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¿Cuándo dejar la lactancia materna?

Cuándo dejar de dar el pecho a un bebé

«¿Cuándo sabemos que deben dejar la lactancia materna?» Respuesta a un Peketema propuesto por una madre en Facebook. Una respuesta con matices para entender.

Hay dos formas de enfocar esta pregunta:

  1. Hablar de hasta qué edad es recomendable mantener la lactancia y si hay una edad a partir de la que debería destetarse.
  2. Hablar de las circunstancias que con más frecuencia suelen usarse como argumento para dejar la lactancia materna.

Hasta qué edad es recomendable la lactancia materna

Esto es algo que ya he tratado en algún otro artículo. A mi modo de ver no hay una respuesta para todos igual. Para entenderlo, la lactancia materna tiene 3 funciones principales:

  • Nutricional. La leche es un alimento. El mejor diseñado para cubrir todas las necesidades del bebé durante los primeros 6 meses de vida. Y a partir de esa edad sigue siendo un elemento fiable y esencial en la dieta del bebé durante los primeros años de vida. Hay quien dice tonterías como que a partir de cierta edad la leche materna deja de tener alimento. Es tan absurdo como decir que una vaca produce leche aguada si la ordeñamos más de 6 meses…
  • Inmunitaria. La leche materna ayuda a modular la maduración del sistema defensivo, tanto para el reconocimiento y adecuada digestión de los alimentos durante la introducción de la alimentación complementaria en los dos primeros años de vida, como para la defensa contra infecciones y la selección de la flora intestinal. Esta maduración es esencial en los 2 primeros años de vida.
  • Emocional. La lactancia materna, cuando es placentera para el niño y la madre (esto es muy importante) refuerza el vínculo afectivo entre ellos y esto es muy importante para el desarrollo afectivo del niño. Aquí quiero hacer una aclaración que creo importante: Ni la lactancia garantiza que la relación afectiva entre madre e hijo va a ser adecuada ni la falta de lactancia imposibilita que lo sea. Pero cuando la lactancia se disfruta por ambos es un elemento de refuerzo muy positivo.

Teniendo en cuenta estos tres elementos, si quisiéramos definir fechas yo recomendaría  mantener la lactancia materna:

Desde el punto de vista inmunitario hasta completar al menos la introducción de la alimentación complementaria y, si es posible, hasta superar al menos el primer invierno de escolarización del niño.

Desde el punto de vista nutricional no tiene límite temporal.

Desde el punto de vista afectivo, para mí el esencial a la hora de decidir el destete de forma adecuada, cuando deje de ser un elemento placentero y buscado para relacionarse por parte de madre e hijo. Y en eso cada pareja madre-hijo tiene una evolución, unas circunstancias y unas características distintas y por tanto una edad diferente.

Lo importante en esta última es que quienes hay en el entorno se abstengan de dar opiniones secundarias.

Y si esto es imposible, que suele serlo porque todos opinan sobre la crianza de los que no son sus hijos, que la madre tenga la suficiente claridad de ideas y fortaleza de personalidad para no dejarse influenciar por ellas, ni para prolongar la lactancia ni para suspenderla.

