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Peritonitis en niños

Peritonitis en niños

Si tu hijo tiene Peritonitis, aclara tus dudas. ¿Qué es? ¿Porqué ocurre? ¿Cómo se diagnostica y se trata una peritonitis?

Este artículo pretende aclarar las dudas más frecuentes que tienen los padres de un niño con Peritonitis.

Pero son el Pediatra y el Cirujano los que tienen los conocimientos necesarios para decidir cómo diagnosticar y tratar a vuestro hijo.

¿Qué es la Peritonitis?

El Peritoneo es una membrana que envuelve a las vísceras del abdomen.

En su interior hay un espacio (el peritoneal) en el que habitualmente hay muy poco líquido.

Cuando una infección llega a esas membranas y anida en ellas, las inflama estimulando la secreción de líquido.

Esa inflamación es la Peritonitis.

¿Cuáles son las causas más frecuentes?

Lo más habitual es por perforación del intestino. En su interior hay muchos gérmenes. Y si se perfora permitiendo que pasen al espacio que hay dentro de la membrana crecen en ese lugar.

Las principales enfermedades que pueden acabar en Peritonitis en un niño son:

– Apendicitis.

– Heridas que atraviesan la pared del abdomen.

– Invaginación intestinal.

– Hernias.

– Infecciones de orina graves.

¿Qué siente un niño con peritonitis?

Suele dar un dolor de barriga muy intenso y constante.

No hay ratos que duele mucho y ratos que se pasa. Cuando la barriga duele mucho, pero de forma intermitente son espasmos del intestino.

El dolor es insoportable, continuo y en aumento. No hay momentos en los que el dolor parece desaparecer.

Al tocar la barriga, está dura y el niño reacciona inmediatamente con dolor.

En un principio puede acompañarse de diarrea. Pero a veces, después se paraliza el intestino, estriñéndose.

Casi siempre la fiebre es alta, y hay muy mal estado general. Si cuando pasa el dolor el niño está bien, no es una peritonitis.

¿Cómo se diagnostica la Peritonitis?

Se puede sospechar por los síntomas que la acompañan y hay pruebas que la pueden confirmar:

– La Ecografía o el TAC abdominal pueden usarse para localizar Líquido en el espacio peritoneal.

– Junto a una analítica que nos indique que hay una infección grave. En la analítica suele haber un aumento de los leucocitos (es peor si están bajos porque puede indicar que el sistema defensivo no tiene ya capacidad de respuesta), con muchos neutrófilos, que son los que luchan contra las infecciones bacterianas. Hay también marcadores de infección como la PCR o la Procalcitonina, que en la peritonitis están muy elevadas.

Tratamiento de la Peritonitis

El tratamiento suele precisar de antibióticos a dosis altas por vena y de cirugía para resolver el foco desde el que apareció la infección. Por supuesto esta infección siempre se trata ingresando al niño en el hospital.

Secuelas más frecuentes de la peritonitis en niños

En muchos casos las peritonitis se resuelven sin dejar secuelas. Pero a veces sí pueden quedar algunas:

  • Bridas intestinales. Cuando la infección produce cicatrices en el peritoneo estas pueden estrecharse con el tiempo y dar problemas al comprimir alguna zona del intestino. Por eso en cualquier niño que haya sufrido una peritonitis conviene que sea seguido con más atención. Especialmente debemos vigilar si aparecen dolores de barriga persistentes o vómitos sin causa clara.
  • Recaídas. A veces se consigue eliminar la infección casi por completo, pero queda alguna zona en la que la infección o acaba de limpiarse pudiendo volver a desarrollarse. Por eso en las semanas siguientes a una peritonitis, si aparece fiebre y no hay un foco evidente que la ocasione o no sigue la evolución habitual hay que descartar una recaída de la peritonitis.

Ante cualquier duda, tras una peritonitis, si aparece dolor persistente de barriga o fiebre de origen desconocido, lo mejor es que consultes de nuevo en el hospital donde le operaron.

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Repelentes de piojos

Repelentes para piojos, funcionan o no?Repelentes de piojos. ¿Funcionan o no? Ese producto maravilloso con el que sueñan todos los padres en algún momento de la infancia de sus hijos.

Como en casi todo lo que preocupa mucho a los padres hay montones de soluciones que supuestamente resuelven el problema de los piojos.

La realidad es que sí disponemos de productos para eliminarlos. Y hay varias opciones efectivas. El problema es que son insectos vivos y se desplazan con facilidad para buscarse la vida. Con lo que no basta con eliminar los piojos de nuestro hijo. Mientras alguien de su entorno siga teniendo, los piojos pueden volver una y otra vez.

Ante esa realidad la pregunta que asalta a todos los padres es: ¿No hay repelentes de piojos efectivos?

Como dirían algunos: «haberlos, los hay, otra cosa es que funcionen».

Vamos a lo concreto. Los piojos son insectos, y como tales, al ser seres con capacidad de moverse, se adaptan a su entorno. Parte de esa adaptación consiste en huir de aquello que asocian a una situación de peligro. Todos los animales tenemos sustancias que por su olor o sabor nos producen rechazo.

En los piojos se ha visto que hay algunas de esas sustancias que no les resultan agradables, como el famoso extracto de árbol de te, el de geranio, le limón o de lavanda y el N-acetil-N-butil-beta-alaninato de etilo. Éste último es un producto químico bien tolerado que forma sobre el pelo una película de protección que repele a los piojos con más fuerza que los extractos de plantas.

¿Por qué en muchos casos los Repelentes de Piojos no funcionan?

Los repelentes de piojos generan rechazo a este bichito. Pero nada odia más el piojo que pasar hambre o ser exterminado. El suyo para la supervivencia es un problema simple: Se reproduce mucho, pero si su número aumenta se hace tan llamativo que nadie le libra de ser sometido al tratamiento de eliminación. Y como decimos estos tratamientos funcionan.

Su oportunidad de seguir sobreviviendo como especie es saltar de cabeza en cabeza con frecuencia en cuanto aumentan su número. De forma que ocupen tantas cabezas como sea posible.

Si en una clase hay 25 niños y aparece uno con piojos, en pocas semanas todos podrían tenerlos. Sin aplicar ningún tipo de repelente de piojos, habrá niños que los sufren con muy poca frecuencia y otros que parecen un imán. Y es que hay ciertas sustancias que producimos que pueden actuar como repelentes o a tractores naturales para estos insectos.

Los repelentes de piojos suelen funcionar cuando en una clase hay pocos niños que los usen. Pero si su uso es la norma, pierde efectividad. En su afán por buscarse la vida los piojos irán saltando de cabeza en cabeza. Si les es posible buscarse la vida evitando al niño que tiene repelente lo harán, como nosotros evitaríamos vivir en un piso a pie de un vertedero. Pero cuando la necesidad apremia se vuelve uno menos selectivo, de modo que si en una clase son pocas las cabezas libres que quedan y encima son las que usan repelente, pues no queda otra. Aunque sea con la «nariz tapada» acabarán ocupando esa cabeza.

¿Usar el tratamiento eliminador de para piojos como repelente?

No.

