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Consecuencias de la Mala Dieta

CONSECUENCIAS DE UNA MALA DIETA EN NIÑOS

Si tu hijo tiene una dieta mala, pasa factura en su futura salud. Evítalo.

Problemas más frecuentes derivados de una alimentación inadecuada

 

Las consecuencias más frecuentes de una dieta inadecuada en nuestro entorno son cinco:

 

– El síndrome metabólico.
– El cáncer.

– La obesidad.

– El niño que no come

– El estreñimiento.

De ellos me centro en los tres últimos porque sé que una de las características del ser humano es que nos influye más lo evidente y lo inmediato.

Los otros dos, son problemas de salud graves, pero que suelen aparecer a más largo plazo y no resultan tan evidentes.

Por eso cuando se habla de la mala alimentación en los países desarrollados casi todo el mundo piensa de forma inmediata en la obesidad, en su antesala: el niño que come mal y en un asociado a ambos: el estreñimiento.todos_bodegon

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Mezclar estómago, cabeza y corazón: Complicación

Consecuencias negativas de confundir la comida con afectividad en niños.

El afecto es un ingrediente positivo en cualquier mezcla hablando de relaciones humanas. El problema es la sustitución del afecto por comida.

La alimentación es una necesidad primaria. Todo ser humano no enfermo come para nutrirse. Los niños no son una excepción.

Yo establezco una diferencia fundamental entre dos grupos de edad en relación a la comida: El lactante y el niño. El lactante es alguien a quien alimentamos. El niño es alguien que se alimenta de forma activa. No pongo un límite de edad. Porque hay niños a los que se les alimenta durante años.

En la primera fase de la vida (el lactante, por ponerle algún nombre), el ser humano no es capaz de alimentarse a sí mismo. Depende de los adultos para que le alimenten. Y si los adultos que le cuidan tienen una relación normal con él, cuando le alimentan le dan afecto sistemáticamente. El ejemplo más claro es la lactancia materna. Pero también una lactancia artificial dada con afecto (que es lo habitual).

Durante esta fase, es a veces difícil distinguir si lo que nos pide es comida o afecto. Y se dan ambas cosas juntas. Esto no es un problema, sino algo positivo:

Si lo que busca es afecto, se lo damos. Acompañarlo de comida tiene un efecto de refuerzo. Al comer y subir el nivel de azúcar en sangre, se liberan endorfinas (sustancias que en el cerebro desencadenan una sensación de placer). Con lo que recibir afecto ante un falta de afecto se refuerza como la solución idónea.

– Si lo que el bebé buscaba era alimentación. Le damos el alimento y lo hacemos con afecto. Lo que, aparte de ser la forma natural de hacer cualquier cosa con alguien a quien se quiere, evita que se generen reacciones de rechazo a la comida.

Pero llega un momento en que el niño se desarrolla y empieza a actuar de forma más autónoma con su entorno. En cuanto a la comida, empieza a curiosear, a interesarse por otros alimentos que toman los adultos. Y en muchos casos, especialmente si lo hacemos con flexibilidad y naturalidad, empieza a manipular los alimentos y a tomarlos por sí sólo.

Lo habitual es que esto sea un proceso espontáneo que en cada niño se desarrolle a su ritmo y que lo lleve al final a separar poco a poco la comida de la necesidad de afecto. Además el niño expresa mejor sus necesidades y los adultos que le rodean lo conocen y entienden.

Pero pueden aparecer problemas en este proceso. Los más frecuentes son:

Cuando los padres piensan que un niño no se alimenta bien. Si esto ocurre, es habitual que los padres lleguen a la comida con una sensación de angustia, que transmiten al niño. Lo que convierte la comida en algo desagradable y forzado. El niño acaba desarrollando ante eso rechazo. Otros padres no consiguen alimentar al niño sin entretenerlo (frecuentemente con la televisión, el móvil o montando un circo en cada comida…). Eso hace que para el niño la comida sea algo que le dan mientras le entretienen. Pasamos de un descubrimiento activo de la comida a una alimentación pasiva. En la mayoría de los casos, la solución es entender que las necesidades de comer del niño no se ajustan en horarios ni cantidades a un patrón que nosotros tenemos en la cabeza. Y que lo único que debemos hacer es ofrecer comida que el niño buscará en los momentos que tenga hambre.

