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Mecanismos de autorregulación en bebés frente a cifras redondas

¿Porqué ponemos tantas cifras a lo que deben hacer los bebés? Hay quien describe a los niños como ingenios mecánicos con unos ritmos fijos. Y quien entiende que cuentan con mecanismos de regulación que funcionan bastante bien.

Todos los padres han oído consejos del tipo:

  • Dale de comer cada 3 horas y la cantidad que tiene que tomarse es xxx.
  • Tiene que echar los gases después de cada toma.
  • Ponle dos capas de ropa más de las que tengan los que hay a su alrededor para que no pase frío.
  • Tiene que hacer caca todos los días.
  • La cantidad de leche que debe tomar un bebé son 150 ml por kilogramo y día.
  • Con la edad que tiene, deberías quitarle ya una toma.
  • Con su edad debería dormir xxx horas.
  • Tiene que ganar de 150 a 200 gramos cada semana.
  • Tiene que sostener la cabeza con 3 meses, sentarse con 6, ponerse en pie con 9 y andar a los 12, dejar el pañal cuando se tercia en la guardería para que lo hagan todos a la vez y lo antes posible y apilar 27 tenedores haciendo equilibrios sobre la nariz antes de los…

Pero ¿de dónde salen estas cifras?

Pues es simple, son reglas fáciles de recordar. Pero generalizaciones inútiles. A mí me dieron muchas de esas reglas. Hay manuales de pediatría llenas de ellas. Para entendernos. La pediatría fue una de las últimas especialidades en surgir. Y lo hizo en pleno positivismo. Hacer ciencia era poner cifras a todo. En el mejor de los casos, estas cifras son medias estadísticas redondeadas para que se recuerden con más facilidad.

¿Porqué es absurdo plantearse así la crianza y cuál es la alternativa?

Los seres humanos, ya desde el nacimiento contamos con mecanismos que regulan nuestras respuestas al entorno y nos permiten adaptarnos. Los niños no son una excepción. Estos mecanismos son mucho más complejos y responden de forma mucho más adecuada que cualquier cálculo consciente que deseemos hacer.

Un ejemplo: Los diabéticos por desgracia tienen una esperanza de vida menor que la población general. Y eso es así porque por muy bien que seamos capaces de cumplir las reglas sobre alimentación y calcular las dosis de insulina adecuadas, lo hacemos peor que un páncreas que funcione.

Un ejemplo más claro y en la crianza: ¿Cuándo y cuanta leche dar a un bebé?

Mientras no tengamos pruebas de que no funciona, la mejor respuesta no es un número sino dos palabras: A demanda.

Reglas del tipo «debes darle cada x horas xx cantidad» de forma fija son absurdas. Pero rara es la madre a la que nadie le dice una regla así. Y en muchos casos se aplican generando problemas. Nadie come siempre lo mismo con regularidad matemática. Lo que un niño come es el resultado de una complicada ecuación en la que influye factores como:

– Si tiene más sueño o más hambre.

– Cómo comió en la anterior toma.

– Si ha vaciado o no su intestino y en qué grado.

– La temperatura a la que ha tenido que adaptarse durante la horas anteriores.

– Si ha estado más o menos activo.

– Si está consumiendo energía para defenderse de una infección.

– Si su intestino absorbe mejor o peor los nutrientes.

– Su estado de ánimo…

Son sólo algunos de los factores que es fácil demostrar que pueden alterar las necesidades de alimentación de un niño en una toma respecto a la otra. Encima no son factores cuantificables y que varían de persona a persona.

Poner una cifra fija y pretender que eso cubre las necesidades del niño es «infantil», absurdo y muy perjudicial, porque los mecanismos del niño para adaptar la toma a sus necesidades van a despertarse: Va a llorar, va a comer con ansiedad…

Tener cifras fijas, pautas fijas, resulta atractivo. Especialmente en algo nuevo que genera inseguridad como ser madre. Y se pretende dar esas cifras como una forma de aportar seguridad. Pero es una falsa seguridad que genera problemas, porque no se adapta a la realidad biológica de los niños. Somos seres biológicos, no mecánicos.

La alternativa es conocer las señales que nuestro hijo nos envía constantemente y saber cómo responder para facilitar que sus mecanismos de adaptación, mucho más elaborados que nuestras teorías, funcionen lo mejor posible. Enfocado a la pediatría es lo que llamo Pediatría Respetuosa.

La Pediatría Respetuosa tiene para mí 3 vertientes:

Conocer y respetar los mecanismos de autorregulación de los niños. Porque no disponemos de teorías capaces de superarlos.

Respetar la diferencia entre distintos individuos, en su forma de adaptarse al entorno y en su forma de enfermar y curar. Porque esas diferencias pueden hacer que la terapia de elección y las pautas a usar sean muy distintas entre dos niños.

Respetar las opiniones de los padres en sus elecciones sobre la crianza de sus hijos. Porque no sabemos tanto sobre crianza y sobre cada familia y niño en particular para estar seguros de que la opción que pretendamos como mejor lo es.


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¿Qué pasa si a partir de los 6 meses el colecho + lactancia da por resultado mal sueño?

