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Culebrinas en niños

Culebrinas en niños

La culebrina o Herpes Zoster en niños. Una forma leve de la varicela siguiendo un sólo nervio.

 

¿Qué es una Culebrina?

 

El virus causante de la Varicela es el Herpes VaricelaZóster.

Es un virus al que le gustan los nervios.

 

Cuando alguien pasa la Varicela, el virus puede queder como dormido en algunos nervios.

 

A veces, si bajan las defensas, el virus puede empezar a multiplicarse y se extiende siguiendo el trayecto de un sólo nervio. Es lo que llamamos Culebrina.

 

culebrina herpes zoster

 

Una Culebrina uede doler bastante. Especialmente en adultos. En niños el dolor de la Culebrina es muy variable. Hay niños a los que casi no les molesta.

 

En algunos casos el dolor aparece incluso antes de que veamos nada extraño en la piel. Y puede mantenerse bastante tiempo después de que desaparezca la Culebrina. Eso es más frecuente en ancianos, y mucho más raro en niños.

 

Para tener una Culebrina previamente, debe uno haber pasado la Varicela.

En algunos casos vemos niños con Culebrinas cuyos padres creen que no la han pasado. Pero es que la Varicela es en ocasiones tan leve que se interpreta como algunas picaduras sin importancia. En teoría puede pasarse incluso sin ninguna «burbujita».

 

Evolución de la Culebrina en Niños

 

Habitualmente en los niños, el dolor de la Culebrina es más leve y la aparición de complicaciones es mucho más rara que en adultos.

 

Suelen salir vesículas en la piel siguiendo el trayecto de un nervio. Lo que es casi horizontal en el tronco, y a lo largo en brazos o piernas. Por esa forma es por lo que la gente le dio el nombre de Culebrina.

 

No forman una linea perfecta. Aparecen como grupos de vesículas siguiendo la linea, en la que pueden quedar zonas limpias.

 

Van saliendo durante 3-5 días. Y luego tardan otros 3-5 días en desaparecer.

 

A veces se infectan con gérmenes de la piel. Lo que puede hacer que tarde más en desaparecer.

 

Contagio del virus Varicela Zoster a partir de una Culebrina

 

El virus se puede contagiar a otros mientras las vesículas no se sequen por completo. De hecho es la forma habitual en que aparecen los brotes de varicela. El primer caso suele ser una culebrina. Los que no han pasado la varicela y tienen contacto con el enfermo pueden desarrollar la Varicela.

Pero la Culebrina no se contagia dando lugar a Culebrina en otra persona.

 

Es especialmente importante evitar el contacto del niño (o adulto) con Culebrina, con bebés menores de 6 meses, embarazadas que no sepan si han pasado la Varicela y enfermos con las defensas bajas.

 

Tratamiento de la Culebrina en Niños

 

El tratamiento para frenar la Culebrina es un antiviral (Aciclovir) que puede tomar en jarabe.

Si duele o pica debemos aliviar. Para el dolor se usan analgésicos, para el picor antihistamínicos.

Evitar la sobreinfección por otros gérmenes de la piel con cremas de antibiótico como Bactroban (Mupirocina). Especialmente a partir del 3º ó 4º día.

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El Estreñimiento en niños

Estreñimiento en niños

Cómo recuperar un movimiento normal de la tripa: Vence el estreñimiento de tu hijo.

Estreñido es aquel que hace caca dura y con dolor.

Si no hace todos los días, pero cuando sale lo hace sin dolor, y mientras está dentro no causa molestia, no es estreñido.

Hay tres grupos distintos de estreñidos:

El lactante estreñido, el niño que se estriñe al quitarle el pañal y el preescolar o escolar que no tiene unos hábitos adecuados.

Estreñimiento en el lactante:

Hay que diferenciar lo que es estreñimiento real del «Pseudo estreñimiento del lactante».

El «Pseudo estreñimiento del lactante»:

Cuando un niño nace, hace caca con cada toma o incluso más de una vez por toma.

La causa es el reflejo gastrocólico: En cuanto comen y el estómago empieza a llenarse manda órdenes al intestino para que empiece a hacer sitio.

Su barriga tiene poca capacidad y al entrar comida nueva tiene que decidir entre hacer sitio a la nueva (que trae más alimento) o quedarse con la vieja (que tiene menos alimento).

Decide hacer sitio a la nueva y la vieja la echa sin que haya acabado la digestión (por eso salen grumos blancos que es leche sin digerir).

Al principio el cierre del culete (el ano) no tiene capacidad de cerrarse.

Por eso es moverse la tripa y hacer caca, cada vez que come.

Llega un momento (entre las 2 y las 8 semanas habitualmente) en que el ano empieza a tener fuerza suficiente para contener la caca.

El niño puede relajarlo o apretarlo, pero no sabe cuando hacer una cosa o la otra.

El resultado es que después de cada comida sigue teniendo el reflejo gastrocólico.

Empieza a apretar la barriga (lo que muchos padres interpretan de forma equivocada como que tiene gases) y pueden estar un rato molestos y haciendo ruidos de queja hasta que se pasa el reflejo gastrocólico.

Eso le pasa tras cada toma en la que no consigue hacer caca.

En las que hace se queda a gusto en seguida.

Hace caca si relaja el ano mientras tiene el movimiento de tripa: Si relaja cuando la tripa no se mueve o mueve la tripa y no relaja el ano, pueden pasar días sin hacer.

La clave para saber que no es estreñimiento real es:

Cuando por fin hace,

a veces varios días después,

la caca es BLANDA.

¿Por qué no hizo antes?

Porque no dio la casualidad de relajar el ano mientras la tripa se movía.

El tratamiento:

Si lleva más de dos días sin hacer deposiciones hay que conseguir que haga.

Para eso lo que recomiendo son Verolax o Paidolax (enemas de glicerina de 4 ml).

Si leéis el prospecto veréis que pone «no recomendable para menores de 2 años».

Porque en lactantes pequeños si se introduce la cánula del enema hasta el fondo puede hacerles daño.

Por tanto en los menores de dos años puede usarse pero introduciendo sólo 1 centímetro o centímetro y medio la cánula y entonces se comprime el enema para que entre su contenido.

La clave para que sea efectivo está en el momento que lo estimulamos:

El momento más adecuado para usarlo es cuando notamos que el niño está encogiendo las piernas, con la barriga dura y haciendo gruñidos.

En ese momento se están produciendo movimientos en el intestino con la intención de expulsar las heces, pero no consigue relajar el ano.

La introducción de la cánula del enema estimula su relajación, y al introducir la glicerina favorecemos la expulsión de las heces.

Si lo hacemos de este modo conseguimos educar al niño para que entienda que cuando note los apretones de la barriga debe relajar el ano.

 

Hay niños que esto lo entienden en dos días

y otros que tardan dos meses.

No deben usarse los supositorios de glicerina (miden más de 1,5 cm) ya que hacen más daño al entrar y suelen echarlos enteros con lo que también hacen daño al salir.