Cuando ante una petición de afecto respondemos aportando alimentación sin afecto. En otros casos se ve a los niños inquietos, aburridos, nerviosos. En la mayoría de esas ocasiones, lo que el niño nos está diciendo es que necesita nuestra atención. Quiere que juguemos con él. Que salgamos a dar un paseo. O simplemente que le abracemos… Pero ante eso, algunos padres (a veces por falta de tiempo) descubren el milagroso efecto del trozo de pan, el paquete de gusanitos, el biberón de zumo, leche o manzanilla. Es dárselo y el niño se entretiene comiendo sólo. Y en pocos minutos se ha calmado. El mecanismo es, como decía antes, que al comer sube el azúcar en sangre. Eso libera endorfinas. Y se pasa a una situación de placer. Es muy efectivo. Y los padres tienden a usar este sistema más, cuanto menos tiempo tienen para su hijo o menos proclives son a manifestarle su afecto.

Todo esto sucede en una etapa de la vida en la que se forman las conductas inconscientes del niño que van a seguir funcionando de forma inconsciente durante el resto de la vida.

Lo previsible es que su futura relación con la comida sea:

– Muy selectiva: Ya que en su relación con la comida hemos eliminado la curiosidad y el gusto por explorar (lo hicimos pasivo).

– De rechazo: Si lo que hicimos fue una guerra de cada comida.

– Compulsiva: Es decir, va a buscar la comida como forma de calmar las necesidades afectivas.

Por tanto mezclar estómago (la alimentación), con la cabeza (ideas preconcebidas de los padres) y corazón (sustituir afecto por comida) es fácil que produzca complicaciones.

Vuelvo a aclarar: No es dar comida con afecto lo que produce problemas (eso es positivo) es sacar el afecto de la alimentación o sustituirlo por ella.

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Consumismo en la comida de los niños

Problemas con la comida en niños debidos al consumismo de nuestra sociedad.

 

La comida se ha convertido en mucho más de lo que es su función natural de suministro de energía y material para el cuerpo.

Hoy en día es excepcional la reunión social que no se realiza en torno a la comida:

Comidas de negocios, familiares, de navidad, de año nuevo, de noche vieja, bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, despedidas de soltero…

Y cada vez son celebraciones en las que la comida resulta dentro de un ambiente general de exceso, más desproporcionada.

Mis padres no eran ricos, cuando se casaron, invitaron a sus amigos y familiares a chocolate con churros. Pero esa era la norma.

Hoy en día cualquier boda sin una comida con entrantes, dos platos, postre y barra libre es “de muertos de hambre”.

Los Bautizos y las Comuniones han alcanzado el nivel de las bodas.

Los cumpleaños son cada vez más estrambóticos en una especie de competencia por no ser menos que los padres de los amiguitos de nuestro hijo.

Parece imposible quedar simplemente para dar un paseo sin empezar o acabar comiendo. O hacer directamente rutas de tapeo en las que paramos para volver a comer cada 100 metros (especialmente en el sur: vivo en Granada, la ciudad de las tapas gratis).

“Ir de campo” se ha convertido en llegar en coche a un merendero, andar cien metros hasta la barbacoa libre más cercana e hincharnos a comer.

En realidad no puede decirse que no se haga ejercicio: tan sólo acarrear la cantidad de comida, bebida y mobiliario que se lleva a una de estas “excursiones a la naturaleza” es un ejercicio sobrehumano.

En todas estas ocasiones y otras más (cine, centro comercial…), acabamos comiendo comida de mala calidad y en cantidades innecesarias para nuestra nutrición.

Y los niños están dentro de esa forma de hacer las cosas. Les ofrecemos de forma totalmente desordenada esa comida de mala calidad en función, no de sus necesidades, sino de nuestros planes sociales.

¿La consecuencia?

Una obesidad infantil en aumento y una dieta en general difícil de mantener mínimamente sana.

¿La solución?

Actividades de ocio más sanas y activas.

Procurar tener una alimentación en la que cuidemos más de la calidad.

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Alimentación industrial

Problemas de nutrición en niños debidos al consumo de alimentos procesados industrialmente. Conócelos y escoge.

