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Peketema 5: Los niños que no comen

En realidad, los niños que no comen no existen. Pero la sensación de que un niño no come bien es algo muy frecuente. Cuándo tenemos que preocuparnos los padres y cómo podemos actuar es el tema de este artículo.

Esta semana vuestras sugerencias para Peketema han sido una avalancha. Entre los temas más votados había artículos sobre los que ya he escrito. Este tema también lo había tratado ya. Pero creo que es con diferencia uno de los que más afectan a la relación padres-hijos y por eso quiero ampliar el enfoque con un par de artículos más sobre él.

Como decía, los niños que no comen no existen, porque se mueren. La gran mayoría de los padres que me consultan por este motivo no traen a un niño con graves problemas de salud, ni malnutrido, ni con mal estado general. Es muy frecuente que sean niños incluso más activos de lo normal. En su mayoría delgados. Pero incluso veo algunos con un peso normal o hasta por encima de lo normal.

Por eso, el primer paso que tenemos que dar al hablar de que mi hijo no come bien es sacar las comidas de nuestro pensamiento, mirar a nuestro hijo y preguntarnos: «¿Está sano?»

Si tenemos dudas, diremos que está sano si es activo, tiene una vida similar (a parte de las comidas) a la del resto de los niños de su edad, y no necesita atención médica por otros motivos importante.

Mi experiencia me dice que en la gran mayoría de los casos el niño que no come bien está sano. Y en este artículo me centraré en esos niños. Sólo mencionar que si no está sano y come mal hay que descartar causas como infecciones de orina, intolerancias alimentarias, reflujo gastro-esofágico… Para eso, evidentemente acudid a vuestro pediatra.

Para la otra gran mayoría de niños «que no comen» pero están sanos os voy a hacer unas preguntas. Y las prefiero hacer aquí y no en directo para que os respondáis con total sinceridad:

– ¿Realmente tu hijo no come, o come sólo lo que quiere y cuando quiere? Esto es lo habitual. Si tu hijo está sano, sin duda está comiendo. Lo que los padres interpretan como que no comen es que no come las comidas.

– ¿Cuántas veces le ofreces alimento al día? Entendemos por alimento cualquier comida o bebida distinta al agua. Yo suelo recomendar que a lo largo del día, cada vez que le ofrezcas comida lo apuntes. Apuesto a que son más de 10 veces al día. Y a que suele tomar sólo una pequeña cantidad, sólo de lo que le gusta y porque vas persiguiéndole.

– En las horas de las comidas, ¿Usas cualquier sistema que se te ocurre para entretenerlo mientras le das de comer y has acabado eliminando de su menú cada vez más alimentos para adaptarse a lo poco que parece aceptar?

Prefiero que medites un momento sobre tus respuestas.

Si quieres saber lo que opino sobre como solucionarlo te recomiendo otro artículo sobre el niño que come mal y El origen de los problemas con la comida en niños.

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La primera vez a la «guardería»

La primera semana de septiembre ha sido para muchos niños la primera vez que les llevaban a la «guardería».

Como en todos los cambios significativos de un niño, habréis notado algunas reacciones. Cada niño tiene las suyas, pero hay algunas que son más frecuentes.
Sé que cuando se habla de guardería, hay gente que simplemente dice: Yo nunca lo llevaré. Irá al colegio cuando ya no haya más remedio.
Pero para muchas familias no hay más remedio que llevarlo a la guardería. Así que lo que no voy a hacer es juzgar la decisión de ningún padre cuyas circunstancias no conozco. Ya se encarga de bombardear a los padres algún voluntario siempre.
En ese aspecto un consejo: Hagáis lo que hagáis en la crianza de vuestro hijo, siempre habrá quien os critique. Y por algún extraño motivo, los hay que siempre critican cuando sois más vulnerables. El comienzo la escolarización es uno de esos momentos. Porque es siempre un cambio duro. Es la primera separación seria de vuestro hijo en la mayoría de los casos. Y habitualmente no lo llevan bien ni padres ni hijos.

Consideración aparte, y para que estéis preparados, es muy frecuente:

– Evidentemente, que el niño llore los primeros días. No es agradable. De hecho el porcentaje de padres que salen por la puerta llorando no es menor del de niños que se quedan.
– Muy probablemente, comerá peor durante un tiempo (varía según el carácter del niño y cómo se adapte). Tienden especialmente a comer peor aquellos cuyos padres más preocupados están por el tema.
– Tolerará mucho peor separaciones mínimas. Querrá estar siempre con vosotros, preocupándose simplemente si salís de la habitación.
– De lo anterior se deduce que si dormía sólo, empeorará el sueño con más dificultades para dormirse y más tendencia a las pesadillas y a llamar durante la noche.

Consejos:

La gran mayoría de las guarderías tienen hoy día períodos de adaptación. Consisten básicamente en ir aumentando progresivamente el tiempo de estancia del niño en la guardería. Algunas incluyen la estancia de los padres en el interior de la guardería (ideal cuando se puede). Para que el niño vincule a las cuidadoras de la guardería con los padres. Pero no siempre es esto posible (depende de las capacidades de espacio y organizativas de la guardería. Si lo ofrecen y podéis, haces uso de ese período de adaptación.
Sed muy comprensivos con los cambios descritos arriba. Vuestro hijo está adaptándose a un cambio muy radical en su vida. Llevad esos cambios con paciencia y sin modificar mucho la forma en la que hacéis las cosas. A veces intentar compensarlos nos lleva a problemas aún mayores. La forma más adecuada de ayudarle es mostrarle nuestro afecto de forma clara.

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8 consejos sobre educación para padres

A los padres nos preocupa hacer las cosas bien para no perjudicar a nuestros hijos cuando los educamos. Pero no siempre tenemos claro qué es lo mejor.

