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Bronquiolitis en bebés

Bronquiolitis en bebés, diagnóstico y tratamiento

La bronquiolitis. Diagnóstico y tratamiento de una de las causas más frecuentes de ingreso en bebés. ¿Qué es? ¿Por qué unos niños la sufren y otros no?

¿Qué es la Bronquiolitis?

En el hemisferio norte, entre los meses de noviembre y abril son muy frecuentes las bronquiolitis. Hay varios virus que pueden desencadenarlo. El más habitual es el Virus Respiratorio Sincitial. Es un virus que en niños grandes o adultos produce un catarro. Pero que en los bebés (especialmente en los menores de 6 meses) tiene especial afinidad por los bronquiolos.

En los pulmones el aire entra a través de los bronquios que van dividiéndose como las ramas de un árbol hasta que de las ramitas más pequeñas (los bronquiolos), salen una bolsitas (los alveolos) en las que el cuerpo intercambia gases con el aire.

En la bronquiolitis lo que se produce es una inflamación de estas pequeñas ramas con acumulación de moco, lo que hace que el bebé tenga tos y ahogo.

Tratamiento de la bronquiolitis

El tratamiento de la bronquiolitis en la mayoría de los casos se reduce a ayudar al niño a respirar mientras la infección cede:

  • En los casos en los que el niño se alimenta bien y el ahogo no es  intenso, no hay tratamiento.
  • Cuando el ahogo es importante el tratamiento consiste en aportar aire rico en oxígeno y humedad. Y eso significa ingresar al niño en un hospital hasta que mejora.
  • Si no es capaz de alimentarse por boca por la dificultad para respirar, le aportamos líquido, sales y azúcar a través de una vía con suero hasta que mejora.

Los bronquios, es decir las ramas mayores tienen una capa de músculo a su alrededor que pueden contraerse reduciendo el paso de aire. Se contraen cuando quiere defenderse evitando que algo entre en el pulmón. En la bronquitis estos músculos cierran el paso de aire produciendo ahogo. Y tenemos medicamentos que pueden relajar los músculos abriendo el bronquio para aliviar el ahogo.

Los bronquiolos no tienen capa de músculo a su alrededor. Lo que hace que estos medicamentos que abren los bronquios no tengan efecto en la bronquiolitis habitualmente. Aquí el ahogo es debido a la inflamación y la acumulación de moco. En cuanto a los corticoides inhalados, se ha comprobado que no llegan hasta el bronquiolo, con lo que no reducen la inflamación en la bronquiolitis.

El tratamiento de la bronquitis no suele ser efectivo para la bronquiolitis.

Pero en muchos casos no son bronquiolitis puras, y además de inflamación del bronquiolo, están afectados los bronquios. Por lo que en ocasiones tratar a estos bebés con el tratamiento de la bronquitis puede mejorar su evolución. Este tratamiento consistiría en dar bronco-dilatadores y corticoides (por vía oral en lugar de inhalada como en la bronquitis).

A veces tienen también mucha mucosidad nasal. En esos casos puede aliviar el uso de anti-histamínicos.

En los niños con bronquiolitis que no necesitan el ingreso en el hospital conviene evitar los cambios bruscos de temperatura y no debe acudir a la guardería si lo hacía. En primer lugar por reducir las posibilidades de complicación con otros gérmenes presentes en la guardería y en segundo lugar para no contagiar a otros niños.

Consecuencias de las bronquiolitis

La importancia de la bronquiolitis es que es causa frecuente de:

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Los dientes de leche: Peketip 11

Dientes de leche

Los dientes salen cuando toca a cada niño.

No hay que hacer nada más que esperar.

Los primeros suelen ser los 2 de abajo, luego 4 arriba.

Después otros dos de abajo, luego 4 muelas y después los colmillos.

Las últimas 4 muelas de leche salen en torno a los 2-3 años.

En total 20 dientes de leche.

Hay padres que se preocupan por la salida de los dientes. A veces porque tarda. A veces porque lo hacen demasiado pronto.