No deben usarse tampoco el bastoncillo con aceite, la cerilla, la ramita de geranio ni el termómetro, porque ninguno de éstos está esterilizado y si le hacemos una herida puede infectarse con facilidad.

El Verolax o el Paidolax tampoco podemos estar usándolo continuamente.

Puede usarse durante un par de meses si es necesario pero no todos los días:

Si pasa dos días sin hacer nada,

al tercero le toca, cuando tenga el apretón.

O antes de los dos días

si en algún momento está muy molesto.

 

El estreñimiento real en el lactante:

Está realmente estreñido si las heces son duras.

Suele estreñir más la leche artificial que el pecho.

Por lo que algunos se estriñen al introducir la leche artificial.

Los hay también que se estriñen por falta de líquido, generalmente por preparar mal la leche (muy concentrada).

Y los hay que simplemente son estreñidos.

Cuando la caca es dura quiere decir que necesitan en la alimentación algo que les ayude.

Si ya toman fruta hay que evitar la manzana y el plátano maduro porque estriñen.

Le ayudan por ejemplo naranja o mandarina, ciruela, kiwi, piña…

Pero con la naranja, que suele ser lo más usado hay que evitar el error de dar el zumo.

El zumo tiene mucha vitamina C pero no aligera.

Es la pulpa que se queda en el exprimidor lo que aligera.

O sea, que al preparar la fruta hay que echar los gajos enteros (sin semillas) y batirla.

Si además toma verduras evitad la zanahoria y el arroz y no os paséis con la patata porque estriñen.

Deben darse verduras con hebras (judías verdes, puerro, apio…).

Cuando a pesar de tomar todo esto no hace si no se le estimula o si todavía no toma más que leche hay que añadir algo más: La Eupeptina es lo que yo recomiendo en los lactantes.

No uséis Eupeptina en el Pseudo estreñimiento, porque no soluciona el problema, sino que lo empeora: Hace que se mueva más la tripa (más retortijones) pero si no relaja el ano no sale nada.

La Eupeptina es un laxante que no se absorbe y no tiene dosis fija.

Hay niños que con una cucharadita hacen 7 deposiciones y los hay que con 7 cucharaditas no hacen ninguna.

Se empieza con dos cucharaditas al día mezcladas en agua, manzanilla o en el biberón con la leche y si no tiene deposiciones se aumenta una cucharadita más cada día hasta que se regule.

Si llega un momento que hace más veces al día se puede bajar la dosis de cucharada en cucharada mientras siga haciendo bien o volviendo a subirla si se vuelve a estreñir.

Y se puede mantener el tiempo que sea necesario.

Los laxantes no producen adicción como dicen algunos.

Lo que sucede es que cuando alguien se estriñe y con un laxante se regula es porque en realidad necesita más fibra en la dieta.

El laxante es un comodín, y si al retirarlo no lo sustituimos corrigiendo el defecto en la dieta pues se estreñirá de nuevo.

En el preescolar al que se va a retirar el pañal:

La forma adecuada de quitar el pañal a mi modo de ver es la siguiente:

En el primer verano que al comienzo del mismo el niño ya tiene los dos años cumplidos, hay que convencerle de que nos avise cuando tiene ganas de ir al servicio, que llegue y que sea capaz tanto de orinar como de hacer caca en el servicio o en el orinal.

Si se quita el pañal por las buenas, como forma de coacción, tal vez consigamos que orinen en el váter, pero la mayoría de las veces se retienen cuando tienen ganas de hacer caca hasta que se endurecen las heces tanto que no es capaz de hacer.

O le duele y si le dan ganas se retiene por miedo al dolor.

En muchos casos es tan dura al salir que produce una fisura (herida) anal que duele cada vez más al intentar hacer caca.

El resultado es un círculo vicioso: No hace, cuando por fin lo intenta se hace una herida, le duele tanto que no hace… Y empezamos de nuevo.

Este círculo vicioso se rompe obligándolo a hacer y curando simultáneamente la fisura.

Para obligarle a hacer se le da algo que le aligere la barriga lo suficiente para que no pueda aguantarse aunque quiera: Un laxante.

Yo suelo usar la Lactulosa en dosis creciente (no hay dosis fija en los laxantes, no son tóxicos y se puede subir poco a poco hasta conseguir nuestro objetivo) hasta que se suelta y luego se mantiene la dosis necesaria para que haga todos los días blando durante unos 10 días, que suele ser el tiempo necesario pare que le pierdan el miedo y se cure la fisura.

Para que no le duela al hacer yo recomiendo que cuando notes que el niño está intentando contenerse para no hacer, le apliques un pequeño enema de «Lubricante urológico»: Es un anestésico que suele usarse para sondar la vejiga de la orina, que hace efecto en pocos segundos.

Espera un minuto y ponle un Verolax (Enema de glicerina) para que envuelva las heces y escurran al salir sin hacer daño.

Si aún así no hace podemos ponerle un Fisioenema infantil (enema de suero fisiológico de mayor tamaño).

Esta pauta se puede repetir a diario hasta que expulse heces blandas, mientras seguimos dándole Lactulosa en la dosis necesaria para que haga al menos una o dos veces al día, y más bien blanda.

Si tras los 10 días hace ya de forma regular y sin dolor la Lactulosa se reduce progresivamente dando un mililitro menos cada día hasta suspenderla del todo.

La retirada del laxante debe acompañarse de un aumento de fibra en la dieta y no hace falta que sea inmediata, de modo que si al bajar la dosis de laxante empieza a estreñirse es mejor aumentar de nuevo su dosis que llegar a hacerse una nueva fisura anal.

En preescolares-escolares:

El dolor del estreñimiento puede ser muy intenso, de hecho la gran mayoría de las supuestas «apendicitis» de los niños se «operan» en el baño.

Como dije al principio se considera estreñido todo aquel que no hace al menos una deposición diaria o quien haciéndola es siempre dura y escasa.

El segundo caso tiene los mismos problemas pero menos frecuentemente.

Se puede ser estreñido a estas edades lo mismo que en los adultos, por falta de fibra en la dieta o por falta de tiempo.

Cada persona tiene un intestino más activo o menos y necesita una cantidad determinada de fibra.

Y tiene más movimiento a una hora concreta del día.

Ese momento hay que aprovecharlo.

Es más, cuanto más nos acostumbramos más fácil se hace.

Hay niños que cuando llega ese momento se aguantan por no dejar lo que están haciendo.

Esos niños aún tomando la fibra adecuada se acaban estriñendo.

Otra causa de estreñimiento es el exceso de productos lácteos.

La mayor parte de los niños que comen mal acaban «mantenidos» con productos lácteos.

Pero si toma más de medio litro al día, contando todos los lácteos, está tomando más calcio del que necesita, y ese exceso de calcio no se absorbe, queda en la caca y la endurece.

Es tan frecuente el estreñimiento que lo primero que hay que hacer cuando un niño se queja de dolor de barriga es decirle que vaya al baño e intente hacer caca.

