay muchas estadísticas que te dicen cuánto es el tiempo normal que duermen los bebés en función de su edad. Hay que entender que estas cifras que te ofrecen son las medias. Pero que sin tener problemas hay bebés que duermen bastante más o bastante menos de las cifras que se mencionan en estas escalas.

Respecto a la pregunta ¿Hay realmente algún bebé que no duerme en todo el día? Puede que lo haya. Pero no conozco a ninguno. Me refiero en este caso a bebés menores de un año. Lo que sí que hay son bastantes que pueden estar activos durante 10, 12, 14 horas al día con muy breves siestas. A veces son siestas de no más de 10 minutos. Pero casi siempre estas siestas están ahí. Ahora después hablaremos de estos casos.

Por tanto la realidad en casi todos los casos es:

Mi bebé no duerme en todo el día. Bueno, sí que duerme algo, pero muy poco y está mucho más activo que la mayoría de bebés de su edad.

La clave cuando esto ocurre es diferenciar dos situaciones:

  • Mi bebé no duerme en todo el día más, porque tiene un problema. Si no duerme más y notamos que el bebé no está bien, si tiene fiebre o llanto inconsolable, si come mal, si vemos signos de que algo no va bien como una piel irritada, mucosidad, tos…. debemos descartar que el bebé no duerma bien porque tenga algún problema. Cuando esto ocurre, la situación de no dormir en todo el día es algo nuevo. Son bebés que siempre han dormido más y de repente dejan de hacerlo con signos de que algo no va bien. Si esto ocurre mi recomendación es que lo lleves al Pediatra para que lo explore e identifique la causa.
  • Mi bebé no duerme en todo el día más, porque él es así y está sano siendo así. Pero hay bebés que desde siempre han sido así, en los que dormir poco o casi nada durante el día es la norma desde hace tiempo y sin embargo el bebé parece estar bien. Se alimenta bien, no tienen signos de dolor ni un llanto inconsolable. Estos bebés suelen llorar con frecuencia, pero suelen calmarse cuando le damos estímulos: Si lo tomas en brazos, si te levantas con él y le das un paseo, si cambias de ambiente, si sales a la calle… Cuando un bebé ya desde los primeros días o semanas de vida se comporta así solemos hablar de Bebés de Alta Demanda.

Mi bebé no duerme en todo el día, o casi ¿Será un Bebé de Alta Demanda? ¿Qué significa esto?

No todos los bebé son iguales. Podemos simplificar diciendo que un bebé tiene tres necesidades básicas: Comer, Dormir y Estímulos.

Hay bebés comilines, dormilones y De Alta Demanda. Dependiendo de cuál de las tres necesidades es la prioritaria para ellos.

El Bebé de Alta Demanda muestra que lo es ya desde los primeros días de vida. Habitualmente a partir del 2º o 3º días de vida, en cuanto supera la primera fase de agotamiento tras nacer.

Son llamativos porque demandan muchos estímulos y además cambiantes y eso se refleja en su relación con la comida y con el sueño.

Cómo come un bebé de alta demanda

Habitualmente hacen muchas tomas de poca cantidad. Como todos los bebés necesita comer. Pero como su necesidad prioritaria es buscar estímulos nuevos aguanta lo que puede mientras está distraído. Cuando por fin el hambre es ineludible parece que de repente lo estuvieses matando sin comer desde hace días. Pide comer desesperado. Pero en cuanto se sacia un poco se distrae con cualquier estímulo nuevo.

Por tanto son bebés que comen con ansiedad, pero hacen tomas muy numerosas y cortas.

Cómo duerme un bebé de alta demanda

Pueden pasar casi todo el día activos. Es llamativo que algunos de estos bebés, con pocas semanas, sean capaces de estar activos durante más de 10,12,14 horas, interrumpiendo esa actividad sólo con siestas cortas y a las que se resisten cuanto pueden. Su necesidad prioritaria es buscar estímulos y aunque estén reventados intentan aguantar despiertos.

Una cosa característica es que estas siestas sólo llegan si lo tomas en brazos cuando está agotado. Y que la siesta puede durar algo más si lo mantienes en brazos. Pero si lo separas de ti la siesta se acabó en 10-15 minutos. Dejándolo en brazos puede prolongarse hasta 1 hora o más. Pero como lo sueltes ya se ha acabado.

Esto se debe a que mientras lo tienes en brazos está recibiendo estímulos, con lo que puede prolongar la siesta ya que su necesidad primordial no está desatendida. Pero si lo dejas separado cesan los estímulos que recibía y si ha superado el agotamiento inaplazable que le llevó a dormir vuelve a la carga a por más estímulos.

Qué implica ser un bebé de alta demanda

Son bebés cuyo desarrollo neurológico es más rápido y el cerebro para desarrollarse necesita estímulos. Los consume para este proceso. Cuanto más rápido es el desarrollo cerebral de un bebé más estímulos consume. Por lo tanto ser bebé de alta demanda no es una mala noticia pero tiene su precio: Son agotadores.

Pero para su salud, dormir menos de lo que lo hacen los demás bebés de su edad no supone un problema. Y además es imposible conseguir que duerman mucho más.

Lo único que puede lograrlo es el porteo. Como el contacto le ofrece unos estímulos afectivos constantes si lo llevas mucho en mochila, fular o en tus brazos es más fácil que cuando necesite dormir lo haga. Mi recomendación en estos niños es que busques una buena mochila ergonómica y la uses tanto tiempo como veas que el bebé la acepta. Permite darle esos estímulos de forma más cómoda y dejando tus manos libres.

Si quieres saber más sobre los bebés de alta demanda puedes leer en estos artículos:

¿Cómo son los niños de alta demanda al ir creciendo?

Niños de alta demanda o Hipereactivos con déficit de atención

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Cómo evitar los gases del bebé: 3 claves

Medicamentos que no funcionan en el cólico del lactanteEvitar los gases del bebé es posible. Basta con entender las 3 causas más frecuentes y tratarlas adecuadamente para que se reduzcan de forma evidente.

Muchas veces al hablar de gases en el bebé o de Cólico del Lactante, que os aclaró que no es lo mismo, parece que fuese una maldición bíblica. Sin que haya una causa identificable, parece que a unos bebés les toca y a otros no.