Aquí tenéis los 8 puntos que me parece que los padres podemos tener en cuenta para facilitar esta labor:

  • Hay que pensar a largo plazo. Determinadas formas de hacer las cosas, a las que no le damos la importancia debida, son las que a largo plazo forman el carácter de nuestros hijos.
  • Es complicado ser padre. No podemos actuar para salir del paso día a día, porque las soluciones fáciles a corto plazo, suelen ser desastrosas a la larga. Un buen padre tiene que aguantar muchos malos ratos cuando su hijo es pequeño, para evitar que el niño lo pase muy mal el resto de su vida.
  • Hay que pensar antes de actuar. Los padres a los que les preocupa educar bien a sus hijos, deben controlar sus propios impulsos y actuar de forma razonada.
  • Debemos educar para el mundo real. Por ley de vida, tu hijo debería vivir sin ti antes o después. No puedes educarlo para que siempre dependa de ti. Porque no siempre estarás ahí. Y cuando se quede sólo, le conviene tener unas expectativas realistas del mundo.
  • Es fundamental la tranquilidad. El simple hecho de tratar siempre a un niño de ese modo, lo hace más tranquilo y cuando llegue el momento, razonable.
  • La autoridad es necesaria en las primeras etapas. Mientras el niño no puede entender la diferencia entre lo que desea y lo que le conviene es necesario que alguien tenga esa capacidad y pueda aplicarla. Pero debes ser capaz de ir sustituyendo, poco a poco, esa autoridad por la capacidad del niño de decidir, conforme va creciendo.
  • Las conductas negativas nunca deben premiarse. Y aunque eso suponga que pase un mal rato, es una de las mayores demostraciones de que queréis a vuestro hijo.
  • Y por último, no olvidar nunca que todo lo anterior debe estar presidido por un sentimiento de amor a vuestros hijos. Todas nuestras decisiones deben orientarse en educación, hacia el bienestar actual y futuro del niño. Y es necesario que observemos y cuando ya se expresa, escuchemos las necesidades y preferencias del niño antes de actuar.

Aún más resumido:

Quered y respetad mucho a vuestros hijos.

Decídselo y demostradlo escuchando sus necesidades y preferencias.

Tranquilidad.

Mucho sentido común.

Pensad a largo plazo.

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Ayudar a un niño a dejar el chupe.

Cómo ayudar a un niño a dejar el chupe. A partir de que edad. Trucos para conseguirlo fácilmente. Éste es el tema escogido como Peketema esta semana.

El chupe es algo que la mayoría de los niños empieza a usar porque los padres se lo damos. Pero llega un momento en que lo piden ellos cada vez más.

¿Para qué sirve?

Para los niños existe una clara relación entre la alimentación, el afecto que la acompaña al alimentar a un lactante y el chupeteo en sí con la relajación. Tal vez os interese saber mi opinión sobre el uso del chupe en las primeras semanas de vida.

El chupe es un elemento de sustitución. Parece que siempre hubiese estado ahí. Pero fue inventado en 1949. Hasta entonces los niños introducían todo tipo de objetos en su boca para chupar. El más habitual era el propio dedo, aparte por supuesto del pecho de la madre.

Chupar, para muchos niños es una forma de tranquilizarse, entretenerse, dormirse…

Llega luego otro elemento añadido: Los dientes (Aquí tenéis enlace a otro artículo sobre el orden de salida de los dientes de leche).

La aparición de los dientes tiene dos resultados respecto al chupe:

  • Por un lado, la salida de los dientes molesta. Y muchos niños usan el chupe como mordedor, y porque el propio chupeteo libera endorfinas (sustancias que alivian el dolor).
  • Pero por otro lado, el uso del chupe con frecuencia produce una deformidad de los dientes. Muy similar a la que produce el chuparse el dedo. Suele hacer que los dientes de arriba y los de abajo no coincidan. Los separa evitando que crezcan hasta su posición normal o desplazando los dientes de arriba hacia delante y los de abajo hacia detrás.

Los dientes de arriba y abajo dejan un espacio ocupado habitualmente por el chupe.

Los dientes de arriba han sido desplazados por el chupe hacia delante.

Eso define el momento de quitar el chupe. Es decir, que si quitamos el chupe antes de que al niño le hayan salido los dientes, lo más probable es que acabe metiéndose otros objetos en la boca, como el dedo (que suele ser más complicado de quitar).

Pero una vez que los dientes han salido, no conviene retrasar mucho la retirarda del chupe.

Os recuerdo que de los dientes de leche, los últimos en salir suelen ser los colmillos (están también las últimas muelas de leche, pero al estar mucho más atrás el chupe no sirve ahí ya como mordedor). Los colmillos suelen salir en torno a los dos años (pero es muy variable de un niño a otro).

Yo suelo recomendar a los padres que empiecen a pensar en retirar el chupe a su hijo cuando los colmillos han salido ya por completo y especialmente si empezamos a notar las deformidades de dientes mostradas arriba.

Trucos para ayudar a un niño a dejar el chupe

Vale, Y ¿cómo lo hacemos? Porque fácil, lo que se dice fácil, no parece de entrada.

Os voy a aclarar aquí algo. Un niño de 2 años, que es la edad de la que estamos hablando, puede ser bastante persistente cuando se propone algo. Es de hecho la edad de las Rabietas. Pero por otra parte se están adaptando continuamente a cosas nuevas. Por eso, si intentamos quitar el chupe generando un enfrentamiento en torno al tema, va a ser bastante complicado. Pero si lo hacemos dando una explicación al niño que le parezca razonable, y comprueban por sí mismos que se cumple lo dicho, lo hacen con bastante facilidad.

Los sistemas que os voy a explicar ahora no están sacados de ningún manual de Pediatría. Son trucos que las madres me han ido comentando desde que soy pediatra y que a su vez yo he recomendado a otras madres. Y si os los propongo es porque mayoritariamente las madres me han dicho que les ha funcionado.

Sistema número uno: Lo muerdes sin darte cuenta.

Cuando el niño se acueste a dormir con su chupe y lo suelte, cogemos el chupe y cortamos la tetina por la mitad.

En cuanto se despierte y pruebe a usar el chupe va a notarlo. Y además cuando el chupe se rompe y ya no hace vacío, pierde toda la gracia.

La clave está en la explicación: Debemos decirle que lo que ha pasado es que, como ya es grande y tiene dientes, sin darse cuenta cuando está dormido lo muerde y se rompe.

Es bastante probable que el niño te pida otro de sus chupes. Se lo das si es así, y cuando vuelva a dormirse le pasa lo mismo al segundo chupe. De nuevo al despertarse le damos la misma explicación.

Hay niños que usan el chupe incluso partido (los menos). Suele pasar especialmente en los que son «adictos» a un único chupe. Si esto ocurre, cada vez que se duerma y lo suelte le cortamos un trozo a la tetina, explicándole que mientras duerme lo sigue mordiendo y se está rompiendo. Y seguimos cortando trocitos hasta que la tetina desaparece.

