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? Lanugo en bebés

Lanugo de bebé de 3 semanas en hombros y espalda
Bebé de 3 semanas de vida con lanugo cubriendo su espalda y hombros.

Lanugo es el vello que muchos bebés tienen al nacer en la cara, la espalda, las orejas… En algunos casos muy abundante. Te aclaro las dudas sobre él.

Qué es el lanugo de los bebés y porqué unos tienen más que otros.

El lanugo es un vello o pelo fino que durante la formación del feto llega a cubrir casi todo su cuerpo, como en otros mamíferos.

Se empieza a formar al final del primer trimestre y a desprender en la mayoría de los niños al final del embarazo, en torno a la semana 40. Muchos recién nacidos tienen mechones de ese lanugo desprendido al nacer, especialmente en los pliegues.

Algunos niños al nacer ya casi no tienen. Esto significa que se ha desprendido y ha salido en el líquido amniótico del parto sin que lo veamos. Pero estar estaba… Está por ejemplo en el meconio, la caca oscura de los primeros días de vida. Ya que al desprenderse quedó suspendido en el líquido amniótico que rodea al bebé y que va tragando. No te preocupes por eso. Es así desde siempre.

Otros pueden tener mucha cantidad aún cuando nacen. Lo normal es que cuando es así se desprenda casi por completo en las primeras semanas de vida. Pero algunos pueden conservarlo durante meses.

La foto que mostramos aquí corresponde a un bebé de 3 semanas. Y como podéis apreciar aún conserva gran cantidad de lanugo en la espalda y los hombros.

Hay familias en las que esto es más habitual. Pero este lanugo se pierde.

Algo diferente es cuando un niño tiene un Nevus Piloso: Es una zona de la piel limitada con sus bordes evidentes en la que vemos que claramente hay mucho más vello que el resto. Cuando esto ocurre es un vello que no va a perderse.

Prematuros y Lanugo.

Cuanto más prematuro es un bebé al nacer más lanugo puede tener. De hecho es uno de los signos que puede indicarnos que un bebé es de menor edad gestacional de lo que creemos.

No es que lo tengan para estar más protegidos al nacer por ser prematuros. Simplemente es un proceso que no le ha dado tiempo a completar.

Cuidados del lanugo del bebé

No precisa ningún cuidado por nuestra parte. Se lava al bañarlo normalmente. Y hagamos lo que hagamos acaba desprendiéndose cuando toca. En muchos bebés en los primeros días de vida. Pero en algunos tarda meses en desaparecer.

Cuando tarda, algunos padres me preguntan si se va a quedar para siempre con él. Y si pueden hacer algo para eliminarlo, porque no les gusta el aspecto que le da.

Es cierto que en ocasiones puede ser muy llamativo y abundante, especialmente en la frente, las orejas y la espalda y hombros. 

Podemos ver el lanugo que casi une las cejas con el borde de pelo de la cabeza y acné del lactante inducido por las hormonas pasadas por la madre al bebé a través de la placenta.
Podemos ver el lanugo que casi une las cejas con el borde de pelo de la cabeza y acné del lactante inducido por las hormonas pasadas por la madre al bebé a través de la placenta.

Algunos bebés, con todo el cariño, parecen monitos… Pero no tienen importancia alguna a parte de la estética y acaba resolviéndose sólo. No tiene sentido plantearse ningún tipo de depilación.

Hipertricosis

La hipertricosis es una excepción. Son personas que tienen una alteración genética que hace que tengan mucho más vello cubriendo su cuerpo del normal.

Es un vello más abundante y fuerte que el lanugo que puede cubrir todo el cuerpo. Todos hemos visto imágenes de «niños u hombres lobo».

Son personas que padecen este problema. Y es un problema porque puede generar rechazo social. Somos así… Recelamos de lo diferente, sin darnos cuenta de que todos lo somos en realidad.

En estos casos sí puede plantearse la depilación láser como solución. Depende mucho de los padres al principio. En el futuro si no hacemos nada será el niño quien decida.

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Niños de bajo peso

Hay bebés que tienen según las tablas de crecimiento y bajo peso. Pero ¿Cuáles son las causas más frecuentes?¿Qué tipos hay?¿Cual es su importancia real?

Cuando vamos siguiendo el crecimiento de un bebé o un niño, nos guiamos fundamentalmente por la evolución de su peso y talla.

Al comparar esas cifras con las tablas de crecimiento, hay tantos niños por encima de la media, como por debajo de ella. Ambos grupos son normales. Pero es difícil evitar que los padres se preocupen si su hijo pertenece al grupo de los que están por debajo de la media.

Para afinar un poco más, usamos percentiles. Un percentil 3 de peso, por ejemplo, significa que el 3% de los niños normales tienen un peso menor que ese. Y por tanto el 97% de niños normales tiene un peso mayor.

Por eso lo importante cuando un niño tiene un peso bajo, es diferenciar si es normal o consecuencia de un problema. Pero sin olvidar que en bastantes casos puede ser normal.

¿Cómo diferenciamos al niño de bajo peso enfermo del normal?

