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La Obesidad: Prevención y Tratamiento

Hoy os presento a una amiga pediatra. Y lo hago a través de una colaboración suya en esta web. Ella ha escogido el tema, en primer lugar porque le gusta, y segundo, porque es, posiblemente, uno de los problemas de salud infantil más importantes en la actualidad: La Obesidad

Blanca Santos Ruiz nació en Valencia en 1978, aunque su familia se trasladó muy pronto a Granada donde creció y cursó sus estudios.
Estudió Medicina y Cirugía en la Universidad de Granada y la especialidad de Pediatría en el Hospital San Cecilio de Granada.
Desde entonces ha trabajado como pediatra en hospitales y, actualmente, en atención primaria.

Con cierta frecuencia llegan a mi consulta padres porque sus hijos tienen problemas de sobre-peso. Muchos de ellos me piden “una dieta”, una analítica (por si es un problema hormonal) o incluso una derivación a Endocrinología Infantil. Aunque es cierto que algunos de estos niños tienen un problema endocrino que justifica una atención especializada y una dieta restrictiva, en la mayor parte de las ocasiones unas simples pautas de vida saludable pueden solucionar el problema. Quiero puntualizar la diferencia entre poner un niño a dieta (creo que todos los que hemos estado alguna vez a dieta sabemos lo difícil que es mantenerla) y enseñar a toda la familia a llevar un estilo de vida más saludable que beneficia a todos (tanto al niño con problema de sobre-peso como a su hermano que está “hecho un fideo” y a sus padres).

Según los libros, se necesitan tres semanas para que una conducta nueva se convierta en un hábito, por lo que los cambios en el estilo de vida deben ser graduales y no debemos pretender cambiarlo todo a la vez, ni que el niño empiece a perder peso enseguida. De hecho, el peso no es lo más importante: aunque no se perdiera ni un gramo, simplemente el hecho de no engordar más hará que el niño adelgace a medida que crece.

Las pautas que yo doy a mis pacientes son:

1.- Limitar el ocio pasivo a menos de dos horas diarias: el ocio pasivo incluye televisión, ordenadores, vídeo-consolas y todas las demás pantallas, pero también la lectura, juegos de mesa, etc (aunque sea raro encontrar un niño que se pase más de dos horas diarias leyendo).

2.- Un desayuno completo: lácteo, cereales y una pieza de fruta.

3.- Tres piezas de fruta al día.

4.- Dos raciones de verdura al día (si puede ser, en forma de ensalada antes de la comida y la cena).

5.- Limitar las chucherías, fritos, salsas y embutidos.

6.- Implicar al niño en la compra y  preparación de las comidas.

7.- Evitar los zumos y refrescos. Si tiene sed, el niño debería beber sólo agua.

Realizando simplemente uno de estos cambios a la semana se puede conseguir que el niño se acostumbre a comer de una forma más equilibrada sin que suponga tener que ponerse a dieta.
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