Muchos padres me comentan que usan los tratamientos para eliminar piojos a modo de prevención. Lo hacen con dos planteamientos:

  • Uso el tratamiento para eliminarlos a dosis baja para que actúe como repelente. La idea no es absurda. Si esto mata a los piojos, no es raro que acaben aprendiendo a huir de él. Pero el problema es que no funciona y que además usar algunos tratamientos como prevención a dosis bajas está haciendo que los piojos se acostumbren a ellos y pierdan efectividad cuando por fin lo necesitamos.
  • Aplican el tratamiento cada cierto tiempo para acabar con los piojos, aunque no los vean. Por si acaso. El problema es que estos tratamientos no son inocuos y sólo se justifica usarlos cuando realmente hay piojos.

Sé que puede ser desesperante, pero la realidad es que estos «trucos» no funcionan.

Lo único razonable es:

  • Buscarlos como una rutina más de higiene, de modo que los detectemos lo antes posible si están.
  • Tratarlos cuando efectivamente los hay.
  • Como repelente, usar sólo repelentes para piojos con la esperanza (pero no la seguridad) de que prefieran otras cabezas a la suya.
  • Mi recomendación principal es que en un colectivo, si queremos mantener a raya de forma efectiva a los piojos, debemos tratar todos los casos a la vez, o irán saltando de cabeza en cabeza todo el curso. Los piojos no se coordinan (no lo necesitan). Pero los padres sí pueden coordinarse.
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La Semana del Piojo

La semana del piojo o cómo eliminar piojos de un colectivoEliminar los piojos de una clase o un colegio es posible, pero se necesita coordinación e información adecuada a los padres para hacerlo.

Seguramente los piojos llevan más tiempo en este planeta que los seres humanos. Acabar con ellos definitivamente es imposible. Pero podemos acercarnos a ese objetivo en colectivos cerrados como un colegio.

Habitualmente los piojos se extienden en los colegios como la gripe. Pero a diferencia de ésta, pueden sufrirse muchas veces en un curso.

El problema es que aunque tenemos tratamientos efectivos para eliminarlos, mientras en el colectivo quede un niño con piojos, la plaga puede volver a extenderse. ¡Y lo hace! Una y otra vez.

Los piojos siguen aquí porque están muy bien adaptados. Pese a nuestras mejoras en higiene, se las apañan bien. La vía de transmisión suelen ser los niños y el motivo es simple: Espacio personal.

La mayoría de los adultos guardamos en nuestras relaciones diarias lo que llamamos espacio personal. Un espacio insalvable para los piojos. Pero los niños son diferentes. Especialmente entre los 2 y los 7-8 años no guardan espacio alguno. En la práctica, juntan las cabezas de forma frecuente cada día, favoreciendo el paso de piojos de una cabeza a otra.

Lo habitual es que durante el curso los piojos vivan su fase de expansión, afectando cada vez a más niños. Los padres sostienen durante todo el curso una guerra sin cuartel con ellos que raramente se gana de forma definitiva antes de final de curso. Es entonces cuando se logra. En cuanto llega el verano los contactos de los niños se limitan. Se pasa a relacionarse sólo con los amigos más estrechos y en esta fase la mayoría de las familias acaba con el problema.

Pero alguno queda que no, habitualmente porque tiene una afectación leve y los padres no lo detectan.

En cuanto ese niño empieza el curso su piojos descubren «nuevas tierras» que conquistar y empezamos de nuevo.

Poco a poco los padres van descubriendo «casos en sus casas». Y los van tratando en el mayor de los secretos. Y este es el error. Los piojos tienen el estigma de la falta de higiene. Y no es cierto. Puede aparecer hasta «en las mejores familias». ¡Pero cualquiera va y lo dice el primero!

Aclaración: El primero en decirlo casi nunca es el primero en traer los piojos a clase. El que los trajo no ha detectado los piojos durante todo un verano. No es él quien lo va a decir.

El resultado es que esa familia que detecta piojos en su hijo lo trata en la intimidad. Acaba con ellos, pero es cuestión de tiempo que acaben volviendo.

Por guardar este secreto y no coordinar los esfuerzos muchos niños acaban tratándose contra los piojos varias veces a lo largo del curso escolar. En ocasiones durante varios años con la misma dinámica.

La Solución es la Coordinación contra los piojos

Yo siempre insisto en que sólo podemos acabar con el problema de una forma, y es usando las herramientas que los piojos no tienen:

  • Tenemos tratamientos contra los piojos que son efectivos.
  • Tenemos capacidad de comunicarnos.

Aunando ambas puede hacerse.

Cuando se detecta un caso de piojos, debería comunicarse al colegio.

Y el colegio debería activar un protocolo consistente en lo siguiente:

  • Dar información a los padres sobre que hay piojos en el colegio.
  • Dar información a los padres sobre cómo buscar y encontrar piojos en sus hijos (si no los buscas no los encuentras):
    • Hay que buscar especialmente en la raíz del pelo de la nuca, que es donde suelen acumularse y crecer mejor.
    • Si ves piojos o liendres trata.
    • Las liendres son como una mota de caspa pero que está pegada al pelo y no se desprende con facilidad.
  • Coordinar el tratamiento.
    • Yo suelo recomendar que se haga especialmente intensiva la campaña una semana en la que se insista a todos los padre en que durante esos días revisen cabezas y traten todos a la vez a los niños que encuentren con piojos. «La Semana del Piojo».
    • Y si aún así el problema persiste recomiendo tratar a todos los niños de la clase donde siga habiendo piojos en los mismos días. Se detecten piojos o no. Sé que los tratamientos no son inocuos. Pero es preferible tratar a todos una vez que acabar tratándolos por turnos 3 ó 4 veces en un año.

Actuar de este modo es la única forma de mantenerlos a raya. Puede fallar de muchas formas. Por ejemplo si en una casa hay varios niños en distintos colegios y se hace e uno pero no en el otro.

De hecho, si antes de las vacaciones de Navidad se hiciese «La Semana del Piojo» en todos los colegios del país de forma coordinada sería una gran medida. La convertiríamos en la #SemanadelPiojo (muerto).

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Sinusitis en Niños

Sinusitis en NiñosLa Sinusitis en niños puede ser causa de dolor de cabeza, de mucosidad constante y de tos que no acaba de mejorar. Comprende cómo se diagnostica y se trata.

¿Qué es una Sinusitis?

Alrededor de la nariz hay unos huecos que llamamos senos para-nasales. Están comunicados con la nariz y tapizados de una mucosa similar a la suya. Producen moco que va fluyendo hacia la nariz expulsando a los gérmenes que se cuelan en estos huecos:

Senos maxilares: Están en las mejillas, bajo los ojos a ambos lados de la nariz. Son los primeros senos en aparecer, los más grandes y en los que aparecen sinusitis con más frecuencia.

Senos frontales: Están en la frente, sobre la nariz. Los recién nacidos no los tienen. Se desarrollan en unos niños antes y en otros después y suelen ser causa frecuente de dolor de cabeza en niños que empeora al presionar en la frente. Pero es raro que tengan senos frontales antes de los 6-7 años y muy raro que generen sinusitis hasta años después.

Senos etmoidales y esfenoidales: Son los más pequeños. Están en la parte superior de la nariz y suelen dar un dolor de cabeza que empeora cuando movemos los ojos.

A veces esa mucosa puede inflamarse, el moco aumenta y puede no salir con facilidad de forma que produce dolor por la presión. Eso es lo que llamamos sinusitis. La inflamación puede empezar a partir de una alergia o de de una infección. Lo más frecuente es que la causa sea un virus. En algunas ocasiones puede ser generado por hongos (bastante raro). Pero a veces puede anidar alguna bacteria que dé lugar a una Sinusitis bacteriana. Sólo en este último caso es útil tratar con antibióticos.