Lo habitual es que el primer diente salga entre los 6 meses y el año. Pero hay incluso niños que nacen con algún diente, y otros que no tienen ninguno hasta después de los 12 meses.

No es preocupante. En cada niño tienen su ritmo definido genéticamente. No hay que hacer nada para que salgan.

En total son 20 dientes de leche que siguen un orden similar al dicho arriba.

Os adjunto otro esquema de lo aclara.

Peketip 10
Peketip 12

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¿Come bien mi bebé? ¿Cómo va su peso?

Una de las cosas que más preocupan a los padres en los primeros días de vida es si el bebé recién nacido come bien.

Como orientación, suelo decirles que es fácil de saber:

Si un recién nacido está activo, llora, lo coges y no se calla, lo alimentas y se calla, es porque en principio come bien.

¿Porqué pongo el añadido de «está activo»?

Hay recién nacidos que comen poco, tienen algún problema, y están débiles. Son niños que vemos poco activos. Esto es normal el primer día. Porque después del nacimiento tienen que adaptarse a muchos cambios y están agotados. El segundo día empiezan a espabilar. Y para el tercer día, ya son bastante activos. Si un niño con más de 3 días y menos de dos semanas, pasa horas y horas sin pedir comida (más de 5) debemos hacer por despertarlo. Y si nos cuesta mucho trabajo hay que comprobar que esté bien.

Esto no es aplicable a mayores de 2 semanas. Por encima de esta edad hay niños que están muy bien alimentados y son muy dormilones. Y ya con dos semanas tienen reservas suficientes en el hígado para soportar esas horas sin que les baje el azúcar.

¿Cuál es la prueba definitiva que nos dice si se está alimentando bien un recién nacido?

Pues el peso. Cuando un niño nace, ha estado unos 9 meses sumergido en agua. Fuera el ambiente es más seco. Es como sacar una esponja escurriendo agua de un cubo. Lo normal es que pierda peso. Lo habitual es que en los 3-5 primeros días pierda en torno a un 10% de su peso al nacer. Es decir, que si un niño pesa 3kg al nacer, puede estar a los 5 días en torno a 2,7kg y no pasa nada.

A partir de ese momento lo normal es que empiece a ganar entre 150 y 200 gramos cada semana. Con lo que antes de los 14 días de vida suelen haber recuperado lo que pesaban al nacer.

Por tanto, sospechamos que un recién nacido no se está alimentando bien si:

  1. Está demasiado adormilado.
  2. Come con mucha ansiedad.
  3. Pierde en los primeros días más de un 10% de su peso al nacer.
  4. No recupera el peso del nacimiento antes de los 14 días de vida.

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Madres Juzgadas

Me gustaría que miraseis las dos fotografías. ¿Cuál de las dos es mejor madre?

Sé que estoy pisando campo minado. Pero no hablar de esto creo que está haciendo mucho daño. Y prefiero ser criticado a ser cómodo o popular.

Así que ruego vuestra indulgencia y que sigáis leyendo. Y por supuesto, espero vuestros comentarios.

Hay tres posibles respuestas:

– La que está dando pecho.

– La que está dando biberón.

– ¡Y yo que sé! No puedo saber cuál es mejor madre sólo porque dé a su hijo pecho o biberón.

«Pero si tienes que elegir una de las dos primeras, ¿Cuál?»

No voy a hacer apreciaciones sobre la que creo que se respondería. Cada uno tendrá su respuesta y sus apreciaciones.

 

Otra pregunta.

Esta va dirigida sólo a las madres (den pecho o biberón): ¿Te has sentido juzgada o criticada alguna vez por la forma en que crías a tu hijo?

Aquí no hace falta encuesta. Creo que por desgracia la respuesta es Sí en todas las madres.

Podría preguntar también si queréis a vuestros hijos, si deseáis hacer las cosas lo mejor posible pensando en su bienestar, si estáis dispuestas a sacrificarlo todo por su bien. Y de nuevo sé que vuestra respuesta es sinceramente Sí.

