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¿Cuándo merece la pena tratar los mocos?

A veces merece la pena reducir la producción de moco en niños y tenemos herramientas seguras para hacerlo

El moco ayuda al niño a defenderse. Pero hay casos en los que tratar el moco es importante. Si eres padre o madre, te lo explico.

Tos, mocos, vómitos, dolor, diarrea y fiebre, son en realidad mecanismos de defensa del cuerpo.

Entender que estos mecanismos nos ayudan, puede ser útil. No pretender eliminarlos del todo (cosa imposible), también.

Pero en algunos casos es útil aliviarlos.

El moco es producido por las mucosas (por eso ese nombre tan «original») siempre que algo las irrita. Su función es bloquear y arrastrar al irritante, para defenderse.

La tos y el estornudo son la forma de expulsar al irritante atrapado en el moco.

El problema es que todo mecanismo defensivo es susceptible de crear alteraciones si se pasa de rosca. Y esto es frecuente. Muchos mecanismos defensivos pueden empeorar la evolución de una enfermedad. Pensemos por ejemplo en una bronquitis por alergia. El cuerpo reacciona ante algo como el polen (que en realidad no le daña) cerrando los bronquios, inflamándolos y produciendo tal cantidad de moco que pone en peligro la respiración.

Centrándonos en los mocos:

En un catarro, el moco nos ayuda a curarnos. Pero cuando la cantidad de moco es tal, que el bebé o el niño come o duerme mal, claramente eso no ayuda a curarse.

Cuando el moco cae con tal frecuencia que la piel de la nariz se irrita y limpiarle «la vela» es un suplicio, el moco pasa a ser más problema que el virus contra el que se produjo.

Cuando uno está molesto, respirando fatal, el moco produce más alteración del bienestar que la propia infección.

En todos esos casos, yo creo útil hacer algo que alivie.

Dependiendo del tipo de moco, lo que yo recomiendo para aliviarlo en un niño o bebé cambia:

Rinitis seca del lactante

Mocos claros en niños y bebés

Vegetaciones

Siempre está con moco, nada se lo quita: Las vegetaciones

«Nadie se muere por tener mocos«, pero en muchas ocasiones, tratar o no tratar el moco, es una diferencia importante en el bienestar del niño. Y no todo es curar. Parte de la labor del médico, es aliviar.

Yo, además de pediatra, soy padre. Y no trato continuamente a mi hijo, pese a que siempre tiene algo de tos y moco (como todos).

Pero desde luego, si respira mal, no come bien o duerme peor por culpa del moco… El moco pasa a ser algo contra lo que merece la pena luchar y lo hago.

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Lavados nasales

El uso de los lavados nasales en niños y bebés. Cuándo es recomendable y cómo se hacen.

Los niños son mocosos. Eso parece una regla inmutable del universo.

Segunda regla indiscutible: Los padres se agobian con los mocos de sus hijos. En esto hay matices. El grado de tolerancia con las secreciones nasales de su hijo cambia entre padres.

Hay muchas opciones para luchar contra estos viscosos «enemigos». Pero en realidad son un aliado. El moco es una de las barreras defensivas de la vía respiratoria. Cuando algo irrita la mucosa, se defiende produciendo moco. Su función es atrapar y arrastrar al exterior al «agresor».

Siendo así, la primera consideración de muchos es: «Pues si es un mecanismo defensivo, no hacemos nada».

Pero la realidad es distinta. Todos los mecanismos defensivos del cuerpo pueden actuar en su justa medida, pasarse o quedarse cortos.

A veces la cantidad de moco es tal que no permite el paso de aire por la vía respiratoria. Todos hemos pasado montones de veces por eso: Un atoramiento de nariz que nos obliga a respirar por la boca.

En este caso, ¿qué es lo mejor? ¿no hacer nada?

¿Cuándo puede ser útil hacer lavados nasales?

Todos sabemos que no es así. Cuando uno es mayor y sabe «sonarse los mocos», es lo que hacemos. Expulsamos aire por la nariz para que arrastre ese moco al exterior.

Una vez que hemos adquirido esa habilidad, poco adultos se hacen lavados nasales. Suele ser suficiente con «sonarse». Y los lavados no son agradables.

Por lo tanto nos podemos plantear hacer lavados nasales en niños que no saben aún «sonarse la nariz» de forma efectiva. De hecho cuando alcanzan esa edad, la mayoría no nos permiten ya que les hagamos lavados.

Pero, por debajo de esa edad, ¿le haremos lavados con horario prusiano, o cada vez que le veamos un moquete?

Lo que yo os recomiendo es que no.

Si un niño respira bien no necesita que le hagamos un lavado nasal. No es agradable y cuando no es necesario no tenemos motivos para importunar a nuestro hijo. Si hacemos del lavado una rutina, lo que estamos haciendo es perjudicar nuestra relación con nuestro hijo sin necesidad. Hacer el lavado antes de acostarlo o de la comida por norma, no es mas que una forma de asociar a estas actividades un estímulo desagradable. Os recomiendo especialmente que lo evitéis en niños que tienen problemas para dormir o comer.

Pero ¿y cuando no respira bien?

Pues depende:

  • Si el moco es claro: Cuando un niño está resfriado o con alergia y su nariz es un río de agua que fluye constante el lavado es poco útil. A los pocos minutos vuelve a estar igual.
  • Si el moco es espeso: Es en este caso cuando el lavado puede ayudar. Ya que la nariz tardará en acumular de nuevo el suficiente moco espeso para dificultar la respiración.
  • Si hay congestión, pero no veo el moco: A veces lo único que dificulta el paso de aire es una inflamación de la mucosa de la nariz. En estos casos el lavado no ayuda. Aunque a veces sí puede ayudar humedecer la nariz. Es decir, no lavar sino simplemente echar un par de gotas de suero fisiológico en cada orificio nasal.
  • Si sabemos que lo que tiene son las vegetaciones grandes: En estos casos, en los que notamos que no respira bien, pero no tiene moco en la nariz, tanto lavar como humedecer es inútil. Y siendo inútil y desagradable para el niño, lo mejor es no hacer nada.