Hay varias pistas que nos permiten hacernos una idea bastante real de si un niño con bajo peso lo es por tener un problema, o es simplemente así.

El niño de bajo peso enfermo suele caracterizarse por:

– Es un niño poco activo.

– Es un niño con aspecto de enfermo.

– Es un niño en el que el peso se ha estancado o bajado en un momento determinado. Cuando antes su evolución era normal.

El niño de bajo peso normal suele:

– Ser un niño sano.

– Ser activo. En muchos casos más que la mayoría. Incluso con un desarrollo más rápido de lo normal.

– Tener un peso que siempre ha ido en un percentil bajo.

¿Cuáles son las principales causas de bajo peso en niños enfermos?

En niños y bebés que tienen un peso bajo y es por una enfermedad, las causas más frecuentes son:

– Intolerancias y alergias a alguno de los alimentos que toma. De ellos, los más frecuentes son el gluten, las proteínas de leche de vaca y la lactosa.

– Enfermedades crónicas, como problemas respiratorios, de corazón o metabólicos.

– Defectos de hormonas: Especialmente hormona de crecimiento y del tiroides.

– Anemia por falta de hierro.

– Reflujo gastro-esofágico.

– Infecciones de orina.

– ….

La lista puede ser bastante más larga, pero en lo anterior entra casi el 99% de niños que tienen bajo peso no siendo sanos.

Ante un niño con bajo peso, especialmente si cumple los criterios de enfermo que pusimos antes, hay que descartar todos estos problemas.

El niño o bebé sano de peso bajo

Pero hay casos en los que una vez investigado todo lo anterior no hay nada.

El niño tiene un peso bajo y cumple los criterios vistos arriba para un niño normal con bajo peso:

– Está sano.

– Es activo y su desarrollo es normal, exceptuando el peso.

– Su peso siempre ha ido en un percentil bajo.

En estos niños, el mayor problema es precisamente que se tiende a hacer más de lo indicado.

Voy a poner un ejemplo para que se entienda: Es muy frecuente que se recomiende a los padres de estos niños: jarabes para las ganas de comer, suplementos de vitaminas o batidos hiper-calóricos. Todo lo que se ocurra para intentar aumentar el peso de estos niños.

Pero es un grave error. Imaginemos que mañana se publicasen unas estadísticas que dijesen que el peso normal para un adulto son los 200 kg. Y que hiciésemos cuanto estuviese en nuestra mano para que toda la población adulta alcanzase ese peso.

El resultado sería que forzaríamos el metabolismo, haciendo que apareciesen problemas de colesterol, diabetes, corazón… en personas que antes estaban sanas.

Dar cosas que buscan subir artificialmente el peso de estos niños (que son normales teniendo un peso bajo), equivale a lo mismo. Es forzar su metabolismo. Y antes o después pasará factura a su salud. Y todo ¿para qué? para ajustarlos a una normalidad mal entendida.

Repito: El percentil 3 marca el peso por debajo del cual están el 3 por ciento de los niños normales y sanos de esa edad.

Si no detectamos un problema y el niño es sano sin considerar su peso, el tratamiento más adecuado es no hacer nada.

En aquellos enfermos cuyo problema se detecte, el tratamiento no es tampoco un jarabe para las ganas de comer, ni vitaminas… sino tratar la causa de su problema.

Si quieres calcular y comparar los percentiles de peso y talla de tu bebé y que te los explique puedes usar la Calculadora de Percentiles.

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Vacuna del Neumococo en niños

En mi opinión esta vacuna debería estar en el calendario vacunal. Porqué se la recomiendo a todos mis pacientes.

El neumococo es uno de los gérmenes que con más frecuencia causan meningitis, sepsis, neumonías e infecciones de oído. Algunas de estas infecciones son potencialmente mortales. Y la experiencia que tengo de esta vacuna es que es segura y no causa efectos secundarios más que excepcionalmente. Nunca he visto uno grave.

Es por tanto una vacuna en la que la relación entre riesgo y beneficio es clara a favor de la salud de los niños. Y por tanto se la recomiendo a todos los padres, al igual que yo en su día se la puse a mi hijo.

La pauta para ponerla no es inamovible:

Yo suelo recomendar que se pongan 4 dosis: A los 3 meses, 5 meses, 7 meses y 14 meses.

Si un niño tiene más de 6 meses y no se ha vacunado aún con ella, se ponen 3 dosis: Dos separadas por 2 meses y una última entre el año y los 2 años.

Si tiene más de 1 año cuando le ponemos la primera dosis, se ponen 2 dosis separadas por 2 meses.

No debemos vacunar a un niño si está enfermo con una infección. Que acabe primero con la infección que tiene y ya le enseñaremos después a defenderse de las otras. Cuando eso ocurre, retrasamos la dosis hasta que mejora y las demás se retrasan en el mismo tiempo que ha sido necesario.

De las dos vacunas contra el neumococo que se venden en España, yo recomiendo la Prevenar porque la considero más completa y efectiva.

En cuanto a reacciones adversas de esta vacuna, lo más frecuente es que no pase nada o que se inflame un poco el lugar donde se pinchó.