Lo primero que debo aclarar es que para mí la lactancia materna a demanda y exclusiva durante los 6 primeros meses de vida y el colecho en esa fase me parecen las opciones naturales en crianza. Pero la frecuencia con la que a partir de los 5-6 meses las madres que han hecho este dúo empiezan a plantearme dudas y preguntas, porque hay problemas, también me dejan claro que al defender esta forma de hacer las cosas, lo hacemos muchas veces una forma excesivamente bucólica. Y que en muchos casos, las respuestas que somos capaces de dar para mejorar la situación no están a la altura. Posiblemente porque somos poco realistas y tenemos bastantes prejuicios. Lo malo es que eso acaba marcando con el sello de la ansiedad una maternidad. De hecho esto es la respuesta a una madre a través del sistema de consulta de Qoolife. Una Pekerrespuesta.

En concreto os voy a poner un ejemplo:

Hay niños que van muy bien de peso y talla. Incluso por encima de lo normal (pero daría igual si está en cualquier otra posición de las tablas). Lo que sí nos dice que esté por encima de la media, es que en realidad lo que voy a describir como un problema, lo es para la madre, no para el niño de forma directa. Lo que pasa es que como el vínculo madre-hijo es tan importante, cualquier problema que afecte de forma importante a la madre, acaba afectando al hijo.

El problema concreto es que muchos de los niños que han hecho colecho y lactancia materna a demanda, a partir de los 5-6 meses empiezan a despertarse con mucha más frecuencia de lo que lo hacían. Y las madres empiezan a empeorar mucho su calidad de sueño. Los ciclos de sueño de los niños de esta edad duran entre 45 y 90 minutos y los despertares suelen coger esa frecuencia o múltiplos de ella. En algunos casos el bebé sale de un ciclo de sueño y entra en el siguiente sin que lo percibamos. De hecho es lo que ocurría hasta que aparecieron los problemas. Cuando se despierta no es por hambre, porque en la mayoría de los casos es dar dos chupadas al pecho y se queda frito. Pero ya ha interrumpido el sueño de la madre.

A partir de los 5-6 meses lo que ha ocurrido es:

– Que el niño es más activo y más consciente de lo que le rodea. Antes había veces que al despertar simplemente se dormía. Pero con esta edad el desarrollo del vínculo afectivo del niño con la madre está más maduro y cuando sale de un ciclo de sueño y percibe que su madre está a su lado desea más el contacto con ella y tiene más tendencia a hacer su ritual completo de sueño. Su ritual ha consistido desde que nació en dormirse en brazos de su madre, tomando el pecho. Pero ahora él empieza a ser consciente de ello y a pedirlo.

– Empieza la alimentación complementaria. De hecho muchos pediatras aconsejan introducir la papilla de cereales nocturna para que el niño no se despierte por hambre. Funciona cuando es esa la causa, pero no cuando es la descrita en el punto anterior. Muchos de estos niños de hecho asocian un rechazo a la alimentación complementaria, especialmente si es la madre quien la ofrece. En este sentido, evitad luchar con el niño para que coma la alimentación complementaria. Eso sólo genera rechazo a la comida y que acaben comiendo lo que realemnte quiere (el pecho) cuando no se le discute darlo (de noche). La solución es tener claro que no hay prisa en la introducción de la alimentación complementaria, que es mejor que ésta se la dé otra persona que no sea la madre y que cuando sea la madre quien la dé, primero ofrezca el pecho y tras ello la complementaria, aunque haciéndolo así no tome más que unas pocas cucharadas. Esas pocas cucharadas irán poco a poco a más y llegará el día en que el niño acepte empezar con ellas incluso antes del pecho.

– Más frecuente en otoño. Durante las estaciones en las que hay más luz el ciclo de sueño de los niños está mejor definido. Al pasar al otoño los ciclos de sueño de los niños se vuelven menos profundos y menos definidos. Aquí algunos usan la melatonina durante el cambio de estación para favorecer que al salir de un ciclo de sueño y pasar al siguiente se haga sin llegar a despertarse en más ocasiones. A veces ayuda y a veces no.

– Pero lo principal que hace que los problemas aparezcan en esta edad es el hecho de que entre los 5 y los 7 meses cambia el patrón de sueño de los niños. Hasta entonces lo que tenía era una sueño de dos fases poco definidas típicas del bebé pequeño. A partir de esa edad pasa a ser un sueño como el del adulto, con cinco fases, en el que pueden empezar a aparecer las pesadillas o los terrores nocturnos y del que cuando se se sale es algo más difícil volver a dormir. Como el niño siempre ha usado un mismo ritual de sueño (pecho en brazos de mamá) lo pide con más frecuenci.

Soluciones:

Lo primero, ¿es realmente necesario aplicar algún cambio importante? Pues depende de la calidad de sueño de los padres. Y no es algo secundario. Ni me parece un planteamiento adecuado «yo me sacrifico». Hay que entender que si los padres no descansan, precisamente por lo fuerte que es el vínculo afectivo que hemos formado con el niño a través de la lactancia y el colecho, es seguro que el malestar de los padres acabará afectando al niño. Hay que ponerle solución si la situación afecta al descanso de los padres y a su estado de humor.

Vale, y ¿cuál puede ser la solución, especialmente cuando se tiene claro que quiere seguir dándose el pecho?