¿Cómo se hace un lavado nasal?

Se pueden hacer con suero fisiológico o con agua marina (hoy en día hay sprays de agua marina esterilizada).

Colocación del niño:

Tumbado de lado o boca abajo. Si le hacemos el lavado boca arriba se va a agobiar más, porque si ya respiraba mal (por eso le vamos a hacer el lavado), al añadir el suero va a respirar momentáneamente peor. Si está en una postura en la que la salida del suero es fácil se le pasará antes.

Cuando el lavado se hace tumbado de lado, se introduce el suero por el orificio que queda más alto, para que pueda salir por el otro con facilidad. Luego lo tumbamos de lado contrario y repetimos la operación con el otro orificio.

Sólo ponemos al niño boca arriba cuando lo que vamos a hacer es humedecer la nariz con un par de gotas, para que entren mejor.

Lavados nasales y dolor de oídos

Cuando hacemos lavados nasales, especialmente si hacemos más presión de la cuenta o si lo hacemos con el niño boca arriba (es otro motivo por el que no aconsejo hacerlo en esta postura), podemos empujar el moco hacia el oído, provocando dolor y favoreciendo las infecciones de oído.

Si los lavados no suelen ser nunca placenteros, cuando a un niño le duelen los oídos puede aumentar el dolor. No lo hagas. Aunque tenga la nariz llena de moco espeso.

Aspirar los mocos

Hay muchos sistemas para aspirar el moco de la nariz. Desde aspiradores mecánicos hasta la perilla de toda la vida, pasando por los aspiradores con filtro en el que los padres succionan por un tubito y el moco se queda en un recolector. Si usas alguno, que no sea la perilla. Si la usamos mal puede ejercer mucha presión y hacer daño a los oídos del niño.

Pero ante todo, no abuses del aspirador. Sólo deberías usarlo para aspirar el moco que ves y no puedes sacar sin aspirador:

  • Si puedes sacarlo con la punta de un pañuelo o un bastoncillo sin introducirlo demasiado, es mejor así que con el aspirador.
  • Si no lo ves, pero lo intuyes, échale un par de gotas de suero para que se mueva y prueba a sacarlo cuando ya lo veas.
  • No aspires para ver si sale un poco más. La presión también irrita la nariz estimulando que se congestione y produzca más moco.
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Lombrices en niños

Las lombrices en los niños, algo muy frecuente y con tendencia a repetir.

Hace 200 años, posiblemente el 99% de la población mayor de 3 años tenía lombrices (por no decir el 100%).

Las lombrices están en la tierra. Son muchos los tipos de gusanos que pueblan nuestro entorno, pero sólo unos cuantos son capaces de adaptarse a vivir en nuestro interior. Concretamente en nuestro intestino.

Hay dos tipos fundamentales de gusanos capaces de vivir en nuestro intestino: Las lombrices (ascaris y oxiuros) y las tenias (menos frecuentes pero más agresivas).

Aquí vamos a tratar de las lombrices que son los más frecuentes.

¿Cómo se contagian las lombrices?

Hay dos formas, directamente de la tierra o a través de otra persona que las tiene.

En la tierra hay lombrices y ahí ponen sus huevos. Cuando alguien trabaja o juega con tierra y luego se mete la mano en la boca o toca la comida y se la come sin haberse lavado las manos, pasa los huevos de las lombrices al interior de su intestino. Allí las lombrices nacen, crecen, se reproducen y mueren.

Lo habitual es que salgan de noche a poner huevos alrededor del ano. Eso produce picor, el niño se rasca, arrastrando los huevos en sus dedos. Huevos que pasa de nuevo a la comida o a las manos de las personas con las que convive, compartiendo sus gusanitos.

El contagio en una casa es bastante fácil. Por eso, cuando diagnosticamos lombrices en un niño, solemos tratar a toda la familia.

¿Qué síntomas producen las lombrices?

En algunos casos ningún síntoma. Pero otras veces:

– Dolores de barriga.

– Picor anal. Especialmente de noche.

– Irritación vulvar en niñas, con molestias al orinar.

– Hay quien dice que rechinar de dientes.

– Si las hay en gran cantidad, malnutrición. Lo que se coman los bichitos no te lo comes tú. Y su presencia irrita la pared del intestino haciendo que no funcione bien.

¿Cómo saber si un niño tiene lombrices?

Lo más evidente, viéndolas en la caca. La hay de distinto tamaño. Lo más habitual es que midan menos de un cm de largo y menos de 2 mm de grosor, aunque pueden llegar a ser bastante más grandes. Pero las hay que no se ven a simple vista. Cuando se ven, ¿cómo son?

En la mayoría de los niños no las vemos a simple vista, y tenemos que buscarlas. Más concretamente buscamos sus huevos en la caca.

Para tener «seguridad» de que un niño no tiene lombrices debemos recoger caca de 3 días diferentes, y que no encontremos huevos de lombriz en ninguna de esas muestras. Con que aparezcan los huevos en una sola de las muestras, es que tiene lombrices.

Tratamiento contra las lombrices

Hoy en día tenemos tratamientos efectivos. Según el tipo que tenga, vuestro pediatra os dirá el medicamento y la pauta para darlo.

El problema es que el tratamiento mata a las lombrices, pero no evita que vuelvan a llegar.

Si un niño tiene hábitos que favorecen que las lombrices vuelvan, cada vez que las buscamos volvemos a encontrarlas, aunque el tratamiento sea efectivo.

Los hábitos que lo hacen más fácil son:

– Jugar con tierra y no lavarse las manos antes de comer.

– Meterse las manos en la boca con frecuencia, chuparse el dedo, morderse las uñas…

– No lavarse las manos tras limpiarse el culete después de hacer caca.

En algunos niños es tan difícil evitar las dos primeras, que plantearse tenerlos limpios de lombrices es casi imposible. Cuando esto pasa, en ocasiones no nos queda más que asumir que hasta que sea algo mayor y mejoren esos hábitos va a tenerlas y nuestro objetivo es sólo mantenerlas a raya.