Circunstancias que con más frecuencia son motivo de destete

  • Aquí voy a empezar por la que muchos defensores de la lactancia excluirían de la lista: Que la madre decida no dar el pecho. Pues sí. Es una causa plenamente justificada para ello. Ni yo ni nadie somos quien para pretender que dar el pecho es una obligación ni para juzgar los motivos por los que una madre decide no hacerlo. Y deberíamos ser capaces de respetarlo sin más. Demasiadas madres que no dan el pecho tienen la «obligación» de justificarse constantemente. ¡Ya vale! ¡Que la teta es lo mejor del mundo mundial! ¡Que sí! Pero que nadie conoce las circunstancias de cada caso y ninguna madre tiene la necesidad de estar constantemente justificando la forma en la que cria a su hijo ni en este tema, ni en ningún otro. Y generar sentimientos de culpa en una madre es fácil pero innecesario. Y si me apuráis, no es más que una muestra de falta de sensibilidad por parte de quien lo critica.
  • Por enfermedad de la madre: Concretamente porque la madre tenga una enfermedad que necesite medicación que sea incompatible con la lactancia. En este sentido hay dos consideraciones:
    • ¿Es imprescindible esa medicación? Mi respuesta es que cuando la enfermedad supone un deterioro importante de la salud de la madre, por supuesto. Pero también cuando produce un malestar que afecta de forma seria, aunque no pueda generar secuelas.
    • ¿No hay medicamentos alternativos para ese problema que sean compatibles con la lactancia? En demasiados casos los médicos no conocemos claramente los efectos de un medicamento sobre la lactancia o sobre un bebé cuya madre lo toma. Yo no lo sé en todos los medicamentos. Pero hay bases de datos donde pueden consultarse en un par de minutos. La mejor en español que conozco es e-lactancia.org
  • Por problemas del bebé. Podemos distinguir dos casos:
    • La lactancia en bebés enfermos: Hay bebés que enferman y eso les impide alimentarse correctamente al pecho. En estos casos, si se quiere dar lactancia materna existen opciones:
      • Si el problema es la incapacidad del bebé para succionar y se está alimentando por sonda, la madre puede extraerse la leche con un saca-leches y se puede dar esa leche por sonda nasogástrica. En la mayoría de los casos esto suele ser una situación transitoria y hacerlo así permite mantener la lactancia una vez superada la enfermedad del bebé.
      • Si el problema es que no tolera ni tan siquiera alimentación por sonda. Suelen ser también situaciones transitorias en las que se aporta lo que el bebé necesita por vena, en forma de suero o alimentación parenteral. De nuevo, si se quiere mantener la lactancia, la madre puede optar por el saca-leches y conservar esa leche para cuando el bebé se recupere. En muchos casos la recuperación del niño es más rápida que la de la producción de leche y puede venir muy bien tener esa leche guardada para complementar la toma directa de pecho hasta que se recupera la producción.
    • La lactancia materna cuando el bebé no gana peso:
      • En bebés sanos que no ganan el peso que dicen las tablas que debería. Hay niños que cuyo peso evoluciona por encima de la media y otros que lo hacen por debajo (mitad y mitad de hecho). Que un niño tenga un peso por debajo de la media no significa que no se alimente bien. La mitad de los niños sanos lo están. Las tablas de peso y talla se elaboran con niños sanos. Y «por narices» la mitad tienen que estar por debajo de la media. Cosas que tiene la estadística… Si un bebé toma pecho y está sano, da igual su percentil. Está sano, luego está suficientemente alimentado y sustituir la lactancia materna por artificial no cambiará eso. Y que suba del percentil 10 al 25 no es un beneficio que supere para nada a los de la lactancia materna.
      • En bebés que no ganan peso pero no están bien. Cuando un bebé no gana peso y es poco activo o llora mucho tomando sólo pecho, es que tenemos que plantearnos que posiblemente el pecho no está supliendo sus necesidades. Pero ante eso la solución no es suspender el pecho. En primer lugar debemos valorar si hay problemas que están haciendo que la lactancia no sea efectiva y se pueden corregir. Los más frecuentes:
        • No se pone al pecho con la frecuencia necesaria. Cuando un bebé no se alimenta lo suficiente llega un momento que por debilidad las tomas son demasiado cortas (se agota) o deja pasar demasiado tiempo entre las tomas (está agotado). En estos casos la solución es ofrecer el pecho con mucha más frecuencia aunque no lo pida. De este modo tomará cantidades pequeñas, pero con más frecuencia, lo que permitirá fortalecer al bebé para que vaya tomando mejor.
        • Frenillo. Muchos niños tienen frenillo. A algunos, a pesar de que lo tienen no les impide alimentarse bien, pero incluso en esos es mejor corregirlo porque al hacerlo solucionamos otros problemas posteriores y la alimentación suele mejorar. En los que lo tienen y se alimentan mal es algo a solucionar lo antes posible. Si la cosa se alarga podemos recurrir de nuevo al saca-leches para mantener la producción de leche.
        • La postura no es adecuada. Esto es un problema frecuente en los primeros días hasta que se explica a la madre o lo corrige ella misma por aprendizaje espontáneo.
        • Otros motivos que hacen que el pecho produzca menos de lo que el niño necesita y a veces no están claros. Hay quien se empeña en que el pecho siempre produce lo que el niño necesita y que el suplemento nunca es necesario. Pues no estoy de acuerdo. Me considero un «aceptable consejero de lactancia» y hay muchos casos en los que puede haber carencias puntuales de leche.
          • Un ejemplo frecuente. Recién nacido en torno a los 4 kg de peso o más. Yo explico a las madres que el pecho debe pasar de no producir nada a producir todo lo que un bebé necesita en cuestión de horas. Pero esto está ya «muy pensado». Los primeros días la mayoría de los niños están agotados tras el parto y empiezan pidiendo cantidades muy pequeñas. Además el calostro de los primeros días es leche muy concentrada en la que lleva mucho alimento y poco líquido (que no necesita porque ha estado empapado en líquido 9 meses). Y lo hacen de forma muy frecuente. Hay que entender que ha pasado de recibir alimento de forma constante a través de la placenta a recibirlo sólo en ciertos momentos. Lo más parecido es tomar muchas veces cantidades pequeñas. Pero es evidente que las necesidades de un bebé de 4 kilos o más no son las mismas que las de uno que ha pesado 2,7 kg. En los más grandes es normal que el pecho tarde algo más en alcanzar la producción necesaria. Y entonces surge la pregunta ¿Podemos suplementar? Pues claro. Y eso no significa perder la lactancia. Se puede hacer de forma que mantengamos la lactancia y acabemos eliminando los suplementos.