Pues no es el caso. Todo bebé que tiene una cantidad de gases significativa, lo hace por motivos siempre identificables. Y lo más importante: Tratables. Por tanto sí que se pueden evitar los gases del bebé. Pero hay que entender las causas.

A mí me gusta simplificar mucho las cosas para que se entiendan. Y ese es el abordaje que tomé cuando me planteé cómo evitar los gases de los bebés.

Entender 3 ideas para evitar los gases del bebé

Si un bebé tiene muchos gases en su tripa no hay muchas formas de que esto ocurra. Básicamente el aparato digestivo es un tubo. Si en su interior hay muchos gases es porque:

  1. Entran muchos más gases de lo normal.
  2. Se fabrican en su interior muchos gases.
  3. Salen menos gases de los que deberían.

No hay más. Estas son las 3 causas genéricas que pueden explicar que un bebé acumule más gases de lo normal. Vamos a explicar cada una de esas vías para entenderlas y que identifiques en tu bebé las que pueden estar causando el problema.

¿Qué entendemos por muchos más gases de lo normal?

Pero antes de entrar en materia me vais a permitir que haga una aclaración: Cuándo debemos preocuparnos y hacer algo para evitar los gases del bebé. 

Os lo digo porque, todos los bebés tienen gases, y eso no implica que haya un problema en todos ellos.

Suelen interpretarse como problemas de gases muchas cosas que son, primero normales, y segundo, inevitables.

Por ejemplo, no son problemas de gases por los que tengamos que preocuparnos:

  1. Cuando un bebé no echa los gases después de cada toma. Pues eso. Que no es un reloj que toca las horas sistemáticamente. Que a veces echan los gases por arriba y otras por abajo. Y hay niños que raramente eructan después de las tomas. Pero si un niño no tiene molestias significativas por culpa de los gases es que no debemos preocuparnos, aunque no eche los gases tras la toma.
  2. Cuando un bebé da apretones con frecuencia como intentando hacer caca. Los bebés tienen un intestino muy activo. Se mueve con facilidad. Y más en cuanto empezamos a llenar el estómago. Es un reflejo que hace que la tripa haga sitio para la comida nueva que llega. Algunos bebés hacen caca en cada toma, pero si no es así mueven la tripa en cada toma. Con lo que cómo se alimentan comiendo con frecuencia tienen «apretones» casi todo el día. Dar apretones no es malo, es algo que va a seguir haciendo y que no podemos tratar. Si no hay dolor que le cause llanto, no consideramos que haya un problema en el que tengamos que plantearnos cómo evitar los gases del bebé.
  3. Cuando un bebé echa muchos gases. Sea por arriba o por abajo, si un bebé expulsa lo que creamos muchos gases, pero no tienen molestias, no hay problema. ¡Mejor fuera que dentro! De hecho el problema es cuando a pesar de echar muchos sí que tiene molestias, porque es signo de que realmente tiene tantos gases que a pesar de los muchos que salen quedan los suficientes para causar dolor.

Vamos ya al meollo de la cuestión.

Evitar los gases del bebé reduciendo los que entran

La razón esencial por la que entran muchos gases en la barriga de algunos bebés es Comer Con Ansiedad.

Y el motivo suele ser que el bebé no está recibiendo el alimento que necesita. O en cantidad o en frecuencia.

Cómo diferenciar una opción de la otra para saber cómo actuar:

– Cuando un bebé come poco, notamos que come con ansiedad y la ganancia de peso es escasa.

– Cuando un bebé come bastante pero con poca frecuencia, notamos que come con ansiedad y la ganancia de peso es suficiente o incluso por encima de lo normal.

La solución para empezar es ofrecer al bebé las tomas con más frecuencia.

Suelo recomendar, darle cada vez que pida, aunque haga 10 minutos de la última toma. Y si no pide, durante el día ofrecerle no dejando más de dos horas sin hacerlo. De noche, déjale descansar y hazlo tú.

Sólo me plantearía que puede necesitar más alimento además de con más frecuencia si, a pesar de ofrecerle con mucha frecuencia el bebé se queda con hambre tras la toma y la ganancia de peso es escasa.

Evitar los gases del bebé reduciendo los que se producen en su tripa

Hay dos formas de que se produzcan muchos gases en la tripa de un bebé:

  1. Que tenga una flora intestinal que fabrique muchos gases. Cuando un bebé nace no hay gérmenes en su intestino. Pero desde el primer día de vida empiezan a entrar y a colonizarlo. Si esos gérmenes son buenos, en lo que puede influir mucho que el parto sea vaginal o cesárea (el parto vaginal se asocia a una mejor flora que la cesárea), producen menos gases y nos ayudan en la digestión de los alimentos. Pero si no son los buenos pueden fermentar produciendo más gases, más malolientes y con toxinas que irritan el intestino.
  2. Que tenga una alergia o intolerancia a algo de lo que está comiendo. Es decir que en la leche haya algo que no le siente bien. Cuando toman biberón puede ser la lactosa o las proteínas de la leche de vaca. Hay alternativas para ambos casos. Si lo que toma es el pecho, puede ser algún alimento de los que toma la madre. Olvídate de los alimentos que pueden producir gases, no son esos. Si tú comes garbanzos los gases son para ti, no para el bebé. El problema más frecuente es que la madre tome algún alimento al que el bebé es alérgico. Los más habituales son leche de vaca, huevo, pescado…

Podemos evitar los gases que se producen en su tripa dando un probiótico que siembre «bichitos buenos» en su tripa o eliminando los alimentos que no tolera de su alimentación o de la de la madre, si toma pecho.

Evitar los gases del bebé aumentando los que salen

En otros niños el problema es la salida. Y no me refiero a los eructos. La mayoría de los gases no salen por arriba, sin por abajo. Un bebé puede estar perfectamente sin eructar, pero cuando no salen bien por abajo es cuando aparecen los problemas.

Aquí hay que diferenciar el estreñimiento real (caca dura) del Pseudo-estreñimiento del lactante (no hace con frecuencia y tiene molestias, pero cuando sale es blanda).