Hay quien recomienda retirar el pecho durante la noche, dar una papilla de cereales y si de noche se despierta ofrecer el chupe o un biberón de manzanilla. Yo no lo recomiendo, porque un niño que no ha usado chupe o biberón hasta ese momento, difícilmente va a aceptarlo precisamente cuando lo que quiere es dormirse. Y porque dar el chupe o el biberón vuelve a necesitar de nuestra ayuda para hacer el ritual de dormirse. No soluciona nada.

Aquí otra aclaración importante. Si nos planteamos lo que sigue no es porque queremos que el niño pase la noche del tirón, sino porque ha llegado a una situación en la que hay 5-6 despertares o más, lo que hace imposible un descanso adecuado de los padres. Lo que queremos no es que el bebé no nos pida ayuda si tiene hambre, miedo o necesidad de afecto. Lo que soluciona la situación es que cuando el bebé lo único que quiere es volver a dormirse, sea capaz de hacerlo sin nuestra ayuda. Eso reduce drásticamente los despertares de los padres y mejora su calidad de sueño hasta un nivel compatible con una existencia decente.

Se propone entonces a los padres que saquen al niño del dormitorio. Es decir, que sacrifiquemos el colecho para manteniendo el pecho hacer posible el descanso de los padres. Esto plantea dos opciones:

Aguantar a ver si acaba mejorando en un tiempo razonable. A mi modo de ver el tiempo razonable se ha terminado cuando la falta de descanso empieza a repercutir seriamente en los padres. Más concretamente en su humor. Si percibes que por agotamiento has acabado por responder de forma desagradable a tu hijo o tu pareja, no poner solución ya está perjudicando a tu hijo seriamante.

Decidirse a probar esta opción. Yo lo aconsejo antes de llegar a lo descrito arriba. Y lo hago, no porque esté en contra del colecho, sino porque la experiencia me dice que mejora mucho la calidad de sueño de la madre y eso beneficia mucho al niño.

Ventajas de sacar al niño del dormitorio de los padres cuando los padres duermen mal:

En primer lugar, a veces los niños se despiertan 6-7 veces en la noche, pero la madre se despierta cada una de ella y otras muchas cada vez que el niño hace un movimiento o un ruido bruscos. Sumados pueden ser 15-20 veces en la noche. Cuando el niño duerme fuera del dormitorio de los padres, los padres se despertarán las veces que de verdad necesita que le ayuden o asistan, pero no con cada movimiento o ruido que haga mientras duerme. Eso ya de por sí mejora mucho la calidad de sueño de la madre.

Segundo. Lo que queremos es que el bebé desarrolle un ritual de sueño nuevo en el que, sin ayuda de sus padres, cuando se despierta, pueda volver a dormirse sin ayuda. Aún cuando iniciamos ese ritual, es mucho más fácil que vaya cogiendo el nuevo ritual si las condiciones para hacer el antiguo no están a su alcance inmediato. Es decir, si su madre no está «durmiendo» a su lado.

En los despertares que siga llamando a la madre, recomiendo darle el pecho de forma inmediata para que vuelva a dormirse en el menor tiempo posible. No pretendemos eliminar el pecho, sólo un colecho que no estaba funcionando.

¿Y si el colecho funcionaba? Es que entonces sobra todo este artículo.

En cuanto a la forma de hacer el cambio de ritual, leed la parte final del Peketema 2:

Como enseñar a dormir a un bebe sin dejarlo llorar

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Cómo dormir a un bebe sin dejarlo llorar

Enseñar a un bebé a dormir sin dejarlo llorar es posible.

★¿Quieres que tu bebé aprenda a DORMIR SÓLO? NO LE DEJES LLORAR ☹. Hazlo sin que llore☺. Explico cómo. Al método Duérmete Niño le falta imaginación.

Un niño puede despertarse por muchos motivos durante la noche: Puede tener hambre, pedir afecto, porque esté incómodo o con dolor, pero también porque se haya despertado, quiera volver a dormirse y no sepa hacerlo sólo.

Cuando sale este tema muchos empiezan negando la mayor: «¿Y para qué quiero que mi hijo aprenda a dormir sólo?»

Yo, personalmente hace tiempo que no me dedico a juzgar a los demás. Tengo claro que existen muchas circunstancias diferentes en las familias, que pueden hacer que las mejor opción no sea la que en condiciones ideales pueda calificarse como óptima. Y cuando los padres me plantean cómo conseguir que su hijo aprenda a dormir sólo les explico lo siguiente.

Hay que entender varias cosas cuando hablamos de dormir a un bebé:

En primer lugar, la forma instintiva de dormirse de los bebés incluye en su ritual a los padres. Especialmente, si toma pecho a demanda, a la madre. En ese sentido yo recomiendo no plantearse el enseñar a un niño a dormir solo mientras sea posible evitarlo. Hasta aquí llegan muchos defensores de la crianza respetuosa, entre los que me incluyo.

Pero, hay situaciones en las que para que unos padres descansen (y en ocasiones también para que lo haga el hijo) hay que modificar ese instinto. Los motivos son muy variados.

Pero como digo, no es mi papel juzgar a los padres decidiendo si en su caso está más o menos justificado. Lo que sí tengo claro es que si unos padres no descansan con una calidad mínima, a la larga el niño se va a ver afectado negativamente.