En la mayoría de los casos si hace se le pasa el dolor.

Mientras sea así, no tiene nada grave, gases o estreñimiento.

Si no es capaz de hacer por sí mismo se le ayuda poniéndole un enema (Fisioenema) con glicerina líquida (Verolax).

El enema lo venden por separado de la glicerina líquida.

Se compran los dos, se abre el enema, se echa un buen chorreón de glicerina, se agita y se le pone.

Debe aguantarse antes de ir al servicio tanto como pueda (generalmente no aguantan ni 5 minutos) porque si lo echa enseguida no le sirve de nada, echa sólo el enema.

Si pasa eso, se le pone otro.

Si al hacer se alivia el dolor estaba estreñido.

Si no mejora debe ser visto por un pediatra para descartar otras causas de dolor abdominal.

Si tras mejorar al hacer, no cambiamos su dieta y no se acostumbra a regular su ritmo de ir al servicio el dolor volverá más tarde o más temprano.

Y cuanto más dure el estreñimiento más vago irá haciéndose el intestino, hasta que llegue un momento que aún con toda la fibra posible no responda.

En algunos casos, un niño habitualmente estreñido, empieza a hacer deposiciones líquidas de poca cantidad y que se le escapan a veces.

Todo ello acompañado de un dolor similar al que ha tenido otras veces al estreñirse.

La mayoría de las veces acuden por pensar que lo que tienen es diarrea.

Suele ser al revés.

Está tan estreñido que la comida que va tomando ya no cave y conforme entra en la barriga va escurriendo entre las bolas duras de heces que ocupan todo el intestino y no es capaz de echar.

El resultado son pequeñas cantidades de comida a medio digerir, líquidas y que se van escapando.

¿Hay algo peor que el dolor de un estreñido?

Pues sí, por ejemplo el de un estreñido con gases.

Son dolores muy fuertes a ratos, que cuando aprieta incluso se queda pálido y puede irradiarse hacia el pecho y la espalda.

Para evitar los gases debemos eliminar las bebidas con gas (cosa que entiende cualquiera), pero además hay que eliminar cualquier aporte de azúcares refinados, es decir chucherías, zumos, batidos, bollería y pastelería… y Chicles.

¿Y eso? Pues por algo muy simple.

El exceso de azúcar se absorbe sólo en parte, tenemos tanta azúcar en el intestino que los microbios que hay en él empiezan a reproducirse demasiado y fermentan esa azúcar, lo que libera gases.

¿Y el chicle si es sin azúcar?

Cuando masticamos chicle, tenemos saliva en la boca. Y al masticar hacemos burbujas con esa saliva, que nos tragamos.

Es decir que estamos tragando aire envuelto en saliva.

Para aquel que tiene problemas de estreñimiento o gases, un chicle es muchas veces «la gota que colma el vaso».

A veces el estreñimiento no se corrige porque se subestima su importancia.

Ser estreñido implica que su alimentación es mala, lo que además de malnutrirlo le causará problemas más graves cuando crezca:

El azúcar y las grasas se asimilan en más cantidad y más rápido cuando no hay fibra que acelere el paso del alimento por el intestino.

A la larga está comprando papeletas para que le toque tener diabetes de adulto y el colesterol alto (es decir infartos y trombosis).

Además, el cáncer más frecuente es el cáncer de colon, cuya causa principal es la dieta pobre en fibra a la que estamos acostumbrados desde pequeños.

Es decir que tres de las principales causas que acortan nuestra vida y la empeoran son debidas a una dieta mala contra la que nuestra barriga lleva toda la vida avisándonos en forma de estreñimiento y dolor y a los que no hemos hecho caso.

No escribo esto para crear una ansiedad innecesaria en unos padres que seguro que ya tienen suficientes preocupaciones.

Entre otras cosas porque la ansiedad no sirve de nada.

Lo que tenéis que tener claro es que tiene un problema que merece el esfuerzo necesario para solucionarlo, y espero que con lo anterior tengáis los conocimientos necesarios para hacerlo.

Si os ha resultado útil difundidlo dando a «me gusta» o «compartiéndolo» con vuestros amigos.

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El niño que come mal

Si tu hijo come mal, tiene solución. Si de verdad quieres arreglarlo ¡cambia ya!

 

“Mi niño no me come nada”.

Es el problema (no enfermedad) más frecuente por el que consultan los padres y cuidadores de menores de 4 años.

Pone a prueba la paciencia de cualquiera, porque además es evidente, lo que hace que todo el que hay a su alrededor quiera «solucionarle» el problema a los padres.

La exposición del problema cuando me lo dicen en la consulta suele terminar con una de estas dos coletillas:

  1. ¿No le podría mandar unas vitaminas?
  2. Le he dado «tales vitaminas» y mientras se las ha tomado ha comido (en el mejor de los casos), pero ya he dejado de dársela y está de nuevo igual.

¿Que se hace entonces con un niño que come mal?

Desde luego no mandarle «vitaminas».

Las «vitaminas» que hay en el mercado son de dos tipos:

  1. Complejos vitamínicos: Se dieron con más frecuencia en épocas anteriores en las que aún se veían en nuestro país los efectos del hambre. En realidad están indicadas en situaciones en las que pese a comer de forma adecuada hay una enfermedad que impide que se absorba una vitamina en concreto o todas en general (por ejemplo personas a las que se ha extirpado una parte del intestino por un cáncer). Estas vitaminas no dan hambre. La única razón por la que las mandan algunos médicos es intentando suplir parte de las faltas que hay en la dieta del niño. Son un parche, porque el niño no va a tomarlas toda la vida, y porque hay otros muchos componentes de una dieta sana que toma mal y son tan necesarios o más que las vitaminas.
  2. Antianoréxicos: Son fármacos cuya función es abrir el apetito, lo que hacen actuando a nivel cerebral sobre algunas sustancias que regulan el funcionamiento de las neuronas (serotonina). Sus efectos secundarios no están claros y en cualquier caso no se pueden dar de forma indefinida.

Aunque un día se descubriera un fármaco que de forma infalible diera ganas de comer y se pudiese tomar durante toda la infancia tampoco estaría indicado. Porque no soluciona el problema de base. Sería como tener un tumor cerebral y conformarnos con tomar simplemente algo que nos quite el dolor pensando que si no duele ya no hay tumor.

Bueno, pues después de descubrir que todo lo que hemos hecho hasta ahora no sirve, ¿qué pasa? ¿Es que el problema no tiene solución?

Pues si. La tiene, pero es más complicada que dar un jarabe.

Tiene la ventaja, eso si, de que es más fácil de aplicar cuanto más desesperados estén los padres y cuantos más «remedios milagrosos» hayan probado ya.

Hay que tener claras varias cuestiones antes de empezar:

Edad: Hay varias épocas claves en las que suele aparecer el problema:

  • Antes de la introducción de la alimentación complementaria, cuando aún toma sólo leche.
  • A partir de la introducción de la alimentación complementaria.
  • A partir de la pubertad.