Esto es de hecho lo que hacemos con los perros. Prácticamente todos los perros las tienen, y para evitar problemas serios lo que hacemos es desparasitarlos con regularidad. Con esto conseguimos que la población de lombrices, aún estando, no sea capaz de generar daños graves, como dolores intensos o desnutrición.

Lo que yo recomiendo a los padres en estos casos es hacer tratamiento si los síntomas o las molestias son muy evidentes, y si no es así repetir búsqueda en heces y desparasitar cada 6 meses mientras nos salga positivo. Pero no pedir control tras el tratamiento para confirmar la eliminación y volver a tratar si sale de nuevo positivo. Porque en algunos niños esto significaría tratarlos todos los meses y eso no tiene sentido.

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Colecho no aceptado: ¿Peleas para no meter al bebé en la cama?

Cuando acabamos haciendo colecho pero peleamos para no hacerlo

Hay muchas familias en las que el problema que les impide dormir bien es lo que llamo «colecho no aceptado».

En ocasiones, los problemas surgen cuando las soluciones más evidentes entran en conflicto con nuestros prejuicios. Llevo un par de semanas pensando en escribir este artículo, porque en este tiempo han sido varias las familias que me han contado el mismo problema.

Os resumo una de estas conversaciones, por si se da el caso de que os ocurra lo mismo. Y si no es así, para que sirva de ejemplo de lo sencillas que pueden ser a veces las respuestas y de lo mucho que cuesta verlas:

– «Lo hemos probado todo. Y no hay forma, todas las noches en torno a las 4-5 de la mañana nuestro hijo se despierta y no para de llorar hasta que me acuesto con él o me lo llevo a la cama.»

Yo: – «Y, ¿Cómo lo duermes habitualmente?»

Ante lo que hay una de estas dos respuestas casi siempre:

  1. «Me echo con él en su cama, y cuando está ya dormido lo dejo.»
  2. «Lo duermo conmigo en mi cama y cuando ya está profundamente dormido lo llevo con mucho cuidado a su cama.»

Yo de nuevo:

– «Y ¿cuando se despierta por la noche qué haces para que vuelva a dormir?»

– «Pues, lo he intentado todo, pero como no me eche con él a dormir o me lo lleve a mi cama no para, nos podemos tirar horas y ya no pegar ojos en toda la noche.»

Y entonces la pregunta clave:

– «Y cuando lo echas en tu cama ¿se duerme en seguida? y ¿duermes bien con él a tu lado?.»

Lo sorprendente es que en la mayoría de los casos la respuesta es que sí a ambas preguntas. Y en ese caso no puedo reprimirme:

– «Me quieres explicar entonces a qué estáis jugando. Es decir, en la práctica haces colecho. Tu hijo se duerme contigo. El cree que duerme toda la noche contigo. Pero cuando se despierta se encuentra con que no estás. Entonces acudes y vuelves a acostarte con él. Pero a veces, después de liar la de San Quintín. Y el caso es que duermes bien con él. ¿Me quieres explicar entonces para qué tanto tira y afloja? La postura del niño la entiendo, es pura coherencia, ¿pero la vuestra?».

– «Es que me han dicho que si hago eso estoy perdida, que se va a acostumbrar, que…»

Resumiendo. Que mucha gente hace a los ojos del niño colecho con él. Hasta les gusta. Son capaces de descansar bien cuando lo hacen. Pero no son capaces de aceptarlo.

Y por eso, empiezan a desarrollar montones de estrategias para enmascararlo, no entendiendo la conducta del niño. Cuando la del niño es la única coherente con lo que se está haciendo.

Y todo, porque tienen una idea negativa sobre el colecho, sin darse cuenta de que es lo que están haciendo lo que genera el problema.

Si es tu caso, haz un experimento:

Si tu hijo tiene que acostarse antes que tú, como es normal que sea, acuéstate a su lado (como en realidad estás haciendo todas las noches). Y una vez dormido, te levantas hasta la que sea tu hora de dormir. Pero déjalo en tu cama.

Y cuando vayas a dormir hazlo en esa cama, de nuevo con él.

Si cuando se despierte a la hora de siempre, el «sorprendente» resultado es que simplemente se acerca a ti, te abraza y vuelve a dormirse, y dormís por fin decentemente después de meses o años… no te sorprendas demasiado.

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Bronquiolitis en bebés

Bronquiolitis en bebés, diagnóstico y tratamiento

La bronquiolitis. Diagnóstico y tratamiento de una de las causas más frecuentes de ingreso en bebés. ¿Qué es? ¿Por qué unos niños la sufren y otros no?

¿Qué es la Bronquiolitis?

En el hemisferio norte, entre los meses de noviembre y abril son muy frecuentes las bronquiolitis. Hay varios virus que pueden desencadenarlo. El más habitual es el Virus Respiratorio Sincitial. Es un virus que en niños grandes o adultos produce un catarro. Pero que en los bebés (especialmente en los menores de 6 meses) tiene especial afinidad por los bronquiolos.

En los pulmones el aire entra a través de los bronquios que van dividiéndose como las ramas de un árbol hasta que de las ramitas más pequeñas (los bronquiolos), salen una bolsitas (los alveolos) en las que el cuerpo intercambia gases con el aire.

En la bronquiolitis lo que se produce es una inflamación de estas pequeñas ramas con acumulación de moco, lo que hace que el bebé tenga tos y ahogo.

Tratamiento de la bronquiolitis

El tratamiento de la bronquiolitis en la mayoría de los casos se reduce a ayudar al niño a respirar mientras la infección cede:

  • En los casos en los que el niño se alimenta bien y el ahogo no es  intenso, no hay tratamiento.
  • Cuando el ahogo es importante el tratamiento consiste en aportar aire rico en oxígeno y humedad. Y eso significa ingresar al niño en un hospital hasta que mejora.
  • Si no es capaz de alimentarse por boca por la dificultad para respirar, le aportamos líquido, sales y azúcar a través de una vía con suero hasta que mejora.