Deja a la vista todos los chupes a los que le hayamos hecho el corte. Ofrece sólo uno de los que están enteros si te lo pide expresamente. Y repite el proceso hasta que se convenza de que los niños grandes no tienen chupe, porque los rompen por la noche con los dientes sin darse cuenta.

Este sistema es el que os recomiendo especialmente si debéis ayudar a dejar el chupe a un niño cuando ha nacido un hermanito y el bebé si tiene chupe.

Sistema número dos: Le han salido bichos

Éste es otro sistema que he recomendado mucho. Y que de hecho fue el que usé con mi hijo en su momento. Para que os hagáis una idea de la efectividad, mi hijo era de los que dormían con 5 chupes en la cuna. Lo dejó en menos de dos días sin llorar una sola lágrima.

Explicamos al niño en varias ocasiones a lo largo del día, que los niños grandes no tienen chupe, porque cuando crecen les salen bichos negros al chupe. Se lo recordamos antes de acostarlo. A lo que con casi total seguridad él va a responder que muy bien, pero que le demos el chupe.

Se lo damos. Y cuando se duerma, cogemos el chupe, una aguja para coser lana y lana negra. Enhebramos la aguja con lana y atravesamos la tetina del chupe. Cortamos un trocito de lana y repetimos la operación 8 ó 10 veces. De forma que dejamos el chupe atravesado por trozos de lana negra.

Cuando se despierta, descubre los «bichos». Ante eso hay algunos que piden otro chupe. Al que repetimos la operación cuando se duerma de nuevo.

De nuevo, dejamos los que tienen «bichos» a la vista, y son los que le ofrecemos cuando nos pide un chupe. Sólo damos otro sin bichos si lo pide expresamente. Y a ese, la próxima vez que se duerma le pasa lo mismo.

Si le funciona el primer sistema, prefiero el primero. Si no funciona podemos usar el segundo.

¿Qué vamos a notar al niño en los días siguientes a dejar el chupe?

Hay niños más nerviosos que otros. En los que usaban mucho el chupe como forma de relajarse, vamos a notar que el niño está más inquieto. En los que lo usaban para dormirse, notaremos que les cuesta un poco más. Pero en la mayoría de los casos lo han superado en menos de una semana.

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Cómo dormir a un bebe sin dejarlo llorar

Enseñar a un bebé a dormir sin dejarlo llorar es posible.

★¿Quieres que tu bebé aprenda a DORMIR SÓLO? NO LE DEJES LLORAR ☹. Hazlo sin que llore☺. Explico cómo. Al método Duérmete Niño le falta imaginación.

Un niño puede despertarse por muchos motivos durante la noche: Puede tener hambre, pedir afecto, porque esté incómodo o con dolor, pero también porque se haya despertado, quiera volver a dormirse y no sepa hacerlo sólo.

Cuando sale este tema muchos empiezan negando la mayor: «¿Y para qué quiero que mi hijo aprenda a dormir sólo?»

Yo, personalmente hace tiempo que no me dedico a juzgar a los demás. Tengo claro que existen muchas circunstancias diferentes en las familias, que pueden hacer que las mejor opción no sea la que en condiciones ideales pueda calificarse como óptima. Y cuando los padres me plantean cómo conseguir que su hijo aprenda a dormir sólo les explico lo siguiente.

Hay que entender varias cosas cuando hablamos de dormir a un bebé:

En primer lugar, la forma instintiva de dormirse de los bebés incluye en su ritual a los padres. Especialmente, si toma pecho a demanda, a la madre. En ese sentido yo recomiendo no plantearse el enseñar a un niño a dormir solo mientras sea posible evitarlo. Hasta aquí llegan muchos defensores de la crianza respetuosa, entre los que me incluyo.

Pero, hay situaciones en las que para que unos padres descansen (y en ocasiones también para que lo haga el hijo) hay que modificar ese instinto. Los motivos son muy variados.

Pero como digo, no es mi papel juzgar a los padres decidiendo si en su caso está más o menos justificado. Lo que sí tengo claro es que si unos padres no descansan con una calidad mínima, a la larga el niño se va a ver afectado negativamente.

Una de las causas más frecuentes es el inicio del trabajo por parte de la madre al acabar la baja maternal. En España, esa baja es claramente demasiado corta. Lo recomendable, como mínimo sería llegar a los 6 meses. Llegar a lo que tienen otros países europeos parece imposible…

Siendo como es esto, entiendo que hay padres para los que sin que su hijo aprenda a dormirse sólo, el ritmo de despertares nocturnos puede impedir un descanso mínimo «compatible con una existencia decente». Ante eso hay quien dice: «La prioridad es el bienestar del niño, y ser padres es sacrificarse». Lo que traducido a coloquial significa «ajo y agua…»

Pero, por favor, vamos a ser un poco menos radicales y a entender que si unos padres no descansan mínimamente, eso afectará negativamente al niño.

Muchos, aún así optan por mantener que la mejor opción es que los padres se sacrifiquen, porque la alternativa en España durante mucho años era el método Estivill, que resulta bastante agresivo.

La verdad es que escribir todo un libro sobre este método tiene mérito. Porque consiste en resumen en que dejes al niño en la cuna y acudas a calmarlo dejando un tiempo que va en aumento (reloj en mano) entre asistencia y asistencia, hasta que el niño se resigna a que no lo vas a coger y se duerme entre sollozos. Hala, ya te has ahorrado leer el libro.

En la mayoría de las ocasiones (aunque funcione, que funciona) supone situaciones límite para el niño y los padres que ponen seriamente a prueba la relación afectiva entre ellos. Pero lo más grave a mi parecer, es que hay alternativas viables e infinitamente menos traumáticas para conseguir el mismo objetivo. Eso es lo que voy a explicar ahora.

En los que eligen que su bebé aprenda a dormir sólo, ¿cuál es el objetivo?

