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Parto

El parto: Una descripción de los cambios que sufre un bebé en el momento del nacimiento.

Si eres impresionable no leas esto hasta después de que nazca tu hijo.

El parto es uno de los momentos de más estrés de nuestra vida. El cambio que un recién nacido sufre es radical. Para poneros en su lugar piensa un momento que fueras él:

  1. Dentro del útero de tu madre, estás en un ambiente con una temperatura de treinta y tantos grados de forma continua. Aún suponiendo que tu madre tuviese fiebre no variaría más de 1 ó 2 grados arriba o abajo en los 9 meses de embarazo. No tienes que hacer nada para mantener la temperatura de tu cuerpo, puesto que es la misma del ambiente que te rodea.
  2. Tienes una humedad del 100%, es decir, estás sumergido en líquido, un líquido que además de tener esa misma temperatura continua, amortigua los sonidos y los movimientos. Ahí dentro todo es suave, fluido y oleaginoso.
  3. No necesitas respirar. El oxígeno que precisas y el dióxido de carbono que te sobra entran y salen respectivamente por los vasos sanguíneos de tu cordón y la placenta se encarga de hacer el intercambio al tiempo que elimina las impurezas de tu sangre y te aporta todos los nutrientes necesarios, por lo que tampoco comes ni sientes hambre.
  4. No hay nada extraño, todo lo que tiene contacto contigo es parte de ti mismo (las células de la placenta y la bolsa que te rodea son genéticamente parte de ti).
  5. Ni hay alergias ni infecciones.

Tu único entretenimiento es crecer y desarrollarte. Es el paraíso.
Un día, algo que te rodea, que ni siquiera sabías que existiese, empieza a comprimirte. Al principio es algo incómodo y ocasional, sólo has notado que cada vez tienes menos espacio para moverte y de vez en cuando una pequeña sacudida. Pero poco a poco el líquido que te rodeaba es cada vez más escaso y sientes que esa fuerza que te empuja te va encajando en un hueco aún más estrecho.
Llevabas un tiempo ya notando otra cosa extraña, una incomodidad rara, como si ya no te llegase todo el alimento que necesitas.
Y de repente esas contracciones empiezan a ser mucho más continuas, te van empujando no sabes hacia donde y no puedes hacer nada para resistirte.
Por si no fuese suficiente con los empujones parece haber otro espabilado que al lado contrario tira y tira de ti, más fuerte aún que los empujones.
Pasas por un hueco tan estrecho que nunca hubieses pensado que fuese posible. De hecho te han dado una paliza descomunal, y si no lo creen que te miren la cara, la traes hinchada y en algunos casos con morados por todas partes.
Tú no sabes lo que pasa, pero estás fuera.
El cambio en el Parto es TAN intenso y TAN brusco que vas a tardar meses en llegar a ser totalmente consciente de ello.
Cuando estabas dentro del útero eras todo el universo. Todo lo que tocabas a tu alrededor eras tú y aunque a veces notabas movimiento o sonidos estos estaban tan amortiguados y te afectaban tan poco que podías ignorarlos. Durante los primeros meses fuera del útero seguirás pensando que todo lo que te rodea es parte de ti. De hecho cuando algo de lo que te rodea no reaccione como esperas no entenderás porqué y te enfadarás y llorarás con frecuencia por tu frustración.
Pero eso será en los próximos meses, en este momento tienes problemas más inmediatos. Para empezar hace un frío horrible. Luego dirán que se han esforzado en que haya buena temperatura, pero es que eso para los que viven fuera son 25º o como mucho 30º. Dicen que más de eso es un calor que no hay quien lo aguante.¿Cómo que no? Si tú llevas nueve meses en los que cuando hacia fresquito a lo mejor estabas a 37º y eso muy de vez en cuando.
Serán hijos de…. Hechas de menos no saber tacos aún.

Pero encima notas una necesidad imperiosa de hacer algo que no habías hecho nunca: respirar. No sabes que está pasando, pero te estás ahogando. De nuevo echas de menos los tacos. ¡Pues no te han sacado a un sitio en el que encima no te llega aire por el cordón como siempre!
¡Y encima ése¡ ¿Qué hace? ¿No será capaz de poner una pinza en el cordón? Pues no, no poco, y por si intento quitarme la pinza va a cortarlo. Será… (Censurado, porque aún siendo educado y el más tímido de los bebés a estas alturas se está literalmente cagando en todos los de fuera y en su perra suerte como mínimo).
Total, que afortunadamente dentro de tu desgracia parece que hay algo que es tu instinto que te dice que a lo mejor si lloras te dejan en paz. Así que eso, lloras, porque si no, siempre hay algún otro que se ofrece a espabilarte como sea. Y tú: “oye que la paliza ya me la han dado antes”.
Sea antes o después de la nueva sesión lloras y ves que se te pasa la necesidad tan acuciante que tenías de oxígeno. Pues va a resultar que aquí fuera también te las apañas, y sin cordón. Pero es más incómodo porque tienes que hacerlo tú y si dejas de hacerlo un rato te ahogas otra vez. ¿No te ahogarás cuando te duermas? Después de un rato empiezas a respirar ya sin darte cuenta, como automáticamente. Menos mal.
Menos mal también porque al parecer tu cuerpo sabe qué hacer. Y una serie de agujeros de tu corazón por los que pasaba la sangre dirigiéndose hacia la placenta a coger aire y comida y luego distribuían la sangre por todo el cuerpo se están cerrando. Como por arte de magia, mira tú, justo los que se quedan abiertos son los que necesitas para que la sangre vaya a los pulmones a coger el aire, al intestino y el hígado a coger el alimento y de allí se repartan por todo el cuerpo.
Es que pareces listo con lo canijo que eres.
Pero sigue haciendo frío. Tanto que tienes la piel morada. Conforme vayas respirando y acostumbrándote a la temperatura la piel se pondrá más colorada. Lo último en pillar color serán los labios, las manos y los pies. Pero si baja la temperatura se te amoratarán enseguida.
Como estabas en líquido, al respirar al principio hay secreciones (flemas) que a veces no te dejan que entre bien el aire. Puede que alguien te meta  entonces una cosa por la nariz y la boca. Es muy desagradable y casi vomitas pero parece que ha quitado las secreciones y puedes respirar mejor.
La luz es fortísima y no consigues ver nada, a pesar de que han procurado que no fuese muy intensa. Los ruidos son fuertes como nunca hubieras imaginado y todo es áspero. Te han puesto sobre algo que notas más suave y caliente en comparación con el resto y con un sonido que te resulta familiar: como un tambor lejano que te acompañaba también en tu etapa anterior y que marca el ritmo de tu vida anterior, que sigue ahí. Ya tienes un color normal y le vas pillando el tranquillo a eso de respirar.
Han pasado unos minutos y empiezas a notarte incómodo, te falta algo. Haces repaso: frío parece que no hace tanto, respirar estás respirando, ¿que será?
Como no das con lo que es, te enfadas y vuelves a llorar al comprobar que tu universo ha cambiado y que ya no lo controlas todo. Antes nada te alteraba.
Si te faltaba algo, no sabías como pero se resolvía. Ahora notas incomodidades para todo y no sabes como resolverlas, así que haces lo que haría cualquiera. Lloras de impotencia.
Y entonces notas que el tambor sigue acompañándote, hay un olor que te resulta familiar y una extraña seguridad que te transmite la superficie sobre la que estás. Será el olor, el ruido de los latidos de su corazón, tal vez su voz. El caso es que por alguna extraña razón te recuerda un mundo en el que estabas hace poco y te sientes seguro.
Algo te toca en la cara, cerca de la boca. Invita a ser tomado. Huele bien, es húmedo y suave y al probarlo sabe bien.
Entra en tu boca, no sabes si eres tú quien la busca o entra por iniciativa propia, el tema es que tu boca, por puro reflejo, la chupa y alucinas.
Suelta algo, no sabes lo que es. Un líquido con el que casi te atragantas, pero parece que sabe seguir su camino de forma que puedes respirar y por alguna razón su sabor te gusta y te resulta agradable seguir chupando.
Esa sensación desagradable que tenías va desapareciendo. Además está calentito. No sabes qué o quién será pero sientes que te vas a llevar bien con Ella”.

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Empoderamiento del Paciente: Padres y madres

Los padres y madres están tomando las riendas en la salud de sus hijos. ¿Porqué? ¿Es bueno o malo?