Una de las causas más frecuentes es el inicio del trabajo por parte de la madre al acabar la baja maternal. En España, esa baja es claramente demasiado corta. Lo recomendable, como mínimo sería llegar a los 6 meses. Llegar a lo que tienen otros países europeos parece imposible…

Siendo como es esto, entiendo que hay padres para los que sin que su hijo aprenda a dormirse sólo, el ritmo de despertares nocturnos puede impedir un descanso mínimo «compatible con una existencia decente». Ante eso hay quien dice: «La prioridad es el bienestar del niño, y ser padres es sacrificarse». Lo que traducido a coloquial significa «ajo y agua…»

Pero, por favor, vamos a ser un poco menos radicales y a entender que si unos padres no descansan mínimamente, eso afectará negativamente al niño.

Muchos, aún así optan por mantener que la mejor opción es que los padres se sacrifiquen, porque la alternativa en España durante mucho años era el método Estivill, que resulta bastante agresivo.

La verdad es que escribir todo un libro sobre este método tiene mérito. Porque consiste en resumen en que dejes al niño en la cuna y acudas a calmarlo dejando un tiempo que va en aumento (reloj en mano) entre asistencia y asistencia, hasta que el niño se resigna a que no lo vas a coger y se duerme entre sollozos. Hala, ya te has ahorrado leer el libro.

En la mayoría de las ocasiones (aunque funcione, que funciona) supone situaciones límite para el niño y los padres que ponen seriamente a prueba la relación afectiva entre ellos. Pero lo más grave a mi parecer, es que hay alternativas viables e infinitamente menos traumáticas para conseguir el mismo objetivo. Eso es lo que voy a explicar ahora.

En los que eligen que su bebé aprenda a dormir sólo, ¿cuál es el objetivo?

Un niño puede despertarse por muchos motivos durante la noche: Puede tener hambre, pedir afecto, porque esté incómodo o con dolor, pero también porque se haya despertado, quiera volver a dormirse y no sepa hacerlo sólo. Cuando unos padres se plantean que su hijo aprenda a dormirse sólo, no es para no acudir en cualquiera de esos casos. La intención es sólo que no sea necesario en el último. Si un niño llama a sus padres por hambre, necesidad de afecto, dolor o incomodidad, la única opción razonable es que sus padres resuelvan esas necesidades del niño. En la mayoría de los casos de niños «que no duermen bien», los niños duermen bien, son los padres lo que no lo hacen. Y para el niño el problema es convivir con unos padres de mal humor. Por tanto el objetivo para mejorar la calidad de vida de la familia (niños y padres) es reducir el número de despertares de los padres al mínimo necesario. Hacer compatible que se atiendan las necesidades del niño y que los padres tengan la mejor calidad de sueño posible.

Despertares de bebés que no lo son

Los niños son seres vivos. Se mueven, y hacen ruidos. Incluso durante el sueño. Cuando unos padres llevan varios meses sin dormir, llega un momento que ante cualquier signo de actividad del niño, el padre más cercano al niño (habitualmente la madre) de forma instintiva hace cosas para intentar que el niño se vuelva a dormir (hablarle, acariciarlo, mover la cuna…). Pero es que en muchos casos, el niño está en realidad dormido. De hecho algunos de los despertares pueden ser provocados por hacer esas cosas. Los niños, como los adultos, tienen ciclos de sueño. En el caso de los bebés son más breves. A veces duran unos 45 minutos. Cuando sale de un ciclo de sueño y empieza el otro, pasa por una fase en la que se mueve más, hace más ruidos. Pero generalmente, sin llegar a despertarse. Si en ese momento hacemos algo que le estimule, podemos despertarlo con facilidad. En esto la regla es clara: «Si se mueve o hace ruidos, pero sigue tranquilo, no hagas nada.» Incluso en los padres que sabiendo esto no hacen nada, el resultado es que la madre se despierta cada vez que oye a su bebé hacer alguno de estos ruiditos. Y eso no son los 5-6 despertares que los padres suelen relatar como un problema para descansar. Pueden ser 15 ó 20 veces en una noche. Es decir, calidad de sueño = 0.

Ritual para dormirse

Para conseguir que el bebé, cuando se despierte y no tenga otra necesidad que dormirse, sea capaz de hacerlo sin ayuda, la clave es ¿cuál es el ritual que usa para dormirse? Todos lo tenemos. Para dormirnos, necesitamos una serie de condiciones: Luz/oscuridad, horario, temperatura, lugar, postura, ruido o ausencia de él… Hay una serie más o menos larga dependiendo de la persona. Y los bebés y niños no son una excepción. Si el ritual para dormirse implica la presencia de los padres, cuando el niño se despierte, va a reclamar esa presencia, simplemente porque quiere dormirse y son un elemento imprescindible para realizar el ritual que le permite hacerlo. Si tiene un ritual en el que la presencia de los padres no es un elemento esencial, cuando se despierte, si tiene sueño, volverá a dormirse sin pedir ayuda.