Si se hincha podemos poner frío los primeros días y dar un analgésico (Apiretal o Dalsy) al niño si duele mucho o tiene fiebre.

No hay que dar apiretal ni ningún otro analgésico antes de las vacunas como prevención.

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Displasia broncopulmonar en prematuros

María Blanca Garrido García, Pediatra Neonatóloga.La displasia broncopulmonar es la secuela más frecuente en los recién nacidos prematuros, especialmente en los de peso muy bajo al nacer (menos de 1000 gramos).

Es una enfermedad pulmonar crónica que provoca una disminución del crecimiento del pulmón (de las estructuras del propio pulmón y de sus vasos sanguíneos), limitando la capacidad para respirar. Tiene grados muy diferentes.

Tiene mucho que ver con la inmadurez de un prematuro. Sólo por haber nacido antes de tiempo, el desarrollo pulmonar es diferente. Pero también se debe a los tratamientos que se hacen sobre estos niños (oxígeno, ventilación mecánica), aunque hay más factores implicados.

En el niño notaremos dificultad para respirar y que necesita que le den oxígeno suplementario. Produce limitación para el ejercicio físico, hipertensión pulmonar (aumento de la presión en los vasos pulmonares) y mala tolerancia a las infecciones respiratorias. Como es habitual, suele ser más grave cuanto más prematuro fue el niño al nacer.

Diagnóstico de la Displasia broncopulmonar:

Un niño tiene displasia broncopulmonar si ha necesitado oxígeno durante al menos 28 días. Hablamos de formas leves, moderadas o graves en función de cómo está el niño en un determinado momento, fijado cuando cumplieran las 36 semanas de edad gestacional o al alta para los que nacieron con menos de 32 semanas de gestación, o a los 56 días de vida o al alta (lo que ocurra antes) para aquellos de más de 32 semanas.


En las formas leves no necesitarán oxígeno, en las moderadas necesitarán concentraciones bajas y en las graves necesitarán concentraciones altas en incluso alguna ayuda de aparatos de ventilación asistida.

Todas las formas de displasia broncopulmonar, incluso las leves, representan riesgo para el niño de desarrollar hiperreactividad bronquial (bronquitis de repetición) y asma, por lo que es importante diagnosticarlos y seguirlos adecuadamente.

Tratamiento de la Displasia Broncopulmonar:

El tratamiento está orientado a evitar o disminuir el avance de la lesión pulmonar, mantener una adecuada nutrición y reducir el consumo de oxígeno.


De modo general el tratamiento suele consistir en:

  • Respiratorio: administración de oxígeno a la mínima concentración necesaria, técnicas de ventilación mecánica de la forma menos agresiva y cuidadosa posible.
  • Especial atención a la posible persistencia del conducto arterioso, que es una comunicación que tiene el feto entre los dos principales vasos que salen del corazón, la aorta y la arteria pulmonar. Normalmente se cierra a los pocos días de vida, pero si sigue abierto puede dar problemas pulmonares y de circulación importantes, estando indicado tratarlo
  • Vigilancia de las constantes vitales del niño, especialmente de las que nos orientan sobre el funcionamiento del pulmón (gasometría, pulsioximetría…).
  • Control de los líquidos que se ponen al paciente, evitando el exceso y a veces restringiéndolos (poniendo menos de lo que “tocaría” teóricamente), pero aportando la cantidad suficiente de calorías que permitan un crecimiento adecuado.
  • Fármacos: fundamentalmente se usan diuréticos (fármacos que aumentan la eliminación de líquidos mediante la orina) y broncodilatadores (medicaciones que “abren” los bronquios). En casos graves que no van bien, también pueden usarse corticoides.
  • Nutrición: muy importante mantener el aporte de calorías adecuado para asegurar ganancia de peso. Muchas veces necesitarán nutrición parenteral y técnicas especiales de alimentación (por sonda orogástrica) para evitar que el niño se fatigue durante las tomas.

Muchos de estos niños no necesitarán tratamiento una vez se vayan a casa, salvo cuando se pongan enfermos (sobre todo broncodilatadores), pero otros pueden irse a casa con oxígeno o tomando más medicaciones.


En cualquier caso, es necesario que los profesionales del hospital entrenen a los padres para que sepan detectar las complicaciones y poner los tratamientos necesarios.

Deben ser controlados desde el punto de vista respiratorio en consultas externas, dentro del programa de seguimiento general (neurológico, nutricional…) que llevarán por haber sido prematuros.

Es especialmente importante evitar en ellos la exposición al humo del tabaco, evitando que se fume en su entorno. Además debéis saber que, aparte de las vacunas que se ponen a todos los niños, son candidatos a recibir la vacuna de la gripe, la del neumococo y la prevención de la bronquiolitis (el palivizumab).