Un niño puede despertarse por muchos motivos durante la noche: Puede tener hambre, pedir afecto, porque esté incómodo o con dolor, pero también porque se haya despertado, quiera volver a dormirse y no sepa hacerlo sólo. Cuando unos padres se plantean que su hijo aprenda a dormirse sólo, no es para no acudir en cualquiera de esos casos. La intención es sólo que no sea necesario en el último. Si un niño llama a sus padres por hambre, necesidad de afecto, dolor o incomodidad, la única opción razonable es que sus padres resuelvan esas necesidades del niño. En la mayoría de los casos de niños «que no duermen bien», los niños duermen bien, son los padres lo que no lo hacen. Y para el niño el problema es convivir con unos padres de mal humor. Por tanto el objetivo para mejorar la calidad de vida de la familia (niños y padres) es reducir el número de despertares de los padres al mínimo necesario. Hacer compatible que se atiendan las necesidades del niño y que los padres tengan la mejor calidad de sueño posible.

Despertares de bebés que no lo son

Los niños son seres vivos. Se mueven, y hacen ruidos. Incluso durante el sueño. Cuando unos padres llevan varios meses sin dormir, llega un momento que ante cualquier signo de actividad del niño, el padre más cercano al niño (habitualmente la madre) de forma instintiva hace cosas para intentar que el niño se vuelva a dormir (hablarle, acariciarlo, mover la cuna…). Pero es que en muchos casos, el niño está en realidad dormido. De hecho algunos de los despertares pueden ser provocados por hacer esas cosas. Los niños, como los adultos, tienen ciclos de sueño. En el caso de los bebés son más breves. A veces duran unos 45 minutos. Cuando sale de un ciclo de sueño y empieza el otro, pasa por una fase en la que se mueve más, hace más ruidos. Pero generalmente, sin llegar a despertarse. Si en ese momento hacemos algo que le estimule, podemos despertarlo con facilidad. En esto la regla es clara: «Si se mueve o hace ruidos, pero sigue tranquilo, no hagas nada.» Incluso en los padres que sabiendo esto no hacen nada, el resultado es que la madre se despierta cada vez que oye a su bebé hacer alguno de estos ruiditos. Y eso no son los 5-6 despertares que los padres suelen relatar como un problema para descansar. Pueden ser 15 ó 20 veces en una noche. Es decir, calidad de sueño = 0.

Ritual para dormirse

Para conseguir que el bebé, cuando se despierte y no tenga otra necesidad que dormirse, sea capaz de hacerlo sin ayuda, la clave es ¿cuál es el ritual que usa para dormirse? Todos lo tenemos. Para dormirnos, necesitamos una serie de condiciones: Luz/oscuridad, horario, temperatura, lugar, postura, ruido o ausencia de él… Hay una serie más o menos larga dependiendo de la persona. Y los bebés y niños no son una excepción. Si el ritual para dormirse implica la presencia de los padres, cuando el niño se despierte, va a reclamar esa presencia, simplemente porque quiere dormirse y son un elemento imprescindible para realizar el ritual que le permite hacerlo. Si tiene un ritual en el que la presencia de los padres no es un elemento esencial, cuando se despierte, si tiene sueño, volverá a dormirse sin pedir ayuda.

Y ahora la clave: ¿Como hacer el cambio? Dormir sólo a un bebé sin llorar

Es decir, ¿cómo cambiar el ritual que traen los bebés de serie para dormirse, que incluye a sus padres, por uno en el que sean capaces de hacerlo sin ayuda?

Y lo principal, ¿cómo hacerlo sin que el bebé lo pase mal y no dañar la relación afectiva con sus padres? Es decir, dormir al bebé sin llorar.

Como en la mayoría de los bebés, por desgracia, el punto de inflexión suele darlo el momento de la reincorporación de la madre al trabajo, voy a centrarme como ejemplo en esa situación. Ese momento está en la mayoría de los casos entre los 4 y 6 meses.

En esta época es, además, cuando algunos padres empiezan a plantearse cuándo sacar al bebé a su propia habitación.

Vuelvo a aclarar. Si hacéis colecho y todos descansáis bien, este planteamiento sobra. Pero si vuestra calidad de sueño es pésima y eso repercute en vuestra salud o gravemente a nivel anímico, podéis intentar lo que sigue.

Vamos a ver cual es el ritual de sueño ideal para mejorar la calidad de sueño de los padres. Como hemos dicho, buscamos que los despertares de los padres sean los mínimos durante la noche. Y por mínimos se entiende aquellos en los que pueden hacer algo por su hijo (darle alimento, afecto o aliviar alguna incomodidad).

No sirve para nada al bebé que su madre se despierte cada vez que en sueños hace un gemido, ni cada vez que sale de un ciclo de sueño, si es capaz de entrar solo en el siguiente. Para lo primero, la única solución es que la madre no oiga esos gemidos o ruidos normales del niño durante el sueño que no precisan que haga nada. Y eso no tiene más que una solución, y es que el bebé duerma en otra habitación.

Cuando esto se hace, si el niño tiene hambre, quiere afecto a está incómodo con más de 4-6 meses va a llamar a su madre. Y no parará de hacerlo hasta que se alivie su necesidad. Y en esos casos hay que acudir lo antes posible y actuar en consecuencia.

En cuanto a que sepa conciliar el sueño en su cuna y sin necesitar a sus padres, es necesario el cambio de ritual. Para eso:

  1. En su dormitorio, pon junto a su cama, un asiento cómodo para ti. Del que además no te cueste trabajo levantarte con tu bebé en brazos.
  2. Cuando notes signos de sueño, acúnalo en brazos sentado en ese asiento de su dormitorio. Dándole el pecho o el biberón. De la forma que suele hacerlo.
  3. Cuando veas que está tranquilo, pero no dormido, ponlo en su cuna. Pueden pasar dos cosas:
    1. Que se quede tranquilo en la cuna y se duerma a la primera. ¡Ya está! Pero eso sería lo fácil, y también lo menos frecuente.
    2. Lo normal es que conforme te levantas, o al echarlo en la cuna, te mire como diciendo «¿pero qué haces? que estaba a punto de dormirme» o se empiece a «mosquear». Aquí viene la diferencia radical con el método Estivill: Ni se te ocurra dejarlo llorar. Cógelo de nuevo y vuelve a acunarlo en brazos, alimentándolo de nuevo si es necesario. Cuando vuelvas a ver que está tranquilo, pero no dormido, de nuevo a la cuna.
  4. Repite esa operación, una y otra vez hasta que en una de las veces tu hijo se duerme en la cuna. Eso en algunas ocasiones son 3 veces y en otras 15.

¿Qué hemos conseguido?