Entre los muchos efectos que tiene Internet, sin duda uno ha sido modificar la forma en la que madres y padres buscan solución a sus dudas sobre la salud de sus hijos.

En Internet es fácil encontrar mucha información. Es fácil también contactar con otros padres y madres cuyos hijos han sufrido problemas similares. Lo que está siendo aún más sencillo desde que las redes sociales se han extendido.

Por todo esto es cada vez más frecuente que los pediatras atendamos a niños cuyos padres se han informado previamente. La distancia en conocimientos entre pediatras y padres, se está acortando. Es difícil que llegue a cerrarse del todo. De algo tiene que servir dedicar horas y horas a estudiar y a atender niños. Pero hay dos cosas que antes pasaban y ya pasan cada vez menos, por suerte:

  1. Antes el pediatra era algo así como un dios para los padres. Llegaban con su hijo enfermo, sin tener ni idea de lo que podía pasarle o cómo tratarlo y lo que el pediatra dijese «iba a misa». ¡Cualquiera le discutía!
  2. La información que los padres daban al pediatra, era poco valorada, porque muchos pediatras consideraban que no estaban cualificados para dar valoraciones útiles.

Pese a que antes se tenían más conocimientos aprendidos en la familia sobre cómo criar, cuidar o educar a un bebé, los conocimientos sobre enfermedades y tratamientos eran muy limitados.

Eso ha cambiado, como digo para bien. Algunos pediatras se pueden sentir un poco amenazados por la nueva realidad. Pero es mejor que la que había y está aquí para quedarse.

Esos dos aspectos comentados arriba se están modificando, por lo que algunos llaman Empoderamiento del paciente:

Los pacientes (en el caso de pediatría los padres y madres) están tomando el control de su salud (y la de sus hijos).

Hay dos consecuencias fundamentales:

  1. La relación del pediatra con los padres de sus pacientes es mucho más equilibrada. Los padres tienen la información suficiente, y si no la tienen podemos y debemos dársela, para que nuestra conversación sobre el problema de su hijo no sea un monólogo de órdenes, sino un diálogo en el que se valoren las opciones posibles y se llegue a una decisión sobre la mejor alternativa. Ese diálogo permite además aclarar cuándo es necesaria una nueva consulta, conocer los signos de una complicación…
  2. La información que los padres pueden facilitar es valiosísima. Ya que tienen una mejor formación, son capaces de obtener valoraciones muy útiles sobre la evolución de su hijo, con el que pasan más tiempo y al que conocen mejor que nadie.

Madres y padres son los protagonistas en el cuidado, seguimiento y tratamiento de sus hijos. Y los pediatras somos asesores a los que ellos acuden cuando lo necesitan para que les asistamos. No para que decidamos por ellos, sino con ellos. En eso consiste el respeto.

El empoderamiento del paciente no es un movimiento contra el médico, sino una exigencia justa de ser tratados con el respeto que se merecen, porque se esfuerzan en estar informados y quieren ser parte activa en la salud de sus hijos.

Yo soy también padre, y me sentiría ofendido e infravalorado, si alguien pretendiese decidir sobre mi hijo, sin explicarme los motivos por los que hacer concretamente esto o aquello es lo mejor para él, ni darme la oportunidad de tomar parte en las decisiones.

Es en lo que consiste el consentimiento informado, que además de una exigencia legal, lo es moral en el buen ejercicio de la medicina.

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Pediatría Basada en la Diferencia

Hay muchas formas correctas de hacer las cosas. El buen pediatra es el que ofrece a cada familia la mejor solución para ELLOS.

 

A veces en medicina tendemos a querer unificar tanto los criterios de cómo hacer bien las cosas, que nos olvidamos de que hay diferencias importantes entre los pacientes.

Hablando de Pediatría, muchos de los problemas no son simplemente enfermedades. De hecho, en mi experiencia, veo que para la mayoría de los padres el problema no es cómo afrontar una enfermedad grave de su hijo (por suerte eso no es frecuente), sino saber como actuar en cuestiones cotidianas.

Para esos temas (alimentación, sueño, educación) no hay ninguna guía que sea válida para todos.

Pero aún así, a mí en la especialidad, me enseñaron respuestas únicas para cada uno de esos temas. Y muchos hemos dado esas respuestas a los padres como la única forma correcta de hacer las cosas.

Poco a poco, estoy contento de haber ido abriendo mi mente, y haberme dado cuenta que lo que me enseñaron como respuesta única, es en muchos casos un claro error, y especialmente si no se diferencia el tipo de niño y familia que tenemos delante.

En los últimos dos años, muchas de las ideas que me enseñaron durante la especialidad, han quedado guardadas en el baul de los recuerdos. Algunas, en el de los malos recuerdos.

Cada vez escucho más a los padres, y les pregunto sobre su forma de ser y actuar y la de su hijo, antes de dar una respuesta. Y además les aclaro sistemáticamente que no es «la verdad», sino el mejor consejo que por lo que sé de ellos y según mi experiencia, puedo darles en ese momento.

Estoy cada vez más contento de hacer Pediatría basada en la Diferencia. Porque mi experiencia me dice que ayudo mejor a los padres a afrontar los problemas de salud de sus hijos.

Incluso en patologías en las que existen Protocolos claros y basados en la evidencia científica, cada vez diferencio más, según el tipo de paciente, cuál es la mejor forma de actuar para él y su familia. Y no sólo para su enfermedad. 

Cuando yo acabé la especialidad de Pediatría, tenía mi repertorio de protocolos. Eran una serie de guías sobre la forma correcta de afrontar cada problema en salud infantil.

En la actualidad, hay un tipo de Medicina, que es la que se enseña en las Universidades y en los Hospitales de más prestigio.

Es lo que se llama «Medicina basada en la Evidencia«.

Es un intento de ser científicamente riguroso en la definición de las formas correctas de actuar en Medicina.

¿Qué es la Medicina Basada en la Evidencia?

Es una forma de establecer criterios objetivos en Medicina.

Como la Medicina no es una ciencia exacta, a veces hay posturas diferentes sobre cuál es la forma correcta de hacer algo:

  • Establecer un diagnóstico.
  • Decidir un tratamiento frente a otro.
  • Defender uno u otro hábito como más saludable.

La Medicina basada en la Evidencia elabora consejos, basándose en toda la información que se puede conseguir en estudios sobre el tema en discusión.

Se tienen en cuenta todos lo estudios científicos publicados sobre el tema, dando más valor a los estudios mejor diseñados y de mayor peso. Según una serie de normas, se da a los estudios «niveles de evidencia».

Y eso se realiza por diferentes grupos de trabajo formados por profesionales independientes.

Al final se llega a la elaboración de recomendaciones basadas en los resultados de todos esos grupos de trabajo.

Y se revisan de forma periódica los nuevos estudios que se publican, y como pueden influir en la modificación de recomendaciones.

Está claro que es una forma de avance científico fundamental para la medicina.

Pero

Cuando se escoge una forma de actuar, o se recomienda un tratamiento concreto ante una patología Basándolo en la Evidencia, estamos elaborando recomendaciones generales.

Eso resulta muy útil. Pero el problema puede venir cuando los médicos empezamos a asumir los protocolos que nos proporciona la evidencia, sin más.

Eso lleva a que cierta patología se trate siempre de una forma concreta. No es que eso sea atribuíble a la medicina basada en la evidencia.

Hay estudios científicos que establecen criterios para direrenciar tipos distintos de enfermos ante una misma patología. Y en cada uno de ellos formas diferentes de actuar.

Pero es complejo elaborar y que se asimilen guías de consenso que aclaren esas diferencias.

En muchos casos, no es posible directamente diferenciar todas las posibles variables.

Además nos encontramos con la masificación de la medicina, que hace que los profesionales en muchos casos no dispongan del tiempo para recabar los datos necesarios de un paciente concreto para diferenciarlo de otro.

Ante eso, muchos sistemas de salud públicos, están promoviendo la aplicación de guías específicas para las patologías más frecuentes. Guías muy simples que permitan el procesamiento rápido de patologías. Obviando muchas de las diferencias entre distintos pacientes.

Además, vemos muchos problemas de salud, en los que no es posible unificar lo suficiente los criterios desde el punto de vista de la Evidencia Científica.

Son cuestiones en las que influyen demasiado las diferencias individuales de paciente y familia, para hacer grupos de estudio suficientemente grandes con la uniformidad suficiente para calificar los estudios de relevantes.