El primer grupo es el menos frecuente, son lactantes que no toman bien la leche, que es su único alimento.

Hay que distinguir un punto clave: ¿Ganan peso o no?

Los que ganan peso es que comen lo que necesitan (aunque no sea todo lo querrían sus padres).

En ese caso el problema no es del niño, sino de los padres que deben entender que piensen lo que piensen, independientemente de lo que diga la experta cuñada, abuela o vecina o hayan leído, el niño come lo que necesita y no tiene porqué comer más.

Otro motivo de tener un peso normal y la sensación de que no come bien es el cólico del lactante: Son muy ansiosos comiendo pero al poco de empezar a comer lo dejan enfadados y en menos de una hora están de nuevo llorando y se vuelven a poner a comer con mucha ansiedad para volver a dejarlo enfadados enseguida.

Su problema es que al comer con tanta ansiedad, enseguida se empachan entre leche y gases.

Le duele la barriga porque el estómago está para reventar, pero como gran parte de lo que ha tragado es aire, sigue con hambre, y al intentar tragar y ver que no puede porque le duele, se cabrea.

Y al no poder acabar de comer a gusto al poco rato vuelve a tener hambre y se pone cada vez con más desesperación a comer porque no consigue saciarse.

Los que no comen bien y no ganan peso son los que deben ser estudiados para descartar, entre otras cosas, infecciones de orina, intolerancia alimentaria o problemas del metabolismo.

El último grupo de edad (en la pubertad) es el que realmente puede corresponder a anorexia nerviosa, siendo su tratamiento fundamentalmente psicológico.

Dejo para el último el grupo de en medio, porque es el más frecuente y con diferencia el que creo que se enfoca peor, tanto por los padres como por muchos médicos.

Todo lo que voy a explicar a partir de ahora es aplicable a este grupo:

Los niños que empezaron a comer mal a partir de la introducción de la alimentación complementaria (sobre todo a partir del segundo año, cuando ya estaréis desesperados y el niño debería comer de todo).

Dos ideas:

1º Todos los seres vivos de este planeta han desarrollado a lo largo de su evolución un instinto que garantiza su supervivencia: el hambre.

Tu hijo no es una excepción.

Es un problema cada vez más frecuente, como lo es también la obesidad infantil (son dos caras del mismo problema).

Y dado que no es causado por una epidemia de «virus quitahambre-engordaniños», la causa debe estar en una serie de cambios sociales cada vez más evidentes:

  • La excesiva oferta de alimentación en nuestra sociedad.

Sobretodo a costa de alimentos elaborados de fácil ingesta y sabor agradable en los que prima la capacidad de venderlos (y para ello los gustos de los niños) sobre la calidad nutritiva: Refrescos, zumos, batidos, derivados lácteos, bollería industrial, frutos secos y demás chucherías…

La edad a la que los niños empiezan a tomar todas estas basuras es cada vez menor (empezando generalmente por los «gusanitos», los zumos y el trozo de pan, o el chupe mojado con azúcar o incluso con miel).

  • La falta de ideas claras de los padres (y de muchos médicos) sobre educación infantil y sobre los mecanismos que regulan el hambre.

Lo que regula el hambre es fundamentalmente el nivel de azúcar en sangre:

Cuando baja sentimos hambre, cuando sube el hambre cede.

La principal razón por la que muchos niños no comen bien es que tienen este mecanismo totalmente alterado, porque lo hemos alterado.

  • Antes la crianza de los niños era cuestión de mujeres y se las educaba para ello. Con la revolución feminista se ha pasado a considerar esta educación como sexista por lo que es cada vez más rara, no educándose ahora para el cuidado de los hijos ni a las mujeres ni a los hombres.

Por que si algo somos a la hora de adoptar soluciones es cómodos.

Lo mismo pasa con la cocina.

Resultado, como ya no saben cocinar ni hombres ni mujeres y además no tienen tiempo, pues comida rápida y que les guste a los niños para que tardemos lo menos posible en que se lo tomen, que hay que ir a trabajar.

  • Los niños pasan a lo largo del día por cada vez más manos.

Antes eran responsabilidad exclusiva de los padres (generalmente de las madres), hoy pasan por unos padres estresados (indistintamente padre o madre en función del horario laboral), por unos cuidadores en la guardería y por familiares, generalmente abuelos a los que la naturaleza, que dicen que es sabia, retiró hace tiempo la capacidad de tener hijos porque a estas alturas no están en condiciones de aguantarlos.

El resultado es que el niño pasa tiempo durante el día con varias personas, cada una con su criterio de como hacer las cosas, unos más estrictos y otros más complacientes.

Cuando sucede esto el niño acaba adaptándose a la situación y «sacando provecho» de ella.

Los niños saben quien les da chucherías y quien no, quien le tolera los caprichos y quien no, y si se les da la oportunidad se organizan para salirse con la suya, aunque no les convenga.

Un niño sabe lo que le gusta y lo que no.

Pero no sabe lo que le conviene, por lo que si dejamos que seleccione su dieta, él suele acabar perjudicado.

¿Cómo empieza el problema?

Hay cuatro hábitos muy comunes que favorecen que el niño empiece a comer mal:

  • Desde el momento que empezamos a darles cosas diferentes a la leche, parece que se hubiera dado permiso a toda la familia para que el niño se convierta en el campo de pruebas «¿A ver que cara?».

Es decir, ya no come porque sea su hora. Si a alguien se le ocurre darle cualquier cosa (pan, gusanitos, un poco de…), no puede escapar bajo el irrefutable argumento de:

«¿A ver que cara pone al tomar un poco de…? Si no le va a pasar nada.»

Acabamos de dar al niño el título de mono de feria oficial de la familia.

  • Nos ve comer, él ya ha comido hace un rato. No le toca comer:

«Pero es que nos mira. Se le va saltar la «yez».

  • El niño está aburrido o triste y usamos la comida para entretenerlo en lugar de darle afecto o atención.
  • Damos bebidas azucaradas para quitar la sed o para que se entretenga.

Si hacéis estas cosas, probad un experimento:

Cada vez que al niño se le ofrezca comida a lo largo del día, apuntadlo. Se incluyen en el concepto de comida cualquier bebida distinta del agua.

En los prudentes suelen ser entre 10 y 15 veces al día.

Algo está claro: Nadie puede comer bien 15 veces cada día.

Antes de empezar estos hábitos vuestro hijo comía cuatro o cinco veces al día.

Ante el exceso de oferta no le queda más que una opción: Seleccionar.

Y su elección es muy previsible:

Entre su comida (potito insulso) y la vuestra (sabores llamativos, salados, dulces…), entre alimentos o bebidas ricos en azúcares y otros ricos en fibra, escogerá el dulce:

Pica de la vuestra y pasa de la suya.

Se bebe el zumo o se come el pan y pasa de la verdura o la fruta.

Es que hasta que probó la nuestra no sabía que le estábamos tomando el pelo.

A partir de ahora, mami, la suya te la comes tú.