En cuanto a las complicaciones que pueden tener, es importante saber que:

  • Tienen más tendencia a las bronquitis de repetición, a desarrollar asma, bronquiolitis y 
neumonía. Su tasa de rehospitalización durante los primeros dos años de vida por 
enfermedad respiratoria es el doble que la de los niños no afectados.
  • Tienen más posibilidades de malnutrición y retraso de crecimiento.
  • Los niños con enfermedad respiratoria crónica y malnutrición tienen más riesgo de 
infecciones en general, más frecuentemente de infecciones respiratorias. De hecho las 
infecciones son la principal causa de mortalidad en estos niños.
  • Pueden tener alteraciones en la circulación, como hipertensión en los vasos pulmonares, 
hipertensión arterial…
  • Pueden tener alteraciones metabólicas y renales por los tratamientos prolongados con 
diuréticos, por lo que pueden necesitar que se les haga analíticas con cierta frecuencia.
  • Puede ser un factor más que influya en la presencia de alteraciones neurológicas a nivel 
de deficiencias cognitivas, educativas y conductuales.
  • Pueden influir también en el desarrollo de problemas auditivos y visuales.
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Tratamiento de la dificultad respiratoria del Prematuro

María Blanca Garrido García, Pediatra NeonatólogaLa causa más frecuente de dificultad respiratoria en el prematuro es la Enfermedad de la Membrana Hialina. Esto es una explicación para que los padres la entiendan.

El tratamiento de la enfermedad de membrana hialina dependerá de la edad gestacional y de la intensidad de los síntomas del niño.
En los últimos años se ha avanzado mucho en su tratamiento, fundamentalmente por:

  1. La posibilidad de “acelerar” la maduración pulmonar cuando hay riesgo de parto antes de las 24 a las 34 semanas de embarazo poniendo una medicación a la madre, llamada betametasona. Es un corticoide, del que se ponen dos dosis pinchadas, separadas por 12 horas.
  2. La existencia de surfactante de origen animal (en España se usa sobre todo el de origen porcino) que puede ponerse directamente en el pulmón del niño.
  3. La mejora en los cuidados de soporte en general y, sobre todo, de la ventilación mecánica, de formas que consiguen hacer menos daño a los pulmones. 


El tratamiento, de forma muy simplificada, consistiría en lo siguiente:

  1. Poner OXÍGENO, en la cantidad mínima necesaria, puesto que se ha visto que un 
exceso de oxígeno es malo.
  2. SURFACTANTE, es decir, poner una o varias dosis de extracto de surfactante de cerdo 
directamente en el pulmón. Para eso hace falta que el niño esté “intubado”, es decir, que tenga colocado un tubo que va desde la nariz o la boca hasta la tráquea, cerca de la entrada a los dos pulmones. Generalmente los niños de menos de 28 semanas de gestación pueden necesitar ese tubo ya desde el nacimiento porque no sean capaces de respirar por sí mismos por su propia inmadurez. En este caso, con el niño ya intubado, se debe poner el surfactante lo antes posible, a veces incluso en el paritorio. Cuando no necesitan este tipo de ayuda para respirar de entrada, se valora el ponerlo según los síntomas que presente. Su efecto es casi inmediato, en unos minutos, y consigue una mejoría rápida en la mayoría de los casos.
  3. VENTILACIÓN MECÁNICA, es decir, ayudarle con aparatos para respirar. Esta ayuda puede darse de diferentes formas. De lo más simple a lo más complicado serían:
    • “Ventilación no invasiva”, que se llama así porque se da a través de gafas nasales o de mascarilla nasal, sin tener ningún tubo que llegue más adentro. Es lo que se llama comúnmente CPAP nasal y consiste básicamente en aire que entra de forma contínua a través de la nariz para mantener los pulmones un poco abiertos y facilitar la entrada de aire en ellos cuando el niño hace el esfuerzo de respirar. Cada vez se usa más y se van desarrollando nuevas técnicas que ayudan mejor al niño a respirar.
    • “Ventilación invasiva”. Cuando no es suficiente con la ayuda anterior, puede ser necesario pasar a otro tipo de aparatos que requieren colocar ese tubo del que hablábamos, que llega hasta la entrada de los pulmones. Ese tubo se conecta a una máquina, que llamamos ventilador, que mete aire al pulmón a un ritmo que ponemos los neonatólogos. El objetivo es, hasta que el niño esté preparado para hacerlo sólo, decirle como tiene que respirar y ayudarle a hacerlo. La ventilación mecánica no cura por sí misma, pero permite que el pulmón se cure. Debe hacerse con mucho cuidado, porque también puede producir daño en el pulmón y dar lugar a otras complicaciones, por eso estos niños están constantemente vigilados en una unidad de cuidados intensivos neonatales. Lo habitual es que los primeros días sean difíciles y necesiten mucha ayuda de la máquina para respirar pero conforme vayan madurando sus pulmones, la ayuda se irá disminuyendo poco a poco hasta poder retirarse, generalmente volviendo a algún sistema de los anteriores, no invasivos.
    • En casos más graves, puede ser necesario otro tipo de ventilación, la llamada ventilación de alta frecuencia. Este tipo de ventilación impresiona mucho a los padres (y a los profesionales en formación la primera vez que lo ven también). Consisten en meter cantidades muy pequeñas de aire en los pulmones, pero a un ritmo muy rápido, por lo que el efecto visual que producen es de “vibración” del bebé. Realmente es una forma de proteger el pulmón cuando se necesitan presiones demasiado altas para conseguir meter aire en los pulmones (porque el problema del pulmón sea muy grave) o cuando se producen roturas del pulmón que hacen que el aire salga de él y lo presione ( los llamados “escapes aéreos”: neumotórax y enfisema).
  4. Aparte de estos tratamientos concretos, como siempre, habrá que hacer un tratamiento general del niño, lo que se llama un tratamiento de “soporte”, controlando:
    • Temperatura.
    • Nutrición y cantidad de líquidos que se inyectan.
    • Circulación sanguínea (tensión arterial, frecuencia cardíaca…).
    • Control de las infecciones, poniendo tratamiento antibiótico ante la mínima 
sospecha.