En el primer caso (caca dura) puede ser necesario el uso de laxantes. Recuerda no usarlos si la caca es blanda, aunque pase días sin hacer, porque dar el laxante si la caca es blanda suele empeorar las molestias.

En el caso de pasar varios días sin hacer caca, que cuando sale sea blanda, pero que se acompañe de molestias que empeoran conforme pasan los días sin hacer y mejoran el día que hace, la solución es ayudarle a relajar el ano para que abra cuando tiene retortijones, vacíe y se quede a gusto. Para eso pueden usarse sondas rectales, enemas…

Mi recomendación es que si tu hijo llora por culpa de los gases valores cuál o cuáles de la causas descritas puede estar en su origen y las trates todas a la vez para evitar los gases.

Cuando lo hacemos bien suele notarse una mejoría evidente en menos de una semana.

Hay otras causas que pueden estar en el origen de un cólico del lactante. Te recomiendo que leas la presentación de nuestro sistema de ayuda Bebé Sin Cólico. 

Bebé sin CólicoOtra alternativa si quieres mi ayuda personalizada es que me hagas una Consulta Online.

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Fisioterapia Infantil

Fisioterapia y Osteopatía Infantil en Alhama de MurciaLa fisioterapia infantil es una de las especialidades más importantes en los primeros años de vida. Útil en muchos problemas que deben tratarse a tiempo.

Peketema sugerido por Alba en nuestra Página de Facebook:

¿Podrían hablar de Fisioterapia pediátrica? Mucha gente no conoce los múltiples beneficios de la fisioterapia en nuestros bebés y niños. Tanto fisioterapia respiratoria (bronquiolitis, neumonías, asma, catarro de vías altas), digestiva (estreñimiento, cólico del lactante, diarrea) como neurológica (trastornos pre y post natales como hipotonía e hipertonía, malformaciones congénitas, daño cerebral o cerebeloso, pie equino varo…) y muchos más campos.

Me encanta que hayáis pedido este tema. Porque realmente creo que en Pediatría a veces no se da la importancia debida a la Fisioterapia Infantil. y por lo concreta que es la propuesta imagino que Alba es Fisioterapeuta.

En las primeras etapas del desarrollo infantil hay una serie de problemas que pueden corregirse con ayuda de la Fisioterapia Infantil y que son importantes. Porque tienen repercusión a largo plazo.

Pero son muchos más lo problemas en los que la Fisioterapia Infantil puede ser útil.

¿Qué es la Fisioterapia Infantil?

La Fisioterapia Infantil es una serie de técnicas terapéuticas que usa exclusivamente medios físicos: Movimientos, masajes, frío, calor, corrientes eléctricas…

Es una de las Ramas Terapéuticas esenciales junto a la Farmacología, la Cirugía, la Psicología y la Nutrición.

La Fisioterapia Infantil no es simplemente Fisioterapia aplicada a niños. Los niños sufren problemas específicos y en los problemas comunes con los adultos la forma de responder del niño y la evolución a largo plazo no es igual que en el adulto.

Hay dos características importante que diferencian la respuesta del niño frente al adulto cuando aplicamos Fisioterapia:

  • La mejor capacidad de regeración del niño. Ante los problemas que suelen precisar Fisioterapia el niño tiene más facilidad para evolucionar hacia la curación que el adulto. Por ejemplo, muchos esguinces de tobillo en niños curan espontáneamente o con menos ayuda de la que precisaría un adulto.
  • La importancia de tratar adecuadamente un cuerpo en crecimiento por la forma en la que un problema no resuelto puede influir en el posterior desarrollo de este organismo. Un problema no tratado adecuadamente puede dar lugar a más problemas posteriores de los que daría en el adulto. Con el mismo ejemplo, si un esguince en un niño no cura adecuadamente, puede degenerar en alteraciones posteriores en otras partes del organismo con más facilidad, ya que el crecimiento amplifica el problema no resuelto. Pueden aparecer desviaciones de espalda, por ejemplo.

Por tanto, para tratar niños, especialmente cuanto menores son, más importante es que el Fisioterapeuta esté especializado en Fisioterapia Infantil, para que entienda los problemas exclusivos del niño y la forma particular en que cualquier problema evoluciona en un cuerpo en crecimiento.

¿Cuáles son los campos más frecuentes en los que la Fisioterapia Infantil puede ser útil?

Alba los nombra en su propuesta de Peketema: Problemas Respiratorios, Digestivos, Neurológicos y por supuesto Traumatológicos y Ortopédicos. Hay algunos más. Pero usemos estos a modo de ejemplo. Veréis que en todos voy a hablar de la Fisioterapia infantil, pero lo haré siempre desde el enfoque multidisciplinar que tanto me gusta.

Fisioterapia Infantil en problemas Digestivos

Estreñimiento, Reflujo, Gases, Cólico del Lactante… La Fisioterapia Infantil dispone de técnicas que permiten mejorar la movilidad del intestino y relajar la tensión en sus estructuras. Lo que puede ser muy útil para mejorar la expulsión de heces y gases, el vaciamiento adecuado del estómago… Puede reducir la excitabilidad nerviosa que origina algunos dolores…

Pero puede ser útil también en problemas digestivos en los que no pensamos en la Fisioterapia Infantil. Por ejemplo en las Intolerancias Alimentarias. Si un niño tiene Alergia a las Proteínas de la Leche de Vaca, la medida más importante para eliminar los síntomas es evidentemente suprimir la leche de vaca de su dieta. Pero aplicar Fisioterapia puede hacer que la recuperación de la movilidad intestinal, que está alterada se produzca antes y así los síntomas mejoren en menos tiempo.

Fisioterapia Infantil en problemas Respiratorios

Bronquitis y Bronquiolitis, Neumonías, Catarros… Situaciones en las que uno de los problemas es la acumulación de mocos en zonas donde estorba. Hay técnicas de Fisioterapia que pueden ayudar a movilizar y expulsar esa mucosidad. Esto puede mejorar los síntomas del bebé, pero pueden también evitar complicaciones y actuar sobre pacientes con un problema crónico mejorando su evolución.