Hasta este momento, tu hijo se dormía siempre en tus brazos, fuera de su cuna.

Cada vez que se despertaba y quería volver a dormirse, necesitaba realizar su ritual para dormir: En tus brazos, fuera de su cuna.

Cuando conseguimos que se duerma en su cuna unas cuantas veces, hemos creado un ritual alternativo. A partir de ahora, puede elegir.

Si las condiciones son que está en su cuna y tú no estás cerca, tiene la posibilidad de realizar sin ayuda su ritual alternativo.

Le hemos dado una herramienta nueva. Al estar durmiendo fuera de vuestro cuarto, no escucharás los ruidos normales que tu hijo hace durante el sueño, con lo que tendrás menos interrupciones en el tuyo.

Pero si tiene hambre, está asustado o desea tu afecto, o tienen dolor o incomodidad por algún motivo, te llamará como hacía antes. Y lo normal es que acudas para resolver su necesidad.

¿Algo más que pueda ayudar?

Hay varios detalles que a veces ayudan en este cambio para dormir a tu bebé:

  • Tu olor puede ayudar a dormir a tu bebé. Una de los sentidos más desarrollados de los bebés es el olfato. Si las sábanas de la cuna de tu bebé las metes en tu cama y duermes con ellas la noche anterior a ponerlas en su cuna, van a oler a ti. Eso a algunos niños les hace adaptarse con más facilidad a su cuna y a su nuevo cuarto.
  • El chupe no para dormir a un bebé. Intenta no introducir elementos nuevos en el ritual que el bebé no va a poder reproducir. Explicado claro. Si tu hijo no se dormía con biberón o con chupe, no lo uses para inducirle el sueño. Ya que si lo haces, como él sólo no va a poder buscar el chupe o el biberón para cogerlo, va a seguir necesitando tu colaboración para dormirse. Si lo usaba, al hacer el cambio intenta acunarlo sin chupe ni biberón, y acostarlo sin chupe.
  • ¿Medicación para dormir a un bebé?. Hay medicamentos que se usan para intentar resolver los problemas de sueño en niños. Lo más usado son anti-histamínicos que dan sueño. Los menciono en último lugar, porque no son la solución. Pueden ayudar. Pero por sí solos no resuelven el problema. Haciendo lo anterior, si damos uno de estos medicamentos puede hacer que el número de intentos de echarlo a la cuna antes de que se quede dormido se reduzca. No menciono el nombre ni la dosis, porque lo mejor es que vuestro pediatra os recomiende el medicamento y dosis disponible en vuestro país. Pero lo fundamental en estos medicamentos es saber que puede prescindirse de ellos y que por sí solos no solucionan nada.

De nuevo os aclaro, hablando de sueño, a mi entender, en una familia la prioridad es que todos sus miembros tengan la mejor calidad de sueño posible. Hay muchos padres que hacen colecho con sus hijos y todos descansan bien. Cuando eso es así, todo lo escrito en este artículo, sobra. Haced colecho.

Espero vuestros comentarios para mejorar este artículo. Me gusta estar en Internet para aprender al compartir.

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Alta Demanda Ansiedad Autonomía Bebé de 16 meses Blog Conciliación Conducta del Bebé y el Niño Convivencia Maternidad Otros temas de Salud Infantil Rabietas

Rabietas en niños

Rabietas en niños

Esta semana se me ocurrió que sean los lectores los que decidan los temas que más les interesan.  Es algo así como que me hagáis una consulta comunitaria. Un Peketema.

De modo que en mi página de Facebook pedí que añadiéseis como comentario el tema que os gusta y escribiría esta semana un artículo sobre el que recibiese más «me gusta».

Algunos temas se han solapado un poco. Hay varias entradas sobre la dermatitis atópica. Pero el tema que se ha llevado el «premio» ha sido el de las rabietas en niños. Ha sido propuesto por tres personas:

Inma Bech Ruiz Rabietas en niños 16 Me gusta

Almudena Sanchez Perez Educación y saber estar desde temprana edad 14 Me gusta

Manoli Jimenez Arroyo Niño difícil respecto a rabietas y querer salirse siempre con la suya 3 Me gusta

Sumados ganan por goleada. Ha habido otros temas muy interesantes a mi parecer y de los que intentaré ir escribiendo poco a poco. Pero sobre el peketema ganador, Las Rabietas en niños, aquí tenéis mis consejos. Ahora faltan vuestras opiniones para enriquecerlo.

Las rabietas de los niños son algo especialmente común entre los 2 y los 4 años. Aunque algunos niños las empiezan antes de esa edad y otros siguen sufriéndolas (y haciéndolas sufrir) por encima de esa edad.

¿Qué es una rabieta?

Es una manifestación de que el niño no es capaz aún de manejar la frustración.

Desde el momento que un niño empieza a ser consciente de que es un ser independiente, y que para conseguir algunas cosas necesita la colaboración de otros, pueden aparecer.

Los niños en principio tienen necesidades y piden que se resuelvan. Y lo hacen del modo en que consideran más eficaz a su alcance.

Un niño pequeño no establece diferencias sutiles. Y cuando quiere o necesita algo, muestra su necesidad. Cuando no se le da lo que pide, se frustra y muestra su enfado. Y si sigue sin recibir lo que pide, el enfado va a más: Grita, pega, tira cosas, insulta, dice cosas “feas”…

Es una fase normal. Es la forma instintiva de responder a la falta de colaboración de los que le rodean.

Las rabietas son una de las conductas instintivas que todos tenemos codificadas en nuestro ADN para lograr lo que buscamos. Y están ahí porque hubo épocas en las que hacerlas era adecuado. Si pensáis en etapas anteriores de la humanidad en las que en una tribu había 15 niños y comida para 5, hacer rabietas, ser agresivo…. eran conductas que decidían la supervivencia. “El que no chilla no mama…”

De hecho, en esa época, cuando un niño pequeño peleaba más que los demás para lograr la comida apartando a los otros a tortas, los padres sacaban pecho: “el mío va a ser el jefe de la tribu…”

Pero esto ha cambiado. En la actualidad pegar o hacer una rabieta no funciona en nuestra sociedad. Si haces una rabieta delante del concesionario de BMW, no te van a dar un X6 (si lo hacen, avísame…).