En algunos casos se comete el error de dar menos importancia a ese tipo de problemas, porque no podemos dar una «respuesta válida» Basada en la Evidencia.

Pero tanto en los problemas de salud en los que no podemos establecer una guía unificada de actuación, como a la hora de aplicar protocolos a cualquier paciente individual, es importante no olvidar las particularidades del paciente que se tiene delante y su familia, que pueden hacer que en cada caso individual, la forma más adecuada de actuación no sea exáctamente la que dice el protocolo.

Esto me lleva a pensar que la medicina basada en la evidencia es importante y aporta un valor inestimable.

Pero no podemos extraer de ello la simple aplicación automática de los protocolos.

Creo que es importante ser capaces de aplicar también una Medicina Basada en la Diferencia.

Un ejemplo simple:

Voy a poner un ejemplo, de lo que es una mala aplicación de medicina basada en la evidencia, que lleva al absurdo de olvidar la diferencia:

¿Qué cantidad de leche debe darse a un niño que toma biberón?

A los residentes de pediatría se les enseña que las necesidades de un lactante son de xxx ml por kilogramo y día.

¿Cómo se llega a esa conclusión? Se hacen estudios sobre el consumo de leche en niños sanos que tienen una ganancia de peso y talla adecuadas para su edad y se procesan estadísticamente esos datos.

La cifra media obtenida se redondea para hacer una recomendación fácil de recordar.

El problema es que hay muchos pediatras, que dan esa cifra a los padres como si fuese un Standard universal, asumiendo que el niño que toma menos de la cifra mágica no puede ganar suficiente peso y el que toma más acabará teniendo problemas de sobre peso.

Olvidan que los datos los han obtenido de niños cuya evolución era normal y que no todos tomaban la media. Posiblemente la cantidad que tomaban formaba algo parecido a lo que se llama Campana de Gauss.

Es decir, la mayoría tomaban cifras cercanas a la media, pero había muchos niños que tomando bastante más o menos cantidad de esa media estaban sanos y tenían una buena evolución de peso.

Repito, no es un problema de la medicina basada en la evidencia. Sino de una aplicación simplista de la misma.

El problema es que esta forma de actuar es demasiado habitual. Seguramente se debe a una necesidad de simplificar para ahorrar tiempo. Pero es a mi parecer un error grave.

Suelo decir con frecuencia por eso, que es imprescindible conocer los protocolos, pero para ser un buen pediatra, hay que saber cuando salirse de ellos en cada paciente.

Sí, a la Medicina basada en la evidencia, pero respetando la Diferencia.

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Todo para mi bebe

Accesorios del recién nacido. Las cosas que tu hijo puede necesitar cuando nazca

Pasando a cosas más prosaicas, si pensabais que al comprar un coche o un vestido podíais volveros locos eligiendo los accesorios, es que no sabéis la cantidad de accesorios que tiene un bebé.

El hatico (así lo llaman en mi tierra):

Moisés, cuna, cuna de viaje, trona, parque, silla de paseo,

silla de seguridad para el coche, bañera cambiador, bañera rígida,

capota de lluvia y sombrilla para cochecito, bloqueos para cajones, 

frigorífico y retrete, bloqueador de espuma para puertas,cubre-esquinas,

intercomunicador, luz de compañía, cubre-enchufes, termómetro clínico,

termómetro de bañera,tijeras de punta redondeada, aspirador nasal,

suero fisiológico,alcohol de 70º, cortaúñas de seguridad, guardería o niñera,

aceite corporal, bastoncillos, champú, jabón líquido, toallitas húmedas, 

loción hidratante, esponja, cepillo, peine, crema balsámica y colonia, camisetas,

bragas o calzoncillos, jerséis, polainas, calcetines, patucos, peleles, pijamas, gorro,

toallas, capa de baño, arrullos, sabanas, empapadores, manta, colchón, edredón,

calienta biberones, humidificador, baberos, mordedores, sonajeros, biberones,

chupes, tetinas, plato y cuchara blanda,pañales, llaves de colores, peluches,

móviles para cuna, manta de actividades y cubos apilables…

cosas para bebé
A que asusta. ¿Y esto cabe en una casa?
Pues aunque parezca mentira hay muchas más cosas que puede «necesitar» un niño.
En realidad muchas de esas cosas son totalmente inútiles, pero ¿quien no tiene un regalo de boda que no haya resultado una total inutilidad?

Al final y como todos, acabaréis echando en falta siempre algo y acabaréis teniendo muchas cosas que no usaréis.

¿Qué es lo fundamental para criar un bebé?

Tiempo, cariño y algunas cosas.
Un sitio donde dormir: (Cuna) o la cama de los padres.
Un sitio donde transportarlo: (Carro) mochila o fular porta-bebés -o brazos de los padres-, silla de seguridad para el coche.
Instrumentos de limpieza: Bañera, jabón, crema hidratante, peine o cepillo, (toallitas), Pañales (deshechables), (colonias), cortaúñas de seguridad, aspirador nasal, gasa estéril, alcohol de 70º o clorhexidina.
Instrumentos para la alimentación: Teta de la madre (o biberón, leche de inicio, esterilización -bicarbonato-, pezoneras, saca-leches).
Instrumentos de entretenimiento: (Chupe), objetos decorativos, peluches. Sus padres…
Material médico básico
: Alcohol 70º o clorhexidina, gasas estériles, termómetro, suero fisiológico.
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Importancia de la alimentación en la salud

Descubre la importancia de lo que comen nuestros hijos en su salud.

Alimentarnos es la forma en que nuestro cuerpo coge de nuestro entorno aquello que necesita para construir, transformar y mantener su funcionamiento.

La frase “Somos lo que comemos”, lo expresa muy bien.

Todo nuestro cuerpo está formado de las sustancias que adquirimos por medio de lo que comemos.

Como en un edificio, se necesitan cantidades concretas de cada una de esas sustancias para que la construcción se realice de forma adecuada y para que funcione bien.

Por suerte la mayoría de los seres vivos han tenido que sobrevivir durante su evolución a situaciones mucho más adversas que las actuales, lo que ha hecho que dispongan de mecanismos para compensar cierto grado de carencia o exceso de algunas partes de nuestra alimentación.

Cuando aparecen los problemas de salud derivados de una mala alimentación, es porque la capacidad del organismo de adaptarse a una alimentación inadecuada se ha superado ampliamente.

Lo que nos lleva a dos conclusiones:

  1. No es necesario pesar de forma obsesiva los gramos que comemos al día de cada alimento, y no tiene sentido describir una dieta rígida, como la única que garantice la salud, porque nuestro cuerpo tiene una buena capacidad de adaptación, absorbiendo lo que necesita y desechando lo que no, hasta cierto grado.
  2. No hay que subestimar los problemas de salud que provienen de una dieta inadecuada, porque si el problema ha aparecido es porque la capacidad de nuestro cuerpo de adaptarse ha sido superada ampliamente. Luego nuestra dieta no es nada adecuada y si no la cambiamos, generará nuevos problemas con el tiempo.

Por otro lado, no todos los edificios son iguales.

Y del mismo modo tampoco lo son las personas.

Existen multitud de circunstancias que pueden modificar lo que será una alimentación sana para cada individuo.

Una de ellas es su genética.

Ejemplo:

Hay personas que padecen un exceso de colesterol que es hereditario, lo que modifica el tipo de alimentos que pueden consumir sin que aparezcan problemas de salud.

Otra de ellas es la intensidad y el tipo de actividad que realizamos.

Ejemplo:

Dos hermanos gemelos, con los mismos genes incluso, pueden realizar diferentes actividades al día que hagan totalmente diferentes sus necesidades alimenticias.

Si uno lleva una vida sedentaria y el otro es un nadador de élite, por hablar sólo de un aspecto como las calorías, el segundo puede consumir 5 veces más calorías que el primero.

Nuestro entorno.

Ejemplo: La humanidad se ha desarrollado en ambientes muy diferentes y ha sobrevivido en todos ellos, con dietas muy distintas.

Hasta la globalización, la dieta de las diferentes áreas geográficas era uno de sus principales rasgos diferenciales. Y las enfermedades que aparecían en cada cultura, relacionadas con sus carencias y excesos también.

La cultura en sí.

Ejemplo: Creencias religiosas o filosóficas, como no comer carne de cerdo o ser vegetariano, usar mantequilla o aceite de oliva, de girasol o de soja para cocinar, son cuestiones que se definen por factores meramente culturales.