Fisioterapia Infantil en problemas Neurológicos

Es uno de los aspectos en los que la Fisioterapia es muchas veces la única técnica terapéutica de la que disponemos. Y en estos casos puede marcar una clarísima diferencia.

Son bastantes los niños que presenta problemas de hipertonías (exceso de fuerza), hipotonías (falta de fuerza) que pueden corregirse con Fisioterapia. A veces no se detectan, no actuándose sobre ellas y pueden llevar a que con el desarrollo generen problemas en cascada.

Por ejemplo, una distonía de la musculatura de la espalda que haga que un bebé suela arquearse levemente hacia un lado puede llevar a una deformidad de la cabeza, y a problemas posteriores a la hora de alcanzar logros del desarrollo, como la capacidad de sentarse, mantenerse en pie o caminar de forma adecuada. En algunos casos esto lleva a deformidades que ya no son reversibles en piernas, espalda, cabeza…

No es cuestión de generar alerta ni agobios. Es cuestión de que si vemos algo que no parece normal sea valorado y en caso de necesidad actuemos a tiempo para corregirlo.

La Fisioterapia es también esencial en la rehabilitación y estimulación precoz de niños con problemas desde el nacimiento. Como prematuridad, sufrimiento fetal, traumatismos del parto…

Fisioterapia Infantil en problemas Traumatológicos y Ortopédicos

Y por supuesto aquello en lo que todos piensan en la Fisioterapia: La Rehabilitación tras un traumatismo; la corrección de problemas en las extremidades. Sea por deformidad o por accidentes.

Resumiendo: La Fisioterapia Infantil no es Fisioterapia de adultos aplicada a niños. Tiene problemas muy específicos de los niños. Y la aplicación en problemas comunes a los adultos tiene en los niños matices importantes.

Es una de las Terapéuticas esenciales que puede colaborar con otras para resolver los problemas de salud del niño.

Todo Pediatra necesita a un Fisioterapeuta Infantil de referencia. Con él colabora en el tratamiento de los niños que atienden.

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Miedos infantiles ¿Cómo actuar ante ellos?

Miedos Infantiles

Miedos en niños y bebés. ¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia? ¿Qué significan? ¿Cómo actuar ante ellos para que desaparezcan?

El miedo es algo con lo que todos convivimos. Todos tenemos nuestros miedos o temores. En su mayoría los superamos de forma adecuada y no nos impiden tener una vida normal.

En Wikipedia se define como :

El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

Cuando el miedo es tan intenso e irracional que nos limita en nuestro día a día hablamos de Fobias.

Pero aquí vamos a hablar de los miedos en general en la infancia. Miedos que todos los bebés y niños empiezan a manifestar antes o después. La intención es que entendamos cuándo y cómo aparecen y cómo en su mayoría desaparecen. Si tenemos que hacer algo especial, o poco a poco el propio niño los superará.

¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia?

Podríamos hablar de miedos genéricos, como el miedo a la separación o al abandono. Algunos dirían que es la primera manifestación de miedo que aparece en los bebés. Pero yo no lo llamaría miedo aún.

Entiendo el miedo como una emoción más elaborada, que no aparece en la primera etapa de la vida hasta que se tiene una capacidad mínima de pensar.

Cuando un bebé llora si lo dejamos sólo hablamos de una reacción biológica muy básica. Más basada en un instinto que en la elaboración mental de una emoción por parte del bebé.

Otro ejemplo son lo que la gente llama «sustos» o «repullos» por aquí. Son esos movimientos bruscos cerrando los brazos con las manos abiertas en forma de garra que hacen ante movimientos o ruidos bruscos. De nuevo no son una emoción o pensamiento que anticipa un peligro, sino simplemente un reflejo.

Suelo explicar que los bebés en los primeros meses funcionan de forma muy elemental. Tienen necesidades y sensaciones y lloran cuando hay una necesidad sin cubrir (sueño, hambre o falta de estímulos, entre los que el contacto es uno de los esenciales porque aporta seguridad) o una sensación desagradable (frío, calor, dolor, picor, escozor…) o actúan por reflejos simples.

Para que aparezca el miedo debe haber interpretación por parte del que la sufre de que está en peligro, lo que implica una memoria de situaciones anteriores y la previsión de consecuencias negativas. Y esto en los primeros meses de vida escapa a la capacidad del bebé porque implica un grado de consciencia y anticipación que aún o tiene. Pero todo llega.

Un ejemplo que vivo en la consulta a diario:

Cuando atendemos bebés muy pequeños suelen llorar al explorarlos si notan frío cuando les quitamos la ropa o si tenemos las manos frías al tocarles. Pero cuando el ambiente es cálido, nuestras manos están calentitas y le manipulamos con movimientos lentos no suelen llorar.

Así pueden pasar los primeros 3-4 meses. Pero de repente un día, en cuanto te acercas a explorarlo llora. Sin haberle quitado la ropa, y sin siquiera tocarle. ¿Qué ha pasado?

Puede haber varias explicaciones:

  • «Ya extraña». Es la expresión con la que nos referimos a que el niño rechaza a los extraños que no forman parte de su círculo habitual. Y esto ocurre antes o después. Los hay en esto  más confiados y menos. Hay niños que extrañan más y otros que menos.
  • Ha acumulado experiencias negativas. Como yo le digo a los padres: «Si tras la tanda de vacunas que lleva un bebé a los 6 meses, ve una camilla y un tipo con bata blanca y no llora… Es que no es muy espabilado…»

En realidad los miedos son un signo de que el desarrollo va avanzando.

Cuando entendemos lo explicado nos damos cuenta de que en realidad los miedos son parte del desarrollo y realmente son una pista de que las cosas van evolucionando bien.

El cerebro de nuestro bebé se hace cada vez más complejo y empieza a discriminar. Distingue personas y situaciones que le hacen sentir seguro y otras que le generan inseguridad. Esto es algo necesario para evitar daños. Es bueno que un niño no confíe en cualquiera, porque cualquiera puede ser bueno o malo. Es bueno que ante situaciones que previamente llevaron a sufrir un daño el niño se ponga en alerta y evite así «tropezar dos veces con la misma piedra». El miedo es la herramienta que nos ayuda ahí.