La mayoría de las sinusitis se pueden resolver por sí mismas gracias al trabajo del sistema defensivo del niño, pero pueden tardar semanas en normalizarse del todo.

Hablamos de sinusitis aguda cuando es una inflamación que tiene su comienzo y su final claro en unas semanas. Cuando se prolonga durante meses o tiene episodios muy frecuentes hablamos de Sinusitis Crónica.

En las agudas suele bastar con tratarla cuando aparece. En las sinusitis crónicas puede ser necesario plantearse tratamientos de prevención.

Cómo se diagnostica una sinusitis en niños

Una Sinusitis es un proceso que dura más de lo normal en cualquier catarro. Por tanto, pensar en sinusitis porque un niño tenga mocos y dolor de cabeza, aún con fiebre, el primer día que esos síntomas empiezan, no es lo adecuado.

Habitualmente la evolución de una sinusitis suele ser un catarro inicial que no acaba de curarse y se mantiene más de 10 días activo. O un cuadro de moco espeso, amarillento o verdoso que se acompaña de fiebre de más de tres días sin que empiece a mejorar. Cuando esto ocurre debemos pensar en sinusitis, aunque hay otras situaciones que pueden dar resultados similares:

  • Fiebre prolongada. La evolución normal de la mayoría de las infecciones benignas que se acompañan de fiebre suele ser de 1 a 3 días de picos febriles cada vez más frecuentes y más altos. Y a partir de ahí suele mejorar haciendo picos de fiebre menos frecuentes y menos altos. Cuando pasan esos 3 días sin que veamos mejoría conviene que el niño sea valorado de nuevo por su pediatra para descartar cuadros distintos de un simple catarro. En muchos casos lo que hay simplemente es el solapamiento de dos infecciones diferentes: Ha empezado una nueva infección antes de acabar la primera. Pero otras veces puede haber infecciones que no se resuelven fácilmente sin tratamiento adecuado: Amigdalitis, neumonías, sinusitis
  • Mucosidad espesa prolongada. Hay otros cuadros diferentes de la sinusitis que pueden generar mucosidad que no cede tras más de 10 días. Lo más habitual es una sucesión de catarros (cosa habitual los primeros inviernos de escolarización), unas vegetaciones grandes (más frecuentes al final del invierno) y las alergias.

Pero ante la duda, si un catarro se prolonga mucho y más si es con fiebre, conviene que lo valore el pediatra para descartar cosas, entre ellas la sinusitis.

Otros síntomas que suelen acompañar a la sinusitis son:

  • Dolor de cabeza que aumenta al presionar sobre el seno inflamado o al inclinar la cabeza.
  • Moqueo purulento y maloliente según la postura, y más intenso del lado al que drena el seno afectado.
  • A veces inflamación de los párpados del ojo cercano al seno inflamado.

Cuando se sospecha de Sinusitis se completa el diagnóstica mediante:

  • Radiografía de Senos o Tomografía Axial Computerizada. En ella podemos ver si los senos están ocupados o no de mucosidad.
  • Cultivo del moco purulento. Puede detectar si hay una bacteria concreta creciendo en él y a qué antibiótico es sensible o resistente. Sus resultados no son inmediatos. Se siembra el moco en un caldo de cultivo y hay que esperar a ver lo que crece, lo que puede tardar unos días.
  • Analítica de Sangre. Nos indica cómo está respondiendo el cuerpo frente a la infección, orienta sobre si es viral o bacteriana y cómo de intensa es.

Tratamiento de la Sinusitis en niños.

En la mayoría de los casos la sinusitis puede ser tratada en casa. Sólo en casos en los que el niño no sea capaz de tomar la medicación o presente signos de complicación se puede necesitar el ingreso hospitalario para completar el tratamiento y vigilar su evolución. Su pediatra valorará la mejor actitud en cada caso.

Cuando una sinusitis no responde al tratamiento o tiene tendencia a repetir con frecuencia, conviene que sea valorado por un Otorrinolaringólogo.

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Quitar el Pañal en la Guardería

Cómo evitar los problemas al quitar el pañal a un niño

Quitar el pañal es uno de los pasos para que un bebé deje de serlo para considerarlo un niño. En la guardería o escuela infantil suele hacerse en grupo. Hablemos de ello.

Respuesta a un Peketema propuesto por una madre en nuestra comunidad de Facebook.

Por favor » quitar el pañal «: Mi bebé de 20 meses aún usa pañales y siento que se me hace difícil porque es varón, con mi hija fue fácil ya que yo iba al baño con ella para enseñarle.

Los tres pasos clave para eliminar el pañal de un bebé

Empecemos centrando las claves. A veces pensamos que quitar el pañal es simple. Se lo quitas y punto. Pero hay 3 pasos en este tema que van a marcar cuándo y cómo podemos hacerlo:

  1. Hacer caca sin el pañal. Este es el esencial. Y en el que si no lo hacemos bien aparecen los problemas más serios.
  2. Controlar la orina de día.
  3. Controlar la orina de noche. 

Hacer caca sin el pañal

Mucha gente no se plantea esto. Piensan que si le quitas el pañal a un niño, ya hará caca. Sólo se preocupan porque no avise y se manche al hacer. Pero eso es secundario. Lo realmente importante es que hacerlo mal puede generar mucho sufrimiento al niño por algo inesperado: el mayor estreñimiento que haya tenido en su vida hasta ese momento.

Os cuento como surge esto. Si quitamos a un niño el pañal antes de que haya aprendido a hacer caca sin él, lo normal no es que haga, sino que la retenga.

Los días pasan y al final llega un momento que no tiene más remedio que hacer. Lo más normal es que se le escape en un momento inoportuno. Ante lo que se le suele regañar. Para la próxima se aguanta más aún.

Cuando por fin no tiene más remedio que volver a hacer en muchas ocasiones es dura y de gran tamaño. Eso duele. Y es probable que haga una fisura anal. A partir de ese momento cuando tenga ganas se retiene porque no sabe hacer sin el pañal, porque le regañan cuando hace y porque además duele un montón. Lo que no hace sino garantizar que la próxima dolerá aún más…. empeorando el problema.

¿Cómo evitamos este estreñimiento?

Cuando nos planteamos quitar el pañal el primer paso es lograr que el bebé haga caca sin el pañal. Si no conseguimos esto no podemos quitárselo.

Pasos para lograrlo:
  1. No intentes quitar el pañal a un bebé estreñido. Antes de plantearnos quitar el pañal el bebé debe tener unas heces regulares y que no le cuesta hacer.
    1. En primer lugar porque si le cuesta hacer, más difícil será que lo logre de un modo nuevo y extraño para él. Es difícil que un niño se quede intentando hacer un rato sentado cuando le cuesta.
    2. Y segundo, porque tener un ritmo regular lo facilita. Si sabes las horas en las que a tu hijo le dan ganas de hacer caca será más fácil ofrecerle la posibilidad de que haga sin el pañal y que tengamos éxito.
    3. Por tanto, si tu hijo está algo estreñido es mejor que primero resuelvas este tema antes de intentar quitar el pañal.
  2. Si tiene un ritmo regular, en los momentos en los que tiene ganas anímale a probar a hacerlo en el orinal:
    1. No en el WC. A la inmensa mayoría de los niños sentarse en el WC les da miedo. Tienen que hacer equilibrios en el borde para no caerse y tienen miedo de un «abismo sin fondo» en el que a saber lo que puede haber… Es difícil concentrarse para hacer caca en esas condiciones.
    2. Cómo debe ser el orinal. Simple, no compréis de estos que hacen ruiditos o música cuando hace pipí o caca. Muchos niños cuando suena se asustan y no quieren volver a acercarse al orinal nunca más. Y base amplia para que esté estable y el niño se concentre en hacer caca, no en mantener el equilibrio.
  3. Cuando logramos que haga caca varias veces en el orinal sin problema podemos dar el paso siguiente: 

Controlar la orina durante el día.