Los bronquios, es decir las ramas mayores tienen una capa de músculo a su alrededor que pueden contraerse reduciendo el paso de aire. Se contraen cuando quiere defenderse evitando que algo entre en el pulmón. En la bronquitis estos músculos cierran el paso de aire produciendo ahogo. Y tenemos medicamentos que pueden relajar los músculos abriendo el bronquio para aliviar el ahogo.

Los bronquiolos no tienen capa de músculo a su alrededor. Lo que hace que estos medicamentos que abren los bronquios no tengan efecto en la bronquiolitis habitualmente. Aquí el ahogo es debido a la inflamación y la acumulación de moco. En cuanto a los corticoides inhalados, se ha comprobado que no llegan hasta el bronquiolo, con lo que no reducen la inflamación en la bronquiolitis.

El tratamiento de la bronquitis no suele ser efectivo para la bronquiolitis.

Pero en muchos casos no son bronquiolitis puras, y además de inflamación del bronquiolo, están afectados los bronquios. Por lo que en ocasiones tratar a estos bebés con el tratamiento de la bronquitis puede mejorar su evolución. Este tratamiento consistiría en dar bronco-dilatadores y corticoides (por vía oral en lugar de inhalada como en la bronquitis).

A veces tienen también mucha mucosidad nasal. En esos casos puede aliviar el uso de anti-histamínicos.

En los niños con bronquiolitis que no necesitan el ingreso en el hospital conviene evitar los cambios bruscos de temperatura y no debe acudir a la guardería si lo hacía. En primer lugar por reducir las posibilidades de complicación con otros gérmenes presentes en la guardería y en segundo lugar para no contagiar a otros niños.

Consecuencias de las bronquiolitis

La importancia de la bronquiolitis es que es causa frecuente de:

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¿Qué pasa si a partir de los 6 meses el colecho + lactancia da por resultado mal sueño?

Lo primero que debo aclarar es que para mí la lactancia materna a demanda y exclusiva durante los 6 primeros meses de vida y el colecho en esa fase me parecen las opciones naturales en crianza. Pero la frecuencia con la que a partir de los 5-6 meses las madres que han hecho este dúo empiezan a plantearme dudas y preguntas, porque hay problemas, también me dejan claro que al defender esta forma de hacer las cosas, lo hacemos muchas veces una forma excesivamente bucólica. Y que en muchos casos, las respuestas que somos capaces de dar para mejorar la situación no están a la altura. Posiblemente porque somos poco realistas y tenemos bastantes prejuicios. Lo malo es que eso acaba marcando con el sello de la ansiedad una maternidad. De hecho esto es la respuesta a una madre a través del sistema de consulta de Qoolife. Una Pekerrespuesta.

En concreto os voy a poner un ejemplo:

Hay niños que van muy bien de peso y talla. Incluso por encima de lo normal (pero daría igual si está en cualquier otra posición de las tablas). Lo que sí nos dice que esté por encima de la media, es que en realidad lo que voy a describir como un problema, lo es para la madre, no para el niño de forma directa. Lo que pasa es que como el vínculo madre-hijo es tan importante, cualquier problema que afecte de forma importante a la madre, acaba afectando al hijo.

El problema concreto es que muchos de los niños que han hecho colecho y lactancia materna a demanda, a partir de los 5-6 meses empiezan a despertarse con mucha más frecuencia de lo que lo hacían. Y las madres empiezan a empeorar mucho su calidad de sueño. Los ciclos de sueño de los niños de esta edad duran entre 45 y 90 minutos y los despertares suelen coger esa frecuencia o múltiplos de ella. En algunos casos el bebé sale de un ciclo de sueño y entra en el siguiente sin que lo percibamos. De hecho es lo que ocurría hasta que aparecieron los problemas. Cuando se despierta no es por hambre, porque en la mayoría de los casos es dar dos chupadas al pecho y se queda frito. Pero ya ha interrumpido el sueño de la madre.

A partir de los 5-6 meses lo que ha ocurrido es:

– Que el niño es más activo y más consciente de lo que le rodea. Antes había veces que al despertar simplemente se dormía. Pero con esta edad el desarrollo del vínculo afectivo del niño con la madre está más maduro y cuando sale de un ciclo de sueño y percibe que su madre está a su lado desea más el contacto con ella y tiene más tendencia a hacer su ritual completo de sueño. Su ritual ha consistido desde que nació en dormirse en brazos de su madre, tomando el pecho. Pero ahora él empieza a ser consciente de ello y a pedirlo.

– Empieza la alimentación complementaria. De hecho muchos pediatras aconsejan introducir la papilla de cereales nocturna para que el niño no se despierte por hambre. Funciona cuando es esa la causa, pero no cuando es la descrita en el punto anterior. Muchos de estos niños de hecho asocian un rechazo a la alimentación complementaria, especialmente si es la madre quien la ofrece. En este sentido, evitad luchar con el niño para que coma la alimentación complementaria. Eso sólo genera rechazo a la comida y que acaben comiendo lo que realemnte quiere (el pecho) cuando no se le discute darlo (de noche). La solución es tener claro que no hay prisa en la introducción de la alimentación complementaria, que es mejor que ésta se la dé otra persona que no sea la madre y que cuando sea la madre quien la dé, primero ofrezca el pecho y tras ello la complementaria, aunque haciéndolo así no tome más que unas pocas cucharadas. Esas pocas cucharadas irán poco a poco a más y llegará el día en que el niño acepte empezar con ellas incluso antes del pecho.

– Más frecuente en otoño. Durante las estaciones en las que hay más luz el ciclo de sueño de los niños está mejor definido. Al pasar al otoño los ciclos de sueño de los niños se vuelven menos profundos y menos definidos. Aquí algunos usan la melatonina durante el cambio de estación para favorecer que al salir de un ciclo de sueño y pasar al siguiente se haga sin llegar a despertarse en más ocasiones. A veces ayuda y a veces no.

