Como todos los años, es empezar el curso en los colegios y parece que diesen a los virus la señal de salida para su carrera: Vamos a infectar a «todo hijo de vecino».
Tenemos épocas en las que predomina una infección concreta.
Desde hace ya varios años es llamativo que los vómitos se han convertido en un compañero inseparable de muchas de estas infecciones.
Junto a laringitis (de las que hablamos en el artículo de la semana pasada) y alguna otra, con diferencia estamos viendo una infección producida por virus y que se caracteriza por lo siguiente:
– Empieza como un catarro, con algo de moco, dolor de cabeza y malestar general.
– Después suele venir la fiebre, que sube con facilidad a 39 grados durante un par de días.
– Cuando parece que la fiebre alcanza su máximo al segundo día o incluso cuando ya parecía mejorar, aparecen vómitos. Tienen preferencia por surgir de forma inesperada durante la noche y ser muy seguidos en algunos casos.
Los vómitos son uno de los síntomas que más alarman a los padres, y además de los que peor manejan.
Esta infección, en concreto presenta dos problemas:
– Que muchos padres y algunos pediatras cuando ven fiebre alta, dolor de cabeza y vómitos, piensan en Meningitis directamente. Y ante la duda acuden a urgencias. Lo que es correcto. Pero en su casi totalidad son infecciones mucho más banales, por suerte.
– Que al ser tan seguidos los vómitos la deshidratación es fácil. Especialmente en los niños más pequeños.
Las opciones para tratar estos cuadros van desde:
– Rehidratar con Sueros de rehidratación oral. Y dar algún jarabe o supositorio para los vómitos.
– Pinchar la medicación para los vómitos en una primera dosis para luego seguir con la opción anterior.
– Ingresar a los más deshidratados para hidratarlos por vía intravenosa y administrarles por esa vía la medicación para los vómitos.
Tu pediatra decidirá cual es la opción más adecuada según la frecuencia de los vómitos y el nivel de deshidratación de tu hijo.
Es habitual que se cometan errores en el manejo de los vómitos en niños:
– El primero es poner dieta astringente. En cuanto un niño vomita, se piensa en la sopa de arroz y el yogur. Pero si un niño no tiene diarrea (sino vómitos) y le damos dieta astringente, se estriñe con facilidad.
– El segundo es intentar que el niño vuelva a tomar líquidos inmediatamente tras vomitar. Eso favorece que los vómitos se encadenen haciendo que no tolere nada.
– Por último, muchos padres dan a sus hijos para rehidratarlos bebidas isotónicas para deportistas tipo Aquarius. En otro artículo os explico porqué no debe darse Aquarius a los niños con vómitos o diarrea.