Toda esta información es para que entendáis lo que se hace a vuestro hijo si está en esta situación. No para que seáis «expertos» en este tema. Todo lo dicho tiene muchísmimos matices en casos concretos. Matices que los Neonatólogos por su experiencia conocen mejor que nadie. Pedid que os expliquen las cosas, pero no interfiráis en las decisiones. Dejar trabajar a los profesionales en situaciones difíciles es la mejor ayuda que podéis dar a vuestro bebé en esta situación.

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Problemas respiratorios del recién nacido prematuro

Pediatra Neonatóloga María Blanca Garrido GarcíaEl problema respiratorio más frecuente en prematuros es la enfermedad de la membrana hialina.

¿Por qué los prematuros tienen problemas para respirar bien?

La dificultad para respirar es el problema más frecuente que los prematuros presentan de forma inmediata tras el nacimiento, en mayor o menor medida. En muchos casos es la causa principal por la que muchos niños prematuros “leves” (34-36 semanas) precisan ingresar en las unidades neonatales. Los niños de menos de 34 semanas de gestación suelen tener más problemas, pero éste suele ser el más importante en los primeros días de vida.

Su causa fundamental, aparte de la propia inmadurez del pulmón, es la falta de una sustancia llamada surfactante pulmonar. Se conoce como enfermedad de la membrana hialina por el aspecto que tiene el pulmón afectado por este problema cuando lo miramos al microscopio.

Los pulmones son como un árbol y las hojas serían lo que llamamos alveolos, que son unos “saquitos” en donde entra el aire y se pone en contacto con los vasos sanguíneos, siendo allí donde realmente respiramos, es decir, captamos el oxígeno hacia la sangre y eliminamos otras sustancias hacia el aire.

El surfactante forma una especie de recubrimiento dentro de los alveolos, haciendo que no se queden totalmente vacíos tras cada respiración y sea más fácil que se vuelvan a llenar. Para entenderlo mejor, imaginad que intentáis hinchar un globo. Meter aire al principio cuesta, hay que soplar mucho más fuerte, pero una vez que lo habéis hinchado un poco ya es más fácil seguir introduciendo aire, ¿verdad?

Cuando falta surfactante, los alveolos se quedan totalmente cerrados tras la salida del aire, lo que hace mucho más difícil que se vuelvan a llenar, comprometiendo la función del pulmón, a veces de forma tan importante que puede producir problemas de salud graves en el recién nacido e incluso comprometer su supervivencia.

Los síntomas de la enfermedad de membrana hialina suelen empezar de forma inmediata tras el nacimiento y reflejan la dificultad para respirar y los intentos de compensación que el cuerpo hace para intentar respirar mejor. Los síntomas que vemos son:

  • –  Polipnea, que quiere decir respirar más rápido de lo normal. Lo normal para un recién nacido es hasta 60 respiraciones por minuto (como veís mucho más rápido que un adulto o que un niño mayor). Niños con este problema pueden respirar a más del doble.

  • –  Aleteo nasal, que es una mayor apertura de los orificios de la nariz, para intentar que el aire entre mejor.

  • –  Tiraje. Es la retracción que se produce entre las costillas y por debajo y por encima de ellas debido al sobreesfuerzo de los músculos intercostales.

  • –  Quejido, que es un ruido que produce el recién nacido al final de la respiración, como si se quejara, para intentar aumentar la presión dentro del pulmón.

  • –  Cianosis, es decir, se ponen morados porque los pulmones no funcionan bien y no llega suficiente cantidad de oxígeno a la sangre.

    En los siguiente artículos hablaremos del tratamiento de la enfermedad de membrana hialina y de sus posibles complicaciones.

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María Blanca Garrido García, Pediatra Neonatóloga

María Blanca Garrido García, Pediatra NeonatólogaMaría Blanca Garrido García es Pediatra Neonatóloga. Trabaja en la actualidad en el Hospital de Manises en Valencia. Y su colaboración en esta página es algo en lo que no ceso de insistir desde hace años en cada reunión familiar.

Mi nombre es Blanca Garrido y sí, soy hermana de Jesús Garrido. Soy también pediatra, no creáis que es tradición familiar, somos los dos únicos pediatras de la familia y, hasta hace unos años, los únicos que éramos médicos en ella.