Esto es más simple de lo que parece. En primer lugar porque lo peor que puede pasar es que se moje. No como en el caso anterior que puede ser origen de un problema serio a largo plazo.

Necesitas una alarma en el reloj o en el móvil. Ponla para que suene cada media hora. Cuando suene ofrece el niño hacer ir a hacer pipí. No va a hacer cada media hora, pero lograremos que lo haga con la frecuencia necesaria para que no se le escape. Si van pasando las medias horas sin escaparse pasas a avisarle cada hora. Después cada dos horas, luego cada 3…

Si llega un momento en que él te avisa cuando tiene ganas y no se le escapa en ningún momento, ya está. Controlada la orina de día.

Ya puede estar sin pañal todo el día. Si en algún momento vuelve a tener escapes recuérdale que haga cada 2 horas. Algunos niños se distraen mucho en sus cosas y se les pasa hasta que ya es tan urgente que no pueden evitar que se les escape antes de llegar al baño.

Controlar la orina durante la noche.

Esto no depende de la voluntad o motivación del niño. Uno de los procesos que aparecen cuando crecemos es la producción de un pico de hormona antidiurética cuando nos dormimos. Es la responsable de que de noche filtremos menos orina y necesitemos ir al baño con menos frecuencia que durante el día.

Notamos que ya lo hace cuando por las mañanas sistemáticamente el pañal está seco. Cuando esto ocurra es cuando podemos quitar el pañal de noche. Hay bebés que lo hacen antes del año y niños con más de 5 años que siguen mojando el pañal de noche.

Cuando se superan los 5 años hablamos de enuresis nocturna primaria. 

¿Todos a la vez en la guardería o escuela infantil?

Uno de los objetivos habituales que se plantean en las escuelas infantiles es la retirada del pañal en torno a los 2 años.

Es cierto que como los niños actúan mucho por imitación, hacerlo con todos a la vez en una clase puede ayudar a que les resulte más fácil. Pero podemos generar problemas:

  1. En una clase hay niños que nacen en el mismo año. Pero ahí algunos habrán nacido en enero y otros en diciembre. En esta edad casi un año de diferencia es un abismo en madurez. Lo normal es que los niños más pequeños, que nacen al final del año tengan más dificultades para lograrlo. Pero independientemente de la edad cada niño tiene un grado de madurez distinto que hace que esté listo antes o después.
  2. Hay que tener claro el esquema de pasos descrito arriba. En muchas escuelas infantiles se centran en la orina. Si un niño solía hacer caca en las horas que está en la escuela va a tener un problema de estreñimiento con más facilidad.
  3. Debemos ser flexibles. Como digo, la imitación y la actuación en grupo facilita la modificación de conductas en niños, pero hay que evitar ridiculizar al que no lo logra o ejercer tal presión que el niño se sienta frustrado o afecte su autoestima. Este es un tema en el que la presión social puede ser bastante fuerte. Porque muchos tachan de bebés a los niños que no controlan esfínteres y esto los niños luego lo repiten hacia un compañero que no lo logra.

Si tenemos todo esto en cuenta y se plantea la retirada del pañal como un proceso consensuado entre padres, escuela y la capacidad real del niño podremos lograrlo evitando problemas. Pero todos lo hemos logrado antes o después. No hagamos de este tema el Apocalipsis.

La Roche-Posay Anthelios

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¿ Qué hacer si mi hijo me pega o me insulta cuando se enfada?

Hoy tenemos como invitada a Tania García, Fundadora de Edurespeta, Experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar. Nos explica qué hacer en momentos emocionales tensos con nuestros hijos.

Muchas familias se sienten desbordadas cuando ven como sus hijos, ante las negativas de sus padres, reaccionan llenos de ira, rabia y se lanzan a insultar e incluso a pegar.

La respuesta de los padres, es, normalmente, de frustración, de no entender como su hijo puede llegar a decirles ciertas cosas, o a pegarles.

Todas estas reacciones en los niños, son en su mayoría normales (en niños pequeños), casi todos pasan por esta etapa. Lo importante es cómo acompañen los padres este proceso. Cuanto mejor acompañados estén, antes superarán estos momentos y mejor los conocerán y empezarán a modificarlos.

Para ayudarte a que realices este acompañamiento de la mejor manera posible, voy a ofrecerte varios consejos los cuales voy a dividir en dos partes importantes.

  • La primera parte, a la que llamaremos “cómo comprender”, con la que precisamente nos centraremos en entender los procesos emocionales de los hijos:
  1. Empatía: esta herramienta es la más importante de todas las relaciones, y la que cobra más protagonismo si cabe, en la educación de los hijos. Empatizar es ponerse en el lugar del otro, mirar desde sus ojos. Cuando somos capaces de entender e integrar que los niños no son adultos, y que, por lo tanto, no ven el mundo desde la misma perspectiva, ni tienen que hacerlo…todo cambia, se transforma. Si tu hijo se enfada porque le dices que no puede comer una “chuche” en ese momento ya que es la hora de comer, el primer paso que tu mente y corazón deben dar, es, precisamente, el de comprender sus emociones. Lo que para ti es una “tontería”, para ellos es todo un mundo.
  2. Ejemplo: los hijos son un reflejo de lo que nosotros somos, del cómo les educamos y del cómo actuamos. Si cuando tu hijo se enfada, grita, insulta o se lanza a pegarte, tú reaccionas con menos autoncontrol todavía, ¿ cómo vas a potenciar un buen ejemplo?, ¿ cómo vas a lograr que cambie su actitud ante la frustración si haces lo mismo multiplicado por 1000?. Si damos ejemplo y nos mantenemos tranquilos, pacientes, comprensivos y amables, todo cambiará.
  3. Emoción: si como adultos somos conscientes que nuestros hijos cuando actúan así, simplemente están expresando emociones, emociones nuevas, emociones de manera primitiva, emociones que no saben cómo incorporar en sus sensaciones, emociones que necesitan experimentar, todo mejorará. Que lo único que necesitan es a su madre/padre que les ayude a reconocerlas, a entenderlas y a integrarlas para poder llevarlas mejor. Parece que si los hijos expresan emociones tales como: alegría, felicidad, tolerancia…las acompañamos y valoramos; pero si están enfadados y expresan ira, celos o rabia,  enseguida decidimos ponerles freno.