En la actualidad hay conductas como la colaboración, convencer a los demás con argumentos, la zalamería, el pacto, el cumplimiento de normas… que funcionan mejor. Y lo que hacemos al educar es enseñar a nuestro hijo cuáles de todas las posibles conductas funcionan mejor.

Dependiendo del carácter del niño y de lo que nosotros hagamos cuando aparece una de estas situaciones, cederán antes o después las conductas inapropiadas y las sustituirá por otras que sí funcionan.

De hecho el carácter del niño está formándose y algunos aspectos se reforzarán y otros se suavizarán, dependiendo de nuestra forma de responder a su conducta.

Por tanto, en primer lugar, como padres, es importante que entendáis esto:

–        Que vuestro hijo tenga rabietas no quiere decir que seáis malos padres. El que más y el que menos, todos las tienen durante un tiempo.

–        No es que vuestro hijo sea “el niño del exorcista”, pura maldad y deseo de amargaros la existencia. Es normal. Y está empezando a definir su carácter y conocer los límites del ambiente que le rodea.  Eso es bueno. Pero no siempre es fácil.

Para reducir y manejar mejor las rabietas hay cosas que los padres podemos hacer.

Antes de la rabieta: Prevenir.

Hay situaciones en las que es previsible que va a sufrir la rabieta.

Ejemplo:

“Dando un paseo se nos ocurre meternos en una tienda de juguetes, por mirar, que no vamos a comprar nada…”

“Tengo prisa para volver a casa, puedo pasar por esta calle que tiene los columpios, o por la paralela que no. Pues echo por la de los columpios que tardo 10 segundos menos…”

“Hay cierto detalle de decoración que yo sé que al niño le gusta. No quiero que lo rompa, pero lo dejo a su alcance…”

Y hay situaciones casi inevitables:

“Los supermercados, que conocen bien el tema, ponen los expositores de chuches y juguetes cerca de la caja, para que cuando los padres vayan a comprar comida (eso no hay más remedio) con sus hijos preescolares “caigan en la trampa” mientras hacen cola. Eso no puedes evitarlo, pero si descubres un supermercado en el que no son tan “estrategas”,  puedes comprar en ese y no en el de la “trampa mortal”.

Evitar situaciones como estas precisa pensar las cosas antes de hacerlas. Pero en la mayoría de los casos merece la pena el esfuerzo.

En el momento: Calma y cabeza.

Cuando vemos que empieza a liarla, antes de llegar a la crisis, piensa:

–        ¿Puedes darle lo que pide sin perjudicarle? Dáselo. Antes de que la cosa vaya a más y empiece a hacer conductas que no quieres premiar, dale lo que pide.

–        Si no lo has hecho, con toda la tranquilidad del mundo, toca aguantar. Si un niño pega, grita, insulta… y es entonces cuando logra lo que pedía. La próxima vez que quiera algo pasará antes a la fase de pegar, gritar e insultar, que es la que le funciona. Y apúntate que si ha sido por algo que podías haberle concedido sin problema, la culpa ha sido más tuya que suya. La próxima vez piensa un poco antes de decirle que no.

–        Y si la petición en cuestión es claramente perjudicial para él concederla: Toca tranquilidad y aguante. Pegue, grite, insulte o tramite una denuncia por triplicado, la solución no es darle el cuchillo jamonero para que juegue con él o dejarle que meta la mano en el fuego o meta la aguja de punto en el enchufe… Ni tampoco por supuesto pegar más fuerte que él, gritar más alto, o insultar de forma más hiriente que él. La crianza respetuosa no es criar respetando todas las peticiones del niño, sino actuar respetando en primer lugar lo que beneficia al niño, a corto y a largo plazo. Y contradecirlo hasta donde haga falta si algo le perjudica, no es ser poco respetuosos con nuestro hijo. Es ser responsables como padres.

Después de la crisis: Afecto y diálogo.

Una vez que la crisis ha pasado, hemos llorado todos un poquito y ha bajado la temperatura de la sangre, da tu siempre el paso de ofrecer tu afecto.

Dile claramente: “No estoy enfadado y te quiero, ¿me das un abrazo?”

Cuando se entregue al abrazo (si lo la habéis soltado aún, ahora podéis soltar la lagrimita) es el momento de explicarle con toda la calma y el afecto que podáis porqué le hemos dicho que no y hemos mantenido nuestra postura. Y porqué gritar, pegar, insultar… no es una forma de conseguir las cosas y papá y mamá no van a darle nunca lo que pida de ese modo.

Como en cualquier otro tema de educación, los resultados no son inmediatos. Las cosas se aprenden a fuerza de prueba y error. Algunos lo entienden con 3 veces y otros con 30. Pero como es vuestro hijo y vosotros sois sus padres os toca repetir la operación las veces que haga falta y con la máxima tranquilidad y el mayor afecto por vuestra parte.

Si sois constantes los resultados acaban llegando. Si os dejáis llevar por la solución fácil y el salir de cada rabieta como más cómodo resulte, vais a tener problemas para rato: Hay adultos que siguen pensando que pegando, gritando o insultando se consiguen las cosas. Ya se encarga el resto del mundo de demostrarles lo que, por desgracia para ellos, no les enseñaron sus padres.

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A los que queráis profundizar más en este tema os recuerdo que tengo un eBook sobre el tema:

Crianza y Educación.

Crianza y Educación Entre el amor y la responsabilidad

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El recién nacido come con mucha ansiedad

En ocasiones vemos recién nacidos que comen con mucha ansiedad. Eso tiene su significado y su solución clara.

Hay dos tipos de recién nacidos que comen con ansiedad:

  1. El recién nacido hambriento: Hay bebés que nace con un peso bajo o muy alto. Es decir, los de los extremos. El que nació con un peso bajo, quiere decir que pasó hambre ya dentro de su madre. Suelo decir que son del Clan de Escarlata O´Hara, porque parecen nacer diciendo: «A Dios pongo por testigo de que no volveré a pasar hambre. El que nació con un peso alto, en el extremo contrario, es un niño que necesita más cantidad de nutrientes (es más grande) y está acostumbrado a que no le falte. Con lo que si falta, lo lleva mal. En ambos grupos, los primeros días es fácil que lo que el pecho produce, o lo que le damos con biberón (especialmente si os han convencido de que les deis una cantidad fija), se queden con hambre y coman con ansiedad.
  2. El recién nacido dormilón: Pero también los hay que entre los dos estados básicos del recién nacido (durmiendo o comiendo), eligen dormir. El problema es que cuando por fin se despiertan, llevan demasiadas horas sin comer, y lo hacen como si fuese su última comida.