La solución en el pre-escolar que empieza a comer mal

Por tanto, si vuestro hijo es un pre-escolar que come mal, poco, no quiere comidas de verdad, cada comida es una pelea y la lista de alimentos que no ha tomado nunca y de los que no quiere cada vez crece más.

Seguro, estáis desesperados: «Lo habéis probado todo».

Por tanto, no perdéis nada probando algo tan descabellado como lo que os voy a proponer:

Lo primero que debéis hacer es hablar con cada uno de los cuidadores actuales del niño (abuelos, tíos, hermanos mayores…) y dejarles claro que vosotros sois lo padres, que la responsabilidad es vuestra y que estaréis encantados si siguen colaborando en la crianza del niño, pero que si lo que van a hacer es llevar la contraria en cuanto os deis la vuelta, entonces que se estén quietos y se abstengan de quedarse con los niños.

No intentéis poner en práctica este método si no conseguís esto,

porque será un desastre.

Pensad por un momento.

¿Cuál es ese alimento que tiene mantenido al niño?

Lo único que come y que le mantiene vivo.

Eso que pide al rato de haberlo rechazado todo.

Una pista, suele ser un producto azucarado (biberón, yogur y sus derivados, batidos, zumos, galletas, trozo de pan… o directamente chucherías).

Esto es lo que llamo El Comodín.

No vuelvas a comprarlo hasta que el niño coma de todo.

Si lo compras y lo tienes en la casa sentirás la tentación de dárselo:

“Para que no se acueste con el estómago vacío”.

Si lo haces, todo el mal rato de verlo sin comer en todo el día no servirá para nada.

Dado que todo niño tiene el instinto de supervivencia del que forma parte el hambre (y que tu hijo tiene como el resto de seres vivos de este planeta, no te engañes), nos vamos a aprovechar de él para educar al niño.

Las normas a seguir son las siguientes:

  1. No se come viendo la tele.
  2. Si el niño tiene edad de coger los cubiertos (y la tiene en las edades de las que hablamos), no dar de comer.
  3. Evitar cualquier comentario relativo a la comida y sobre todo aunque te queme la sangre, no le regañes por comer lento o no comer.
  4. Ofrecer un plato de comida idéntico al de los demás, ni comida especial, ni triturado, ni pasado por el pasapurés. Si acaso troceado.
  5. Cuando los demás miembros de la familia halláis acabado de comer, se retiran todos los platos, incluido el del niño, aunque no lo halla tocado, y sin un sólo comentario.
  6. No le deis absolutamente nada de alimento hasta la siguiente comida. Si pide algo decid simplemente que no va a haber nada hasta la próxima comida. Entre comida y comida sólo hay agua.
  7. No discutáis sobre el tema delante del niño.

Sé que es duro, por eso voy a explicar el porqué de cada una de esas normas:

Para empezar, la tele los emboba. Lo que hace casi imposible que coman ellos solos. Si le pones la tele puedes estar 3 horas con el plato delante del niño sin que se entere siquiera de que existe.

Debe comer cogiendo él mismo los cubiertos para conseguir uno de los principales objetivos de este método: eliminar toda relación de la comida con la afectividad. Hay muchos niños que estando muertos de hambre no comen. Pero es porque consiguen algo a cambio. Ese algo es la atención de los padres, aunque sea para gritarles. Una vez que el niño comprende que no va a conseguir esa atención no comiendo deja de tener sentido pasar hambre para nada. Esto es especialmente frecuente en niños que empiezan a comer mal desde que ha llegado un nuevo hermanito. Hay que evitar por eso mismo regañarle, ni avisarle continuamente de que coma, ni comentarios del tipo de «qué malo es para comer»…

Fuera de las comidas intentad dedicarle tanto tiempo a vuestro hijo como podáis.

Hay casos en que el niño actúa así porque se le ha repetido tanto que come mal, en momentos de desesperación de los padres, que ya da por hecho que él es así y que ese es el papel que le toca representar cada vez que le ponen la comida delante.

La comida que debemos ofrecerle debe ser la misma que la nuestra, porque con dos años o más su dieta debe ser completa y debe masticar.

Si no mastica no se estimula el crecimiento de la mandíbula y cuando salgan los dientes definitivos no caben con lo que deforma la boca.

No debe tampoco caerse en el error de poner comidas especiales que sabemos que toma mejor, porque en lugar de tomar una dieta completa irá restringiendo cada vez más sus preferencias, simplemente como excusa para no comer ese día porque eso ya no le gusta y obligar así a la madre a prepararle otra cosa.

Cuando todos halláis acabado de comer, se supone que ha tenido un tiempo razonable para acabar. Por lo que se retira la comida de la mesa.

Sin comentarios de ningún tipo referentes a lo mucho o poco que haya comido. Al hacer esto le dais a entender que dais por hecho que comerá si tiene hambre, pero que no es algo que os preocupe y por tanto no es un arma de chantaje válida.

La siguiente es la parte más complicada y la más importante:

No deis nada que le entre por la boca hasta la siguiente comida.

Sólo agua, y no más de medio litro al día.

Sobre todo os costará mucho trabajo si os pide, pero especialmente en ese caso no hay que darle. Si lo haces, el mensaje que le estás transmitiendo es «haz lo que te de la gana a la hora de comer, que después, en cuanto me pidas te voy a dar lo que quieras».

En cuanto a no discutir delante del niño, debería ser una norma, no discutir delante de él ni sobre este tema ni sobre ningún otro. Es muy perjudicial para el desarrollo afectivo del niño y transmite la idea de que no estáis de acuerdo y si insiste vais a ceder.

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El agua contaminada

Porqué las bebidas para niños perjudican su salud. El valor del agua. Las bebidas sustitutas del agua y sus problemas

Entre los elementos fundamentales para la vida humana el segundo de la lista por lo inmediato de su necesidad (el primero es el aire) sin duda es el agua.

Sin embargo los niños cada vez toman menos agua y más sustitutos de la misma.

Hay niños que nunca la toman. Y no es exagerar.

Los grupos de sustitutos más importantes son:

  • Derivados lácteos.
  • Zumos de fruta.
  • Bebidas para deportistas.
  • Refrescos con y sin gas.
  • Aguas con sabor, color y olor.

Todos ellos para tomar con el objetivo de calmar la sed y promocionados con los argumentos más variopintos.

Pero lo único que nuestro cuerpo necesita para quitarse la sed es agua.

Estos productos añaden a nuestro cuerpo al quitar la sed cantidades nada despreciables de azúcares, sales y aditivos químicos que no son ni mucho menos inocuos en las cantidades en que cada vez más personas los consumen.

El azúcar genera obesidad: Una bebida azucarada al día puede producir 7,5 kg de sobre-peso al año.

Y el consumo medio de este tipo de bebidas en España es de más de 300 ml al día en preescolares y más de 700 ml al día en escolares.

Hay quien no las prueba, luego hay niños que beben más de un litro al día, todos los días.