– Pero lo principal que hace que los problemas aparezcan en esta edad es el hecho de que entre los 5 y los 7 meses cambia el patrón de sueño de los niños. Hasta entonces lo que tenía era una sueño de dos fases poco definidas típicas del bebé pequeño. A partir de esa edad pasa a ser un sueño como el del adulto, con cinco fases, en el que pueden empezar a aparecer las pesadillas o los terrores nocturnos y del que cuando se se sale es algo más difícil volver a dormir. Como el niño siempre ha usado un mismo ritual de sueño (pecho en brazos de mamá) lo pide con más frecuenci.

Soluciones:

Lo primero, ¿es realmente necesario aplicar algún cambio importante? Pues depende de la calidad de sueño de los padres. Y no es algo secundario. Ni me parece un planteamiento adecuado «yo me sacrifico». Hay que entender que si los padres no descansan, precisamente por lo fuerte que es el vínculo afectivo que hemos formado con el niño a través de la lactancia y el colecho, es seguro que el malestar de los padres acabará afectando al niño. Hay que ponerle solución si la situación afecta al descanso de los padres y a su estado de humor.

Vale, y ¿cuál puede ser la solución, especialmente cuando se tiene claro que quiere seguir dándose el pecho?

Hay quien recomienda retirar el pecho durante la noche, dar una papilla de cereales y si de noche se despierta ofrecer el chupe o un biberón de manzanilla. Yo no lo recomiendo, porque un niño que no ha usado chupe o biberón hasta ese momento, difícilmente va a aceptarlo precisamente cuando lo que quiere es dormirse. Y porque dar el chupe o el biberón vuelve a necesitar de nuestra ayuda para hacer el ritual de dormirse. No soluciona nada.

Aquí otra aclaración importante. Si nos planteamos lo que sigue no es porque queremos que el niño pase la noche del tirón, sino porque ha llegado a una situación en la que hay 5-6 despertares o más, lo que hace imposible un descanso adecuado de los padres. Lo que queremos no es que el bebé no nos pida ayuda si tiene hambre, miedo o necesidad de afecto. Lo que soluciona la situación es que cuando el bebé lo único que quiere es volver a dormirse, sea capaz de hacerlo sin nuestra ayuda. Eso reduce drásticamente los despertares de los padres y mejora su calidad de sueño hasta un nivel compatible con una existencia decente.

Se propone entonces a los padres que saquen al niño del dormitorio. Es decir, que sacrifiquemos el colecho para manteniendo el pecho hacer posible el descanso de los padres. Esto plantea dos opciones:

Aguantar a ver si acaba mejorando en un tiempo razonable. A mi modo de ver el tiempo razonable se ha terminado cuando la falta de descanso empieza a repercutir seriamente en los padres. Más concretamente en su humor. Si percibes que por agotamiento has acabado por responder de forma desagradable a tu hijo o tu pareja, no poner solución ya está perjudicando a tu hijo seriamante.

Decidirse a probar esta opción. Yo lo aconsejo antes de llegar a lo descrito arriba. Y lo hago, no porque esté en contra del colecho, sino porque la experiencia me dice que mejora mucho la calidad de sueño de la madre y eso beneficia mucho al niño.

Ventajas de sacar al niño del dormitorio de los padres cuando los padres duermen mal:

En primer lugar, a veces los niños se despiertan 6-7 veces en la noche, pero la madre se despierta cada una de ella y otras muchas cada vez que el niño hace un movimiento o un ruido bruscos. Sumados pueden ser 15-20 veces en la noche. Cuando el niño duerme fuera del dormitorio de los padres, los padres se despertarán las veces que de verdad necesita que le ayuden o asistan, pero no con cada movimiento o ruido que haga mientras duerme. Eso ya de por sí mejora mucho la calidad de sueño de la madre.

Segundo. Lo que queremos es que el bebé desarrolle un ritual de sueño nuevo en el que, sin ayuda de sus padres, cuando se despierta, pueda volver a dormirse sin ayuda. Aún cuando iniciamos ese ritual, es mucho más fácil que vaya cogiendo el nuevo ritual si las condiciones para hacer el antiguo no están a su alcance inmediato. Es decir, si su madre no está «durmiendo» a su lado.

En los despertares que siga llamando a la madre, recomiendo darle el pecho de forma inmediata para que vuelva a dormirse en el menor tiempo posible. No pretendemos eliminar el pecho, sólo un colecho que no estaba funcionando.

¿Y si el colecho funcionaba? Es que entonces sobra todo este artículo.

En cuanto a la forma de hacer el cambio de ritual, leed la parte final del Peketema 2:

Como enseñar a dormir a un bebe sin dejarlo llorar

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Cómo dormir a un bebe sin dejarlo llorar

Enseñar a un bebé a dormir sin dejarlo llorar es posible.

★¿Quieres que tu bebé aprenda a DORMIR SÓLO? NO LE DEJES LLORAR ☹. Hazlo sin que llore☺. Explico cómo. Al método Duérmete Niño le falta imaginación.

Un niño puede despertarse por muchos motivos durante la noche: Puede tener hambre, pedir afecto, porque esté incómodo o con dolor, pero también porque se haya despertado, quiera volver a dormirse y no sepa hacerlo sólo.

Cuando sale este tema muchos empiezan negando la mayor: «¿Y para qué quiero que mi hijo aprenda a dormir sólo?»

Yo, personalmente hace tiempo que no me dedico a juzgar a los demás. Tengo claro que existen muchas circunstancias diferentes en las familias, que pueden hacer que las mejor opción no sea la que en condiciones ideales pueda calificarse como óptima. Y cuando los padres me plantean cómo conseguir que su hijo aprenda a dormir sólo les explico lo siguiente.

Hay que entender varias cosas cuando hablamos de dormir a un bebé:

En primer lugar, la forma instintiva de dormirse de los bebés incluye en su ritual a los padres. Especialmente, si toma pecho a demanda, a la madre. En ese sentido yo recomiendo no plantearse el enseñar a un niño a dormir solo mientras sea posible evitarlo. Hasta aquí llegan muchos defensores de la crianza respetuosa, entre los que me incluyo.