En ambos casos, los niños comen con ansiedad. Eso hace que los padres se agobien. Si están dando pecho piensen que no es suficiente y que el niño necesita biberón. Si está tomando biberón, piensan que tal vez come demasiado y que puede dolerle la barriga por el exceso. Y al comer ansioso, traga más gases, le duele más la barriga, la toma es peor y se queda con más hambre para la siguiente toma…

La solución del recién nacido que come con ansiedad es sencilla:

  1. En el recién nacido hambriento: Hay que reducir el tiempo mínimo entre las tomas. Es decir, dale sin problema cada vez que pida. Como si lo hace cada 5 minutos. Si toma pecho, al hacer esto, estimulamos que el pecho aumente la cantidad que produce, hasta que se ajuste a lo que el niño demanda. Cuando esto ocurra, el bebé empezará a tomar con menos ansiedad y a espaciar las tomas él solo. Si lo que toma es biberón, al principio puede que tome más de la cuenta y eche algunas bocanadas. Pero si seguimos dándole cada vez que pide, y la cantidad que quiere, acabará saciándose y comiendo con más tranquilidad. Y tanto si toma pecho como si toma biberón, no uses el chupe para «entretenerle el hambre». Con eso sólo consigues que cuando por fin coma, lo haga con ansiedad.
  2. En el recién nacido dormilón: Lo que hay que hacer es reducir el tiempo máximo entre las tomas. Es decir, aunque tenga mucho sueño, durante el día no conviene que le dejes más de 2-3 horas seguidas sin comer. Contando desde el principio de una toma al principio de la siguiente.

En resumen, en ambos casos dale con más frecuencia.

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Bebé con gases

Los gases en un bebé son una de las típicas preocupaciones de los padres. Una de las cosas que suele decirse es que el niño tiene que echar los gases después de cada toma. Y en cuanto el bebé gruñe un poco, suele achacarse a los gases.

Cuando los padres me dicen que su bebé tiene gases y que no los echa después de cada toma, suelo explicarles lo siguiente:

Mirando al bebé, le digo: «¿Tú has firmado el contrato de echar los gases después de cada toma? ¡Vaya, el pobre no se había enterado de que tenía que hacerlo! Aparte de respirar siempre y comer de vez en cuando, hay pocas cosas que tenga que hacer siempre.»

En cuanto a lo de que tiene muchos gases, mi pregunta es: «¿Llora mucho?» En la mayoría de los casos la respuesta es que no, pero que aprieta mucho la tripa y gruñe con frecuencia tras las tomas. Pero eso es normal. Los bebés tienen un reflejo (gastro-cólico), que hace que cuando comen, empiece a moverse el intestino intentando hacer caca. Suele durar hasta que hace caca, o hasta que se pasa, a los 10 ó 20 minutos.

Los bebés que de verdad tienen problemas de gases, son bebés que lloran con fuerza durante horas. Y además con la barriga hinchada y suelen echar muchos gases.

En algunos que sólo gruñen y en los que tienen gases de verdad, no es raro que a estén tomando algo para echar los gases. Pero en su mayoría, medicamentos, infusiones… son poco efectivos.

Hace algún tiempo me planteé el tema de los gases desde otro punto de vista: ¿Porqué hay bebés que tienen más gases que otros?

La respuesta es triple: O entran más de la cuenta, o se producen en la barriga más de lo normal o se expulsan menos de lo normal.

  1. Entran más de la cuenta. Son bebés que tienen gases porque comen con ansiedad. Es una de las causas más frecuentes. Y la más fácil de solucionar. Hay que dar de comer al bebé con más frecuenta y tanta cantidad como quiera. Cuando hacemos esto, el bebé se sacia y llega un momento que empieza a comer con más tranquilidad. Habitualmente en menos de una semana se nota una clara mejoría. En estos bebés suelo recomendar que les den de comer cada vez que pidan y la cantidad que quieran (sea pecho o bibierón lo que tomen) y que si no piden antes, durante el día le ofrezcan comida al bebé cada dos horas.
  2. Los que producen más gases en su barriga de lo normal pueden hacerlo a su vez por dos motivos: Una mala digestión de la leche o una flora intestinal que produce muchos gases. El primer caso es más frecuente en bebés con lactancia artificial (por intolerancia a la lactosa o por intolerancia a proteínas de la leche de vaca). El segundo es una lotería. Cuando un bebé nace, no hay gérmenes en su intestino. Poco a poco van entrando y lo colonizan. Los que acabe habiendo, dependen del orden en el que entren. Tomar el pecho favorece que los que entran sean los adecuados (lactobacilos). Pero si los que entran y dominan la flora intestinal son otros gérmenes, fermentan produciendo más gases de lo normal. Eso puede cambiarse sembrando lactobacilos (hay muchos preparados de probióticos hoy en día para eso). En los lactantes que toman pecho esto ocurre a veces cuando no se deja al bebé que acabe de vaciar el pecho. Incorrectamente a algunas madres se recomienda limitar la duración de la tetada. Cuando eso se hace y el pecho no se vacía por completo, la leche tomada es más rica en lactosa (el azúcar de la leche) y más pobre en proteínas y grasas. Hay una proteína en la leche (la lactasa) que ayuda al bebé a digerir la lactosa (el azúcar de la leche). Muchos niños la producen en cantidad suficiente en su intestino, pero otros no (son los que tienen intolerancia a la lactosa). En esos niños la lactosa que no pueden digerir es consumida y fermentada por los gérmenes de su intestino, aumentando la cantidad de gases. En esos casos la solución es sencilla e instintiva: deja al bebé al pecho hasta que acabe y no quiera más.
  3. Por último, hay bebés en los que el problema es la expulsión de gases. Hay niños que nunca eructan, pero que echan los gases por abajo con facilidad. Sin embargo, algunos tienen el problema de que están estreñidos. Cuando un lactante está estreñido, suele retener tanto heces como gases. Y además altera la flora intestinal aumentando el número de gérmenes que fermentan haciendo  más gases. En estos bebés, la solución es tratar el estreñimiento.
  4. Otra cosa que influye en la explusión de gases es la postura. Los bebés que pasan muchas horas tumbados tienen más gases. Los bebés que hacen porteo hacen menos gases. Por loq que en bebés que lloran por gases puede ayudar mucho ser portados durante las horas que sea posible.