No hay emociones buenas ni malas. Todas deben ser aceptadas y acompañadas

  • La segunda parte, a la que denominaremos “cómo actuar”; con la que aprenderemos a saber qué hacer en estos momentos:
  1. Control de la ira y frustración adulta: hay que aprender a controlarse como adultos para poder ayudar a nuestros hijos. El primer paso, pues, para actuar bien en estas situaciones es, concretamente, el controlarse. Si no eres capaz de hacerlo, y la ira te domina, trabaja en ello, porque hasta que no te domines a ti mismo, difícilmente vas a poder ayudar a tus hijos a hacerlo.
  2. Acompañamiento y reflexión: cuando tu hijo te pegue o insulte, normalmente guiado por una frustración, no te dejes llevar por tu ira y por el ego adulto, y reflexiona. Piensa qué le pasa, por qué le pasa y reflexiona sobre si realmente el motivo por el que está pasando por eso está justificado y sopesado. En el caso de que fuera así, entonces sólo queda acompañar. Rebajarse a su altura, mirarle a los ojos, utilizar un buen tono y un buen gesto y decirle que comprendemos su enfado, que en su caso estaríamos igual, pero que no nos haga daño ni nos insulte, que nos pone tristes y que nos causa dolor. Poco a poco, con una buena reacción por nuestra parte, irán integrando una manera de “estallar” más pausada.

3. Guía: tú eres su guía, su apoyo, la persona en la que se fija para llegar a ser un adulto feliz, responsable y libre, que respete y sea respetado. Si guías de manera correcta, basándote en la comprensión, todo mejorará, cambiará y se transformará.

“ Para que los niños aprendan a autocontrolarse, sus padres también deben aprender a hacerlo”

Debemos entender que los niños tienen todo el derecho del mundo a experimentar, conocer y expresar sus emociones. Si cada vez que se expresan, se les coharta, increpa, amenaza…nunca van a conocer sus emociones y nunca van a saber cómo autocontrolarse.

Te animo a poner en práctica estos consejos y empezar así a cohesionarte con tus hijos y acercarte cada vez más a sus necesidades emocionales reales.

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Vulvovaginitis en niñas

Vulvovaginitis en niñas.

Vulvovaginitis es la irritación de la vulva en niñas. Hablamos centrándonos en este artículo cuando ya no tienen pañal. Sus causas más habituales.

La vulva es la parte externa de los genitales femeninos. Lo normal es que en esa zona haya gérmenes. Muchos de ellos son parecidos a los que forman parte de la flora intestinal.

Puede aparecer vulvovaginitis cuando algo irrita la zona. En la mayoría de los casos va asociado a una alteración de los gérmenes que están presentes.

Las causas más frecuentes de Vulvovaginitis son:

  • Limpiarse de atrás hacia delante cuando van al baño. Cuando las niñas dejan de usar el pañal y empiezan a limpiarse, estando sentadas lo más fácil es hacerlo de atrás hacia delante. Pero cuando hacen esto arrastran los gérmenes de la caca hacia delante, lo que puede alterar la flora que hay en la vulva. Hay que insistirles una y otra vez en que lo hagan correctamente: «Siempre hacia atrás».
  • Limpiarse demasiado. Muchas mujeres tienen una preocupación excesiva por la limpieza de la vulva. Cuando limpiamos demasiado acabamos debilitando la flora normal que debe ocupar la zona. Eso tiene un efecto contrario al buscado. Favorece que gérmenes nuevos se asienten en la vulva y si algunos de ellos son más agresivos van a producir Vulvovaginitis.
  • Tocar la vulva con las manos sucias. Eso siembra gérmenes nuevos en la zona, algunos de los que pueden no ser buenos. En las niñas preescolares puede resultar complicado evitarlo.
  • Diarrea con heces irritantes. Algunas diarreas tienen cacas más ácidas. Esa acidez irrita la piel del año y de lo que hay cerca, como la vulva. Además los hongos crecen mejor con la acidez y aparecen acompañando a la diarrea o tras ella. De los hongos que pueden asentarse en la zona el más típico es la Cándida Albicans que puede acompañarse de una secreción blanquecina en la vulva.
  • Intolerancias o alergias alimentarias. Cuando no somos capaces de digerir un alimento hablamos de Intolerancia. Alérgia es cuando nuestro sistema defensivo responde defendiéndose ante algo. Tanto en un caso como en otro suele haber irritación de la piel en torno al ano y puede afectar por su cercanía a la vulva.
  • Lombrices. Cuando una niña tiene lombrices, suelen salir de noche a poner huevos alrededor del ano. Y eso produce una gran irritación el la vulva. Lo más llamativo de esta situación es que el picor es mucho más intenso de noche y que aunque tratemos la Vulvovaginitis, no acaba de desaparecer. Sólo se resuelve si tratamos las lombrices.
  • Alergias a celulosa, tejidos, colorantes, detergentes… Lo característico de estos casos es que mientras tenga contacto con aquello que le produce alergia la Vulvovaginitis no desaparece. Puede mejorar con cremas de corticoides, que reducen la reacción alérgica localmente. Pero si vuelve a tener contacto con aquello a lo que tiene alergia, vuelve una y otra vez.
  • Sentarse en el borde de la piscina. Los bordes de las piscinas suelen tener agua encharcada, no muy limpia que digamos. Tanto los gérmenes que pueden crecer en esas aguas como el propio cloro que se usa para controlarlos cuando se quedan en la zona baja del bañador un rato pueden acabar produciendo vulvovaginitis.

Esta lista podría alargarse aún más. Porque hay otras muchas situaciones que pueden acabar en lo mismo: Una vulva irritada con una alteración de la flora que la ocupa.

Cómo actuar ante una vulvovaginitis

La mayoría de las molestias en la vulva de las niñas son pasajeras. Se deben a un leve desequilibrio que pueden compensar sin hacer nada. Por eso cuando no se quejan mucho o al explorarla no hay irritación o flujo llamativo puede bastar con esperar.

Cuando las molestias son persistente, hay una irritación clara o un flujo que mancha las braguitas conviene actuar.

Cultivo de la secreción

No siempre puede identificarse un germen concreto que esté proliferando en la vulva más de lo normal. De hecho, en muchas de las causas descritas arriba hemos visto que puede ser por motivos diferentes a la infección.

Pero cuando hay una vulvovaginitis evidente y especialmente si hay secreción es recomendable hacer un frotis vulvar. Consiste en recoger una muestra de esa secreción con un bastoncillo y analizar los gérmenes que crecen en ella. El resultado tarda unos días, porque como todo cultivo es sembrar, y esperar a ver si crece algo identificable.

No siempre nos da un resultado claro. Pero cuando lo hace nos identifica un germen concreto y el tratamiento adecuado para eliminarlo.

Probióticos en la Vulvovaginitis

Como he explicado los gérmenes que ocupan la vulva provienen en gran medida del intestino y tener una flora intestinal adecuada reduce las posibilidades de que aparezcan vulvovaginitis.

Especialmente puede ocurrir tras tratamientos con antibióticos que alteren esa flora intestinal. Por lo que dar un probiótico durante y tras un tratamiento con antibióticos es interesante siempre, pero especialmente en niñas.

Lavado con antisépticos y calmantes

Es el tratamiento que al final se usa para tratar las vulvovaginitis. Habitualmente se recomienda un gel para lavar la zona que tiene algún antiséptico y eliminador de hongos y sustancias que calman la irritación. En la mayoría de los casos mejoran tras pocos días de realizar los lavados.

Pueden también aplicarse cremas que calman y protegen la zona tras el lavado, dificultando el crecimiento de gérmenes perjudiciales.

Cuando tras más de 3 días de tratamiento no hay una mejoría clara o si en cuando se suspende el tratamiento reaparece la vulvovaginitis conviene pensar en:

  • Lombrices. Especialmente si pica más de noche.
  • Alergias. 
  • Limpieza incorrecta al ir al baño. De atrás hacia delante.
  • Alguna de las situaciones que favorecen su aparición: Piscinas, tocarse con las manos sucias….