Las sales de las bebidas para deportistas están pensadas para reponer pérdidas de las mismas a través del sudor, y son adecuadas para ello.

Pero cuando las toma sistemáticamente alguien que no tiene esas pérdidas (no suda, que para eso está el aire acondicionado y haciendo deporte no le pillan) hace lo mismo que si añade más y más sal a la comida: Hipertensión.

Los aditivos químicos en niños predispuestos pueden inducir alergias, hiper actividad y trastornos con déficit de atención… entre otras muchas cosas.

Estamos pagando más por consumir agua contaminada.

Y es un negocio de muchos miles de millones de euros a nivel mundial.

Pero, ¿y lo buenas que están? No diremos que no saben hacer su trabajo.

Se amoldan perfectamente a los gustos de cada posible consumidor.

Siempre hay alguna bebida alternativa al agua para cualquiera.

Y si descubres un grupo para el que no la haya: Paténtala, que te haces de oro.

Cuando hablamos de productos dirigidos a niños el diseño que las industrias hacen se basa en lo siguiente:

  • Debe ser dulce. Son de hecho el primer componente de la dieta que yo suprimiría en un niño obeso.
  • Anuncios con personajes que despierten el interés de los niños y diseños atractivos para ellos según la edad a la que se dirigen.
  • Publicidad en la programación infantil.
  • Una campaña en la que destaquemos para los padres que aportamos algo “positivo” a la salud de sus hijos (defensas, huesos sanos, las vitaminas de la fruta que tu hijo jamás se comerá…). Da igual que sea mentira, basta con que parezca creíble y muchos padres tendrán la excusa para dárselo a sus hijos.

Es evidente que esto no son argumentos sobre nutrición, sino simplemente para vender más.

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El dolor de oídos despierta al niño

El niño que no duerme por dolor de oídos. Hay niños que se despiertan de noche por dolor de oídos. Qué hacer.

Una causa muy frecuente de despertar en los niños son los dolores de oídos. Sobre todo en los 5 primeros años de vida. Es decir, mientras los niños siguen teniendo más catarros.

El dolor de oídos suele ser más intenso durante la noche, porque cuando nos tumbamos boca arriba, el oído queda más bajo que la garganta. En esa posición el moco del propio oído no sale, se acumula aunmentando la presión. Pero también, si hay moco abundante en la garganta, puede bajar hacia el oído.

Cuando se pone en posición vertical, el oído queda más alto que la garganta, de moco que se vacia hacia ella disminuyendo la presión, y el dolor.

Si el despertar del niño se produce por este dolor de oídos, notamos que se calma al rato de cogerlo y mantenerlo incorporado (10-15 minutos) y reaparece al rato de estar tumbado (entre 15 minutos y una hora).

Además suele doler más al presionar delante del oído en el hueco que queda tras el lóbulo de la oreja. 

Hay niños que tienen este dolor con frecuencia sin fiebre ni secreción saliendo por el oído. La causa suele ser una hipertrofia de vegetaciones o que el conducto por el que drena el moco del oído hacia la garganta (trompa de Eustaquio) no hace bien su función (está taponada o el moco sube con demasiada facilidad hacia el oído). Podemos usar diversos tratamientos para resolver esos problemas. Pero en ocasiones lo único que resuelve de verdad el problema es quitar las vegetaciones o poner drenajes en los oídos (Otorrinolaringólogo).

En ocasiones el dolor se hace constante tanto si está tumbado como si está de pie y aparece la fiebre. En estos casos es que posiblemente el moco acumulado en el oído se ha sobreinfectado y conviene que sea visto por el pediatra para valorar el tratamiento adecuado.

Siguiente Capítulo: Se despierta por frío o calor…

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El niño que se despierta con frecuencia

Niños que se despiertan con mucha frecuencia, descubre las causas más frecuentes y cómo mejorar.

 

El capítulo dedicado a los Despertares, trataba sobre todo de las cosas que nosotros hacemos mal y pueden aumentar las veces que el niño se despierta durante la noche.

Hay otras causas frecuentes de despertares durante la noche en niños:

 

 
Siguiente Capítulo: El sonambulismo…

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Problemas concretos del sueño en niños

Los problemas más frecuentes del sueño en niños

Causas más frecuentes de problemas durante el sueño en niños. Cuáles son y cómo resolverlos.

 

Hasta aquí me he centrado en entender como funciona el sueño normal y como iniciar un correcto hábito de sueño desde el principio.

A partir de ahora nos centraremos en los problemas más frecuentes para que sirvan como ejemplo y los entendamos mejor.

 

 

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Cuidados del pene de un bebé

¿Es necesario dar tirones a los bebés para que baje la piel del pene? Fimosis y adherencias balano prepuciales.

Una de las dudas que tienen muchos padres en el primer año de vida de su hijo es qué tienen que hacer o no hacer con el pene del bebé.

El principal miedo que tienen es que por no actuar de forma adecuada el niño acabe teniendo fimosis.

No son pocos los padres, e incluso los pediatras que insisten en retirar el prepucio (piel que se desliza sobre la punta del pene) incluso por la fuerza si no baja con facilidad: ESTO NO ES NECESARIO y puede ser contraproducente.

La mayoría de los niños cuando nacen, tiene el prepucio tan pegado al pene que no permiten que se retire nada.

En algunos casos, sin embargo, ya desde el primer día permite retirarlo por completo.

Pero poco a poco, en la mayoría que no bajaba, se va separando. No hay un ritmo fijo para esto. En las revisiones se va viendo. Pero antes del año, no hay ninguna prisa.

A veces vemos que se va separando pero sin llegar a hacerlo por completo. En ese caso que queda libre el glande (parte más roja del pene que queda cubierta por la piel) pero sólo hasta un punto en que la piel parece pegada a la mucosa: Son las adherencias balanoprepuciales.

Cuando ya está totalmente libre, la piel baja con facilidad para dejar totalmente al descubierto el glande hasta el surco que lo separa del resto del pene.

La fimosis es cuando no permite que bajemos nada el prepucio.

Hoy en día hay cremas con las que podemos ablandar suficientemente el prepucio para que permita bajarlo.

Las adherencias balanoprepuciales son cuando deja parte del pene al descubierto pero no baja más por estar pegado.

En la mayoría de estos casos ya no es necesario ni usar la crema.

Una vez que ya no hay fimosis y baja la piel, aunque no lo haga por completo, va a ocurrir un fenómeno natural que hace que acabe abriendo sólo.

En el surco que separa el glande del resto del pene hay glándulas que producen secreción. Esa secreción, al no tener salida va a acumularse dando lugar a «bolsas» por debajo de la piel del pene. Esa bolsa puede llegar a tener a veces un centímetro o más. Lo que notamos es como si tubiese un quiste de grasa por debajo del prepucio.

A veces esa secreción se infecta, produciendo dolor e inflamación (balanitis). En esos casos se trata con cremas de antibióticos y suele mejorar en 2-3 días sin mayor problema.