Hay otros muchos factores que, como los descritos, influyen en distintas formas de dieta, que en su variedad pueden ser todas adecuadas para mantener un cuerpo sano.

No hay por tanto una dieta sana ideal para todo el mundo.

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Embarazo

Los buenos padres

Mejorarte como persona, la mejor forma de mejorar como padre y educar a tu hijo.

Cuando hablamos de educación pensamos casi siempre que es algo que se hace sobre los hijos. Aunque bien aprovechado es algo que los hijos hacen también sobre sus padres. Yo he aprendido mucho de mi hijo, entre otras cosas a conocerme mejor a mí mismo.

Los niños no sólo aprenden de nosotros aquello que les transmitimos de forma intencionada.

Aprenden más de lo que les comunicamos de forma inconsciente.

Existen muchas formas de comunicación.

Y la comunicación no verbal es mucho más potente que la verbal.

Decir a un niño que actúe de una forma mientras nos ve actuar del modo contrario continuamente, es un mensaje al menos confuso.

Dado que todos tenemos nuestra propia forma de ser y cuesta mucho esfuerzo modificarla, es algo que debéis plantearos de forma consciente y concienzuda.

Sobre todo si tenéis algún rasgo de vuestro carácter que sabéis que os causa problemas es importante que intentéis corregirlo para no transmitirlo a vuestros hijos de forma inconsciente.

Es especialmente importante que intente controlar esos aspectos de su carácter la persona que domina en la relación entre los padres, cuando esa dominación existe (lo cual no es deseable). De hecho el primer rasgo a corregir sería no ser dominante.

Un niño tiene más facilidad para asumir por buena la forma de actuar de la persona dominante en un ambiente (la familia, la escuela…).

En este aspecto hay una serie de rasgos negativos que es frecuente que se transmitan a los hijos de forma inconsciente (son ejemplos para que se entienda):

El “egocéntrico con ataques de nervios”.

Hay personas que pierden los papeles con mucha facilidad.

Cuando se comunica con otro, no para de hablar (frecuentemente gritando), sin atender a nada que puedan hacer o decir aquellos a los que va dirigido su mensaje. Repitiendo una y otra vez la misma frase. Con gran gesticulación y una fuerte carga emotiva y teatral.

Su comunicación con los demás es totalmente unidireccional. Para estas personas comunicarse es expresar a los demás lo que ellos sienten. Pero nunca escuchar al otro.

El flujo de comunicación que sale de ellos es tan intenso que no permite que entre nada.

Es LA PEOR característica (es mi opinión) que se puede tener para ser padre o madre.

Genera en las personas con las que se relaciona una especie de escudo protector que hace que lo ignoren absolutamente.

Lo que suele “ponerlos aún más de los nervios”.

Si le funciona y controla a su familia de ese modo, sus hijos es fácil que imiten su conducta, asumiendo la forma de actuar del agente dominante.

Y como buenos imitadores del modelo, basaran la comunicación con sus padres en no escucharlos nunca pero exigir continuamente su atención.

Estas familias funcionan como discusiones de sordos: “Todos gritan y nadie escucha”.

La virtud contraria a este defecto es la Serenidad, que es, para mí, la mejor virtud de unos buenos padres.

El Miedo.

Conozco a gente que parece como si estuviera siempre encogida sobre si misma, como agarrotada. Continuamente en tensión.

Es como si les doliese moverse por el mundo. Tienen miedo a lastimarse con cualquier cosa y ante cualquier iniciativa de los demás se retiran.

Con sus hijos suelen ser súper-protectores. Necesitan dominar totalmente el entorno de su hijo, porque les obsesiona el miedo a peligros desconocidos.

Crían a sus hijos en jaulas doradas.

Si el niño tiene un carácter fuerte puede acaba rebelándose ante ese ambiente agobiante.

Si no tiene mucho carácter será como ellos.

Han estado tan sobre protegidos que desarrollan una intolerancia extrema al dolor, la frustración y la adversidad.

Si descubren las drogas durante el proceso de emancipación de la protección familiar es fácil que sustituyan una forma de huida de la realidad, por la otra, o que sustituyan la protección familiar por la de cualquier otro que se cruce en su existencia.

Por algo uno de los tatuajes más populares entre los heroinómanos de los `80 era: “Amor de Madre”.

Es importante que estos padres saquen fuerzas de flaqueza para ser un apoyo suficientemente firme para sus hijos.

Deben ser capaces de aceptar cierto grado de peligro asumible.

Hay que dejar que el niño de vez en cuando se dañe con cosas poco graves para que sepa evitar las que realmente lo son.

La virtud que contrarresta este defecto es la Confianza. En uno mismo y en las capacidades del hijo.

La Falta de auto-estima.

Algunos padres no se quieren a sí mismos, piensan que valen menos que los demás.

No es raro que a estos individuos desde pequeños, las personas que “supuestamente” les querían, les hayan repetido una y otra vez lo poco que valen.

Cuando tenemos un hijo intentamos poner en él lo mejor de nosotros mismos.

Si tenemos muy arraigada la idea de que no valemos nada es eso lo que le daremos a nuestro hijo.

Conozco varias formas de falta de auto-estima:

El arrogante. Sufre una inseguridad del valor propio, que le hace necesario mostrarse constantemente por encima de los demás. Necesita que los demás le reconozcan como superior para no sentirse inferior.

Como siente la necesidad de sentirse superior a los demás, no parará hasta que su hijo se sienta inferior a él.

El apocado. “No valgo nada, por mí no te preocupes, decidid vosotros que yo me amoldo a lo que sea.”

Y su hijo, que es parte de él tampoco vale nada, con lo que se dedica continuamente a desmotivarlo. “No merece la pena que te esfuerces, eres como yo y nunca llegarás a nada.”

El enemigo de sí mismo. Se repite continuamente “lo poca cosa que es, lo mal que lo hace todo, lo estúpido, feo, gordo… que ha sido, es y será siempre.”

El odio es como el pus, se retiene y va creciendo hasta que al final se derrama sobre los demás.

La virtud contraria a este defecto es evidentemente la Auto-estima.

Nada en este mundo es definitivo. Se puede caer (todos lo hacemos alguna vez) pero hay que saber levantarse y no vernos nunca incapaces de nada que deseemos.

Y sobre todo tener una coraza que nos proteja de las opiniones de los demás sobre nosotros. Nadie te conoce mejor que tú mismo. Y que alguien diga que eres de un modo u otro, no lo hace cierto.

No es que no los oigas, pero si te encuentras con arrogantes en tu ambiente, debes entender que son personas que se consideran menos que tú, pero para no sentirse pura basura sienten la necesidad de hundirte a ti.

Tu tienes defectos, pero es que todos los tenemos.

No son tus defectos los que te hacen mejor o peor que los demás, sino la forma en que tú superas los tuyos.

En lugar de intentar hundir a los demás por debajo del nivel que tú crees tener, esfuérzate por superarte a ti mismo.

Y ante todo, no dañes la auto-estima de tu hijo corrigiendo cada gesto y recordándole continuamente sus errores.

Anímale a que se supere y a no prestar atención a los que lo atacan con el único propósito de hacerle daño. Y evidentemente no seas tú uno de ellos.

Agresividad.

Es una herramienta que muchos siguen usando en el medio privado, pero que el Estado se reserva en exclusiva en la sociedad.

Cada vez se tolera menos en ese medio privado y debe ser así, porque el ejercicio de la fuerza de un individuo hacia otro nunca es un argumento.

Sólo se justifica para la defensa o la contención: Evitar que el otro con su agresividad provoque daños. De hecho el mismo Estado sólo debe usarlo con ese fin.

Y en esos casos siempre debe ser menor el daño fruto de la defensa que el que podía sufrirse por no defenderse.

Como ya hemos explicado, en un determinado medio, es fácil que los niños tiendan a imitar la conducta del individuo dominante.

Por eso no es raro que los maltratadores sean hijos de maltratadores y eduquen maltratadores.

El mejor consejo si convives con un maltratador (o maltratadora, que también las hay, aunque parece que sea tabú hablar del tema) es que lo abandones, y lo hagas ya.

Si de verdad piensa cambiar, que lo haga, pero que se lo demuestre a otra persona.

Si eres tú la persona agresiva, pide ayuda. Es muy difícil evitar la agresividad, pero se puede con ayuda profesional. Pídela o acabarás perdiendo a las personas que quieres.

La virtud contraria a este defecto es la Tolerancia

y de nuevo la Serenidad.

Amenazar sin cumplir.