Ante cualquier duda, acude a tu pediatra para realizar un frotis vulvar y valorar las alternativas.

 

 

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Síntomas «Imaginarios» en niños

Síntomas imaginarios en niños

Los síntomas que un niño dice tener no siempre corresponden a la realidad. A veces porque no conoce su significado, a veces porque miente. ¿Cómo actuar?

Estoy escribiendo este artículo y acabo de ver a una de mis pacientes de 6 años que acude por un dolor de muñeca después de que su hermano ayer jugando le hiciese daño.

La situación es que ella no tiene signos de inflamación y mueve perfectamente la muñeca. De hecho no para de moverla gesticulando mientras me explica cómo su hermano le hizo daño.

Al preguntarle dónde le duele se señala una veces en un punto y al instante en otro. Al preguntarle 5 segundos más tarde por el punto en que dijo que sí dolía, ahora no es ahí, sino allá…

Su madre la mira, me mira, y acaba diciendo «si yo sé que no tiene nada», pero estábamos ya para entrar al colegio cuando me ha dicho que le sigue doliendo desde ayer y he pensado » a ver si me voy a pasar de lista y la niña va a tener algo de verdad».

Resultado: La niña no ha ido al colegio y a la madre le toca buscar alternativas a toda prisa para organizar la mañana.

Esto es algo bastante frecuente en cuanto un niño tiene la capacidad de hablar y decirnos lo que siente. Lo que se agradece, después de varios años en los que no podía expresarlo y teníamos que adivinarlo. Pero no siempre podemos aceptarlo sin más.

¿Es simplemente mentira? ¿Es algo «imaginario»? ¿Exagera? Hay varias posibilidades. Las más habituales:

  • Está mintiendo. Desde que podemos hablar, podemos mentir. Y decir que sientes algo que no es real es una posibilidad. Pero incluso las mentiras tiene siempre algo real, y es el motivo por el que se miente. Siempre lo hay, búscalo. Lo más frecuente son llamadas de atención buscando el afecto o que le dediquemos un instante. Otras es una mentira que le permite lograr lo que cree que no puede pedir: No ir al colegio, por ejemplo.
  • Está simplemente diciendo algo que siente, pero no sabe la importancia que tiene. Todos tenemos dolores o pequeñas molestias a lo largo del día, todos los días. Pero ya tenemos la experiencia suficiente para desechar la mayoría de esas sensaciones como no importantes. Los niños, cuando adquieren la capacidad de expresarse pueden no dar importancia a esas sensaciones o comunicarlas. Depende de su forma de ser y del resultado cuando lo hace. Si haciéndolo logra algo positivo para él, como que mostremos nuestro afecto, el niño puede hacerlo cada vez más en cuanto se nota cualquier cosa. Esto en sí no es negativo, refuerza la sensación de seguridad del niño y su confianza en nosotros. Pero debemos tener claro que es simplemente eso. Si ya nos preocupa y distorsiona nuestro día a día pasa a ser algo negativo.
  • Está expresando algo que siente pero no sabe cómo llamarlo. Para mí el ejemplo típico de esto es el mareo. Vemos con frecuencia niños que acuden porque dicen estar mareados. Se queja de otras muchas cosas, como dolor de cabeza, que está cansado… Pero cuando dice que está mareado los padres interpretan que tiene «vértigo», una alteración del equilibrio. Y eso habitualmente se asocia a causas reales. Por lo que los padres suelen explicar que lo han traído porque ya el «mareo» les ha preocupado. Pero mayoritariamente, cuando les pregunto qué es el mareo para ellos o no saben definirlo o no lo tienen.

Cómo diferenciar los síntomas importantes de los que no lo son tanto

Yo creo que en todos los casos debemos dedicar un instante a plantearnos porqué aparecen esos síntomas. Incluso en los que veamos como falsos o exagerados. Cuando un niño expresa que algo no va bien, suele ser cierto. Pero muchas veces el problema real está oculto.

¿Le impide el síntoma hacer su vida normal?

Los dolores «imaginarios», «exagerados» o «falsos» más frecuentes son de cabeza, barriga o piernas.

Estas son algunas de las preguntas típicas cuando un niño dice que le duele algo, para valorar lo importante que es:

  • ¿Le despierta de noche el dolor?
  • ¿Le impide hacer cosas que le gustan, como jugar, ver la televisión…?

Si la respuesta es que no, el dolor no suele ser importante y en algunos casos ni es real.

En otras ocasiones como decimos es real, pero aunque es leve el niño está expresándolo de forma tan repetitiva que acaba preocupándonos o directamente lo está exagerando de forma intencional para lograr algo.

¿Hay signos evidentes del dolor?

A parte de lo que nos dice seguimos teniendo los signos visibles que usábamos para darnos cuenta de que el niño no estaba bien antes de que fuese capaz de expresarlo.

Me refiero a que un dolor importante suele ir acompañado de otras cosas que son objetivas y pueden verse si uno las busca:

  • En un dolor de cabeza o barriga importante es normal que se tenga mala cara, palidez de piel, las ojeras más marcadas.
  • Un dolor tras un golpe que sea relevante es habitual que se acompañe de inflamación.

¿Qué hacer cuando el síntoma es falso o exagerado?

Hay quien pensará que simplemente debemos ignorarlo. Pero no lo veo así.

A todos nos duele algo

En los casos más simples no hay intencionalidad alguna. Simplemente, el desarrollo del lenguaje le hace posible expresar molestias leves.

Muchas veces basta con explicarle que todos tenemos molestias leves que vienen y van sin mayor importancia. Y que los demás no lo decimos porque sabemos que van a ceder y no son graves.

Qué hay detrás del síntoma imaginario

Pero en otros casos el niño expresa estas molestias con intencionalidad.

Lo más habitual es que sea una simple llamada de atención para lograr que de dediquemos un momento.

Pero en otros casos expresa un problema oculto:

  • Un niño que muestra los dolores siempre que va al colegio nos está diciendo que tiene problemas allí. De acoso, de mala relación con un profesor, de falta de amigos, de aburrimiento…
  • Un niño que expresa molestia cuando llevamos un rato atendiendo a un hermano está expresando celos.
  • Un dolor de barriga antes de comer puede ser su forma de evitar que le obliguemos a comer algo que no le gusta.

En resumen: Si tu hijo expresa un problema en su salud siempre hay una causa real, a veces es la evidente, pero otras hay que descartar lo que dice y pensar un poco más allá. Ante la duda por supuesto el pediatra puede ayudarte a comprobar si hay un problema físico o de otro tipo.

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Vuelve a No Controlar la Orina al comenzar el colegio

enuresis secundaria

Muchos niños que han llegado a controlar la orina durante el verano, de repente, al poco de empezar el colegio vuelven a no controlarla. Te explico por qué.

Más tarde o más temprano los niños llegan a controlar la orina. Suelen hacerlo primero durante el día. La mayoría lo logra en torno a los 2 años, edad en la que suele retirarse el pañal

Conseguir que se controle la orina de noche puede tardar más. Hay niños que incluso por encima de los 5 años siguen sin controlarla, necesitando el pañal por la noche. Es lo que llamamos Enuresis nocturna primaria.

Esto ya lo había tratado en otros artículos cuyos enlaces veis en negrita más arriba.

Pero ¿Qué ocurre para que muchos niños que durante el verano habían alcanzado ya ese control empiecen de nuevo a tener escapes diarios y/o nocturnos?