Para mí la medicina y, dentro de ella, la pediatría son a la vez mi vocación y mi medio de ganarme la vida, he tenido la suerte de poder aunar así ambas cosas. Hace ya unos años que acabé la residencia de pediatría, en la que me centré sobre todo en el cuidado neonatal y del niño crítico. He dedicado la mayor parte de mi carrera profesional a la atención hospitalaria, sin dejar de lado tampoco la atención del niño sano y la puericultura, que me interesan especialmente, pues pienso que no se nos forma adecuadamente en estos temas y se nos llena la cabeza de “verdades inmutables”, que no son ciertas.

Además de ser pediatra, también soy madre, próximamente por segunda vez y os aseguro que la maternidad ha dado una dimensión nueva a todos mis conocimientos y opiniones acerca de la pediatría. Estoy recorriendo un camino que me ha llevado a la conclusión de que el camino es el ejercicio de la profesión basado en el respeto, al propio niño y a su entorno familiar, teniendo en cuenta vuestras circunstancias y lo que como padres queréis transmitir a vuestros hijos. Para esto es importante que la atención sea lo más personalizada posible (no hay dos niños ni dos familias iguales) y con buenas dosis de sentido común.

Me he decidido a colaborar en esta página web porque, como vais, tenemos un sentir común de la pediatría y del cuidado del niño. Afortunadamente cada vez más pediatras dejamos de ser los típicos pediatras autoritarios de “esto se hace así y punto”, para pasar a ser aquellos que os den las herramientas necesarias (información) para que vosotros como padres seáis parte activa de las decisiones que conciernen a la salud y la crianza de vuestros hijos.

Dada mi experiencia en el campo de la pediatría hospitalaria, mis colaboraciones en esta página y mi propia página web, que está en creación, irán orientadas a dar explicaciones comprensibles y claras para que entendáis qué les pasa a vuestros hijos cuando las cosas no van bien y surge algún problema importante que requiera hospitalización.

Soy consciente de que, muchas veces, los pediatras os hablamos en un lenguaje poco claro, lleno de terminología médica y a veces incluso con poca empatía hacia la situación tan difícil que pasáis como padres cuando vuestro hijo se pone enfermo, con la preocupación y nervios lógicos que acompañan a esa circunstancia.

Mis aportaciones en esta página están por supuesto siempre abiertas a vuestros comentarios y opiniones, así como a las sugerencias que tengáis acerca de los temas a tratar.

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Recién nacido prematuro

¿Cuándo consideramos que un recién nacido es prematuro? ¿Puede eso ser un problema para su salud y desarrollo?

Este artículo es una colaboración de María Blanca Garrido García, Pediatra Neonatóloga en Valencia.

Nacer prematuro quiere decir “nacer antes de estar maduro”, nacer antes de tiempo. La duración normal de un embarazo es de 38 a 42 semanas, por eso se dice que los niños que no han completado las 37 semanas son prematuros.

Son niños cuyos órganos no han completado su maduración y ésta es precisamente la causa de sus problemas. Sus órganos tienen que empezar a funcionar cuando aún no están del todo preparados para hacerlo, en un ambiente mucho más hostil que el útero de la madre, donde tienen “la vida solucionada”, no necesitando comer ni respirar porque la placenta les da todo lo que necesitan, protegidos de todas las agresiones externas.

En las últimas décadas ha aumentado el número de bebés prematuros. Hay circunstancias que pueden hacer más frecuente que el parto se produzca antes de tiempo (mayor edad de la madre, enfermedades previas o complicaciones durante el embarazo, tabaquismo, técnicas de reproducción asistida, malas condiciones de vida en determinados sectores de la población…).

Con la mejora de los cuidados durante el embarazo y los avances en el cuidado del prematuro también hay una mayor tasa de supervivencia para estos bebés, cada vez en mejores condiciones y con mejor calidad de vida.

No todos los prematuros son iguales, como en todo en esta vida, hay grados. Lógicamente, aquellos que han nacido con menos semanas de gestación suelen tener más problemas y generalmente más graves. La mayor incidencia de problemas se da en los de menos de 32 semanas, en especial en los de menos de 28 semanas, los llamados “prematuros extremos”.

Los neonatólogos manejamos unos mínimos de semanas y de peso que debe tener un recién nacido para considerar que puede vivir y tratarlo de forma activa, es decir, lo que llamamos “límites de viabilidad”. En la actualidad, esos límites estás en 23 semanas de embarazo y /o 400 gramos de peso, con la excepción de los recién nacidos con menos peso del que corresponde a las semanas de gestación mínimas si nacen con signos de vitalidad. Como os imagináis, no todo es tan fácil. A veces es difícil saber las semanas exactas de embarazo o estimar el peso con ecografía.

En los siguientes artículos, iré tratando los principales problemas que puede tener un prematuro, intentando que podáis comprender qué son, por qué pasan y cómo se tratan.

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Ser padres de un bebé prematuro

Ser padres de un niño prematuro es una situación difícil, especialmente cuando el parto se presenta muy pronto.

Este artículo es una colaboración de María Blanca Garrido García, Pediatra Neonatóloga en Valencia.