Cuando notamos la «bolsa» pero no duele ni está inflamado, no es necesario hacer nada. Poco a poco la propia presión de la secreción irá abriendo camino hasta separar las adherencias saliendo. A partir de ese momento se queda como un ojal que separa prepucio de glande por la zona donde abrió. El resto de zonas hará lo mismo poco a poco hasta que acaba abriéndose por completo.

Como decía al principio no es necesario ni deseable tirar del prepucio «a la fuerza», ya que el proceso natural o con ayuda de cremas puede obtener el mismo resultado sin dolor.

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El Lactante estreñido

El lactante estreñido

Para padres: Lactante Estreñido no no es el que no hace caca todos los días. Sino el que la hace dura y con dolor. Soluciones sencillas. Hay distintas situaciones que hay que diferenciar.

Hay que distinguir lo que es «Estreñimiento real» del «Pseudo estreñimiento del lactante«. Diferencia estas dos situaciones con soluciones diferentes.

El «Pseudo estreñimiento del lactante»

Cuando un niño nace, hace caca con cada toma o incluso más de una vez por toma. La causa es el reflejo gastrocólico: En cuanto comen y el estómago empieza a llenarse manda órdenes al intestino para que empiece a hacer sitio. Su barriga tiene poca capacidad y al entrar comida nueva tiene que decidir entre hacer sitio a la nueva (que trae más alimento) o quedarse con la vieja (que tiene menos alimento).

Decide hacer sitio a la nueva y la vieja la echa sin que haya acabado la digestión (por eso salen grumos blancos que es leche sin digerir). Al principio el cierre del culete (el ano) no tiene capacidad de cerrarse. Por eso es moverse la tripa y hacer caca, cada vez que come.

Llega un momento (entre las 2 y las 8 semanas habitualmente) en que el ano empieza a tener fuerza suficiente para contener la caca. El niño puede relajarlo o apretarlo, pero no sabe cuando hacer una cosa o la otra. El resultado es que después de cada comida sigue teniendo el reflejo gastrocólico. Empieza a apretar la barriga (lo que muchos padres interpretan de forma equivocada como que tiene gases) y pueden estar un rato molestos y haciendo ruidos de queja hasta que se pasa el reflejo gastrocólico.

Eso le pasa tras cada toma en la que no consigue hacer caca. En las que hace se queda a gusto en seguida. Hace caca si relaja el ano mientras tiene el movimiento de tripa: Si relaja cuando la tripa no se mueve o mueve la tripa y no relaja el ano, pueden pasar días sin hacer. La clave para saber que no es estreñimiento real es:

Cuando por fin hace, a veces varios días después, la caca es BLANDA y hace sin dolor.

¿Por qué no hizo caca antes?

Porque no dio la casualidad de relajar el ano mientras la tripa se movía.

El tratamiento:

Si van pasando los días sin hacer deposiciones y está cada vez más molesto (llora más, come peor), podemos ayudarle para que haga. Pero si está bien, come bien y no tiene dolor no es necesario hacer nada aunque pasen bastantes más días.

Para los casos en los que la molestia es evidente lo que recomiendo son enemas de glicerina líquida. Si leéis el prospecto veréis que pone «no recomendable para menores de 2 años». En los menores de dos años puede usarse, pero introduciendo sólo 1 centímetro o centímetro y medio la cánula y entonces se comprime el enema para que entre su contenido.

La clave para que sea efectivo está en el momento que lo estimulamos:

El momento más adecuado para usarlo es cuando notamos que el niño está encogiendo las piernas, con la barriga dura y haciendo gruñidos. En ese momento se están produciendo movimientos en el intestino con la intención de expulsar las heces, pero no consigue relajar el ano. La introducción de la cánula del enema estimula su relajación, y al introducir la glicerina favorecemos la expulsión de las heces.

Si lo hacemos de este modo conseguimos con más facilidad que el niño entienda que cuando note los apretones de la barriga al relajar el ano, se alivian las molestias.

Hay niños que esto lo entienden en dos días y otros que tardan dos meses.

No recomiendo los supositorios de glicerina (miden más de 1,5 cm) ya que hacen más daño al entrar y suelen echarlos enteros con lo que también hacen daño al salir.

No deben usarse tampoco el bastoncillo con aceite, la cerilla, la ramita de geranio ni el termómetro… Porque ninguno de éstos está esterilizado y si le hacemos una herida puede infectarse con facilidad.

Los enemas de glicerina líquida tampoco podemos estar usándolo continuamente. La clave para saber cuando usarlo es:

Si pasa días sin hacer nada y está muy molesto le toca, cuando tenga el apretón.

A veces en un mismo día puede necesitar que lo usemos más de una vez si sigue muy molesto.

Pero hay niños que pueden hacer cada 4-5 días o incluso más sin molestias, comiendo bien y que cuando hacen es blando. En estos bebés no es necesario hacer nada.

El Lactante Estreñido de verdad

Está realmente estreñido si las heces son duras y con dolor.

Suele estreñir más la leche artificial que el pecho. Por lo que algunos se estriñen al introducir la leche artificial.

Los hay también que se estriñen por falta de líquido, generalmente por preparar mal la leche (muy concentrada).

Y los hay que son estreñidos porque tienen un intestino que se mueve menos de lo normal o absorbe demasiado líquido de las heces.

Un lactante estreñido con la caca dura necesita en la alimentación algo que le ayude. Si ya toman fruta hay que evitar la manzana y el plátano maduro porque estriñen. Le ayudan por ejemplo naranja o mandarina, ciruela, kiwi, piña… Pero con la naranja, que suele ser lo más usado hay que evitar el error de dar el zumo. El zumo tiene mucha vitamina C pero no aligera. Es la pulpa que se queda en el exprimidor lo que aligera. O sea, que al preparar la fruta hay que echar los gajos enteros (sin semillas) y batirla.

Si además toma verduras evitad la zanahoria y el arroz y no os paséis con la patata porque estriñen. Deben darse verduras con hebras (judías verdes, puerro, apio…).

Cuando a pesar de tomar todo esto no hace si no se le estimula o si todavía no toma más que leche hay que añadir algo más. Un laxante osmótico es lo que yo recomiendo en los lactantes.

No uséis laxantes en el Pseudo estreñimiento, porque no soluciona el problema, sino que lo empeora. Hace que se mueva más la tripa (más retortijones) pero si no relaja el ano no sale nada.

Los laxantes osmóticos no se absorben y no tiene dosis fija. Hay niños que con una cucharadita hacen 7 deposiciones y los hay que con 7 cucharaditas no hacen ninguna. Se empieza con una dosis baja y si no tiene deposiciones se aumenta gradualmente cada día hasta que se regule.

Si llega un momento que hace más veces al día se puede bajar la dosis poco a poco. Volviendo a subirla si se vuelve a estreñir. Y se puede mantener el tiempo que sea necesario. Los laxantes osmóticos no producen adicción como dicen algunos. Lo que sucede es que cuando alguien se estriñe y con un laxante se regula es porque en realidad necesita más fibra en la dieta. El laxante es un comodín, y si al retirarlo no corregimos el defecto en la dieta, se estreñirá de nuevo.