Voy a empezar por los escapes exclusivamente nocturnos

Como os explico en el tema de enuresis nocturna primaria, para que un niño no se orine de noche en la cama hace falta que produzca un pico de hormona antidiurética al dormirse. Esta hormona reduce la cantidad de orina que filtramos durante la noche.

Esto se controla por medio de la melatonina. Una hormona que el cerebro produce en función de la exposición a la luz. Su función es definir para cuerpo cuándo es de día y cuándo es de noche.

Y aquí llega el problema, durante el verano los días son más largos y la luz más intensa, con lo que el pico de melatonina es más potente.

Ahora llega el otoño, coincide con el comienzo de curso pero no se debe a él, y al acortarse los días y ser la luz menos intensa los picos de melatonina son menos potentes. Esto hace que también lo sea el pico de hormona antidiurética que el niño produce al dormirse, con lo que aumenta la cantidad de orina filtrada y es más fácil que se escape.

Cuando esto ocurre hay dos opciones:

  • Poner el pañal de nuevo sin darle mayor importancia. Cuando ni el niño ni los padres dan relevancia a esto ni lo ven como un paso atrás es la solución más sencilla.
  • Damos un suplemento de hormona antidiurética. Hay una presentación en pastillas que se deshacen en la boca para los niños que no producen hormona antidiurética o lo hacen en cantidades escasas. Cuando se usa es normal que al llegar la primavera, con el alargamiento de los días y la mayor intensidad de la luz del sol se recupere fuerza en la secreción de melatonina, y con ella en la de hormona antidiurética haciendo innecesario el tratamiento.

Pero hay niños a los que vuelve a escapárseles la orina tanto de día como de noche

En este caso sí que tiene que ver el inicio del colegio. Y más concretamente que muchos niños en el colegio prefieren no ir al servicio.

Puede ser por muchos motivos:

  • Les da vergüenza pedirlo.
  • Les da asco ir al servicio del colegio.
  • Están distraído y cuando podrían, en los descansos, prefieren aguantar para salir a jugar con sus amigos.

El resultado es que el niño retiene la orina. Cuando la vejiga se llena en exceso, la presión irrita a la pared muscular que la rodea y ésta empieza a hacer contracciones involuntarias. Es lo que llamamos vejiga hiperactiva.

Para evitar que se escape el cierre de la vejiga aumenta su fuerza.

El resultado es tripe:

  • Cuesta relajarse para orinar. Y cuando consiguen hacer, en muchas ocasiones hacen poco pese tener la vejiga a tope.
  • Se le escapan pequeñas cantidades de orina de forma involuntaria, lo que hace que la ropa interior siempre esté mojada o huela a orina. Esto tiene una gran importancia en la autoestima del niño, porque produce rechazo por parte de los demás.
  • De noche hay más facilidad para que tenga escapes, porque la vejiga llega llena y excitada a la noche.

La solución es insistir en que vaya al baño con frecuencia para orinar. Si lo conseguimos, la irritabilidad de la vejiga suele desaparecer en cuestión de días, desapareciendo los escapes.

Otras causas a descartar en la enuresis secundaria

A veces, sin que tenga nada que ver con el inicio de curso un niño que controlaba la orina empieza a no hacerlo. Conviene pensar en la vejiga hiperactiva que he descrito justo antes, pero hay que descartar también:

  • Infecciones de orina. A veces son muy leves y no se acompañan de fiebre ni más malestar que una leve irritación al orinar y la sensación constante de tener ganas de ir al baño. Puedes descartarlo con un sedimento de orina. Y la solución evidentemente pasa por tratar la infección aunque sea leve.
  • Motivos psicológicos. Aquí hay muchas situaciones que pueden manifestarse como una incapacidad para controlar la orina. Algunas de ellas por mencionarlas: El nacimiento de un hermano, acoso escolar, cambio de casa…. Si descartas todo lo anterior hay que buscar en este campo. La solución reside en averiguar la causa y abordarla con una solución desde el punto de vista psicológico. Aquí no valen las soluciones médicas.

Lo que no hay que hacer: Dañar la autoestima del niño

Regañar a un niño porque se le escapa la orina no suele evitarlo y sí tiene un efecto perjudicial importante: Daña la autoestima.

El control de esfínteres es uno de los primeros aspectos que cuando no se cumple genera rechazo social. La mayoría de los niños lo saben. Ya es bastante desagradable para ellos. No le castigues por algo que como has visto en casi ninguno de los casos anteriores es voluntario, ni puede controlar de forma voluntaria.

Nos corresponde a nosotros buscar la causa y ponerle solución para evitar que un problema biológicamente banal acabe teniendo una importancia grave sobre su autoestima y capacidad de relacionarse socialmente.


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Niños, móviles y tablets

Móviles, tablets y niños

Reflexiones como Pediatra y Padre sobre el papel de Móviles y Tablets en la vida de los Niños. Problemas más comunes de salud. Aunque no todo es negativo.

Lo que voy a exponer aquí es una mezcla de mi experiencia como padre, como pediatra y una reflexión desde el sentido común más que desde la base de estudios científicos al respecto. Por tanto tan discutible como lo que más. De hecho lo que espero es generar debate.

Si estás leyendo este artículo es porque tienes conexión a Internet. Posiblemente en tu mano en este momento. Según mis estadísticas más del 70% de las visitas a esta página llegan a través de móvil o tablet. Y si has decidido leerlo es porque posiblemente en tu caso lo tienes. Y además es muy probable que también tengas uno o varios hijos.

Es decir, que la combinación Niños, Tablet y Móvil está presente en tu casa.

¿Y bien, qué hacemos? ¿Nos deshacemos del niño, de móvil y tablet? ¿O nos vamos nosotros, que mientras tengan móvil y tablet no se van a enterar?

¿Te acuerdas de la Televisión? ¡Yo casi que no! La realidad es que en mi vida ya casi no hay tiempo para ella.

Pero hubo una época en la que no me imaginaba mi vida sin «la tele».

Los que ahora somos padres pertenecemos a la primera generación de niños que se criaron con televisión en casa.

¿Recordáis lo que nos decían a nosotros cuando éramos pequeños respecto a la tele?

Os hago un resumen de lo que yo puedo rememorar:

– Os vais a quedar ciegos de ver tanto la tele.

– Ese cacharro emite radiaciones, vais a acabar todos fatal (cáncer, se te va a caer el pelo…)

– Os vais a volver idiotas de estar todo el día mirando la «caja tonta».

– Cuando seáis mayores no vais a poder levantaros de la silla.

¿Y recordáis quién era más beligerante en estas afirmaciones? En mi caso, mis abuelos.

¿Qué deduzco de esto?

Todo cambio es difícil de asimilar por la generación que lo vive como tal. Igual que en su momento nuestros abuelos estaban sinceramente preocupados por el efecto negativo que la tele podía ejercer sobre nuestra salud física y mental, hoy en día son nuestros padres los más preocupados por el efecto que móviles y tablets pueden tener en la salud de sus nietos.

Pero ¿y los padres?

Nuestros padres con la tele y nosotros con móviles y tablets tenemos una postura doble. Por una parte no es que nos sintamos totalmente cómodos viendo cómo nuestros hijos pasarían horas y horas enganchados a los «cacharros».

Pero siendo realistas, son un método muy efectivo a veces…

Todo niño supera antes o después con su necesidad de estímulos la capacidad de sus padres para proporcionárselos. Ha pasado y pasará siempre. Los niños tienen su vida. Los padres la de sus hijos y la propia. Y ni que decir tiene que vivir dos vidas en una es muy complicado.