Hay situaciones en las que, por estar cerca de lo que se consideran los “límites de viabilidad” que comentábamos en el artículo previo (400 gramos y 23 semanas de embarazo), es difícil tomar la decisión de reanimar o no, de ir o no “a por todas”.

Es muy importante que los profesionales que atenderán al parto y al recién nacido (ginecólogo y pediatra) informen de forma adecuada a los padres para que realmente sepan lo que conlleva un hijo prematuro y tomen las decisiones que sean necesarias de la forma más consciente posible. Los padres debéis estar receptivos a la ayuda y las aportaciones de los profesionales, de igual modo que los profesionales debemos estar a la altura de las circunstancias y comprender el momento tan difícil por el que estáis pasando.

Los niños prematuros pueden presentar problemas de forma inmediata tras el nacimiento y en sus primeros días de vida, pero también pueden presentar secuelas y deficiencias que afecten en mayor o menor medida a su calidad de vida futura y, por tanto, a la de toda la familia. Cuanto más prematuro sea el niño, mayor posibilidad de presentar problemas y de que éstos sean más importantes.

Ser padres de un hijo prematuro, sobre todo gran prematuro, es como una carrera de fondo, hay que ir día a día, sobre todo al principio, siendo conscientes de que habrá días con buenas noticias, con avances y otros con retrocesos y complicaciones, hay que estar preparados para ambas cosas. Son niños que necesitarán mucho esfuerzo por parte de sus padres y su entorno familiar (consultas médicas frecuentes, rehabilitación, atenciones en casa…).

El apoyo a los padres y a la familia es fundamental. En muchos hospitales cuentan con psicólogos especializados y existen asociaciones y grupos de padres de niños prematuros que se reúnen periódicamente para compartir sus experiencias, sus expectativas y también sus frustraciones y miedos. Os animo a que utilicéis todos los recursos que tengáis a vuestro alcance si os veis en una circunstancia así.

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Parto

El parto: Una descripción de los cambios que sufre un bebé en el momento del nacimiento.

Si eres impresionable no leas esto hasta después de que nazca tu hijo.

El parto es uno de los momentos de más estrés de nuestra vida. El cambio que un recién nacido sufre es radical. Para poneros en su lugar piensa un momento que fueras él:

  1. Dentro del útero de tu madre, estás en un ambiente con una temperatura de treinta y tantos grados de forma continua. Aún suponiendo que tu madre tuviese fiebre no variaría más de 1 ó 2 grados arriba o abajo en los 9 meses de embarazo. No tienes que hacer nada para mantener la temperatura de tu cuerpo, puesto que es la misma del ambiente que te rodea.
  2. Tienes una humedad del 100%, es decir, estás sumergido en líquido, un líquido que además de tener esa misma temperatura continua, amortigua los sonidos y los movimientos. Ahí dentro todo es suave, fluido y oleaginoso.
  3. No necesitas respirar. El oxígeno que precisas y el dióxido de carbono que te sobra entran y salen respectivamente por los vasos sanguíneos de tu cordón y la placenta se encarga de hacer el intercambio al tiempo que elimina las impurezas de tu sangre y te aporta todos los nutrientes necesarios, por lo que tampoco comes ni sientes hambre.
  4. No hay nada extraño, todo lo que tiene contacto contigo es parte de ti mismo (las células de la placenta y la bolsa que te rodea son genéticamente parte de ti).
  5. Ni hay alergias ni infecciones.

Tu único entretenimiento es crecer y desarrollarte. Es el paraíso.
Un día, algo que te rodea, que ni siquiera sabías que existiese, empieza a comprimirte. Al principio es algo incómodo y ocasional, sólo has notado que cada vez tienes menos espacio para moverte y de vez en cuando una pequeña sacudida. Pero poco a poco el líquido que te rodeaba es cada vez más escaso y sientes que esa fuerza que te empuja te va encajando en un hueco aún más estrecho.
Llevabas un tiempo ya notando otra cosa extraña, una incomodidad rara, como si ya no te llegase todo el alimento que necesitas.
Y de repente esas contracciones empiezan a ser mucho más continuas, te van empujando no sabes hacia donde y no puedes hacer nada para resistirte.
Por si no fuese suficiente con los empujones parece haber otro espabilado que al lado contrario tira y tira de ti, más fuerte aún que los empujones.
Pasas por un hueco tan estrecho que nunca hubieses pensado que fuese posible. De hecho te han dado una paliza descomunal, y si no lo creen que te miren la cara, la traes hinchada y en algunos casos con morados por todas partes.
Tú no sabes lo que pasa, pero estás fuera.
El cambio en el Parto es TAN intenso y TAN brusco que vas a tardar meses en llegar a ser totalmente consciente de ello.
Cuando estabas dentro del útero eras todo el universo. Todo lo que tocabas a tu alrededor eras tú y aunque a veces notabas movimiento o sonidos estos estaban tan amortiguados y te afectaban tan poco que podías ignorarlos. Durante los primeros meses fuera del útero seguirás pensando que todo lo que te rodea es parte de ti. De hecho cuando algo de lo que te rodea no reaccione como esperas no entenderás porqué y te enfadarás y llorarás con frecuencia por tu frustración.
Pero eso será en los próximos meses, en este momento tienes problemas más inmediatos. Para empezar hace un frío horrible. Luego dirán que se han esforzado en que haya buena temperatura, pero es que eso para los que viven fuera son 25º o como mucho 30º. Dicen que más de eso es un calor que no hay quien lo aguante.¿Cómo que no? Si tú llevas nueve meses en los que cuando hacia fresquito a lo mejor estabas a 37º y eso muy de vez en cuando.
Serán hijos de…. Hechas de menos no saber tacos aún.