Si no te portas bien, no vendrán los Reyes Magos”.

Evidentemente al final vienen los Reyes Magos.

Tal vez algunos padres piensan que cuando al niño le dicen algo que le interesa se le olvida con facilidad. Pues no es así.

“Si no comes papá no te va a querer”.

El amor de los padres por su hijo NO es algo negociable.

Debe ser algo con lo que el niño cuente siempre.

Llegará la adolescencia, y con ella la apertura a las influencias de amigos y enemigos.

En ese momento crucial de su vida, vuestra opinión tendrá para él, respecto a las demás, el valor que él otorgue a vuestro cariño.

“Como no comas te llevo al médico a que te ponga un pinchazo”.

Va al médico y lo pasa fatal.

Y encima no le pincha.

“Como vuelvas a hacerlo, te voy a quitar todos los juguetes y se los voy a regalar al primer niño que pase por la calle”.

“No hay huevos” (con perdón), es lo que pensaría el niño si usara tacos.

Y no los hay.

En resumen, que ser padre es muy complicado y hay que morderse mucho la lengua.

Todos somos esclavos de nuestras palabras.

Pero los padres mucho más que los demás.

No hay mejor forma de perder totalmente el respeto de nuestros hijos que amenazarle o prometer continuamente cosas que no cumplimos. Y que además sabemos desde el principio que no vamos a cumplir.

El martillo repetidor.

No seáis excesivamente repetitivos.

La saturación del lenguaje verbal lleva a que te ignoren.

Es mucho más efectivo decir lo que queremos claramente una vez y apoyarlo con nuestra conducta de forma constante que repetir 30 veces lo mismo.

Por ejemplo:

Hay niños que vomitan cuando no se les concede un capricho.

Ante eso hay padres, que cada vez que empieza a hacer arcadas, se ponen atacados y empiezan con el:

“No se te ocurra, no te atrevas, como se te ocurra… siempre hace lo mismo…” tralará, tralará, tralará.

Y así hasta que vomita.

Pero con tal de que no vomiten y a veces después de que lo haga ceden y le dan aquello que pedía.

Mensaje captado por el niño:

Quiero algo y no me lo dan.

Obra de teatro.

Mi papel: ¡Que vomito!!!!

El de mis padres: Se ponen atacados y me lo dan.

Pues nada, cada vez que se pongan tontos a repetir la función, que nos la sabemos todos muy bien.

Lo que creo que deberían hacer es:

Cuando te pide algo piensa un poco.

Puedes darle lo que pide y no le perjudica: Dáselo antes de armarla.

No puede ser o le perjudica:

Vomitar es algo desagradable incluso para el niño.

Lo hace porque le funciona para lograr el objetivo, no porque le guste el medio.

Si vomita, sin perder los nervios (no sirve para nada perderlos), lo limpiamos y le repetimos que lo que pedía no se lo podemos dar, y que vomitando no lo va a conseguir.

Todo con Tranquilidad.

Menos palabras,

menos nervios

y más coherencia.

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El Amor

El único fundamento de la relación Padres-Hijos. Que tu hijo sepa que lo quieres y lo respetas es lo más importante para educarlo. Lo demás son opciones.

La relación entre padres e hijos debe estar dirigida siempre por el amor. Si no quieres a tu hijo, ¿para quién te reservas?

El amor no se negocia. Nunca se debe condicionar a nada. No se debe decir a un niño: “Como te has portado mal tus padres ya no te quieren”.

Debe tener claro que siempre contará con vuestro afecto.

Ante una muestra espontánea de cariño por parte de su hijo, cualquier padre que se precie debería responder del mismo modo y apuntarse que le debe una.

No os cortéis lo más mínimo en vuestros deseos de expresar afecto a vuestros hijos.

Es de verdad la única cualidad que en unos años, cuando vuestro hijo se debata entre lo que opinéis vosotros y su entorno, hará que vuestra opinión esté un escalón por encima de los demás en su valoración.

Si vuestro hijo sabe que lo queréis y lo respetáis casi cualquier cosa que hagáis es secundaria.

El amor precisa respeto. Eso quiere decir que al actuar sobre vuestro hijo debéis tener en cuenta sus preferencias y necesidades.

Pero amor no significa no ser capaces de verlo llorar, o de llevarle la contraria, o de explicarle que algo que hace mal está mal.

El amor de los padres por sus hijos precisa también responsabilidad.

La responsabilidad como padres implica que en las decisiones que toméis sobre la educación de vuestro hijo debéis pensar en las consecuencias inmediatas, pero más aún en el largo plazo.

Esta es la diferencia fundamental entre los buenos y los malos padres.

Cuando actuamos para salir del paso continuamente, somos malos padres. Lo único que hacemos es diferir los problemas hasta que nuestro hijo no dependa de nosotros.

Los buenos padres, pasan malos ratos para evitar que sus hijos pasen ratos peores cuando ya no cuenten con ellos.

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El Nacimiento

EL NACIMIENTO

Una descripción de los cambios que sufre un bebé en el momento del nacimiento.


Si eres impresionable no leas esto hasta después de que nazca tu hijo.

 

El nacimiento es uno de los momentos de más estrés de nuestra vida.

El cambio que un recién nacido sufre es radical.

Para poneros en su lugar piensa un momento que fueras él:

“Dentro del útero de tu madre, estás en un ambiente con una temperatura de treinta y tantos grados de forma continua. Aún suponiendo que tu madre tuviese fiebre no variaría más de 3 ó 4 grados arriba o abajo en los 9 meses de embarazo. No tienes que hacer nada para mantener la temperatura de tu cuerpo, puesto que es la misma del ambiente que te rodea.

Tienes una humedad del 100%, es decir, estás sumergido en líquido, un líquido que además de tener esa misma temperatura continua, amortigua los sonidos y los movimientos. Ahí dentro todo es suave, fluido y oleaginoso.

No necesitas respirar. El oxigeno que precisas y el dióxido de carbono que te sobra entran y salen respectivamente por los vasos sanguíneos de tu cordón y la placenta se encarga de hacer el intercambio al tiempo que elimina las impurezas de tu sangre y te aporta todos los nutrientes necesarios, por lo que tampoco comes ni sientes hambre.

No hay nada extraño, todo lo que tiene contacto contigo es parte de ti mismo (las células de la placenta y la bolsa que te rodea son genéticamente parte de ti).

Ni hay alergias ni infecciones.

Tu único entretenimiento es crecer y desarrollarte. Es el paraíso.

Un día, algo que te rodea, que ni siquiera sabías que existiese, empieza a comprimirte.

Al principio es algo incómodo y ocasional, sólo has notado que cada vez tienes menos espacio para moverte y de vez en cuando una pequeña sacudida.

Pero poco a poco el líquido que te rodeaba es cada vez más escaso y sientes que esa fuerza que te empuja te va encajando en un hueco aún más estrecho.

Llevabas un tiempo ya notando otra cosa extraña, una incomodidad rara, como si ya no te llegase todo el alimento que necesitas.

Y de repente esas contracciones empiezan a ser mucho más continuas, te van empujando no sabes hacia donde y no puedes hacer nada para resistirte.

Por si no fuese suficiente con los empujones parece haber otro espabilado que al lado contrario tira y tira de ti, más fuerte aún que los empujones. A veces tan fuerte que te rompe una clavícula.

Pasas por un hueco tan estrecho que nunca hubieses pensado que fuese posible. De hecho te han dado una paliza descomunal, y si no lo creen que te miren la cara, la traes hinchada y en muchos casos con morados por todas partes.

Tú no sabes lo que pasa, pero estás fuera.

El cambio es TAN intenso y TAN brusco que vas a tardar meses en llegar a ser totalmente consciente de ello.

Cuando estabas dentro del útero eras todo el universo.

Todo lo que tocabas a tu alrededor eras tú y aunque a veces notabas movimiento o sonidos estos estaban tan amortiguados y te afectaban tan poco que podías ignorarlos.

Durante los primeros meses fuera del útero seguirás pensando que todo lo que te rodea es parte de ti.

De hecho cuando algo de lo que te rodea no reaccione como esperas no entenderás porqué y te enfadarás y llorarás con frecuencia por tu frustración.

Pero eso será en los próximos meses, en este momento tienes problemas más inmediatos.

Para empezar hace un frío horrible. Luego dirán que se han esforzado en que haya buena temperatura, pero es que eso para los que viven fuera son 25 o como mucho 30º. Dicen que más de eso es un calor que no hay quien lo aguante.