En este sentido podemos hablar incluso de miedos positivos y negativos:

  • Un miedo positivo es aquél que te protege, que evita que te pongas en peligro de forma real alertándote de que hay un riesgo real y debes evitarlo.
  • Un miedo negativo es aquél que te limita para hacer cosas que pueden ser positivas. Por ejemplo el miedo a andar tras una primera caída es un miedo a superar. Porque todos cuando aprendimos a andar caímos en algún momento. Pero si no lo superamos jamás volveríamos a caminar.
  • Algunos miedos pueden empezar siendo positivos y volverse negativos. Usando el mismo ejemplo anterior, si un bebé intenta andar antes de estar preparado puede sufrir muchas caídas y que alguna de ellas le ocasione un daño serio. Que en esa fase en la que aún su equilibrio, su fuerza en las piernas o su coordinación son insuficientes el miedo le lleve a no intentarlo es positivo. Pero el bebé va creciendo y esas cualidades necesarias para caminar con más seguridad se van desarrollando hasta que llega el momento en que realmente está preparado. Ese miedo que inicialmente le protegió de daños es ahora necesario que desaparezca para dar una oportunidad a un paso para el que ya sí está listo y es positivo se dé.

¿Cómo puedo actuar para ayudar a mi hijo a que ese miedo desaparezca?

Cuando nuestro hijo tiene un miedo, lo primero que debes pensar es ¿Por qué? Cuál es la razón y si ese miedo le protege o le limita.

Aquellos miedos que le protegen no deben ser combatidos, pero siempre deben ser seguidos para que tampoco lleguen a ser un día una limitación innecesaria.

En los miedos que sí suponen más problema que beneficio mi planteamiento sería:

  • Vamos a entender la causa.
  • Entendiéndola vamos a diseñar una estrategia para que desaparezca.

Os pondré un ejemplo muy habitual: El miedo a la oscuridad.

Yo diría que casi todos los niños lo acaban desarrollando en mayor o menor intensidad, antes o después.

¿Cómo aparece el miedo a la oscuridad?

Su origen suele estar en la noche. Llega un momento en que todos tenemos sueños y con ellos también pesadillas. Cuando un niño está durmiendo a oscuras y se despierta en una pesadilla lo normal es que llore y sus padres acudan a consolarle.

Habitualmente, cuando hacemos esto encendemos la luz. Este gesto al que no damos importancia la tiene. El niño estaba viviendo una experiencia muy agobiante con imágenes para él muy reales. Y de repente papá o mamá aparecen con la luz y todo lo malo desaparece como por arte de magia.

Esto tiene tal fuerza y se ha instaurado de forma tan firme en nuestra mente durante los primeros años de vida que son muchas las religiones que asocian la Luz al Bien y la Oscuridad al Mal.

La cuestión es que en la mente del niño se empieza a hacer esta asociación. Se vincula a los monstruos y las situaciones que le generan temor con la oscuridad y a su desaparición con la luz.

Muchos niños a partir de esa asociación se niegan a quedarse a oscuras en su dormitorio e insisten o buscan cualquier excusa que nos retenga a su lado. Es el miedo a que vuelvan las pesadillas.

El resultado es que muchos padres dejan entonces una pequeña luz en la habitación del niño durante toda la noche. Puede ayudar en un primer momento. Pero no es la solución. Se trata de un miedo que no protege y limita. Nuestro objetivo es eliminarlo.

¿Cómo eliminar el miedo a la oscuridad en un niño?

Para hacerlo lo que os sugiero es que si vuestro hijo está empezando a tener pesadillas vayáis a tranquilizarlo a oscuras. Las imágenes negativas de la pesadilla desaparecen, no porque encendamos la luz, sino porque el niño ya se ha despertado. Si lo calmamos a oscuras no aparecerá esa vinculación entre pesadilla y oscuridad, luz y salvación. Y esto es bueno porque para un descanso adecuado lo mejor es que de día el niño esté expuesto constantemente a la luz y de noche haya la menor posible. Esto marca el ritmo de secreción de melatonina que garantiza una mayor calidad de sueño.

Igual que este ejemplo, cada miedo que resulta limitante y no protector tiene una estrategia adecuada que puede eliminarlo. La persona que puede ayudarte a diseñar estas estrategias es el Psicólogo. Te recomiendo que busques su ayuda, especialmente si el miedo desencadena reacciones tan irracionales que limitan seriamente la capacidad de ser feliz o ponen en peligro al niño. Es cuando hablamos de Fobias.

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¿ Qué hacer si mi hijo me pega o me insulta cuando se enfada?

Hoy tenemos como invitada a Tania García, Fundadora de Edurespeta, Experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar. Nos explica qué hacer en momentos emocionales tensos con nuestros hijos.

Muchas familias se sienten desbordadas cuando ven como sus hijos, ante las negativas de sus padres, reaccionan llenos de ira, rabia y se lanzan a insultar e incluso a pegar.

La respuesta de los padres, es, normalmente, de frustración, de no entender como su hijo puede llegar a decirles ciertas cosas, o a pegarles.

Todas estas reacciones en los niños, son en su mayoría normales (en niños pequeños), casi todos pasan por esta etapa. Lo importante es cómo acompañen los padres este proceso. Cuanto mejor acompañados estén, antes superarán estos momentos y mejor los conocerán y empezarán a modificarlos.

Para ayudarte a que realices este acompañamiento de la mejor manera posible, voy a ofrecerte varios consejos los cuales voy a dividir en dos partes importantes.