Y ¿Cómo os sentís cuando criando a vuestros hijos según esas guías, alguien os critica? Yo creo que entre dolida e indignada.

 

Ahora voy a hacer autocrítica como converso: Me explico.

Cuando yo acabé la especialidad de Pediatría, era de los que no podían dar consejos sobre lactancia, porque no me habían formado sobre ella. Sabía de enfermedades en niños. Pero las madres cuando tenían un problema me preguntaban también sobre temas en los que no me había formado. Uno de ellos, la lactancia, otro, la crianza en general.

Lo cómodo para mí ante una lactancia con problemas era recomendar el biberón. Y lo es para muchos pediatras, por desgracia.

Tuve la suerte de que alguien me hablase de crianza y especialmente de conceptos de crianza contrarios a lo poco que me explicaron en el Hospital.

Así conocí un concepto que es clave en mí como pediatra en este momento: la crianza respetuosa.

La crianza respetuosa es necesariamente informada. Porque consiste en conocer a los bebés y especialmente a nuestro hijo y observarlo mucho. E intentar actuar respetando sus ritmos y sus necesidades.

Para hacer crianza respetuosa hay que ser humilde, porque por muy claras que tengamos nuestras ideas, debemos aceptar, que si a nuestro hijo no le funcionan, eran un prejuicio y por su bien debemos cambiarlas.

 

La mayoría de los autores defensores de la crianza respetuosa lo son a su vez de la lactancia materna.

Tengo que decir que me alegro de que la mayoría de los autores sean defensores de la crianza respetuosa y de la lactancia materna, porque defiendo ambas.

 

Pero…

Hay dos preguntas cruciales, para mí:

¿Porqué hay tan pocos autores que hablen sobre cómo dar lactancia artificial con criterios respetuosos?

¿Porqué en la casi totalidad de grupos de crianza que conozco hay sólo madres que dan pecho a sus hijos?

La respuesta a la primera creo que es, que hablar de alimentación artificial es para mucha gente un claro signo de que no se defiende el pecho. «Y quien no está conmigo, está contra mí». Muchos autores prefieren salvaguardar su popularidad con un discurso totalmente coherente y sin fisuras.

La respuesta a la segunda, creo que es que en el fondo, la lactancia materna no es tan bucólica como la pintan algunos. Los que defendemos la lactancia materna estamos cargados de argumentos (que además son ciertos) a su favor. Y hacemos muy bien esa defensa. El pecho está renaciendo. Los conocimientos necesarios para tener una lactancia exitosa son más accesibles de lo que lo han sido nunca. Queda mucho por hacer, pero confío en el éxito de esta lucha.

Pero «olvidamos» hablar de algo. En muchos casos, elegir la lactancia materna y la crianza natural, implica sacrificios. Sacrificios personales y hasta profesionales de mucho calado. Muchas mujeres los asumen de forma totalmente consciente. Pero en otros casos, esos sacrificios contradicen lo que es su propia personalidad, poniendo a muchas mujeres entre la espada y la pared de renunciar a unos proyectos a los que ha dedicado gran parte de su vida o sentirse malas madres.

Aquellas madres en las que mantener el proyecto profesional y la lactancia no son compatibles aparece una ansiedad y una culpabilidad que es difícil de vencer. En muchos casos imposible.

En otros casos, simplemente la lactancia se convierte en un motivo de sufrimiento. A veces los niños no consiguen alimentarse bien con el pecho, a veces dar el pecho es muy doloroso y exige una constancia que puede agotar a cualquiera. En muchos de esos casos son problemas subsanables con la ayuda adecuada. Pero a veces no, o no se dispone de esa ayuda y la madre, que quería dar pecho «se rinde». Eso le hace sentirse culpable: «Tal vez pude hacer algo más, tal vez me he rendido demasiado pronto…»

La forma en que se habla de la lactancia artificial no ayuda. Suele incrementar la presión atribuyéndole cualidades casi diabólicas que son en muchos casos claramente exageradas.