¿Cómo que no? Si tú llevas nueve meses en los que cuando hacia fresquito a lo mejor estabas a 37º y eso muy de vez en cuando.

Serán hijos de…. Hechas de menos no saber tacos aún.

Pero encima notas una necesidad imperiosa de hacer algo que no habías hecho nunca: respirar.

No sabes que está pasando, pero te estás ahogando.

De nuevo echas de menos los tacos. ¡Pues no te han sacado a un sitio en el que encima no te llega aire por el cordón como siempre¡

¡Y encima ése¡ ¿Qué hace? ¿No será capaz de poner una pinza en el cordón? Pues no, no poco, y por si intento quitarme la pinza va a cortarlo. Será… (Censurado, porque aún siendo educado y el más tímido de los bebés a estas alturas se está literalmente cagando en todos los de fuera y en su perra suerte como mínimo).

Total, que afortunadamente dentro de tu desgracia parece que hay algo que es tu instinto que te dice que a lo mejor si lloras te dejan en paz.

Así que eso, lloras, porque si no, siempre hay algún otro que se ofrece a espabilarte como sea.

Y tú: “oye que la paliza ya me la han dado antes”.

Sea antes o después de la nueva sesión lloras y ves que se te pasa la necesidad tan acuciante que tenías de oxígeno.

Pues va a resultar que aquí fuera también te las apañas, y sin cordón.

Pero es más incómodo porque tienes que hacerlo tú y si dejas de hacerlo un rato te ahogas otra vez.

¿No te ahogarás cuando te duermas? Después de un rato empiezas a respirar ya sin darte cuenta, como automáticamente. Menos mal.

Menos mal también porque al parecer tu cuerpo sabe qué hacer y una serie de agujeros de tu corazón por los que pasaba la sangre dirigiéndose hacia la placenta a coger aire y comida y luego distribuían la sangre por todo el cuerpo se están cerrando y como por arte de magia, mira tú, justo los que se quedan abiertos son los que necesitas para que la sangre vaya a los pulmones a coger el aire, al intestino y el hígado a coger el alimento y de allí se repartan por todo el cuerpo.

Es que pareces listo con lo canijo que eres.

Pero sigue haciendo frío. Tanto que tienes la piel morada. Conforme vayas respirando y acostumbrándote a la temperatura la piel se pondrá más colorada.

Lo último en pillar color serán los labios, las manos y los pies. Pero si baja la temperatura se te amoratarán enseguida.

Como estabas en líquido, al respirar al principio hay secreciones (flemas) que no te dejan que entre bien el aire. Alguien te mete  entonces una cosa por la nariz y la boca. Es muy desagradable y casi vomitas pero parece que ha quitado las secreciones y puedes respirar mejor.

La luz es fortísima y no consigues ver nada.

Los ruidos son fuertes como nunca hubieras imaginado y todo es áspero.

Te han puesto bajo un foco y parece que da calor. Ya tienes un color normal y le vas pillando el tranquillo a eso de respirar.

Estás agotado.

Te quedas dormido.

Ha pasado un rato y empiezas a notarte incómodo, te falta algo. Haces repaso: frío parece que no hace tanto, respirar estás respirando, ¿que será?

Como no das con lo que es, te enfadas y vuelves a llorar al comprobar que tu universo ha cambiado y que ya no lo controlas todo. Antes nada te alteraba.

Si te faltaba algo, no sabías como pero se resolvía. Ahora notas incomodidades para todo y no sabes como resolverlas, así que haces lo que haría cualquiera. Lloras de impotencia.

Y entonces alguien te coge. No sabes porqué pero te resulta familiar. Será el olor, el ruido de los latidos de su corazón, tal vez su voz. El caso es que por alguna extraña razón te recuerda un mundo en el que estabas hace poco y te sientes seguro.

Algo te toca en la cara, cerca de la boca. Invita a ser tomado. Huele bien, es húmedo y suave y al probarlo sabe bien.

Entra en tu boca, no sabes si eres tú quien la busca o entra por iniciativa propia, el tema es que tu boca, por puro reflejo, la chupa y alucinas.

Suelta algo, no sabes lo que es. Un líquido con el que casi te atragantas, pero parece que sabe seguir su camino de forma que puedes respirar y por alguna razón su sabor te gusta y te resulta agradable seguir chupando.

Esa sensación desagradable que tenías va desapareciendo. Además está calentito. No sabes qué o quién será pero sientes que te vas a llevar bien con Ella”.

Hagamos un repaso.

En pocas horas un recién nacido pasa de estar en una situación en la que tiene todas sus necesidades cubiertas, en un ambiente totalmente estabilizado, sin contacto con sustancias ni seres extraños a tener que respirar o se ahoga, cambia el circuito de la circulación sanguínea, tener que comer o sufrir hambre y un ambiente de lo más agresivo en el que pierdes calor, pierdes humedad, todo es áspero, son materiales extraños y empiezan a colonizarte millones de seres microscópicos, algunos de los cuales intentarán producir una infección.

De cada una de las adaptaciones anteriores surgen los problemas que un recién nacido puede tener en las primeras horas de vida:

La respiración supone que en cuestión de segundos un órgano que hasta entonces no había servido para prácticamente nada, empiece a funcionar a plena capacidad.

Los pulmones estaban colapsados, eran como un racimo de globos cerrados, y en segundos tienes que abrirlos todos. Al hacerlo arrastran hacia su interior parte del líquido que estaba ocupando las vías respiratorias.

Si es poca cantidad y va limpio se irá reabsorbiendo en las primeras horas de vida sin problemas.

Pero a veces es demasiado, o los pulmones no consiguen abrirse del todo, o antes del parto, por un exceso de estrés el niño ha hecho caca en el líquido antes de salir y lo ha manchado con meconio (las heces que hace los primeros días de color negro verdoso).

Lo primero, el exceso de secreciones en el árbol respiratorio suele ceder en cuestión de horas o pocos días en los que suele necesitar un mayor aporte de oxígeno y alguna que otra medida de apoyo.

El caso de los pulmones que no consiguen abrirse del todo es más frecuente cuanto más prematuro es el recién nacido, debido a que en las últimas etapas del embarazo los pulmones producen una sustancia llamada surfactante que facilita que las paredes de los pequeños sacos (alvéolos) en los que se produce el intercambio de gases no se queden pegadas.

Si un niño nace antes de que haya la cantidad necesaria de esa sustancia muchos de los alvéolos quedarán colapsados.

En algunos casos se usa un sustituto de esa sustancia para paliar el problema.

En otros puede suponer un esfuerzo tan importante el abrir esos alvéolos colapsados en cada respiración que será necesario mantener al recién nacido con respiración mecánica para evitar que se agote.

El último caso da lugar a lo que llamamos síndrome de aspiración meconial.

Generalmente tras el parto, el estrés sufrido hace que el recién nacido efectúe su primera defecación.

Esta primera y las siguientes serán de un color negro verdoso.

Son deposiciones compuestas casi exclusivamente por secreciones intestinales de las que el principal componente son las secreciones biliares, que dan el color a estas heces.

Mientras las deposiciones tienen esas características reciben el nombre de meconio.

A veces si el estrés que el feto sufre es excesivo antes de salir, puede hacer una primera deposición en el interior del útero.

El meconio se mezclará con el líquido que envuelve al niño (líquido amniótico) y puede ser aspirado en el momento del nacimiento hacia el interior de los pulmones.

Este meconio es una sustancia muy agresiva en las vías respiratorias, inflamándolas, lo que dificulta la respiración y favoreciendo las infecciones.

Cuando esto sucede suelen precisar ayuda respiratoria (respiración mecánica), tratamiento antibiótico para evitar las infecciones y a veces control en una unidad de cuidados intensivos durante los primeros días de vida.

La oxigenación por medio de los pulmones, la alimentación por vía digestiva y la desaparición de la placenta que realizaba ambas funciones determinan que el circuito de circulación sanguínea cambie por completo.

Antes del nacimiento el corazón debía enviar la sangre a la placenta para recibir el oxígeno y los nutrientes y eliminar el dióxido de carbono y las demás impurezas resultantes del metabolismo.

El pulmón era un órgano más a mantener vivo y en desarrollo pero no el responsable de oxigenar toda la sangre del organismo.

Las arterias pulmonares que le llevan la sangre antes del nacimiento, son las mismas que lo tendrán que hacer después con un volumen mucho mayor, con la diferencia de que antes del nacimiento es esta sangre la que debe llevar el oxígeno que necesita el pulmón.