Y ahora la clave: ¿Como hacer el cambio? Dormir sólo a un bebé sin llorar

Es decir, ¿cómo cambiar el ritual que traen los bebés de serie para dormirse, que incluye a sus padres, por uno en el que sean capaces de hacerlo sin ayuda?

Y lo principal, ¿cómo hacerlo sin que el bebé lo pase mal y no dañar la relación afectiva con sus padres? Es decir, dormir al bebé sin llorar.

Como en la mayoría de los bebés, por desgracia, el punto de inflexión suele darlo el momento de la reincorporación de la madre al trabajo, voy a centrarme como ejemplo en esa situación. Ese momento está en la mayoría de los casos entre los 4 y 6 meses.

En esta época es, además, cuando algunos padres empiezan a plantearse cuándo sacar al bebé a su propia habitación.

Vuelvo a aclarar. Si hacéis colecho y todos descansáis bien, este planteamiento sobra. Pero si vuestra calidad de sueño es pésima y eso repercute en vuestra salud o gravemente a nivel anímico, podéis intentar lo que sigue.

Vamos a ver cual es el ritual de sueño ideal para mejorar la calidad de sueño de los padres. Como hemos dicho, buscamos que los despertares de los padres sean los mínimos durante la noche. Y por mínimos se entiende aquellos en los que pueden hacer algo por su hijo (darle alimento, afecto o aliviar alguna incomodidad).

No sirve para nada al bebé que su madre se despierte cada vez que en sueños hace un gemido, ni cada vez que sale de un ciclo de sueño, si es capaz de entrar solo en el siguiente. Para lo primero, la única solución es que la madre no oiga esos gemidos o ruidos normales del niño durante el sueño que no precisan que haga nada. Y eso no tiene más que una solución, y es que el bebé duerma en otra habitación.

Cuando esto se hace, si el niño tiene hambre, quiere afecto a está incómodo con más de 4-6 meses va a llamar a su madre. Y no parará de hacerlo hasta que se alivie su necesidad. Y en esos casos hay que acudir lo antes posible y actuar en consecuencia.

En cuanto a que sepa conciliar el sueño en su cuna y sin necesitar a sus padres, es necesario el cambio de ritual. Para eso:

  1. En su dormitorio, pon junto a su cama, un asiento cómodo para ti. Del que además no te cueste trabajo levantarte con tu bebé en brazos.
  2. Cuando notes signos de sueño, acúnalo en brazos sentado en ese asiento de su dormitorio. Dándole el pecho o el biberón. De la forma que suele hacerlo.
  3. Cuando veas que está tranquilo, pero no dormido, ponlo en su cuna. Pueden pasar dos cosas:
    1. Que se quede tranquilo en la cuna y se duerma a la primera. ¡Ya está! Pero eso sería lo fácil, y también lo menos frecuente.
    2. Lo normal es que conforme te levantas, o al echarlo en la cuna, te mire como diciendo «¿pero qué haces? que estaba a punto de dormirme» o se empiece a «mosquear». Aquí viene la diferencia radical con el método Estivill: Ni se te ocurra dejarlo llorar. Cógelo de nuevo y vuelve a acunarlo en brazos, alimentándolo de nuevo si es necesario. Cuando vuelvas a ver que está tranquilo, pero no dormido, de nuevo a la cuna.
  4. Repite esa operación, una y otra vez hasta que en una de las veces tu hijo se duerme en la cuna. Eso en algunas ocasiones son 3 veces y en otras 15.

¿Qué hemos conseguido?

Hasta este momento, tu hijo se dormía siempre en tus brazos, fuera de su cuna.

Cada vez que se despertaba y quería volver a dormirse, necesitaba realizar su ritual para dormir: En tus brazos, fuera de su cuna.

Cuando conseguimos que se duerma en su cuna unas cuantas veces, hemos creado un ritual alternativo. A partir de ahora, puede elegir.

Si las condiciones son que está en su cuna y tú no estás cerca, tiene la posibilidad de realizar sin ayuda su ritual alternativo.

Le hemos dado una herramienta nueva. Al estar durmiendo fuera de vuestro cuarto, no escucharás los ruidos normales que tu hijo hace durante el sueño, con lo que tendrás menos interrupciones en el tuyo.

Pero si tiene hambre, está asustado o desea tu afecto, o tienen dolor o incomodidad por algún motivo, te llamará como hacía antes. Y lo normal es que acudas para resolver su necesidad.

¿Algo más que pueda ayudar?

Hay varios detalles que a veces ayudan en este cambio para dormir a tu bebé:

  • Tu olor puede ayudar a dormir a tu bebé. Una de los sentidos más desarrollados de los bebés es el olfato. Si las sábanas de la cuna de tu bebé las metes en tu cama y duermes con ellas la noche anterior a ponerlas en su cuna, van a oler a ti. Eso a algunos niños les hace adaptarse con más facilidad a su cuna y a su nuevo cuarto.
  • El chupe no para dormir a un bebé. Intenta no introducir elementos nuevos en el ritual que el bebé no va a poder reproducir. Explicado claro. Si tu hijo no se dormía con biberón o con chupe, no lo uses para inducirle el sueño. Ya que si lo haces, como él sólo no va a poder buscar el chupe o el biberón para cogerlo, va a seguir necesitando tu colaboración para dormirse. Si lo usaba, al hacer el cambio intenta acunarlo sin chupe ni biberón, y acostarlo sin chupe.
  • ¿Medicación para dormir a un bebé?. Hay medicamentos que se usan para intentar resolver los problemas de sueño en niños. Lo más usado son anti-histamínicos que dan sueño. Los menciono en último lugar, porque no son la solución. Pueden ayudar. Pero por sí solos no resuelven el problema. Haciendo lo anterior, si damos uno de estos medicamentos puede hacer que el número de intentos de echarlo a la cuna antes de que se quede dormido se reduzca. No menciono el nombre ni la dosis, porque lo mejor es que vuestro pediatra os recomiende el medicamento y dosis disponible en vuestro país. Pero lo fundamental en estos medicamentos es saber que puede prescindirse de ellos y que por sí solos no solucionan nada.

De nuevo os aclaro, hablando de sueño, a mi entender, en una familia la prioridad es que todos sus miembros tengan la mejor calidad de sueño posible. Hay muchos padres que hacen colecho con sus hijos y todos descansan bien. Cuando eso es así, todo lo escrito en este artículo, sobra. Haced colecho.

Espero vuestros comentarios para mejorar este artículo. Me gusta estar en Internet para aprender al compartir.

Peketema 1
Peketema 3

 

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El niño caprichoso y sus problemas para dormir

El niño caprichoso y sus problemas para dormir

Niños caprichosos que no quieren irse a dormir. Cómo actuar.

 

La última causa frecuente de mal sueño que vamos a tratar es el niño caprichoso.

 

Es una mezcla entre dormir poco, cuesta que se duerma y se despierta con frecuencia, pero con un toque de mala uva.

 

Los casos anteriores eran problemas que el niño sufre y que no puede evitar (como tener las vegetaciones grandes) o que hemos generado nosotros (como dormirlo con el biberón).

 

En el caso del niño caprichoso, él es agente activo del problema. Hace voluntariamente que las cosas empeoren.

 

El ejemplo clásico es el preescolar que cuando es llevado al dormitorio, la lía un día tras otro y que tiene a los padres toda la noche en pie jugando, o con la tele viendo dibujitos.

 

Este es un síntoma más de lo mal que este niño está siendo educado, pero seguro que no es el único:

Llora o pega con frecuencia, se encapricha con facilidad y abandona las cosas una vez conseguidas, es desafiante, agresivo…

 

Una perla, vamos.

 

Las malas noches deberían ser al menos la gota que colma el vaso de la paciencia de los padres para que empiecen a plantearse uno de los aspectos más ignorados hoy en día en la cría de niños:

“Que la diferencia fundamental entre criar niños y criar boniatos es que al niño hay que educarlo”.

 

Como muestra un botón:

Piensa cuando fue la última vez que dijiste a tu hijo que no y fue que no, y cuantas veces le has dicho que no y ha sido que sí porque él lo manda.

 

Si vuestro hijo tiene menos de 2-3 años os recomiendo que leáis La Buena Educación.

 

Si es mayor de esa edad, felicidades tenéis la paciencia del Santo Job… Y os va a hacer falta, porque ya ha afianzado en su personalidad un rasgo que os va a costar eliminar.

 

No es imposible, pero debéis empezar ya, y vais a necesitar la ayuda de un buen psicólogo con casi total seguridad.

 

Porque para modificar la conducta del niño necesitaréis que un buen profesional detecte y os ayude a cambiar los fallos de vuestra propia personalidad.

 

Ya que si habéis llegado a esta situación es porque hay cosas que sin daros cuenta hacéis mal.

 

Él puede cambiar, pero no sin que lo hagáis vosotros.


Siguiente Capítulo: Despertares Programados…

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El niño que duerme poco

duerme poco

Mi hijo duerme poco: Una idea común de algunos padres en muchos casos no justificada.

¿Y eso qué es? Es decir, duerme poco según qué, menos que el niño de la vecina, menos de lo que quisiéramos, menos de lo que dicen los libros…

Según algunos manuales, un recién nacido duerme en torno a 20 horas diarias. Y va reduciendo poco a poco el tiempo de sueño hasta que, en torno a los 2 años, duerme unas 13 horas, alrededor de los 5 años unas 11 horas y un adulto debería dormir entre 6 y 9 horas.

Pero como todavía no he visto ningún recién nacido que sepa ver la hora en un reloj, ni dos personas iguales (ni siquiera los gemelos), tomarse esas cifras a rajatabla es una de esas cosas que a veces nos empeñamos en hacer.

Lo que no impide que sea imposible hacerle entender al niño la necesidad de cumplir con una media porque lo dice un “experto”.

Dicho de otra manera, que si el niño está a gusto durmiendo el tiempo que duerme, es que buscamos un problema donde no lo hay, se ajuste o no a lo que “suelen” hacer los otros niños.

Y como a los niños pequeños nada les impide dormir cuando tienen sueño (no tiene turnos de trabajo de 8 horas en los que habitualmente hay que estar despierto), al final no duerme ni un minuto menos de lo que necesita.

Podemos modificar el ritmo en el que duerme, pero es poco menos que imposible conseguir que un niño duerma más horas de las que necesita.