Pero, hay situaciones en las que para que unos padres descansen (y en ocasiones también para que lo haga el hijo) hay que modificar ese instinto. Los motivos son muy variados.

Pero como digo, no es mi papel juzgar a los padres decidiendo si en su caso está más o menos justificado. Lo que sí tengo claro es que si unos padres no descansan con una calidad mínima, a la larga el niño se va a ver afectado negativamente.

Una de las causas más frecuentes es el inicio del trabajo por parte de la madre al acabar la baja maternal. En España, esa baja es claramente demasiado corta. Lo recomendable, como mínimo sería llegar a los 6 meses. Llegar a lo que tienen otros países europeos parece imposible…

Siendo como es esto, entiendo que hay padres para los que sin que su hijo aprenda a dormirse sólo, el ritmo de despertares nocturnos puede impedir un descanso mínimo «compatible con una existencia decente». Ante eso hay quien dice: «La prioridad es el bienestar del niño, y ser padres es sacrificarse». Lo que traducido a coloquial significa «ajo y agua…»

Pero, por favor, vamos a ser un poco menos radicales y a entender que si unos padres no descansan mínimamente, eso afectará negativamente al niño.

Muchos, aún así optan por mantener que la mejor opción es que los padres se sacrifiquen, porque la alternativa en España durante mucho años era el método Estivill, que resulta bastante agresivo.

La verdad es que escribir todo un libro sobre este método tiene mérito. Porque consiste en resumen en que dejes al niño en la cuna y acudas a calmarlo dejando un tiempo que va en aumento (reloj en mano) entre asistencia y asistencia, hasta que el niño se resigna a que no lo vas a coger y se duerme entre sollozos. Hala, ya te has ahorrado leer el libro.

En la mayoría de las ocasiones (aunque funcione, que funciona) supone situaciones límite para el niño y los padres que ponen seriamente a prueba la relación afectiva entre ellos. Pero lo más grave a mi parecer, es que hay alternativas viables e infinitamente menos traumáticas para conseguir el mismo objetivo. Eso es lo que voy a explicar ahora.

En los que eligen que su bebé aprenda a dormir sólo, ¿cuál es el objetivo?

Un niño puede despertarse por muchos motivos durante la noche: Puede tener hambre, pedir afecto, porque esté incómodo o con dolor, pero también porque se haya despertado, quiera volver a dormirse y no sepa hacerlo sólo. Cuando unos padres se plantean que su hijo aprenda a dormirse sólo, no es para no acudir en cualquiera de esos casos. La intención es sólo que no sea necesario en el último. Si un niño llama a sus padres por hambre, necesidad de afecto, dolor o incomodidad, la única opción razonable es que sus padres resuelvan esas necesidades del niño. En la mayoría de los casos de niños «que no duermen bien», los niños duermen bien, son los padres lo que no lo hacen. Y para el niño el problema es convivir con unos padres de mal humor. Por tanto el objetivo para mejorar la calidad de vida de la familia (niños y padres) es reducir el número de despertares de los padres al mínimo necesario. Hacer compatible que se atiendan las necesidades del niño y que los padres tengan la mejor calidad de sueño posible.

Despertares de bebés que no lo son

Los niños son seres vivos. Se mueven, y hacen ruidos. Incluso durante el sueño. Cuando unos padres llevan varios meses sin dormir, llega un momento que ante cualquier signo de actividad del niño, el padre más cercano al niño (habitualmente la madre) de forma instintiva hace cosas para intentar que el niño se vuelva a dormir (hablarle, acariciarlo, mover la cuna…). Pero es que en muchos casos, el niño está en realidad dormido. De hecho algunos de los despertares pueden ser provocados por hacer esas cosas. Los niños, como los adultos, tienen ciclos de sueño. En el caso de los bebés son más breves. A veces duran unos 45 minutos. Cuando sale de un ciclo de sueño y empieza el otro, pasa por una fase en la que se mueve más, hace más ruidos. Pero generalmente, sin llegar a despertarse. Si en ese momento hacemos algo que le estimule, podemos despertarlo con facilidad. En esto la regla es clara: «Si se mueve o hace ruidos, pero sigue tranquilo, no hagas nada.» Incluso en los padres que sabiendo esto no hacen nada, el resultado es que la madre se despierta cada vez que oye a su bebé hacer alguno de estos ruiditos. Y eso no son los 5-6 despertares que los padres suelen relatar como un problema para descansar. Pueden ser 15 ó 20 veces en una noche. Es decir, calidad de sueño = 0.

Ritual para dormirse

Para conseguir que el bebé, cuando se despierte y no tenga otra necesidad que dormirse, sea capaz de hacerlo sin ayuda, la clave es ¿cuál es el ritual que usa para dormirse? Todos lo tenemos. Para dormirnos, necesitamos una serie de condiciones: Luz/oscuridad, horario, temperatura, lugar, postura, ruido o ausencia de él… Hay una serie más o menos larga dependiendo de la persona. Y los bebés y niños no son una excepción. Si el ritual para dormirse implica la presencia de los padres, cuando el niño se despierte, va a reclamar esa presencia, simplemente porque quiere dormirse y son un elemento imprescindible para realizar el ritual que le permite hacerlo. Si tiene un ritual en el que la presencia de los padres no es un elemento esencial, cuando se despierte, si tiene sueño, volverá a dormirse sin pedir ayuda.

Y ahora la clave: ¿Como hacer el cambio? Dormir sólo a un bebé sin llorar

Es decir, ¿cómo cambiar el ritual que traen los bebés de serie para dormirse, que incluye a sus padres, por uno en el que sean capaces de hacerlo sin ayuda?

Y lo principal, ¿cómo hacerlo sin que el bebé lo pase mal y no dañar la relación afectiva con sus padres? Es decir, dormir al bebé sin llorar.

Como en la mayoría de los bebés, por desgracia, el punto de inflexión suele darlo el momento de la reincorporación de la madre al trabajo, voy a centrarme como ejemplo en esa situación. Ese momento está en la mayoría de los casos entre los 4 y 6 meses.