  • La primera parte, a la que llamaremos “cómo comprender”, con la que precisamente nos centraremos en entender los procesos emocionales de los hijos:
  1. Empatía: esta herramienta es la más importante de todas las relaciones, y la que cobra más protagonismo si cabe, en la educación de los hijos. Empatizar es ponerse en el lugar del otro, mirar desde sus ojos. Cuando somos capaces de entender e integrar que los niños no son adultos, y que, por lo tanto, no ven el mundo desde la misma perspectiva, ni tienen que hacerlo…todo cambia, se transforma. Si tu hijo se enfada porque le dices que no puede comer una “chuche” en ese momento ya que es la hora de comer, el primer paso que tu mente y corazón deben dar, es, precisamente, el de comprender sus emociones. Lo que para ti es una “tontería”, para ellos es todo un mundo.
  2. Ejemplo: los hijos son un reflejo de lo que nosotros somos, del cómo les educamos y del cómo actuamos. Si cuando tu hijo se enfada, grita, insulta o se lanza a pegarte, tú reaccionas con menos autoncontrol todavía, ¿ cómo vas a potenciar un buen ejemplo?, ¿ cómo vas a lograr que cambie su actitud ante la frustración si haces lo mismo multiplicado por 1000?. Si damos ejemplo y nos mantenemos tranquilos, pacientes, comprensivos y amables, todo cambiará.
  3. Emoción: si como adultos somos conscientes que nuestros hijos cuando actúan así, simplemente están expresando emociones, emociones nuevas, emociones de manera primitiva, emociones que no saben cómo incorporar en sus sensaciones, emociones que necesitan experimentar, todo mejorará. Que lo único que necesitan es a su madre/padre que les ayude a reconocerlas, a entenderlas y a integrarlas para poder llevarlas mejor. Parece que si los hijos expresan emociones tales como: alegría, felicidad, tolerancia…las acompañamos y valoramos; pero si están enfadados y expresan ira, celos o rabia,  enseguida decidimos ponerles freno.

No hay emociones buenas ni malas. Todas deben ser aceptadas y acompañadas

  • La segunda parte, a la que denominaremos “cómo actuar”; con la que aprenderemos a saber qué hacer en estos momentos:
  1. Control de la ira y frustración adulta: hay que aprender a controlarse como adultos para poder ayudar a nuestros hijos. El primer paso, pues, para actuar bien en estas situaciones es, concretamente, el controlarse. Si no eres capaz de hacerlo, y la ira te domina, trabaja en ello, porque hasta que no te domines a ti mismo, difícilmente vas a poder ayudar a tus hijos a hacerlo.
  2. Acompañamiento y reflexión: cuando tu hijo te pegue o insulte, normalmente guiado por una frustración, no te dejes llevar por tu ira y por el ego adulto, y reflexiona. Piensa qué le pasa, por qué le pasa y reflexiona sobre si realmente el motivo por el que está pasando por eso está justificado y sopesado. En el caso de que fuera así, entonces sólo queda acompañar. Rebajarse a su altura, mirarle a los ojos, utilizar un buen tono y un buen gesto y decirle que comprendemos su enfado, que en su caso estaríamos igual, pero que no nos haga daño ni nos insulte, que nos pone tristes y que nos causa dolor. Poco a poco, con una buena reacción por nuestra parte, irán integrando una manera de “estallar” más pausada.

3. Guía: tú eres su guía, su apoyo, la persona en la que se fija para llegar a ser un adulto feliz, responsable y libre, que respete y sea respetado. Si guías de manera correcta, basándote en la comprensión, todo mejorará, cambiará y se transformará.

“ Para que los niños aprendan a autocontrolarse, sus padres también deben aprender a hacerlo”

Debemos entender que los niños tienen todo el derecho del mundo a experimentar, conocer y expresar sus emociones. Si cada vez que se expresan, se les coharta, increpa, amenaza…nunca van a conocer sus emociones y nunca van a saber cómo autocontrolarse.

Te animo a poner en práctica estos consejos y empezar así a cohesionarte con tus hijos y acercarte cada vez más a sus necesidades emocionales reales.

Si quieres aprender a educar a tus hijos de manera correcta y positiva, como realmente necesitan, anímate a realizar la Formación Intensiva Edurespeta. Empezamos el 4 de mayo…¡Edurespeta ha transformado ya a miles de familias y profesionales!. Puedes informarte haciendo click en la imagen.

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Si vomita la medicación ¿qué hago?

Qué hacer si tu hijo vomita la medicina

En respuesta a la pregunta más votada como Peketema esta semana, propuesta por Olga: «Si el niño vomita al haberle dado un medicamento: ¿Hay que volver a darle la misma dosis? ¿La mitad? …»

Esto es algo muy habitual. Vamos a reconocerlo: La mayoría de las medicinas tienen un sabor «mejorable». Pero en algunos casos es a propósito. Hay medicamentos que con pequeñas cantidades pueden producir intoxicaciones graves. En estos productos especialmente se tiende a no enmascarar el sabor.

Pero lo que por un lado puede ser útil para evitar intoxicaciones, ya que si el niño lo toma por accidente lo más probable es que lo escupa, por otro puede ser un problema para que lo tome cuando es necesario.

En otros casos no es cuestión ni del sabor. Muchos niños son así. Es intentar que se tome algo y lucha al canto. ¡Imposible! Pero cuando no interese que lo haga es capaz de tomarse lo más asqueroso que se te ocurra…

La cuestión es que en la práctica, eso que tu pediatra te pone sobre el papel que debe tomar, y parece sencillo, puede ser un gran problema lograr que se haga realidad.

Voy a la pregunta concreta que plantea Olga en el Peketema, y también a otras que guardan relación con ella:

  • ¿Qué hacer si el niño vomita la medicación tras tomarla?
  • ¿Se pueden mezclar los medicamentos con alimentos para camuflarlos?
  • ¿Es mejor darlos antes o después de las comidas?

¿Qué hacer si el niño vomita la medicación tras tomarla?

Esta es la situación que más suele desesperar. A veces tras tomarlo tranquilamente, a veces tras una pelea el niño vomita. La cuestión es ¿qué hacemos?