Capítulo siguiente: Tiene el sueño cambiado…

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Inducción del sueño en niños

Inducción del sueño en niños

Ritual para que un niño aprenda a dormirse solo. Consejos para acostarlos a dormir.

 

Todos nos dormimos realizando nuestro ritual de sueño.

 

Voy a daros un ejemplo de cómo hacer ese ritual en niños cuando lo que queremos es que aprendan a dormir solos.

 

Todo lo expuesto aquí esta pensado para empezar a hacerlo desde el primer día. Pero la mayoría de los padres no se plantean en serio el tema antes del mes o los dos meses.

 

Cuando más tiempo lleven haciéndose las cosas de un modo concreto, más difícil será cambiarlas después.


En algunos casos, como por ejemplo en niños con cólico del lactante, plantearse lo que sigue es poco realista antes de los 5-6 meses, ya que en estos niños una de las prioridades es que coman hasta que se sacien y se duermen al pecho mientras toman. En estos niños la educación del sueño es secundaria.


Cuando queremos empezar a habituar al niño a dormir solo, se facilita el cambio sacándolo del dormitorio de los padres a partir de los 5-6 meses.


Para aquellos padres que prefieren hacer colecho, sobra la explicación que sigue.


Y no hay una opción correcta y otra incorrecta. Depende de los padres y del niño.



 

En primer lugar el momento adecuado.


Os recomiendo en los niños menores de dos años (no hay una barrera antes de dos años – después de dos años, es orientativo) que se acuesten entre las 20:30 y las 21:30.

 

En este aspecto es especialmente importante la regularidad. Como ya dije, si un día nos saltamos su momento de dormirse, dad por hecho que no hay nada que hacer hasta unas 2 horas después.

 

Un ritual que suele dar buen resultado, es:

Baño, comida, mimitos y a la cuna.

 

Baño: Algunos niños se relajan con el baño (la mayoría). Otros se activan. Pero incluso en los que se activan momentáneamente, cuando los vestimos limpitos, les damos de comer y les tranquilizamos un poquito tienden a caer. Y el baño debe ser tranquilo, puede entretenerse un poco con un juguete, pero no es cuestión de liar “el asalto de los piratas” cuando queremos que se duerma al poco rato.

 

Comida: Conviene que coma tranquilo, sin forzarle, si sois de los que estáis “en guerra con en niño” por el tema de la comida, en la cena no es el momento de la batalla (de hecho soy de los que piensan que la mejor forma de ganar esa guerra es no plantar nunca batalla). Como si se acuesta sin comer prácticamente. En este momento es más importante la tranquilidad.

 

Mimitos: En esta fase se puede coger en brazos y hablarle con suavidad.

 

Aquí es donde está una de las claves. El error más frecuente para dormir a un niño está en que su necesidad de mimitos puede ir haciéndose progresivamente mayor, con lo que el rato de tranquilizarlo que inicialmente era de 5 minutos, más de una vez acaba alargándose una hora o más.

 

El objetivo es que ese rato sea cada vez más corto o que se mantenga, no más largo.

 

A la cuna: Aquí está la segunda clave. Hay que acostarlo en la cuna tranquilo, pero no dormido.

 

Si el niño se duerme fuera de la cuna, cuando se despierta en ella no es capaz de volver a dormirse.

 

No porque, como dicen algunos, se le quede grabada una imagen del sitio donde se durmió y si al despertarse ve algo diferente le dé un ataque de pánico.

 

Recuerdo una niña de cuatro años que cada vez que se despertaba de noche exigía que la bajaran al salón, para acostarse en el sofá viendo la televisión. Haciendo eso se dormía enseguida, pero era incapaz de hacerlo en su cuarto. No es que la niña quisiera hacer la puñeta a sus padres. Adivinad cómo la habían acostumbrado a dormirse cada noche…

 

Que un día se te duerma en brazos no quiere decir que debas despertarlo para echarlo a la cuna despierto.

 

Lo importante en educación es la norma, no la excepción.

 

Si un niño por norma se duerme en brazos, cuando se despierte necesitará repetir su ritual para dormirse, y éste incluye el estar en brazos, por lo que si se despierta pedirá tu colaboración para dormirse cada vez.

 

Si un niño por norma se duerme solo, cada vez que se despierta es capaz de dormirse solo de nuevo, con lo que te llamará cuando tenga hambre, esté incómodo o tenga necesidad de seguridad o cariño, pero si lo que quiere es simplemente dormirse de nuevo, lo hará él solito.

 

Éste es el objetivo de enseñarle a dormir solo, no pretendemos que renuncie al afecto de sus padres, ni que se quede a dieta de noche si tiene hambre, o se aguante con un pañal que le irrita. Sólo que si lo que tiene es sueño, sepa dormirse por sí mismo.

 

Truco: Para los niños muy pequeños (menos de 3 meses) a los que les gusta mucho estar en brazos, funciona a veces poner en la cuna una prenda de la madre impregnada con su olor. (Puedes por ejemplo dormir sobre la sábana de su cuna la noche anterior a cambiársela).

 

Esto se basa en que uno de los sentidos más desarrollados de los niños de menos de 3 meses es el olfato y tiene una íntima relación con la parte del cerebro que procesa las emociones.

 

A muchos niños eso les hace sentirse más seguros.