La razón para escoger el pecho al biberón, no es que la leche artificial sea venenosa. No lo es. Podría desafiar a cualquiera a que cogiese un grupo de niños de 5 años y haciéndole las pruebas que quisiera fuese capaz de decirme cual de esos niños tomó pecho y cual biberón. No hay forma de decirlo sin error.

La razón para escoger la lactancia materna es que el pecho es lo natural y por tanto su diseño es el mejor posible, y en la mayoría de los casos evita muchos más problemas de los que puedan aparecer y para muchas madres e hijos es una experiencia inigualable.

Hay patologías que son más frecuentes en los niños que toman leche artificial. Pero ninguna es comparable para mí al perjuicio que causa a un niño ser criado por una madre que sufre por serlo en lugar de sentirse realizada por serlo.

Algunas madres son conscientes del sacrificio que hacen al escoger la mejor opción posible. Y les duele perder lo que sacrifican. A veces eso las hace defender con más fuerza aún su elección, no entendiendo a quienes no toman esa decisión en situaciones «menos difíciles» que la suya. Y es entonces cuando nos volvemos radicales. Y cuando, aún no diciéndolo juzgamos a la otra madre y en nuestra mente la condenamos: «no está dispuesta a renunciar a lo que yo renuncié porque no quiere a su hijo lo suficiente». O buscamos justificaciones paternalistas: «ha escogido mal porque no está bien informada, si yo le contara…»

No estoy criticando a los lactivistas. Me estoy criticando a mí mismo como lactivista. De nuevo os pido, sed indulgentes con mi torpe exposición.

Y entonces tenemos «la respuesta», tal vez no la decimos, pero lo pensamos: «La que da pecho es mejor madre».

Acabamos haciendo con otras madres lo que tanto nos duele que hagan con nosotros, que nos critiquen, juzguen y condenen en algo tan importante como es la maternidad.

¿Qué me gustaría cambiar?

Algo debemos estar haciendo mal en nuestra forma de defender la lactancia materna, cuando dar un buen consejo a una madre sobre cómo dar lactancia artificial se considera prueba de cargo de que eres anti lactancia materna.

Y cuando una madre que compartía sus vivencias con otras madres y daba y recibía consejos en un grupo de crianza deja de sentirse cómoda en él y lo abandona sólo porque ha dejado de dar el pecho.

Lo que a mí me gusta de la crianza respetuosa, es que es humilde. Da una predisposición a ceder y aprender. No da nada por sabido o demostrado. Confía en la capacidad instintiva del niño para adaptarse lo mejor posible en cada situación. Y en que nuestra función es aprender con su crecimiento y apoyar sus intentos de adaptarse lo mejor posible a sus desafíos según sus propios recursos.

Pero para mí va más allá. Hay que respetar también la forma que cada madre tiene de adaptarse a los desafíos que supone serlo, confiando en su instinto, y en que si no entiendo lo que hace, es más posible que sea porque yo no tengo suficiente información sobre su situación, que porque ella no conozca las ventajas de lo que yo defienda como alternativa. Y que mi función como pediatra es apoyar a la madre dando los consejos que hagan su elección la mejor solución posible para su hijo.

Y por tanto, si escoge el pecho espero poder ayudarle a solucionar los problemas que puedan surgirle para que pueda seguir dándolo, y si escoge el biberón espero poder ayudarle para que lo dé a su hijo de la forma más beneficiosa para él.

Puedo haber sido torpe al expresarlo. Se que he tocado sentimientos que pueden resultar dolorosos.

Pero en esta lucha LM/LA me daría por satisfecho si en unos años fuesen cada vez menos las madres que hagan esa elección por no tener información o apoyo suficiente o por sentirse culpables. Porque cuando eso ocurre, pierden lo más importante para su hijo: haber tenido una madre que disfrutó de serlo, y cuya máxima preocupación fue dar todo su amor a su hijo.