De hecho suplementar puede salvar lactancias, y sobre todo niños

Yo he visto casos en los que un bebé con pocas semanas había perdido demasiado pecho con lactancia materna.

Bebés que además no están bien y toman el pecho cada vez con menos fuerza por la debilidad que la malnutrición y la deshidratación conllevan.

Y que seguían sólo con pecho porque se lo estaba recomendando un «asesor de lactancia» desaconsejándole de forma insistente la suplementación.

Lo siento mucho. Siento que haya «consejeros de lactancia» que vean la lactancia como un bien en sí mismo si ser capaces de relativizar y entender que el bien último es el bienestar del niño. Qu recomendamos la lactancia materna exclusiva porque en la mayoría de los casos es lo mejor para el niño.  Pero no sepan entender los límites que traspasados ponen en peligro su salud y teman como si fuese «sacrilegio» usar la lactancia artificial como rescate. Porque bien usada puede ser eso.

Cuando un bebé está en esa situación y suplementamos con lactancia artificial recuperamos al bebé, se fortalece y empieza a tomar el pecho con más fuerza en pocos días lo que hace que aumente la producción de lactancia materna y en poco tiempo llegamos a prescindir totalmente de la leche artificial.

Para conseguirlo basta con insistir en que ofrezca las tomas con mucha frecuencia y que siempre primero dé el pecho, pero que tras el pecho ofrezca el biberón hasta la cantidad que el niño desee.

Si damos el pecho con mucha frecuencia y siempre primero el pecho, lo habitual es que el bebé tenga unos días en los que vaya aumentando la cantidad de biberón que toma. Pero no porque esté rechazando el pecho, sino porque está más fuerte e intenta restablecer la pérdida de peso que tuvo por falta de nutrición. Cuando alcanza el peso normal que hubiese tenido sin la desnutrición, lo habitual es que se vaya reduciendo la cantidad de biberón que el niño toma de forma espontánea hasta llegar a eliminarse del todo.

Entender esto salva la lactancia, porque no entenderlo puede llevar al bebé a una situación en la que por desgracia he visto ya a varios niños. Bebés que han acabado ingresados en el hospital con imposibilidad para alimentarse por boca durante bastantes días y que han dejado de tomar el pecho. Sé que muchos dirán que la madre debería haber usado el saca-leches para mantener la lactancia hasta que el niño pudiese volver a alimentarse por boca.