En esta época es, además, cuando algunos padres empiezan a plantearse cuándo sacar al bebé a su propia habitación.

Vuelvo a aclarar. Si hacéis colecho y todos descansáis bien, este planteamiento sobra. Pero si vuestra calidad de sueño es pésima y eso repercute en vuestra salud o gravemente a nivel anímico, podéis intentar lo que sigue.

Vamos a ver cual es el ritual de sueño ideal para mejorar la calidad de sueño de los padres. Como hemos dicho, buscamos que los despertares de los padres sean los mínimos durante la noche. Y por mínimos se entiende aquellos en los que pueden hacer algo por su hijo (darle alimento, afecto o aliviar alguna incomodidad).

No sirve para nada al bebé que su madre se despierte cada vez que en sueños hace un gemido, ni cada vez que sale de un ciclo de sueño, si es capaz de entrar solo en el siguiente. Para lo primero, la única solución es que la madre no oiga esos gemidos o ruidos normales del niño durante el sueño que no precisan que haga nada. Y eso no tiene más que una solución, y es que el bebé duerma en otra habitación.

Cuando esto se hace, si el niño tiene hambre, quiere afecto a está incómodo con más de 4-6 meses va a llamar a su madre. Y no parará de hacerlo hasta que se alivie su necesidad. Y en esos casos hay que acudir lo antes posible y actuar en consecuencia.

En cuanto a que sepa conciliar el sueño en su cuna y sin necesitar a sus padres, es necesario el cambio de ritual. Para eso:

  1. En su dormitorio, pon junto a su cama, un asiento cómodo para ti. Del que además no te cueste trabajo levantarte con tu bebé en brazos.
  2. Cuando notes signos de sueño, acúnalo en brazos sentado en ese asiento de su dormitorio. Dándole el pecho o el biberón. De la forma que suele hacerlo.
  3. Cuando veas que está tranquilo, pero no dormido, ponlo en su cuna. Pueden pasar dos cosas:
    1. Que se quede tranquilo en la cuna y se duerma a la primera. ¡Ya está! Pero eso sería lo fácil, y también lo menos frecuente.
    2. Lo normal es que conforme te levantas, o al echarlo en la cuna, te mire como diciendo «¿pero qué haces? que estaba a punto de dormirme» o se empiece a «mosquear». Aquí viene la diferencia radical con el método Estivill: Ni se te ocurra dejarlo llorar. Cógelo de nuevo y vuelve a acunarlo en brazos, alimentándolo de nuevo si es necesario. Cuando vuelvas a ver que está tranquilo, pero no dormido, de nuevo a la cuna.
  4. Repite esa operación, una y otra vez hasta que en una de las veces tu hijo se duerme en la cuna. Eso en algunas ocasiones son 3 veces y en otras 15.

¿Qué hemos conseguido?

Hasta este momento, tu hijo se dormía siempre en tus brazos, fuera de su cuna.

Cada vez que se despertaba y quería volver a dormirse, necesitaba realizar su ritual para dormir: En tus brazos, fuera de su cuna.

Cuando conseguimos que se duerma en su cuna unas cuantas veces, hemos creado un ritual alternativo. A partir de ahora, puede elegir.

Si las condiciones son que está en su cuna y tú no estás cerca, tiene la posibilidad de realizar sin ayuda su ritual alternativo.

Le hemos dado una herramienta nueva. Al estar durmiendo fuera de vuestro cuarto, no escucharás los ruidos normales que tu hijo hace durante el sueño, con lo que tendrás menos interrupciones en el tuyo.

Pero si tiene hambre, está asustado o desea tu afecto, o tienen dolor o incomodidad por algún motivo, te llamará como hacía antes. Y lo normal es que acudas para resolver su necesidad.

¿Algo más que pueda ayudar?

Hay varios detalles que a veces ayudan en este cambio para dormir a tu bebé:

  • Tu olor puede ayudar a dormir a tu bebé. Una de los sentidos más desarrollados de los bebés es el olfato. Si las sábanas de la cuna de tu bebé las metes en tu cama y duermes con ellas la noche anterior a ponerlas en su cuna, van a oler a ti. Eso a algunos niños les hace adaptarse con más facilidad a su cuna y a su nuevo cuarto.
  • El chupe no para dormir a un bebé. Intenta no introducir elementos nuevos en el ritual que el bebé no va a poder reproducir. Explicado claro. Si tu hijo no se dormía con biberón o con chupe, no lo uses para inducirle el sueño. Ya que si lo haces, como él sólo no va a poder buscar el chupe o el biberón para cogerlo, va a seguir necesitando tu colaboración para dormirse. Si lo usaba, al hacer el cambio intenta acunarlo sin chupe ni biberón, y acostarlo sin chupe.
  • ¿Medicación para dormir a un bebé?. Hay medicamentos que se usan para intentar resolver los problemas de sueño en niños. Lo más usado son anti-histamínicos que dan sueño. Los menciono en último lugar, porque no son la solución. Pueden ayudar. Pero por sí solos no resuelven el problema. Haciendo lo anterior, si damos uno de estos medicamentos puede hacer que el número de intentos de echarlo a la cuna antes de que se quede dormido se reduzca. No menciono el nombre ni la dosis, porque lo mejor es que vuestro pediatra os recomiende el medicamento y dosis disponible en vuestro país. Pero lo fundamental en estos medicamentos es saber que puede prescindirse de ellos y que por sí solos no solucionan nada.

De nuevo os aclaro, hablando de sueño, a mi entender, en una familia la prioridad es que todos sus miembros tengan la mejor calidad de sueño posible. Hay muchos padres que hacen colecho con sus hijos y todos descansan bien. Cuando eso es así, todo lo escrito en este artículo, sobra. Haced colecho.

Espero vuestros comentarios para mejorar este artículo. Me gusta estar en Internet para aprender al compartir.

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Despertares programados

Aprende a usar una técnica que puede ayudar a los padres de niños con sonambulismo o terrores nocturnos.