Para ello lo recibe por mezcla con la sangre que procede de la placenta a través de unos orificios abiertos en las separaciones internas del corazón y por un cortocircuito entre las dos arterias que salen del corazón (la aorta y la pulmonar).

Si estas conexiones permanecen abiertas tras el nacimiento, se oyen unos ruidos anormales en los latidos (soplos), que nos están diciendo que esta adaptación no se ha producido del modo adecuado.

Algunos de ellos no tienen repercusión en el riego y oxigenación correcto del organismo (soplos sin repercusión hemodinámica) pero otros pueden dificultarlos seriamente (soplos con repercusión hemodinámica).

El cierre de estas conexiones se produce a veces de modo gradual durante los primeros días de vida por lo que durante este período es posible que se detecten soplos que desaparecen en poco tiempo, no teniendo repercusiones serias.

En otros casos existen malformaciones graves en el corazón o los principales vasos sanguíneos que no impidieron el correcto desarrollo del organismo mientras funcionaba la placenta y estaban abiertas las conexiones fetales pero que hacen incompatible el correcto riego sanguíneo del organismo una vez se cierran éstas.

Cuando sucede el cierre de las conexiones, a veces días después del nacimiento, se produce un empeoramiento claro del niño en cuestión de minutos con palidez de piel que puede llegar a ponerse azulada y un marcado decaimiento. Si esto ocurre debe ser visto por un pediatra de forma inmediata.

En cuanto al hambre. Mientras el niño se alimentó en el interior de su madre a través de la placenta era como si tuviese un suero cogido al ombligo y por él le fuésemos pasando toda la alimentación necesaria.

En el momento que nace, se cierra el grifo.

A partir de ese momento su cuerpo tiene que acostumbrarse a abastecerse a partir de sus reservas y cuando estas empiezan a agotarse pedir comida y asimilarla.

Es un cambio radical. Tan radical que los primeros días tras el nacimiento tiene mucha facilidad para que los niveles de azúcar en sangre bajen.

Por ello, estos primeros días, no debe dejarse a un niño sin comer demasiadas horas. De hecho la mayoría de ellos se encargan de que sea así, exigiendo con el llanto que se les dé de comer cada 2 ó 3 horas como mucho.

Son como un coche con el depósito de combustible pequeño. Pide pequeñas cantidades de forma continua.

Poco a poco su estómago aumentará de tamaño y su hígado regulará cada vez mejor los niveles de nutrientes en sangre hasta que en torno a las 2 semanas de vida ya los controle perfectamente.

Desde ese momento veremos que las tomas van espaciándose en el tiempo al ritmo que aumenta la cantidad que come en cada toma y si una noche por fin duerme del tirón 6 ó 7 horas, habrá que agradecerlo y descansar.

Otro aspecto es el mantenimiento de la temperatura corporal.

Los seres humanos para el buen funcionamiento de nuestro metabolismo precisamos una temperatura estable entre los 35 y los 37º.

Una disminución por debajo de esas cifras enlentece nuestra actividad vital y dificulta el normal funcionamiento del organismo. Es lo que llamamos una hipotermia.

Los recién nacidos que son abandonados de cuando en cuando en cubos de basura y similares mueren de hipotermia al agotar sus reservas de energía si no son rescatados antes. Son especialmente proclives a sufrirlas por su escasa capa de grasa y porque su superficie corporal es mayor en relación a su peso de lo que lo será en cualquier otra edad.

Para reducir el esfuerzo que debe realizar el recién nacido para mantener su temperatura al principio se recomienda abrigar bien a los niños y mantenerlos en un ambiente cálido y con cambios de temperatura lo más suaves posibles.

Abrigarlos bien quiere decir, durante los primeros días de vida 2 capas de ropa más que los adultos que haya a su alrededor.

A partir del mes y hasta los 3 meses de edad una capa de ropa más.

Y a partir de los 3 meses las mismas capas de ropa que los adultos que le rodean.

Al nacer la propia naturaleza ha previsto un sistema para proteger al cuerpo contra la pérdida de calor. Es una grasa blanquecina que cubre el cuerpo del niño cuando nace (vérmix) que es más abundante cuanto más prematuro sea el niño, protegiendo mejor así cuanto más fina es su piel.

En la reanimación se seca al niño pero intentando no retirar esa grasa que le protege del frío, pero también de las infecciones.

Al igual que pierden calor, pierden mucho líquido a través de una piel y unas mucosas que hasta entonces habían estado permanentemente hidratadas (sumergidas en líquido amniótico).

El efecto en la piel es la descamación durante los primeros días, que en algunos niños llega a ser de todo el cuerpo y muy llamativa. Conviene hidratarles la piel con lociones corporales (Sebamed, Leti-AT-4, Mustela…).

Lo mismo que se seca la piel se secan las mucosas (nariz, garganta) dando como resultado una congestión nasal con estornudos y poca tos, pero sin moqueo, que a veces los padres confunden con un resfriado.

Mejora con hidratar un poco la mucosa echando un par de gotas de suero fisiológico en los orificios nasales y aspirándolo después. A veces mejoran también poniendo una fuente de humedad en la habitación.

Por último, otra gran novedad para el organismo, es descubrir que el mundo está lleno de seres y sustancias extrañas.

Algunas de ellas agresivas, capaces de producir alergias e infecciones.

Hasta el nacimiento el sistema inmunitario de la madre había establecido un cerco en torno al feto que hacía casi innecesario que actuase él, pero desde que nació, a excepción de los anticuerpos heredados de la madre, que no es poco, todo aquello con lo que tiene contacto (y son miles de microbios y sustancias) tienen que ser sobre la marcha catalogados como algo inocuo o algo peligroso y activar el sistema inmunitario en su contra o ignorarlo.

De ello puede depender su supervivencia. Tan perjudicial resultaría desencadenar una reacción contra algo que nos rodea por todas partes produciendo una alergia como no reaccionar ante un microorganismo capaz de producir una infección grave.

El resultado es que en los primeros días aparece una reacción alérgica más o menos intensa en muchos niños (exantema toxoalérgico) por reacción a ropa, colorantes, detergentes… con los que nunca había tenido contacto su piel, que suele ceder antes de los 10-15 días de vida sin necesidad de tratamiento.

En el extremo contrario están las infecciones neonatales.

Infecciones generalizadas (sepsis) y meningitis son más frecuentes y más graves en las primeras semanas de vida.

Por lo que en algunos casos es preciso analizar y mantener en observación o incluso tratar preventivamente a los niños ante ciertas situaciones de riesgo que pueden favorecer estas infecciones, como por ejemplo una rotura de aguas de la madre más de 24 horas antes del parto, fiebre de la madre durante el parto o la presencia de un microorganismo en la flora vaginal de la madre (el estreptococo beta galactiae) que es el causante de infecciones neonatales más frecuentes.

Todos estos cambios y la adaptación a su nuevo ambiente se van completando en las primeras semanas, considerándose período neonatal el primer mes de vida.

Es el período en el que suelen dar la cara la mayoría de los problemas congénitos: infecciones, malformaciones, alteraciones metabólicas, tumores neonatales… responsables de la mayor parte de las muertes infantiles.

Superando ese primer mes de vida sin que aparezcan estas patologías la esperanza de vida del niño aumenta de forma vertiginosa conforme va pasando el tiempo.

Una vez explicado todo este proceso es más fácil entender todo lo que habitualmente el pediatra que atienda a su hijo va a hacerle para ayudar en su adaptación a este mundo:

Nada más nacer aspira las secreciones que quedan en su vía respiratoria tras lo cual si no ha empezado a respirar, le estimula para que lo haga.

Interesa que llore para que abra la mayor parte posible de los pulmones al paso de aire.

En aquellos casos en los que por sufrimiento durante el parto el niño halla hecho caca en el líquido que le rodeaba se aspira todo lo posible antes de estimular el llanto para evitar así que este líquido sucio (que es muy irritante para los pulmones) entre más.

En algunas ocasiones se aporta además oxígeno si le cuesta recuperarse.

Todo esto se realiza en una cuna con un foco de calor sobre ella para evitar que se enfríe demasiado, al tiempo que se va secando sin quitar en lo posible la grasa que protege su piel.

A veces, si lo ha pasado mal durante la salida se necesitan otras medidas para conseguir reanimarlo.

Una vez que ya se ha reanimado, se le suelen poner dos pinchazos en los muslos.