 

Cada vez tenemos menos tiempo para elaborar nuestra propia comida, con lo que dárnosla hecha es un buen negocio.

Esto en sí no tiene porqué ser negativo.

Pero entonces llegan las otras consideraciones:

  • Como empresa mi objetivo es vender más que la competencia.
  • La mayoría de la gente a la hora de comprar comida no se deja guiar por lo que es más sano (hay una parte de la población que sí, y hay productos para ellos), sino por sabores, colores, presentación y precio fundamentalmente.
  • Si se vende más un alimento menos soso, añado sal, si más dulce, azúcar, si con colores más llamativos, colorantes, si con sabores más intensos, grasas saturadas…
  • Si el alimento tiene una vida corta, se recurre a conservantes.
  • No sobrepasando los límites legales. 

Esos límites se establecen para que un consumo razonable del producto no genere problemas serios.

Pero ¿desde cuando consumo y razonable han ido de la mano?

Una persona que se alimenta mal no come productos de una sola marca, por lo que es difícil que sea achacable a una en concreto el efecto de consumir esos alimentos.

Y si alguien lo hace la empresa siempre puede argumentar que cualquier cosa en cantidad excesiva es perjudicial y que ellos no obligan a nadie a consumir sus productos y mucho menos como fuente exclusiva de su dieta.

El problema es que en el caso del comprador priman razones poco sanas y para escoger. Y en el caso del productor, excepto casos especiales que defienden su producto como dieta sana, los objetivos son amoldarse al gusto del consumidor, sea sano o no, que el producto se conserve el mayor tiempo posible (lo que lo hace más barato) y que su composición y elaboración sea lo más barata y con el mayor margen posible.

Eso no son, evidentemente, criterios nutricionales que vayan destinados a mejorar la salud a largo plazo de nuestros hijos.

Los niños son especialmente sensibles a la acumulación de sustancias químicas, como conservantes o colorantes. Que no están en la alimentación industrial porque aporten ninguna ventaja nutricional, sino como un «mal menor inevitable» para hacer rentable el alimento industrial.

Por lo que suele ser un buen consejo nutricional reducir el consumo de productos elaborados industrialmente para el consumo masivo, especialmente en niños.

Es preferible, desde el punto de vista de salud, en casi todos los casos tomar un alimento natural procesado en casa que un alimento procesado industrialmente.

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Principios para una dieta sana

Para que tu hijo tenga una dieta sana sólo hacen falta unos pocos principios. Descúbrelos.

Hablando de nutrición es más útil centrarse en los principios generales que toda dieta sana debe cumplir y en las principales desviaciones que en nuestro entorno generan problemas. Hacer una dieta en la que nos dediquemos a contar gramos de cada cosa, es un poco absurdo por varios motivos:

  1. En primer lugar porque nadie lo cumple. Nadie en su sano juicio puede dedicarse a contar constantemente lo que come.
  2. Pero es que además, aplicar a dos seres humanos una misma dieta no tiene sentido. Somo diferentes. 
  3. Y encima, contamos con un aliado con el que no solemos contar: Nuestro intestino. Tiene capacidad de absorber mejor lo que el cuerpo necesita y dejar pasar aquello que sobra. Los problemas en la alimentación surgen sólo cuando nuestra dieta es tan inadecuada que sobrepasa la capacidad del intestino de seleccionar los nutrientes adecuados para el cuerpo, sea por exceso de algún componente o porque nunca tomemos algo esencial.

Los principios generales son muy simples, hablo de preescolares, escolares y adultos.

  • Frecuencia de las comidas: Desayuno, media mañana, comida, merienda y cena. No se pica entre esas comidas.
  • Cantidad de comida: Hasta que se queda sin hambre. Poned raciones pequeñas de modo que se pida más si se tiene hambre, pero no se coma más por simple inercia. “La ley del pobre: reventar antes que sobre.” Está bien, pero no hagas tanta comida que sea obligado reventar para que no sobre.
  • Variedad de comida: El ser humano es omnívoro. Es decir, su cuerpo está preparado para comer y digerir casi cualquier alimento. Para no tener falta de algunos elementos esenciales es necesaria la variedad en la alimentación. Pero hemos ido añadiendo tal variedad de productos elaborados que tienen funciones distintas de la nutrición que hemos adulterado nuestra alimentación generando problemas cada vez más frecuentes.