Y sería muy feliz, si en los grupos de crianza pudiesen compartir sus vivencias madres que dan pecho y madres que dan biberón sin que se vean entre ellas con amenaza o reproche. Siendo simplemente lo que son, madres que quieren a sus hijos y les dan lo mejor que tienen a su alcance según sus circunstancias.

El primero de esos grupos de crianza respetuosa espero que sea mi página de Facebook. Participad, aprended y enseñad. Pero ante todo sed comprensivos y respetuosos con los demás.

Gracias por leerlo hasta aquí. Gracias por vuestra indulgencia y por supuesto espero vuestros comentarios para mejorar mi torpe exposición.

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¿Cómo escoger una mochila portabebés? por mochilasportabebes

Mochila Portabebés

Os presento una nueva colaboración de la mamá autora de mochilas-portabebes.es

Ya nos ayudó con un artículo sobre las ventajas de usar una mochila portabebés, y en este artículo nos ayuda a escoger una.

A la hora de escoger una mochila portabebés es posible que nos ocurra como con otros artículos de puericultura: hay tanto donde elegir que uno no sabe qué será mejor.

Hay que tener claro que nuestras necesidades pueden ser distintas a las de otras familias, por eso es importante que tengamos claros unos puntos básicos que nos permitan conocer qué se puede esperar de una mochila portabebés y en base a ellos poder elegir la que más nos conviene.

Para acertar en esa elección os damos los siguientes consejos:

1.- La mochila debe ser ergonómica
Muchas de las mochilas portabebés más conocidas en nuestro mercado, distribuidas por grandes tiendas de puericultura, no resultan cómodas ni para el bebé ni para el que lo lleva y, lo que es peor, la postura que ambos adoptan al usarlas no es nada saludable.
Una mochila portabebés ergonómica nos garantiza que se va a adaptar siempre tanto al bebé como a su papás. Es el portabebé el que debe adaptarse a los que lo utilizan y no al revés.
En una mochila ergonómica el niño va sentado (no colgado de sus genitales) con las rodillas flexionadas y ligeramente más elevadas que el culete (lo que se llama posición de ranita) y conservando en todo momento la curvatura natural de su espalda. El niño va bien pegado a quien lo lleva, lo suficientemente elevado para poder darle un beso sin esfuerzo, lo que garantiza que el porteador no ve modificado su centro de gravedad, algo que se traduce en comodidad y seguridad.
Si quieres leer más sobre este tema, puedes leer este artículo sobre qué es una mochila ergonómica y por qué llamamos colgonas a algunas mochilas portabebés.

2.- ¿Desde qué edad la vais a usar? ¿Hasta qué edad tienes planeado usarla?
Un recién nacido no tiene tonicidad muscular para sujetar su cabeza ni su columna, por lo que necesita un portabebés que se adapte a él y le ofrezca el soporte necesario, envolviéndole con firmeza pero sin puntos de presión. Sus necesidades, obviamente, son diferentes a las de un bebé que ya puede sostenerse sentado por si solo.
Por este motivo, debemos valorar si vamos a usar la mochila desde el nacimiento o más adelante, cuando el bebé ya tenga 6-7 meses.
Si vas a utilizar la mochila portabebés desde el nacimiento, lo ideal es elegir mochilas especialmente diseñadas para usarlas de manera saludable desde el primer día. Estas mochilas tienen características especiales, como la posibilidad de adaptar el panel sin usar accesorios o reducciones.
Es cierto que todas las mochilas ergonómicas incorporan algún tipo de reducción o admiten el uso de complementos, pero si quieres llevar a tu bebé de manera idónea desde el nacimiento lo mejor es que escojas una mochila especialmente pensada para ello.
Algunas mochilas pensadas para recién nacidos, por sus características propias, pueden quedarse pequeñas a partir de unos 9-10 kilos, más o menos en torno al año. Para algunos padres es un periodo de uso suficiente, pero si estás planeando comprar una mochila que puedas usar desde el primer día y hasta el último, que bien podría ser más allá de los tres o cuatro años, es mejor que elijas una mochila que te garantice que vas a poder hacerlo con comodidad. Puede que la inversión sea algo más elevada pero tendrás un portabebés al que podrás dar uso durante años y amortizar con creces, evitando tener que comprar otro más adelante.
Si vas a utilizar la mochila más adelante, cuando el bebé ya se sostenga sentado y tenga una envergadura suficiente para no tener que adaptar el ancho del panel de ninguna mochila, podrás elegir entre más posibilidades, pero te aconsejamos que valores también si tu bebé es grande o no. Si tu bebé tiene un peso y una altura importantes, te conviene elegir las mochilas más grandes; existen mochilas ergonómicas especialmente diseñadas para bebés de más de año o año y medio y para poderlas llevar con total comodidad hasta más allá de los cuatro años.