Pero encima notas una necesidad imperiosa de hacer algo que no habías hecho nunca: respirar. No sabes que está pasando, pero te estás ahogando. De nuevo echas de menos los tacos. ¡Pues no te han sacado a un sitio en el que encima no te llega aire por el cordón como siempre!
¡Y encima ése¡ ¿Qué hace? ¿No será capaz de poner una pinza en el cordón? Pues no, no poco, y por si intento quitarme la pinza va a cortarlo. Será… (Censurado, porque aún siendo educado y el más tímido de los bebés a estas alturas se está literalmente cagando en todos los de fuera y en su perra suerte como mínimo).
Total, que afortunadamente dentro de tu desgracia parece que hay algo que es tu instinto que te dice que a lo mejor si lloras te dejan en paz. Así que eso, lloras, porque si no, siempre hay algún otro que se ofrece a espabilarte como sea. Y tú: “oye que la paliza ya me la han dado antes”.
Sea antes o después de la nueva sesión lloras y ves que se te pasa la necesidad tan acuciante que tenías de oxígeno. Pues va a resultar que aquí fuera también te las apañas, y sin cordón. Pero es más incómodo porque tienes que hacerlo tú y si dejas de hacerlo un rato te ahogas otra vez. ¿No te ahogarás cuando te duermas? Después de un rato empiezas a respirar ya sin darte cuenta, como automáticamente. Menos mal.
Menos mal también porque al parecer tu cuerpo sabe qué hacer. Y una serie de agujeros de tu corazón por los que pasaba la sangre dirigiéndose hacia la placenta a coger aire y comida y luego distribuían la sangre por todo el cuerpo se están cerrando. Como por arte de magia, mira tú, justo los que se quedan abiertos son los que necesitas para que la sangre vaya a los pulmones a coger el aire, al intestino y el hígado a coger el alimento y de allí se repartan por todo el cuerpo.
Es que pareces listo con lo canijo que eres.
Pero sigue haciendo frío. Tanto que tienes la piel morada. Conforme vayas respirando y acostumbrándote a la temperatura la piel se pondrá más colorada. Lo último en pillar color serán los labios, las manos y los pies. Pero si baja la temperatura se te amoratarán enseguida.
Como estabas en líquido, al respirar al principio hay secreciones (flemas) que a veces no te dejan que entre bien el aire. Puede que alguien te meta  entonces una cosa por la nariz y la boca. Es muy desagradable y casi vomitas pero parece que ha quitado las secreciones y puedes respirar mejor.
La luz es fortísima y no consigues ver nada, a pesar de que han procurado que no fuese muy intensa. Los ruidos son fuertes como nunca hubieras imaginado y todo es áspero. Te han puesto sobre algo que notas más suave y caliente en comparación con el resto y con un sonido que te resulta familiar: como un tambor lejano que te acompañaba también en tu etapa anterior y que marca el ritmo de tu vida anterior, que sigue ahí. Ya tienes un color normal y le vas pillando el tranquillo a eso de respirar.
Han pasado unos minutos y empiezas a notarte incómodo, te falta algo. Haces repaso: frío parece que no hace tanto, respirar estás respirando, ¿que será?
Como no das con lo que es, te enfadas y vuelves a llorar al comprobar que tu universo ha cambiado y que ya no lo controlas todo. Antes nada te alteraba.
Si te faltaba algo, no sabías como pero se resolvía. Ahora notas incomodidades para todo y no sabes como resolverlas, así que haces lo que haría cualquiera. Lloras de impotencia.
Y entonces notas que el tambor sigue acompañándote, hay un olor que te resulta familiar y una extraña seguridad que te transmite la superficie sobre la que estás. Será el olor, el ruido de los latidos de su corazón, tal vez su voz. El caso es que por alguna extraña razón te recuerda un mundo en el que estabas hace poco y te sientes seguro.
Algo te toca en la cara, cerca de la boca. Invita a ser tomado. Huele bien, es húmedo y suave y al probarlo sabe bien.
Entra en tu boca, no sabes si eres tú quien la busca o entra por iniciativa propia, el tema es que tu boca, por puro reflejo, la chupa y alucinas.
Suelta algo, no sabes lo que es. Un líquido con el que casi te atragantas, pero parece que sabe seguir su camino de forma que puedes respirar y por alguna razón su sabor te gusta y te resulta agradable seguir chupando.
Esa sensación desagradable que tenías va desapareciendo. Además está calentito. No sabes qué o quién será pero sientes que te vas a llevar bien con Ella”.