Pues depende de varias cosas:

  • ¿Estaba vomitando con frecuencia antes de darle el medicamento? Hay infecciones que van acompañadas de vómitos muy frecuentes, como las gastritis, algunas formas de gripe, algunas infecciones de orina… Cuando esto ocurre y se trata de medicamentos importantes es mejor darlos por otra vía diferente a la boca.
    • Por ejemplo, en algunas infecciones de orina es lo que marca que el niño debe ser ingresado en el hospital para administrarle el antibiótico por vía intravenosa. Ya que si la infección le hace vomitar y sin el antibiótico no se puede curar, hay que asegurar que se haga correctamente el tratamiento o corre riesgo de que la infección de orina se complique.
    • Cuando se trata de otros medicamentos, como por ejemplo el paracetamol, que puede administrarse por otras vías como la rectal, usamos esa vía que permite tratar al niño y evitar los vómitos.
  • ¿Vomita sólo cuando le das ese medicamento concreto o al darle cualquiera? Algo en lo que no pensamos habitualmente. Algunos niños vomitan sólo cuando toman un medicamento concreto. Eso puede deberse a dos motivos principales:
    • Que sea alérgico a ese medicamento o alguno de sus componentes. Pensamos en alergias cuando al tomar un medicamento aparece una erupción, aunque en la mayoría de los casos la erupción no es por el medicamento. Pero cuando lo vomita solemos pensar que es más porque el niño no quiere tomarlo. Si ocurre siempre que lo toma habría que descartar que sea alérgico a él.
    • Que su sabor le resulte especialmente desagradable. Puede ocurrir también. La diferencia con la alergia sería que cuando lo ocultamos en algún alimento y el niño no nota el sabor, no lo vomita.
  • ¿Cuánto rato hace que lo tomó? La mayoría de los medicamentos se absorben entre 10 minutos y una hora después de tomarlos. Si un niño vomita el medicamento de forma inmediata y echa un vómito abundante (no lo escupe), podemos asumir que lo ha expulsado por completo. Ante eso, si el medicamento es importante en el tratamiento (por ejemplo un antibiótico, un corticoide…) podemos volver a darle de nuevo la dosis completa. Estos medicamentos en su mayoría se dan a dosis muy inferiores a las que pueden generar intoxicación y por tanto aunque se haya absorbido algo y lo sumes a una nueva dosis completa no suelen generar problemas. Pero ante la duda lo adecuado es consultar en cada medicamento concreto. Si hace más de una hora que lo ha tomado yo suelo asumir que lo ha absorbido ya y la dosis no debe repetirse.
  • ¿Qué medicamento es? Como he mencionado antes, no es lo mismo lo que haremos en todos los medicamentos:
    • Medicamentos que curan. Son los que de verdad son importantes. Que el niño los tome con la pauta adecuada puede marcar la diferencia entre que se cure o empeore. Es el ejemplo que decía antes de los antibióticos en la infección de orina. La clave es si pueden administrarse bien por vía oral (la más cómoda) o cuando no es posible por los vómitos, si hay otra vía alternativa diferente a la intravenosa. Porque cuando sólo hay esta opción implica ingresar al niño en el hospital y mantenerlo con una vía, algo que siempre debemos evitar si es posible, porque agradable no es.
    • Medicamentos que alivian. Hay medicinas que no curan, ni contribuyen de forma importante en impedir las complicaciones. Simplemente tratan síntomas para que resulten menos molestos. Cuando un niño vomita con facilidad al tomar las medicinas podemos prescindir de estos y centrarnos en que tome sólo los importantes. Yo suelo plantearme como criterio en la consulta que si prescribo más de tres medicamentos diarios (en casos excepcionales 4 ó 5) es que me estoy pasando. Y aunque el niño tenga algunos síntomas que pueden resultarle molestos y para los que hay medicinas que podrían aliviarle, debo priorizar. Porque tengo claro que cuantos más medicamentos prescribo más fácil es que no cumpla el tratamiento. Por eso creo que cuando los mandamos deberíamos indicar a los padres cuáles son los más importantes y cuáles los prescindibles. Estoy hablando de mucolíticos, antitusivos, antihistamínicos, antitérmicos… Medicinas que no curan, pero que si el niño toma reducen el malestar

¿Se pueden mezclar los medicamentos con alimentos para camuflarlos?

Si lees el prospecto de los medicamentos, la mayoría indican que es mejor no mezclarlo con alimentos porque su absorción es mejor con el estómago vacío.

Me parece muy bien conocer la Farmacocinética de los medicamentos… Pero hay que ser realistas y entender que en algunos casos es imposible ajustarnos a lo ideal.

En la gran mayoría de los casos es mejor que se tome la medicina mezclada con alimentos que hacerlo sin ellos y resulte imposible o vaya seguido de un vómito sistemático.

En aquellos en los que realmente es necesario tomarlo con el estómago vacío. No se me ocurre ninguno… Debería indicártelo el médico. Pero sólo cuando realmente el alimento inutilice su acción. La realidad es que en fármacos así la vía adecuada de administración no debería ser la oral…

Si vas a mezclar un medicamento con alimentos:

  1. Ten en cuenta el sabor. Hay dos opciones:
    1. Busca un alimento con un sabor muy agradable e intenso para el niño que suele aceptar siempre. Lo típico es el dulce. Y mézclalo con la cantidad suficiente para que no note que el medicamento va en él.
    2. Piensa en algo de sabor parecido que al niño le guste. Por ejemplo jarabes con sabor a fresa con yogur «de fresa»…
  2. No lo prepares en su presencia. Los hay que ya tienen claro que «¡¡jarabe no!!». En estos, como sospechen que se lo vas a colar, despídete.
  3. Tienes que mezclarlo en la cantidad mínima de alimento para que no note el sabor, pero tengas seguridad de que se lo acaba.

¿Es mejor darlos antes o después de las comidas?

Depende de los medicamentos:

  • Medicamentos que pueden hacer daño al estómago, como los corticoides y los antiinflamatorios, mejor tras las comidas.
  • Medicamentos que se absorben mejor con el estómago vacío antes de las comidas.
  • Otros Medicamentos que no se incluyen en ninguno de los casos anteriores, mejor antes:
    • Porque si lo vomita es mejor que con la medicina no eche toda la comida.
    • Porque si lo vomita antes de comer puedes probar a dárselo mezclado en la comida.

Si lees esto y tienes algún truco para que tu hijo tome los medicamentos coméntalo en Facebook. Así aprendemos todos.

Y por supuesto si este artículo te parece útil, compártelo con tus amigas.

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Síntomas «Imaginarios» en niños

Síntomas imaginarios en niños

Los síntomas que un niño dice tener no siempre corresponden a la realidad. A veces porque no conoce su significado, a veces porque miente. ¿Cómo actuar?