3.- ¿Qué uso le vas a dar?
Sería interesante también hacerse las siguientes preguntas:
⁃    ¿Quién la va a usar? ¿Sólo una persona? ¿Varias? ¿Un sólo porteador femenino o también un porteador masculino? Al margen de la cuestión estética, pues es importante que si la van a usar varias personas todas ellas se sientan a gusto, algunas mochilas tienen tallas, por lo que siempre deberemos escoger la más grande, pensando en el porteador de mayor tamaño.
⁃    ¿La vamos a usar en momentos puntuales o todos los días?. Si vas a usar la mochila a diario y durante horas, te conviene elegir una mochila que satisfaga completamente todas tus necesidades, la más importante de todas: que resulte muy cómoda y adaptable, al tiempo que te ofrezca la versatilidad suficiente para poder realizar con ella todas las actividades que tengas en mente realizar.
⁃    ¿Vivo en una zona calurosa o la voy a usar mucho en verano? Si es así, no está de más que elijas un modelo fresquito, especialmente pensado para estos usos.

4.- Los detalles pueden ayudarnos a decidir en caso de duda
Aunque las mochilas portabebés ergonómicas nos ofrecen una solución para llevar a nuestros hijos muy cuidada en acabados y con excelentes materiales, no todas cuidan los detalles de la misma manera.
Por ejemplo, podemos atender a algunos de estos detalles:
⁃    Si necesitamos o no que lleve algún bolsillo donde poder llevar unos pañuelos o un móvil.
⁃    Si vamos a salir con bolso que los tirantes incorporen una trabilla para poder sujetarlo sin que se nos caiga.
⁃    Si la capucha se puede retirar de la mochila y, si no se puede, cómo se puede recoger.
⁃    Si las cintas de ajuste se pueden sujetar con una goma para que no cuelguen en exceso una vez ajustada la mochila.
⁃    Si necesitas que se pliegue muy bien o que incorpore una funda para llevarla (o que se pueda comprar aparte).

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Infecciones graves en niños: Meningitis, Sepsis, Neumonías, Mastoiditis, Peritonitis, Celulitis periorbitaria.

Infección grave en niños o bebés precisa tratamiento hospitalario

¿Que deben hacer los padres si su hijo tiene una infección grave? Meningitis, Sepsis, Neumonía, Mastoiditis, Peritonitis, Celulitis periorbitaria…

Hay una serie de infecciones en niños que pueden ser graves y cuyo tratamiento se realiza, casi siempre, en un Hospital.

Cualquier infección grave suele tener las siguientes características:

– Producen muy mal estado general en el niño. Si un niño está animado y con buen estado general, es raro que pueda tener una infección grave. Solemos orientarnos por la fiebre cuando hablamos de infecciones. Pero es un error pensar que la gravedad va asociada a lo alta o baja que sea la fiebre. Lo esencial es el estado general y cómo de constante es la alteración del mismo. Cuando un niño tiene fiebre alta pero está bien, aunque sea a ratos, cuando baja. Es raro que tenga una infección grave. Pero si tiene mal estado general, constante sin recuperarse en horas, a pesar de que la fiebre pueda no ser alta, es cuando debemos pensar que tenga una infección grave o cualquier otro problema, pero igualmente serio.