Hay una regla muy fácil respecto a lo que es necesario hablando de nutrición y lo que no:

“Si tu abuela no lo tomó nunca y vivió muchos años sin problemas, es que no es necesario para la nutrición humana.”

¿Tu abuela tomaba Actimel, Danonino, Petit suis, Aquarius, Coca-cola, Pepsi, Lasañas precocinadas, pizzas precocinadas, Bollicaos..?

La mía no y vivió 91 años, y su madre tampoco y vivió 103 años.

La segunda clave para evitar problemas nutricionales es conocer las conductas más habituales que alteran la alimentación hoy en día.

Principales desviaciones de la alimentación:

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Importancia de la alimentación en la salud

Descubre la importancia de lo que comen nuestros hijos en su salud.

Alimentarnos es la forma en que nuestro cuerpo coge de nuestro entorno aquello que necesita para construir, transformar y mantener su funcionamiento.

La frase “Somos lo que comemos”, lo expresa muy bien.

Todo nuestro cuerpo está formado de las sustancias que adquirimos por medio de lo que comemos.

Como en un edificio, se necesitan cantidades concretas de cada una de esas sustancias para que la construcción se realice de forma adecuada y para que funcione bien.

Por suerte la mayoría de los seres vivos han tenido que sobrevivir durante su evolución a situaciones mucho más adversas que las actuales, lo que ha hecho que dispongan de mecanismos para compensar cierto grado de carencia o exceso de algunas partes de nuestra alimentación.

Cuando aparecen los problemas de salud derivados de una mala alimentación, es porque la capacidad del organismo de adaptarse a una alimentación inadecuada se ha superado ampliamente.

Lo que nos lleva a dos conclusiones:

  1. No es necesario pesar de forma obsesiva los gramos que comemos al día de cada alimento, y no tiene sentido describir una dieta rígida, como la única que garantice la salud, porque nuestro cuerpo tiene una buena capacidad de adaptación, absorbiendo lo que necesita y desechando lo que no, hasta cierto grado.
  2. No hay que subestimar los problemas de salud que provienen de una dieta inadecuada, porque si el problema ha aparecido es porque la capacidad de nuestro cuerpo de adaptarse ha sido superada ampliamente. Luego nuestra dieta no es nada adecuada y si no la cambiamos, generará nuevos problemas con el tiempo.

Por otro lado, no todos los edificios son iguales.

Y del mismo modo tampoco lo son las personas.

Existen multitud de circunstancias que pueden modificar lo que será una alimentación sana para cada individuo.

Una de ellas es su genética.

Ejemplo:

Hay personas que padecen un exceso de colesterol que es hereditario, lo que modifica el tipo de alimentos que pueden consumir sin que aparezcan problemas de salud.

Otra de ellas es la intensidad y el tipo de actividad que realizamos.

Ejemplo:

Dos hermanos gemelos, con los mismos genes incluso, pueden realizar diferentes actividades al día que hagan totalmente diferentes sus necesidades alimenticias.

Si uno lleva una vida sedentaria y el otro es un nadador de élite, por hablar sólo de un aspecto como las calorías, el segundo puede consumir 5 veces más calorías que el primero.

Nuestro entorno.

Ejemplo: La humanidad se ha desarrollado en ambientes muy diferentes y ha sobrevivido en todos ellos, con dietas muy distintas.

Hasta la globalización, la dieta de las diferentes áreas geográficas era uno de sus principales rasgos diferenciales. Y las enfermedades que aparecían en cada cultura, relacionadas con sus carencias y excesos también.

La cultura en sí.

Ejemplo: Creencias religiosas o filosóficas, como no comer carne de cerdo o ser vegetariano, usar mantequilla o aceite de oliva, de girasol o de soja para cocinar, son cuestiones que se definen por factores meramente culturales.

Hay otros muchos factores que, como los descritos, influyen en distintas formas de dieta, que en su variedad pueden ser todas adecuadas para mantener un cuerpo sano.

No hay por tanto una dieta sana ideal para todo el mundo.