 

El Sonambulismo y los Terrores Nocturnos son cosas que ocurren en una fase de sueño muy profundo.

Habitualmente en la primera mitad de la noche. En muchos casos, poco después de que los padres se acuesten a dormir.

No hay tratamiento médico para estos fenómenos. Pero se puede usar una técnica psicológica llamada Despertar Programado.

Su objetivo es romper el ciclo de sueño que le llevará a la situación en la que se produce el Sonambulismo o el Terror nocturno.

Es especialmente útil cuando:

– El Sonambulismo o el Terror nocturno ocurre con mucha frecuencia.

– Tiene un horario más o menos fijo.

Cuando se dan las dos condiciones anteriores, el Despertar programado, consiste en que una hora antes de la habitual en la que el niño tiene el Terror Nocturno o el Sonambulismo, intentemos despertarlo, sin llegar a hacerlo del todo.

No es necesario que se despierte. Basta con que el niño responda a nuestro intento quejándose levemente.

Cuando eso ocurre, hemos interrumpido el ciclo de sueño que lo llevaba a la fase de sueño más profundo en la que se desencadenan el Sonambulismo o el Terror Nocturno.

Si estos eran frecuentes, veremos que tras repetir este proceso durante varias noches seguidas, los Terrores Nocturnos y el Sonambulismo desaparecen una temporada.

Si vuelven a reaparecer con frecuencia, repetimos el proceso unos cuantos días, y poco a poco iremos reduciendo la tendencia del niño a ese tipo de sueño anormal.

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El niño caprichoso y sus problemas para dormir

El niño caprichoso y sus problemas para dormir

Niños caprichosos que no quieren irse a dormir. Cómo actuar.

 

La última causa frecuente de mal sueño que vamos a tratar es el niño caprichoso.

 

Es una mezcla entre dormir poco, cuesta que se duerma y se despierta con frecuencia, pero con un toque de mala uva.

 

Los casos anteriores eran problemas que el niño sufre y que no puede evitar (como tener las vegetaciones grandes) o que hemos generado nosotros (como dormirlo con el biberón).

 

En el caso del niño caprichoso, él es agente activo del problema. Hace voluntariamente que las cosas empeoren.

 

El ejemplo clásico es el preescolar que cuando es llevado al dormitorio, la lía un día tras otro y que tiene a los padres toda la noche en pie jugando, o con la tele viendo dibujitos.

 

Este es un síntoma más de lo mal que este niño está siendo educado, pero seguro que no es el único:

Llora o pega con frecuencia, se encapricha con facilidad y abandona las cosas una vez conseguidas, es desafiante, agresivo…

 

Una perla, vamos.

 

Las malas noches deberían ser al menos la gota que colma el vaso de la paciencia de los padres para que empiecen a plantearse uno de los aspectos más ignorados hoy en día en la cría de niños:

“Que la diferencia fundamental entre criar niños y criar boniatos es que al niño hay que educarlo”.

 

Como muestra un botón:

Piensa cuando fue la última vez que dijiste a tu hijo que no y fue que no, y cuantas veces le has dicho que no y ha sido que sí porque él lo manda.

 

Si vuestro hijo tiene menos de 2-3 años os recomiendo que leáis La Buena Educación.

 

Si es mayor de esa edad, felicidades tenéis la paciencia del Santo Job… Y os va a hacer falta, porque ya ha afianzado en su personalidad un rasgo que os va a costar eliminar.

 

No es imposible, pero debéis empezar ya, y vais a necesitar la ayuda de un buen psicólogo con casi total seguridad.

 

Porque para modificar la conducta del niño necesitaréis que un buen profesional detecte y os ayude a cambiar los fallos de vuestra propia personalidad.

 

Ya que si habéis llegado a esta situación es porque hay cosas que sin daros cuenta hacéis mal.

 

Él puede cambiar, pero no sin que lo hagáis vosotros.


Siguiente Capítulo: Despertares Programados…

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Bebé 12 meses, 1 año Blog Cuidados del Bebé y el Niño Se Despierta Mucho Sueño del Bebé y Niño

Niños que se despiertan por frío o calor

Niños que de noche se destapan. Ropa para dormir. Duerme destapado. Suda mucho de noche.

Un tema que agobia a bastantes padres es evitar que el niño pase frío de noche “para que no se resfríe” (aunque se resfriará cuando le toque, pase frío o no).

En algunas casas, por la noche se desarrolla lo que yo llamo “la guerra de las mantas”:

  • Acostamos al niño y lo arropamos.
  • Al rato el niño pasa calor, suda y se destapa. Lo que significa que estamos poniendo demasiada ropa de cama o la calefacción demasiado alta.
  • Cuando los padres se pasan a verlo, porque piensan que se va a destapar, efectivamente lo ha hecho y con el sudor se ha quedado helado.
  • Vuelven a taparlo con la misma ropa excesiva y vuelta a empezar, de nuevo pasa calor y se destapa.

Hay dos opciones:

  1. No es raro que el problema sea que le ponemos demasiadas mantas.
  2. Pero también ocurre cuando los niños son muy inquietos y no paran de moverse toda la noche (lo que es muy frecuente entre el año y los tres o cuatro años).

En los casos en que los niños son muy inquietos lo que yo recomiendo acostarlo sobre la cama sin mantas, con el número de pijamas que creamos que necesita para no pasar frío, y una temperatura de la habitación adecuada y constante durante la noche.

¿Cómo sabemos si tiene suficiente con uno, dos, tres… pijamas?

Sencillo. Míralo un par de veces en la noche: Si suda mucho, le sobra ropa. Si lo notas frío y encojido, le falta.

Es la única forma de que no estén continuamente entre “el pollo cocido y el pollo helado”.

Lo malo no es que pase calor o frío. Lo peor es el cambio intermitente de temperatura que sufre el niño por la «guerra de las sábanas».

En algunos casos son estos cambios en la temperatura del niño los que hacen que duerma mal, como en situación de alerta, favoreciendo que despierte con más frecuencia y que al día siguiente esté más nervioso e irritable.