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Nos dan el alta con un recién nacido

Cuando a una familia le dan el alta tras el nacimiento de su bebé su vida ha cambiado para siempre.

Al salir del hospital hay una persona nueva. Alguien a quien no conocíamos antes. Además, no sabe cuidarse sólo, ni expresar claramente sus necesidades. Y somos los únicos responsables de su bienestar en este mundo. ¿Es o no es para agobiar a cualquiera?

Ahora vamos a ver cómo desagobiarnos:

  1. Lo primero que tenemos que pensar es que no debe ser imposible. Lo han hecho miles de millones de padres antes que nosotros.
  2. Lo segundo, que tenemos más información sobre cómo hacer las cosas de la que tuvieron esos miles de millones de padres que nos precedieron.
  3. Por último, que si se tienen dudas hay quien las responda. En mi caso si lo necesitas consulta.

Agenda tras el alta:

  1. Si no le han hecho la prueba del talón o prueba para estudio de metabolopatías, se debe hacer en los primeros días de vida. Eso puede variar dependiendo de dónde vivas. En Andalucía, desde donde te escribo, se realiza entre el 3º y 5º días de vida. Y se hace habitualmente en el Centro de Salud más cercano.
  2. También en Andalucía se hace a todos los recién nacidos la «prueba del oído». Un estudio para ver si el bebé oye bien. Suele hacerse en el propio Hospital antes del alta. Pero si no lo han hecho, debes pedir cita para que se la hagan.
  3. Por último, revisión del Pediatra. Yo suelo recomendar que la primera revisión se haga a los niños entre el 5º y 7º días de vida, siempre que no haya problemas. Si los hay, acudid al problema en cuanto podáis. En esa primera revisión se hacen varias cosas importantes: Pesar al bebé para tener una orientación de si se está alimentando bien, exploración general por si se detecta algún problema que haya surgido tras el alta del hospital o no se detectase en él, valorar si se ha puesto amarillo (frecuente los primeros días) y resolver todas las dudas que hayan surgido a los padres en los primeros días de convivencia con su bebé.
  4. De la frecuencia de las siguientes revisiones y vacunas, te debe informar tu pediatra en esa primera visita.
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¿Porqué dar pecho a demanda protege contra la obesidad?

Dar comida a un bebé como forma de entretenerlo o tranquilizarlo favorece la obesidad. Pero el pecho a demanda lo evita, ¿Porqué?

Cuando explico la introducción de la alimentación complementaria, advierto a los padres de que la costumbre de dar comida al niño como forma de entretenerlo, favorece la obesidad.

Algunos padres preguntan si haber dado pecho (o biberón) a demanda al bebé, no tendrá el mismo efecto.

Lo que dicen los estudios es que no: Que la lactancia materna a demanda no sólo no aumenta las probabilidades de que el bebé sea obeso en el futuro, sino que le protege contra la obesidad.

Voy a intentar explicar la diferencia que hay entre ambas cosas, y porqué es coherente el pecho (o biberón) a demanda y evitar usar la comida como forma de tranquilizar a un niño.

¿Porqué la comida como entretenimiento produce obesidad?

Durante la primera infancia el bebé actúa de forma inconsciente. Aquellas conductas que se repiten con un resultado «positivo» se repetirán de forma inconsciente el resto de la vida.

Cuando un niño está aburrido, nervioso, tiene miedo o quiere afecto (necesidad afectiva), es frecuente ver a algunos familiares ofrecer al niño alimentos (ricos en azúcar) que el niño puede tomar sólo: Trozo de pan, gusanitos, biberón con zumo, leche o manzanilla…

Cuando el azúcar sube en sangre, se estimula la secreción de endorfinas. Unas sustancias que producen una sensación de placer, calma el dolor y relaja.

El niño pasa de una situación de falta de afecto a una de satisfacción, sin recibir afecto. Ha sustituido el afecto por comida.

Eso trasladado a un adulto, y tras haber repetido en su infancia esa maniobra miles de veces, hace que ante una necesidad afectiva insatisfecha, se active un circuito que le dice: Come y te sentirás mejor.

Eso favorece la obesidad.

¿Y porqué dar pecho a demanda protege contra la obesidad?

Muchos niños que toman pecho a demanda, lo piden cuando tienen hambre, pero también cuando tienen las mismas necesidades afectivas que comentaba antes.

Sería lógico pensar, que dar pecho a demanda es equivalente a lo anterior y por tanto debería predisponer a la obesidad. Sin embargo la experiencia dice lo contrario. ¿Cuál es la diferencia?

Pues es una diferencia sutil, pero muy importante:

  1. Cuando damos el pecho, no solo se alimenta, también se da afecto.
  2. Cuando damos el trozo de pan, los gusanitos, el zumo, las patatas fritas al niño, suele ser dejándolo sólo para que coma y nos deje hacer lo que estemos haciendo. Es comida sustituva del afecto.

Con el pecho, ante una necesidad afectiva, respondemos con afecto. Y al alimentarlo, la subida de endorfinas que explicaba arriba, refuerza la situación placentera. Es decir, una falta de afecto se resuelve con afecto y el alimento que da el pecho, refuerza esa relación.

En el futuro, cuando tenga una necesidad afectiva, buscará afecto como forma de resolverla.

En el segundo caso, sustituimos el afecto por la comida. En el futuro, cuando tenga una necesidad afectiva, buscará la comida como alternativa al afecto. Y eso le hará más fácilmente obeso.

¿Y qué hay de dar biberón a demanda a un bebé?

Como he explicado, la clave no es la composición del alimento, sino si el alimento se da acompañado de afecto o sin él.

Por lo tanto, dar a un bebé el biberón a demanda en los primeros meses (cuando el bebé no puede tomarlo sólo) es equivalente al ejemplo explicado con el pecho. Es dar afecto con comida. Se le da cogiendo al niño en contacto directo.

En el momento que el niño es capaz de tomar el biberón sin ayuda o comer solo, hay que saber distinguir y dar comida sólo cuando lo que en niño tiene es hambre. Y responder siempre a la necesidad de afecto, con afecto.