Estoy escribiendo este artículo y acabo de ver a una de mis pacientes de 6 años que acude por un dolor de muñeca después de que su hermano ayer jugando le hiciese daño.

La situación es que ella no tiene signos de inflamación y mueve perfectamente la muñeca. De hecho no para de moverla gesticulando mientras me explica cómo su hermano le hizo daño.

Al preguntarle dónde le duele se señala una veces en un punto y al instante en otro. Al preguntarle 5 segundos más tarde por el punto en que dijo que sí dolía, ahora no es ahí, sino allá…

Su madre la mira, me mira, y acaba diciendo «si yo sé que no tiene nada», pero estábamos ya para entrar al colegio cuando me ha dicho que le sigue doliendo desde ayer y he pensado » a ver si me voy a pasar de lista y la niña va a tener algo de verdad».

Resultado: La niña no ha ido al colegio y a la madre le toca buscar alternativas a toda prisa para organizar la mañana.

Esto es algo bastante frecuente en cuanto un niño tiene la capacidad de hablar y decirnos lo que siente. Lo que se agradece, después de varios años en los que no podía expresarlo y teníamos que adivinarlo. Pero no siempre podemos aceptarlo sin más.

¿Es simplemente mentira? ¿Es algo «imaginario»? ¿Exagera? Hay varias posibilidades. Las más habituales:

  • Está mintiendo. Desde que podemos hablar, podemos mentir. Y decir que sientes algo que no es real es una posibilidad. Pero incluso las mentiras tiene siempre algo real, y es el motivo por el que se miente. Siempre lo hay, búscalo. Lo más frecuente son llamadas de atención buscando el afecto o que le dediquemos un instante. Otras es una mentira que le permite lograr lo que cree que no puede pedir: No ir al colegio, por ejemplo.
  • Está simplemente diciendo algo que siente, pero no sabe la importancia que tiene. Todos tenemos dolores o pequeñas molestias a lo largo del día, todos los días. Pero ya tenemos la experiencia suficiente para desechar la mayoría de esas sensaciones como no importantes. Los niños, cuando adquieren la capacidad de expresarse pueden no dar importancia a esas sensaciones o comunicarlas. Depende de su forma de ser y del resultado cuando lo hace. Si haciéndolo logra algo positivo para él, como que mostremos nuestro afecto, el niño puede hacerlo cada vez más en cuanto se nota cualquier cosa. Esto en sí no es negativo, refuerza la sensación de seguridad del niño y su confianza en nosotros. Pero debemos tener claro que es simplemente eso. Si ya nos preocupa y distorsiona nuestro día a día pasa a ser algo negativo.
  • Está expresando algo que siente pero no sabe cómo llamarlo. Para mí el ejemplo típico de esto es el mareo. Vemos con frecuencia niños que acuden porque dicen estar mareados. Se queja de otras muchas cosas, como dolor de cabeza, que está cansado… Pero cuando dice que está mareado los padres interpretan que tiene «vértigo», una alteración del equilibrio. Y eso habitualmente se asocia a causas reales. Por lo que los padres suelen explicar que lo han traído porque ya el «mareo» les ha preocupado. Pero mayoritariamente, cuando les pregunto qué es el mareo para ellos o no saben definirlo o no lo tienen.

Cómo diferenciar los síntomas importantes de los que no lo son tanto

Yo creo que en todos los casos debemos dedicar un instante a plantearnos porqué aparecen esos síntomas. Incluso en los que veamos como falsos o exagerados. Cuando un niño expresa que algo no va bien, suele ser cierto. Pero muchas veces el problema real está oculto.

¿Le impide el síntoma hacer su vida normal?

Los dolores «imaginarios», «exagerados» o «falsos» más frecuentes son de cabeza, barriga o piernas.

Estas son algunas de las preguntas típicas cuando un niño dice que le duele algo, para valorar lo importante que es:

  • ¿Le despierta de noche el dolor?
  • ¿Le impide hacer cosas que le gustan, como jugar, ver la televisión…?

Si la respuesta es que no, el dolor no suele ser importante y en algunos casos ni es real.

En otras ocasiones como decimos es real, pero aunque es leve el niño está expresándolo de forma tan repetitiva que acaba preocupándonos o directamente lo está exagerando de forma intencional para lograr algo.

¿Hay signos evidentes del dolor?

A parte de lo que nos dice seguimos teniendo los signos visibles que usábamos para darnos cuenta de que el niño no estaba bien antes de que fuese capaz de expresarlo.

Me refiero a que un dolor importante suele ir acompañado de otras cosas que son objetivas y pueden verse si uno las busca:

  • En un dolor de cabeza o barriga importante es normal que se tenga mala cara, palidez de piel, las ojeras más marcadas.
  • Un dolor tras un golpe que sea relevante es habitual que se acompañe de inflamación.

¿Qué hacer cuando el síntoma es falso o exagerado?

Hay quien pensará que simplemente debemos ignorarlo. Pero no lo veo así.

A todos nos duele algo

En los casos más simples no hay intencionalidad alguna. Simplemente, el desarrollo del lenguaje le hace posible expresar molestias leves.

Muchas veces basta con explicarle que todos tenemos molestias leves que vienen y van sin mayor importancia. Y que los demás no lo decimos porque sabemos que van a ceder y no son graves.

Qué hay detrás del síntoma imaginario

Pero en otros casos el niño expresa estas molestias con intencionalidad.

Lo más habitual es que sea una simple llamada de atención para lograr que de dediquemos un momento.

Pero en otros casos expresa un problema oculto:

  • Un niño que muestra los dolores siempre que va al colegio nos está diciendo que tiene problemas allí. De acoso, de mala relación con un profesor, de falta de amigos, de aburrimiento…
  • Un niño que expresa molestia cuando llevamos un rato atendiendo a un hermano está expresando celos.
  • Un dolor de barriga antes de comer puede ser su forma de evitar que le obliguemos a comer algo que no le gusta.

En resumen: Si tu hijo expresa un problema en su salud siempre hay una causa real, a veces es la evidente, pero otras hay que descartar lo que dice y pensar un poco más allá. Ante la duda por supuesto el pediatra puede ayudarte a comprobar si hay un problema físico o de otro tipo.