Tener un recurso tan a mano que proporciona estímulos es una «tentación insuperable».

Seguro que conocéis el «Momento Móvil»:

Reunión familiar, todos los niños armando follón, como es su obligación y en un momento dado están ya entre agotados, cabreados, aburridos… ¡Insoportables! Los padres se miran, echan mano a sus bolsillos y susurran con complicidad. «¿Momento móvil?».

Todos asienten, sacan sus móviles, los encienden, buscan el juego o el vídeo preferido de su vástago y se los entregan a sus respectivos hijos.

Un minuto después se ha hecho un silencio sepulcral. ¡Calma absoluta!

Móviles y Tablets son algo a integrar en nuestras vidas desde Niños

A parte de esta parte más o menos criticable pero real como la vida misma: Los dispositivos digitales van a seguir tan presentes en la vida de nuestros hijos como lo ha estado la televisión en la nuestra. Mirados de forma aséptica son una fuente más de estímulos e información. Nada más y nada menos.

Como con cualquier otra cosa en esta vida que supla una necesidad del ser humano, cada persona juega y acaba definiendo un equilibrio en el que da mayor o menor importancia a ese elemento respecto a todos los demás presentes en su vida.

Toda fuente de satisfacción de una necesidad es en sí misma una solución y un peligro. Porque los seres humanos tenemos tendencia a movernos a veces de forma muy extrema.

Como en cualquier otro aspecto de la educación, el objetivo debería ser darle un sitio que sea compatible con el resto de elementos de una vida equilibrada. Y ahí entra el sentido común. Un rato de móvil o tablet no tiene porqué ser un problema si no limita en exceso a otras actividades también necesarias, como el juego no virtual, la creatividad, las relaciones interpersonales directas, la actividad física, el estudio…

En situaciones extremas puede interferir con todas ellas y es entonces cuando debemos plantearnos en serio que hay un problema y hay que poner solución. Estaríamos hablando entonces de adicción. Pero aquí lo complicado, como en toda adicción es limitar el acceso a lo que lo genera. El niño va a usar todos los recursos a su alcance para lograr «su dosis» e incrementarla paulatinamente. Como en cualquier otro aspecto de la educación los padres actuamos como reguladores de aquellas tendencias que el niño no consigue modular con éxito.

En otro enfoque, hay que tener claro que van a seguir en la vida de nuestros hijos con casi total seguridad. Y que de hecho van a ser una herramienta básica el resto de su vida. Nuestros hijos los usan de forma casi innata. Basta con ver la soltura con la que lo hacen desde muy pequeños. Que sepan usarlos y aprendan a hacerlo de forma equilibrada va a ser muy importante para su futuro. Por lo que no darles acceso… ¿hasta qué edad?

Pero lo que más preocupa ¿es verdad que los Móviles y Tablets pueden dañar a los Niños?

Radiaciones

Cualquier dispositivo digital conectado lo hace por medio de radiaciones. Pero según el tipo de ondas se pueden clasificar las radiaciones en «ionizantes» y «no ionizantes». ¿Esto que significa? Una radiación ionizante es la que puede alterar la estructura de la materia con la que se cruza produciendo iones. Estas radiaciones son las que pueden alterar por ejemplo el ADN de nuestras células haciendo de actúen de forma incorrecta (por ejemplo provocando un cáncer). Las radiaciones usadas para conectar dispositivos digitales son «no ionizantes». Es decir, que en teoría no son capaces de producir algo así.

Pero digo en teoría. Porque no existen los emisores puros de radiación. Ningún objeto o aparato electrónico emite radiaciones en una frecuencia pura. Aunque entre las frecuencias que se quieren usar y las ionizantes hay un margen suficiente para que sea algo muy poco probable que un dispositivo conectado emita radiaciones ionizantes, ocasionalmente, ¿quién puede asegurarlo? En teoría cuanto más tiempo se usa más probable es que uno sea sometido de vez en cuando a una radiación no tan inofensiva.

Lo que sí está claro es que, al menos en las ciudades vivimos inundados en un mar de radiaciones «no ionizantes» que usamos para comunicarnos. Desde ondas de radio y televisión a señales de telefonía móvil pasando por redes Wifi y Bluetooth. Con lo que en la práctica la diferencia entre que uno las use o no es bastante limitada.

Son muchos los estudios que intentan ver hasta qué punto esto puede afectar la salud humana. Y por ahora no hay una conclusión clara. Con lo cual que cada uno se lo tome como prefiera.

Vista

El problema aquí es la acomodación. Nuestros ojos están diseñados para trabajar en un entorno en el que los objetos están a distancias variadas. Con lo que para su día a día lo normal es cambiar constantemente de enfoque. Pero cuando usamos un buen rato una pantalla enfocamos a una distancia fija.

Ese es el motivo por el que cuando estamos mucho tiempo mirando una pantalla y la dejamos perdemos agudeza visual de lejos durante un rato.

Hacerlo con asiduidad puede, en teoría, favorecer la aparición de la vista cansada. Algo propio de personas de más de 40-50 años que puede aparecer antes si se usan dispositivos de pantalla durante demasiadas horas al día. Consiste en una pérdida de elasticidad del cristalino que hace más difícil enfocar a distancias cortas.

Postura

Este es uno de los aspectos en los que realmente vemos efectos perjudiciales de móviles y tablets en los niños.

Para usar uno de estos dispositivos es necesario sostenerlos delante del campo visual. Esto significa mantener los brazos y las manos en una postura fija durante el tiempo que los estamos utilizando.

Cada vez veo más:

Dolores de espalda en niños que usan mucho los tablets. Más que en los móviles porque pesan más. La causa es una contractura de los músculos que fijan el hombro en la postura necesaria para tenerlo delante de nuestra cara.

Dolores de mano. En la mayoría de la mano izquierda, que es la que se usa para sostener el teléfono móvil mientras pulsamos la pantalla con la derecha.

Dolores de cabeza. Cuando se abusa de estas posturas la contracción constante de los músculos del cuello dificulta la llegada de sangre a través de las arterias del cuello, de lo que la cabeza se queja doliendo.

Contenidos dañinos

Evidentemente una fuente de información tan accesible como un dispositivo conectado a Internet puede facilitar contenidos de muchos tipos. Y no todos son adecuados para cualquier edad. Por lo que algo importante es vigilar a qué pueden acceder los niños a través de Internet. Casi todos estos aparatos tienen en su configuración la opción de «control parental». Pero son filtros automáticos que no pueden garantizar al 100% que los contenidos sean adecuados. Es lo mínimo que deberías usar. Pero hacerlo no te exime de que controles a qué accede tu hijo con ellos.

Si quisiera hacer un resumen sería el siguiente:

Como todo en la vida los móviles y tablets son objetos que bien usados pueden resultar muy útiles. Pero no están exentos de riesgos. Por lo que, sabiendo que no es realista evitar totalmente el contacto de los niños con ellos, y que incluso manejarlos con soltura puede ser una habilidad básica en su futuro, lo que sí debemos hacer es restringirlo a una forma de uso adecuada. Esto implica limitar el tiempo que los usan y para qué, estando atentos a las alertas que nos hagan pensar que está siendo inadecuado.

Dar un móvil o un tablet a nuestro hijo no debería ser un motivo para relajar nuestra atención, sino para acentuarla.