Pero si lo decís es que no entendéis la situación:

En la mayoría de los casos se trata de madres concienciadas con la importancia de la lactancia materna que la han mantenido frente a la crítica de muchos familiares y conocidos que les han insistido durante semanas en que suplementasen o directamente suprimiesen la lactancia materna. El ingreso hospitalario es la gota que colma el vaso y hace que se desborde. Ante esa situación la madre suele ser atacada de forma encarnizada por quienes en su entorno le insistían en el biberón. Y no hay  madre en esa situación con ánimos para usar el saca-leches de forma regular.

Llegar a esta situación es consecuencia en realidad de una incorrecta asesoría en lactancia. De gente radical que ven en la leche artificial al 5º Jinete del Apocalipsis porque no saben cómo usarla adecuadamente ni cuándo es necesaria. De gente que pretende ayudar con demasiada rigidez y poco sentido común.

Defendamos la lactancia materna con información adecuada, pero ante todo con flexibilidad, sentido común y suficiente conocimiento para aportar soluciones realistas.

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Cómo debe ser la alimentación de un bebé de 1 año

Medir los alimentos en los niños es un error.

Respuesta a una madre en Facebook: «Como debe ser la alimentación de los pequeños de 1 año, pero con ejemplos claros de desayuno, comida y cena, y la frecuencia de darle leche. Los artículos que he leído en Internet no me convencen. No son muy precisos.»

Mi interés al escribir este artículo es aclarar porqué no encuentras uno así ni siquiera en mi web. Y porqué este artículo tampoco va a servir para que tengas esa lista.

Porque es contraproducente. Esta petición surge de una forma de entender la alimentación y la crianza de niños que creo que es irreal. Te aconsejo que la cambies.

Imagina que te hiciese una lista tipo menú de un colegio en el que te especificase composición de cada comida, con primer plato, segundo plato, postre, bebida. Y que te dijese además la receta exacta para elaborarlo, con cantidades concretas y forma de preparación… ¿Para qué? ¿Cómo podría nadie pretender tener una respuesta científicamente adecuada para decir que esa lista concreta es la correcta y cualquier otra está equivocada? No existe la dieta perfecta, el menú perfecto.

Dar una lista así no serviría más que para generar inseguridad a los padres si se desvían lo más mínimo de ella.

Pedirla significa que hasta ahora nos han dado unas pautas rígidas de cómo criar a nuestro bebé.

Pero un bebé es como nosotros. Un ser biológico, no mecánico. Eso significa que la cantidad de cosas que influyen en lo que necesita comer cada día es muy amplia y cambia constantemente.

Tú no comes lo mismo cada día, no comes lo mismo que yo. Ni en cantidad ni en variedad.

Pretender definir de forma lo más concreta posible esa cantidad y variedad para los niños es fruto del miedo de muchos padres a no estar haciendo las cosas de la mejor forma posible.

Es comprensible que sea así. Criar bien a nuestro hijo bien es una de nuestras principales preocupaciones. Y es algo para lo que no hemos recibido formación específica. Así que la buscamos y nos gustaría tener reglas claras para todo. De forma que sintamos la seguridad de estar «haciéndolo todo bien».

Pero si yo os diese una lista así no os haría ningún favor. Porque sería incorrecta. No existe una lista así que sea adecuada para todos los niños y mucho menos para todos los días.

Cuando hablamos de alimentación en bebés sólo podemos defender principios generales.

Y aún en ellos, con flexibilidad.

Principios generales en alimentación complementaria:

  1. El alimento fundamental para el niño hasta el año (aproximadamente) es la leche.
  2. Se recomienda empezar con alimentación complementaria en torno a los 6 meses.
  3. Pero es complementaria. Hasta el año muchos bebés pueden estar perfectamente tomando prácticamente leche y algo de complemento.
  4. No existe un orden definido para introducir esos alimentos. Decir que la fruta va antes o después de los cereales o la verdura en el orden de introducción tiene poca o ninguna base científica. Hay circunstancias en las que puede ser «recomendable» hacerlo de un moco u otro. Pero varían mucho según las peculiaridades de cada niño.
  5. Hay muy pocos alimentos que de verdad tengan un motivo para no ser introducidos antes de cierta edad:
    1. No antes del año: Leche de vaca entera, miel cruda, verduras de hoja verde.
    2. No antes de los 2 años: Pescado azul grande, marisco, huevo crudo.
    3. No antes de los 4 años: Frutos secos.
  6. Cada niño necesita comer una cantidad diferente, que varía además en cada comida.
  7. Debemos buscar que tenga una dieta cada vez más variada conforme crece.
  8. Es importante que su relación con la comida sea buena. Para lograrlo evita:
    1. Pelear con tu hijo para que coma.
    2. Entretener a tu hijo para que coma.
    3. Simplemente ofrece comida y él comerá lo que necesite.
  9. Un niño está bien alimentado si le ofrecemos una variedad de alimentos adecuados para su edad, come la cantidad que quiere y el resultado es un niño sano.
  10. La mitad de los niños sanos está por debajo de la media en peso. Lo importante no es su percentil, sino que esté sano.

 

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¿Porqué sudan algunos niños al dormirse?

¿Porqué algunos niños sudan mucho al dormirse?

Respuesta a un Peketema: ¿Porqué algunos niños sudan mucho al dormirse? Es un ejemplo de que casi todo tiene su explicación comprensible para los padres.

El momento en el que un niño se duerme tiene mucho de misterioso.

Una de las cosas que ocurren es casi un milagro. Los niños pasan de un nivel de actividad que ha sido capaz de agotarnos a todos, a una situación de reposo que a todos los padres nos maravilla.

Vale, ¿Pero porqué sudan al dormirse?

Hay ciertas funciones de nuestro cuerpo, como el sudor, la velocidad a la que late el corazón… que están regulados por una parte de nuestro sistema nervioso que funciona de forma autónoma (algún genio lo llamó Sistema Nervioso Autónomo). Suele explicarse que tiene dos estados de funcionamiento: «De alerta y de recuperación». Cuando nos dormimos pasamos a la situación de «recuperación».

Una de las cosas que pasan es que se suda.

El motivo es que cuando el cuerpo reduce de forma clara y rápida su actividad (la situación más evidente es dormirse), una gran cantidad de energía deja de ser necesaria. Y en el proceso de reducirla, una parte de la que sobra se elimina en forma de calor gracias al sudor.

Luego hay niños que sudan más que otros. Y hacerlo no significa nada preocupante. Es una de las peculiaridades que todos tenemos. Como ser más frioleros o menos.

Habitualmente este aumento de sudoración se produce a los pocos minutos de dormirse y suele ceder en menos de una hora. Cuando pasamos a ver al niño en ese momento podemos encontrarlo empapado en sudor frío. Lo normal es que luego, durante el resto de la noche ya no suden tanto.

Pero además podemos ver que hay días en los que sudan más y otros en los que sudan menos.

Las situaciones que pueden favorecer que suden más son:

  1. Que haga más calor.
  2. Estar más abrigado de la cuenta.
  3. Que el niño tenga fiebre y esté en la fase de bajada.
  4. Que haya estado especialmente activo justo antes de dormirse. Es algo especialmente evidente en los niños que se pelean con el sueño. Esos que ves que cuando empiezan a estar cansados parece que se activan aún más.
  5. Niños que se duermen en brazos. Porque les cuesta más eliminar el calor corporal cuando los tenemos abrazados y en cuanto los dejamos en la cama o cuna sudan para eliminar ese calor.
  6. Una cena más abundante. Durante la digestión se libera mucha energía. De modo que los días que cenan más cantidad o alimentos más ricos en energía se produce un aumento de la temperatura que se compensa sudando más.

En resumen:

Casi todo tiene su explicación que parece misteriosa y puede preocuparnos cuando no la entendemos, pero que suele ser fácil de comprender con una explicación clara. Los padres tendemos a preocuparnos ante todas estas dudas. Lo que es comprensible, porque todo lo referente a la salud de nuestros hijos nos preocupa.

La mejor forma de liberarse de esas preocupaciones y disfrutar de nuestros hijos es aprender cada día un poco más sobre ellos y su salud.

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Vacuna meningococo C en niños

Es una vacuna que ha reducido mucho la frecuencia de Meningitis en España y está incluida en calendario vacunal.