Su empeoramiento puede ser muy rápido. A veces pueden tener una evolución a peor en pocas horas. Lo que significa que si nuestro hijo tiene mal estado general de verdad, cuando nos impresiona porque nunca lo habíamos visto así, debemos acudir al Hospital. No siempre va a ser algo grave. Pero si lo fuese, iniciar el tratamiento pronto es esencial.

– Precisan ser tratadas en un Hospital. Precisan tratamientos que no pueden ser administrados en casa y con un control estrecho de la evolución por profesionales preparados. Ya que una infección grave puede evolucionar rápidamente y es un desafío importante para el organismo, no podemos descuidarnos.

Hay mucha información en internet que puede hacerte pensar que son los padres los que tienen que tomar la iniciativa en estos cuadros.

Como Pediatra debo decir que lo más importante que deben hacer los padres de un niño que tiene un cuadro de este tipo es:

Acudir lo antes posible al servicio de Urgencias más cercano. Y si se puede elegir entre varios a una distancia similar, al del Hospital de mayor nivel entre ellos.

Al dar los datos, cuando el mal estado general del niño es evidente, hacerlo con el niño. De esa forma el personal de administración del Hospital ve al niño. En cualquier servicio de urgencias se da prioridad a los niños que están evidentemente graves. Si no está tan mal como para que su aspecto impresione es que posiblemente no está en uno de los casos descritos.

Confiad en el criterio de los profesionales que le atiendan. En este tipo de infecciones es necesario actuar rápidamente. El tiempo que dediquen a atender a los padres no están atendiendo al niño. El peor favor que podéis hacer a vuestro hijo es interferir en el trabajo de los médicos que tienen que atenderlo. Lo que no quiere decir que no estéis informados sobre lo que pasa a vuestro hijo.

Las infecciones graves más frecuentes y de las que podéis consultar artículos específicos son las siguientes:

Meningitis, Sepsis, Neumonías, Mastoiditis, Peritonitis, Celulitis periorbitaria.

Espero que nunca necesitéis esta información para aplicarla en vuestro propio hijo, pero si un día se da el caso, espero que os ayude a pasar esta situación con menos angustia.

Una cosa importante en todas estas infecciones es el Tiempo:

Cuanto más tiempo pasa sin que empeore, más probable es que mejore.

Cada hora sin malas noticias es una buena noticia.

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¿Es necesario dejar la lactancia si la madre tiene una culebrina?

Hay infecciones que pueden afectar a la madre y en muchos casos generan dudas sobre si se puede seguir dando pecho al niño. La culebrina es un ejemplo.

Si una madre desarrolla una culebrina, es porque en su momento pasó la varicela.

Luego tiene anticuerpos contra ella.

Esos anticuerpos pasaron a su hijo durante el embarazo.

Luego su hijo tiene anticuerpos contra la varicela hasta los 4 meses aproximadamente.

La madre desarrolla la culebrina porque en un determinado momento tiene una bajada de defensas (frecuente por no dormir bien durante los primeros meses de vida de su hijo). El virus, que estaba contenido por el sistema defensivo se activa y se reproduce siguiendo el trayecto de un nervio.

Pero la madre no desarrolla una varicela que afecte todo su cuerpo, porque enseguida produce anticuerpos que lo bloquean no dejando que se extienda más.

Esa subida de anticuerpos contra el virus de la varicela, pasa a través de la leche de la madre, a su hijo. Lo que le ayuda a defenderse contra el virus.

El virus de la varicela es muy contagioso y es fácil contraerlo por la simple convivencia.

Por lo tanto, retirar el pecho al niño no evita el contagio y sí le priva de las defensas que en ese momento su madre está produciendo contra el virus.

En cuanto a la medicación antiviral que puede prescribirse a la madre, es la misma que prescribiríamos al bebé si desarrolla una varicela complicada. Por lo que no hay problema en tomar el tratamiento y seguir dando el pecho.

Es de hecho, recomendable.

Todo este argumento es útil a otros virus, como el de la gripe.