Yo prefiero arreglar siempre que sea posible el estreñimiento por arriba (dieta rica en fibra o laxante por boca) que por abajo (enemas). Si irritamos demasiado abajo la fuerza del cierre del culete aumentará, empeorando el estreñimiento.

Otras dos cosas que pueden ayudar al Lactante Estreñido:

Porteo: Cuando un niño no se mueve o permanece tumbado mucho tiempo el intestino se mueve menos. Cuando va con frecuencia en mochila, entre el movimiento y la posición vertical es más fácil que haga caca.

Tomas frecuentes: Cada vez que un bebé come empieza a moverse el intestino para hacer sitio al alimento nuevo que llega. Entre las ventajas que tiene dar de comer a un bebé con frecuencia, una de ellas es que ayuda a resolver el estreñimiento.

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Se ha estreñido al quitarle el pañal

Cómo quitar el pañal bien. No cometas el error más habitual: Generar un estreñimiento por hacer las cosas de forma inadecuada.

El momento de quitar el pañal

Hay niños que están preparados antes y que otros para dejar el pañal.

Algunas guarderías intentan hacerlo al mismo tiempo en todos los niños de una clase.

Lo hacen porque la imitación a veces ayuda.

El problema puede venir si hay niños con una edad muy diferente.

Los que en clase han nacido en diciembre no pueden, en su mayoría, hacerlo al mismo tiempo que los que nacieron a principios de año. Un año en esa edad es un abismo.

Incluso en niños de igual edad puede haber diferencias de madurez importantes.

La mayoría suelen estar preparados en torno a los dos años.

Y suele preferirse para intentar quitar el pañal el buen tiempo: a partir de la primavera.

La razón es que:

  • Llevan menos ropa que manchar y lavar.
  • Se seca con más facilidad.
  • Si se mojan accidentalmente pasan menos frío.

Así, suele intentarse la primera primavera-verano que el niño tiene ya los dos años (o casi). El objetivo es motivarlo para que nos avise cuando tiene ganas de hacer caca o pipí. Intentamos que llegue hasta el servicio o el orinal, y sea capaz de hacer allí.

Dónde puede hacer caca cuando quitamos el pañal

En principio, la mayoría de los niños no se ven seguros en un váter de tamaño normal. Por lo que en muchos casos la mejor opción es el orinal. Aunque si aceptan de entrada el váter normal, un paso menos que hay que dar después.

Con la caca:

Obserbad si el niño tiene una hora en la que habitualmente hace caca. Conviene animarlo en ese momento a que pruebre a hacer caca en el orinal, celebrando si lo consigue.

Si no lo consigue, ponedle de nuevo el pañal. Así le daremos la ocasión de hacer en el pañal si lo prefiere.

En los niños a los que cuesta entender el tema podemos dar un paso intermedio: que haga caca con el pañal, pero sentado en el váter o el orinal.

Así entienden que el sitio adecuado para hacerlo es ese. Cuando ya lo hace así es más fácil que eliminando el pañal lo siga haciendo allí.

El horario para hacer caca cuando quitamos el pañal

Una de las cosas que más ayudan a quitar el pañal es tener un horario más o menos claro.

estreñido al quitar el pañal

 

Si tu hijo tiene tendencia a hacerlo en una hora concreta y esa hora suele estar en casa tranquilo, es lo ideal.

Solucionar el estreñimiento si lo hay antes de quitar el pañal

En niños que tienen tendencia a estreñirse y no tiene un horario claro para hacer caca recomiendo lo siguiente (sólo en los que tienen esta tendencia a estreñirse):

  • Usar un laxante desde unos días antes de intentar retirar el pañal.
  • El laxante se daría un par de horas antes del momento del día en que deseamos que le de ganas de hacer caca.

Conviene que sea una hora a la que habitualmente estemos tranquilos en casa, para que sea un ritmo que podamos mantener de forma regular.

El laxante que suelo recomendar es la lactulosa. Y la dosis puede empezarse por 2ml y subir o bajar la cantidad poco a poco (medio mililitro más o menos cada día) según el efecto que le haga.

Suele tardar en hacer efecto un par de horas.

Cuando veamos que lleva varios días haciendo caca «como un reloj», podemos animarle a que se siente en el orinal para hacer la caca.

Si lo conseguimos durante varios días seguidos, podemos ir reduciendo la cantidad de laxante poco a poco al tiempo que insistimos en más fribra en la dieta y procuramos no darle más de medio litro de lácteos al día.

Controlar el pipí para quitar el pañal

Una vez que la caca se controla de forma regular, es cuando podemos probar a quitar el pañal también para el pipí.

Para evitar los escapes de orina hay que invitar al niño a hacer pipí cada hora: Poneos la alarma en el móvil, para no olvidarlo.

Si lo conseguimos y vemos que aguanta bien cada hora sin escapes, pasamos a no avisarle antes de la hora y media.

Si sigue controlando, lo ponemos cada dos horas… Hasta que llegue un momento que sistemáticamente nos avise.

Si en cualquier momento se ve inquieto, invitadlo a ir al baño y recordádselo como máximo cada 3 ó 4 horas durante al menos los 2 años siguientes.

En ningún caso intentéis esto antes de tener regulada la caca.

Aún controlando el pipí de día no debéis quitarle el pañal por las noches hasta que apreciéis que se levanta con él seco casi todas las mañanas.

Se considera normal que un niño no controle de noche hasta los 5 años. A partir de ahí se considera Enuresis Nocturna Primaria.

Si lo hemos hecho mal y se ha estreñido al quitar el pañal

Si al intentar quitar el pañal, se ha estreñido hasta el punto de hacer la caca tan dura que le ha hecho una herida al salir (fisura anal), deberemos resolver el estreñimiento.

A veces no se ve la herida, pero el niño se resiste a hacer caca por el dolor y mancha con algo de sangre en algunas ocasiones al final de la caca. Si ocurre esto es que tiene la fisura.

Yo suelo usar la Lactulosa en dosis creciente (no hay dosis fija en la lactulosa, no es tóxica y se puede subir poco a poco hasta conseguir nuestro objetivo) hasta que se suelta. Luego se mantiene la dosis necesaria para que haga todos los días, blando, durante unos 10 días. Suele ser el tiempo necesario para que le pierdan el miedo y se cure la fisura.

Si tras los 10 días hace ya de forma regular y sin dolor la Lactulosa se reduce progresivamente dando un mililitro menos cada día hasta suspenderla del todo.

La retirada del laxante debe acompañarse de un aumento de fibra en la dieta.

Si al bajar la dosis de laxante empieza a estreñirse es mejor aumentar de nuevo su dosis que llegar a hacerse una nueva fisura anal.

No le tengáis miedo al laxante. A veces es necesario darlo durante meses. Es preferible eso a que el niño refuerce su miedo a hacer caca por el dolor.