El Meningococo C era uno de los microbios que con más frecuencia causaban meningitis y sepsis antes de que se introdujese la vacuna en el calendario vacunal. Los otros gérmenes causantes de meningitis que tienen vacuna son el neumococo, el hemófilus tipo b y el meningococo B. Algunas de estas infecciones son potencialmente mortales. Desde su introducción en el calendario vacunal su frecuencia ha caido de forma muy importante.

Es por tanto una vacuna en la que la relación entre riesgo y beneficio es clara a favor de la salud de los niños. Y por tanto se la recomiendo a todos los padres, al igual que yo en su día se la puse a mi hijo.

La pauta para ponerla no es inamovible:

En el calendario vacunal unificado del Ministerio aparecen 3 dosis: A los 2 meses, 12 meses y 12 años.

No debemos vacunar a un niño si está enfermo con una infección. Que acabe primero con la infección que tiene y ya le enseñaremos después a defenderse de las otras. Cuando eso ocurre, retrasamos la dosis hasta que mejora. Como la separación entre las dosis es amplia, si se produce un retraso de una dosis en unas cuantas semanas, no afecta a las fechas en las que pondremos las otras dosis.

En cuanto a reacciones adversas de esta vacuna, lo más frecuente es que no pase nada o que se inflame un poco el lugar donde se pinchó.

Si se hincha podemos poner frío los primeros días y dar un analgésico (Apiretal o Dalsy) al niño si duele mucho o tiene fiebre.

No hay que dar apiretal ni ningún otro analgésico antes de las vacunas como prevención.

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Prevención de la obesidad infantil

En obesidad infantil es mejor prevenir que curar: Descubre cómo hacerlo.

Seis normas claras para evitar la obesidad infantil.

 

Uno de los problemas del tratamiento de la obesidad es lo poco efectivo que suele ser.

En adultos, la reducción del peso se consigue sólo en algunos casos, pero mantenerlo bajo a largo plazo es algo que se logra en muchos menos.

Las medidas que voy a describir son aplicables desde el momento que se empieza a introducir alimentación distinta a la leche:

  • Dar de comer sólo comida de calidad y sólo a la hora de las comidas. Así conseguimos una buena nutrición obligando al cuerpo a consumir grasas entre las comidas y sin causar un aumento del nivel de tolerancia al azúcar.
  • La única bebida para quitar la sed es el agua. Cualquier otra bebida reduce poco a poco la capacidad de soportar el ayuno, aporta calorías para quitar algo que cede sólo con líquido e impide el descenso de azúcar en sangre, normal entre las comidas, que obliga al cuerpo a consumir parte de las grasas almacenadas.
  • No sustituir la comida que toca por otros alimentos. Cuando hacemos sustitución se selecciona la dieta en función de los gustos del niño, no de las necesidades de su cuerpo, lo que lleva a dietas con poca variedad y mala calidad. Si no la toma, se queda sin comer hasta la siguiente toma. La mayor catástrofe que sufrirá el niño por ello será saber lo que es el hambre. Ningún niño se muere de hambre si se le ofrece comida de forma regular, aunque no sea la que prefiere. De hecho la mayor parte de los obesos, en el período de introducción de la alimentación destacaron más por seleccionar la comida y ser malos para comer, que por ser comilones.
  • No poner la tele cuando comen. Aunque muchos padres afirman que es la única forma de que el niño abra la boca y nos deje darle de comer, a la larga nunca comerá sólo, porque la tele lo emboba y no se concentrará en la comida mientras tenga la tele delante.
  • Evitar la televisión como tranquilizante de niños. Tienen que moverse. En los lactantes hay que jugar con ellos, no plantarlos delante de la tele para que estén callados. Cuando crecen favoreced que salgan a jugar a la calle el máximo tiempo posible. Dedicadles tiempo para jugar con ellos en juegos que precisen de actividad física. Sé que no hay quien siga el ritmo de un niño, pero no podemos pretender que sean ellos los que sigan el nuestro, el sedentarismo.
  • No usar la comida como entretenimiento ni como premio. Si un niño está asustado o nervioso abrázalo, si está aburrido juega con él. Como premio usa cualquiera de las dos anteriores.