 

Estos dos últimos pasos del ritual (tranquilizarlo y a la cuna antes de que se duerma) son los que repetimos si el niño se despierta de nuevo durante la noche, pero teniendo claros los matices destacados:

El objetivo es reducir progresivamente el tiempo necesario para tranquilizarlo, y conviene acostarlo antes de que se duerma del todo.

 

 

 

A modo de resumen, los errores que conviene evitar si queremos que un niño aprenda a dormir solo:


Evitar cambios importantes en la hora de dormir. Si cada día lo acostamos a una hora según “nuestra muy nutrida agenda social”, el niño se encargará de completarla con “noches inolvidables”.


No hacer cosas que excitan al niño y le estimulan a seguir despierto: Como ver dibujos animados mientras cena o cualquier actividad que va a querer prolongar. Si hacemos esto es fácil que se rebele cuando le digamos que ya toca dormir.


Por mucho que pueda gustarnos hacerle mimitos, incluso si nos gusta más que a él, no debe ir progresivamente alargándose, o llegará el momento en que lo haga más de lo razonable. Pensad que eso mismo pedirá cuando quiera dormirse tras un despertar de los que tendrá varios a lo largo de la noche.


No interrumpir el proceso por continuos ajustes de condiciones supuestamente necesarios y secundarios. Como: “hay una rendijita de luz, bajad la voz, ir a por tal o cual objeto imprescindible…” Una de las principales características de los adultos con insomnio, es la necesidad excesiva de ajustes secundarios y la interrupción continua del ritual para dormirse por motivos innecesarios, que se aprende desde pequeños.


No dormirlo en brazos normalmente: Si se duerme en brazos, cada vez que se despierte y quiera dormirse, pedirá de nuevo brazos.


No echarlo ya dormido en la cuna: Si se duerme fuera de la cuna cuando se despierta querrá que lo saquéis de ella, para dormirse en el sitio en que suele hacerlo.

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Duérmete Niño : Mi opinión☟ Le falta imaginación y es muy mejorable.

Porqué ya No Recomiendo el Método Duérmete Niño

El método «duérmete niño» para aprender a dormir sólo. Porqué recomendaba antes este método y Ya No lo recomiendo. Hay opciones mejores.

Cuando yo hice la especialidad (de 1996 á 2000) estaba de moda «Duérmete niño» como forma de enseñar a los niños a dormir sólos.

Mientras me formaba como pediatra, conocí el sistema y además cuando preguntaba a algunos padres que lo habían usado, te decían que les había dado resultado.

En la especialidad, en realidad, no nos explican gran cosa de estos temas. Primero porque son bastante controvertidos. Y segundo porque la formación como pediatra se centra más en el tratamiento de las enfermedades que en otros temas, como la crianza.

Sin embargo, los padres te piden información sobre temas de crianza en cuanto dejas el hospital y trabajas en atención primaria.

Por suerte, después de acabar la especialidad y ya trabajando en atención primaria, empecé a moverme en internet.

Aquí encontré lo que no había encontrado en el Hospital: Distintas opciones. Formas muy distintas de conseguir lo mismo: Que padres e hijos puedan descansar decentemente.

Opciones a Duérmete Niño

Aparte del «Duérmete niño» había otras opciones, como el Colecho. Los defensores de ambas opciones eran bastante críticos con la otra. Ambos consideran una barbaridad a la otra y argumentan en su contra.

En mi caso, al leer los argumentos de ambos, no es que haya ido acercándome al colecho. Es que he ido alejándome del «Duérmete niño«.

Hay padres a los que ambos sistemas han ayudado a descansar mejor en la familia.

Pero cuando en la actualidad unos padres me preguntan cómo conseguir que su hijo duerma mejor, y dormir mejor ellos, les expongo las opciones que recomiendo:

Colecho.

Enseñarle a dormir sólo.

Pero a aquellos que prefieren la segunda, no recomiendo el «Duérmete niño«.

Dejar a un niño llorando en su cuna, para que aprenda a dormir sólo, funciona. Pero pocos padres son capaces de hacerlo como recomienda el libro.

Y sobre todo, hay formas menos «traumáticas» de hacerlo.

En este punto quiero ser claro. De igual modo que tomar un batido de chocolate a veces no supone un problema de salud importante, tampoco que un niño llore unas cuantas veces destruye la relación afectiva con los padres (como algunos pretenden). Se tiene una dieta sana si habitualmente comemos bien, aunque un día, excepcionalmente se tome un batido de chocolate.

Así mismo, aunque un niño llore sin que se le consuele (sea para que duerma en su cuna o porque tiene el capricho de jugar con el cuchillo jamonero y no se lo dejemos), si a diario le mostramos cariño y respeto, la relación afectiva con sus padres será buena.

Pero hay que ser cuidadoso escogiendo cuales son las situaciones en las que eso está justificado.

A mi entender, enseñarle a dormir sólo no es una de ellas. Porque hay formas mejores de conseguirlo. Sólo había que echarle un poco de imaginación y tener claro que el se pueden buscar equilibrios entre las necesidades del bebé y las nuestras.

Os remito al artículo dedicado a ello en esta misma web:

Aprender a dormir sólo al bebé sin llorar.