Son inyecciones intramusculares, por lo que se ponen en el muslo por ser el músculo más voluminoso tras el nacimiento.

Una es la primera dosis de la Vacuna de Hepatitis B. Una infección que si sufre la madre puede transmitir a su hijo al nacer.

La otra es vitamina K que sirve para evitar los primeros días de vida hemorragias que pueden ser frecuentes en los recién nacidos por su falta de esta vitamina.

Además se aplican unas gotas o una pomada en los ojos del recién nacido.

Es una prevención para evitar una infección que los niños pueden sufrir en los ojos al pasar por la vagina de la madre.

En cuanto el niño haya abierto suficientemente sus pulmones y eliminado las secreciones de la vía respiratoria podrá empezar a comer.

En algunos casos en los que haya un mayor riesgo de padecer infección (por ejemplo si la madre tuvo fiebre durante el parto o rompió aguas mucho antes del parto) habrá que realizar analíticas que nos indiquen si se ha infectado o no.

También pueden ser necesarias las analíticas si a los pocos días del nacimiento el niño adquiere un color amarillento excesivo.

Este color es debido a que mientras el niño está dentro de la madre tiene unos glóbulos rojos que tienen que robar oxígeno a los de la madre, pero estos glóbulos rojos no son los idóneos una vez que tiene que obtener el oxígeno del aire de modo que durante los primeros días romperá todos los que tiene al nacer y producirá una sangre nueva.

Al romperse la vieja se libera una sustancia, la bilirrubina que se deposita en la piel dando un color amarillento a la misma. Este pigmento se elimina por la orina.

Para que la parte de pigmento que se ha depositado en la piel se desprenda pasando a la sangre y pueda ser eliminado por la orina se pueden hacer dos cosas: exponer la piel del niño a luz natural (no al sol directamente) lo que hace que la bilirrubina de la piel pase a la sangre, y tomar líquido abundante (lo que favorece al orinar más que se expulse el pigmento).

La analítica nos dice cómo de alta está la bilirrubina, y las medidas que debemos aplicar según su nivel para evitar que suba en exceso, ya que a concentraciones demasiado altas puede depositarse en el cerebro del niño causando problemas.

Otra prueba que se realiza en todos los niños poco después del nacimiento es “la prueba del talón”.

Esta prueba descarta la existencia de algunas enfermedades congénitas metabólicas, es decir en las que hay una incapacidad para regular alguna hormona (hipotiroidismo) o para asimilar ciertos componentes de la alimentación (fenilcetonuria).

Si estas enfermedades son diagnostican pronto podemos evitar que se desarrollen.

Tratándolas adecuadamente son niños totalmente normales, pero antes, cuando no se detectaban eran causa frecuente de deficiencia mental irreversible.

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Cosas necesarias para cuidar bebés

Cosas necesarias para cuidar bebés

El material médico que los padres deben tener en casa cuando va nacer un bebé. Termómetro, antisépticos, Suero fisiológico, Aspirador nasal

 


Material médico básico:

 

En toda casa en la que haya un niño debería haber un termómetro.

 

Dado que la mayor parte de las enfermedades que sufre el niño en sus primeros años de vida son de tipo infeccioso, y generalmente suelen presentar fiebre como síntoma principal. La medición objetiva de la fiebre puede orientarnos sobre la gravedad de la infección así como de su evolución.

Tanto para una cosa como para la otra no podemos fiarnos de la sensación subjetiva de calor o del estado general sin más, ya que la fiebre en los niños es mejor soportada que en los adultos y hay casos en que un niño con fiebre de 40º puede estar jugando como si tal cosa.

Hoy día hay una gran variedad de termómetros, con sus ventajas y sus inconvenientes. El de toda la vida era el termómetro de mercurio. Pero se ha retirado para reducir la contaminación ambiental.

En la actualidad se dispone de muchos tipos de termómetros digitales (en forma de chupe para temperatura oral, para medición axilar o rectal, para la frente o para el oído).

En teoría los termómetros digitales son más exactos y fiables que el de mercurio, dado que el de mercurio debe dejarse puesto durante 3 minutos, lo que en algunos niños es misión imposible y los digitales avisan cuando la temperatura se estabiliza, que suele ser antes de los 3 minutos (en muchos a los 10-15 segundos).

El defecto radica en que cuando un instrumento digital tiene las pilas bajas empieza a hacer cosas extrañas y una avería no se manifiesta de  ningún modo evidente.

Dado que a veces pasa mucho tiempo desde que lo usamos una vez hasta que vuelve a usarse, no sabemos en que situación están las pilas y su resultado puede no ser fiable.

Por eso recomiendo que siempre que se tome la temperatura se realicen dos determinaciones dejando entre ellas que se enfríe el termómetro para comprobar si son fiables.

Si se usa el de oído, tomar la temperatura en ambos oídos. La razón es que una otitis puede dar temperaturas altas en el oído foco de la infección que no se correspondan con un aumento general de la temperatura del cuerpo, que sería la autentica fiebre.

Otros materiales médicos necesarios como apuntamos antes son los de cuidado del cordón. Gasas estériles y alcohol de 70º o Clorhesidina en Spray. Sobre la utilización de gasa hay para todos los gustos. Si se usa, lo importante es cambiarla al menos una o dos veces al día, y cada vez que se manche.

 

Medicamentos para bebés

En cuanto a las medicinas que os prescriba su pediatra, no las almacenéis.

 

La farmacia en casa

Tomad la costumbre de apuntar la fecha en cualquier jarabe cuando lo abráis.

De modo que por norma no guardéis ninguno más de 3 meses tras su apertura.

Muchos de ellos no pueden guardarse ni siquiera ese tiempo, por lo que debéis seguir las indicaciones del prospecto o su pediatra en aquellos casos que lo precisen.

Tampoco tiréis las medicinas.

Entregadlas en las farmacias, que disponen de un sistema de retirada y eliminación adecuada de medicamentos que reduce la contaminación.

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Reanimación del Recién Nacido

Reanimación del Recién Nacido tras el parto.

Una explicación para padres de lo que hace el pediatra en la reanimación tras el parto, cuando nace el bebé.

Es recomendable que esté presente un pediatra en los partos.

El parto es una situación de riesgo para el recién nacido. Tiene que adaptarse a muchas cosas nuevas.

Para eso su cuerpo tiene que hacer algunos cambios en pocos minutos que son importantes.

Es, a pesar de todo algo tan natural, como que todos hemos pasado por ahí.

En la mayoría de los casos el pediatra no tiene que hacer nada, porque todo funciona según lo previsto por la naturaleza.

Cuando eso no es así, interviene el pediatra.

Se suelen establecer 5 grados en la reanimación:

– Tipo 0: El pediatra mira al niño sobre su madre y no hace nada porque todo va bien. El recién nacido tiene buena vitalidad y va cogiendo el color poco a poco. No os asustéis porque al principio esté morado, es normal. Conforme va llorando, pasará a pálido y después a sonrosado unos minutos después.

– Tipo I: Aspiración de secreciones. Esto es necesario cuando se ve al recién nacido que respira con dificultad como si tuviese muchos mocos en la garganta. Lo que se hace es introducir una sonda que aspira los restos de líquido y sangre que hallan quedado en la boca y la garganta. Es especialmente importante hacerlo en los casos en los que el líquido amniótico sale manchado de verde.

– Tipo II: Además de aspirar las secreciones se ayuda a llenar los pulmones de aire con una mascarilla. Esto se hace en aquellos bebés que tras la aspiración de las flemas tardan más de lo normal en coger el color.

– Tipo III: Cuando el recién nacido no es capaz de respirar bien sin la ayuda de la mascarilla, necesita un tubo por el que meter aire en sus pulmones. Decimos que necesita intubación.

– Tipo IV: Cuando además es necesario poner una vía de suero para meter medicación al niño.

Deja al Pediatra trabajar

Esto no lo explico con la intención de que hagáis de maestrillos en el paritorio, enseñando al pediatra a hacer su trabajo.

De hecho el peor favor que puedes hacer a tu hijo en un momento así es interferir en el trabajo del pediatra.

Si veis algo distinto al Tipo 0, lo que tenéis que entender es que el pediatra está haciendo lo necesario por el bien de vuestro bebé.

Al final de la reanimación, suele pesarse y medirse al niño y se da una puntuación según la vitalidad del recién nacido llamada Test de Apgar.

Y si todo está bien el niño sale del paritorio sobre su madre.