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Niños que se despiertan por frío o calor

Niños que de noche se destapan. Ropa para dormir. Duerme destapado. Suda mucho de noche.

Un tema que agobia a bastantes padres es evitar que el niño pase frío de noche “para que no se resfríe” (aunque se resfriará cuando le toque, pase frío o no).

En algunas casas, por la noche se desarrolla lo que yo llamo “la guerra de las mantas”:

  • Acostamos al niño y lo arropamos.
  • Al rato el niño pasa calor, suda y se destapa. Lo que significa que estamos poniendo demasiada ropa de cama o la calefacción demasiado alta.
  • Cuando los padres se pasan a verlo, porque piensan que se va a destapar, efectivamente lo ha hecho y con el sudor se ha quedado helado.
  • Vuelven a taparlo con la misma ropa excesiva y vuelta a empezar, de nuevo pasa calor y se destapa.

Hay dos opciones:

  1. No es raro que el problema sea que le ponemos demasiadas mantas.
  2. Pero también ocurre cuando los niños son muy inquietos y no paran de moverse toda la noche (lo que es muy frecuente entre el año y los tres o cuatro años).

En los casos en que los niños son muy inquietos lo que yo recomiendo acostarlo sobre la cama sin mantas, con el número de pijamas que creamos que necesita para no pasar frío, y una temperatura de la habitación adecuada y constante durante la noche.

¿Cómo sabemos si tiene suficiente con uno, dos, tres… pijamas?

Sencillo. Míralo un par de veces en la noche: Si suda mucho, le sobra ropa. Si lo notas frío y encojido, le falta.

Es la única forma de que no estén continuamente entre “el pollo cocido y el pollo helado”.

Lo malo no es que pase calor o frío. Lo peor es el cambio intermitente de temperatura que sufre el niño por la «guerra de las sábanas».

En algunos casos son estos cambios en la temperatura del niño los que hacen que duerma mal, como en situación de alerta, favoreciendo que despierte con más frecuencia y que al día siguiente esté más nervioso e irritable.

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El dolor de oídos despierta al niño

El niño que no duerme por dolor de oídos. Hay niños que se despiertan de noche por dolor de oídos. Qué hacer.

Una causa muy frecuente de despertar en los niños son los dolores de oídos. Sobre todo en los 5 primeros años de vida. Es decir, mientras los niños siguen teniendo más catarros.

El dolor de oídos suele ser más intenso durante la noche, porque cuando nos tumbamos boca arriba, el oído queda más bajo que la garganta. En esa posición el moco del propio oído no sale, se acumula aunmentando la presión. Pero también, si hay moco abundante en la garganta, puede bajar hacia el oído.

Cuando se pone en posición vertical, el oído queda más alto que la garganta, de moco que se vacia hacia ella disminuyendo la presión, y el dolor.

Si el despertar del niño se produce por este dolor de oídos, notamos que se calma al rato de cogerlo y mantenerlo incorporado (10-15 minutos) y reaparece al rato de estar tumbado (entre 15 minutos y una hora).

Además suele doler más al presionar delante del oído en el hueco que queda tras el lóbulo de la oreja. 

Hay niños que tienen este dolor con frecuencia sin fiebre ni secreción saliendo por el oído. La causa suele ser una hipertrofia de vegetaciones o que el conducto por el que drena el moco del oído hacia la garganta (trompa de Eustaquio) no hace bien su función (está taponada o el moco sube con demasiada facilidad hacia el oído). Podemos usar diversos tratamientos para resolver esos problemas. Pero en ocasiones lo único que resuelve de verdad el problema es quitar las vegetaciones o poner drenajes en los oídos (Otorrinolaringólogo).

En ocasiones el dolor se hace constante tanto si está tumbado como si está de pie y aparece la fiebre. En estos casos es que posiblemente el moco acumulado en el oído se ha sobreinfectado y conviene que sea visto por el pediatra para valorar el tratamiento adecuado.

Siguiente Capítulo: Se despierta por frío o calor…

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