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Miedos infantiles ¿Cómo actuar ante ellos?

Miedos Infantiles

Miedos en niños y bebés. ¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia? ¿Qué significan? ¿Cómo actuar ante ellos para que desaparezcan?

El miedo es algo con lo que todos convivimos. Todos tenemos nuestros miedos o temores. En su mayoría los superamos de forma adecuada y no nos impiden tener una vida normal.

En Wikipedia se define como :

El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

Cuando el miedo es tan intenso e irracional que nos limita en nuestro día a día hablamos de Fobias.

Pero aquí vamos a hablar de los miedos en general en la infancia. Miedos que todos los bebés y niños empiezan a manifestar antes o después. La intención es que entendamos cuándo y cómo aparecen y cómo en su mayoría desaparecen. Si tenemos que hacer algo especial, o poco a poco el propio niño los superará.

¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia?

Podríamos hablar de miedos genéricos, como el miedo a la separación o al abandono. Algunos dirían que es la primera manifestación de miedo que aparece en los bebés. Pero yo no lo llamaría miedo aún.

Entiendo el miedo como una emoción más elaborada, que no aparece en la primera etapa de la vida hasta que se tiene una capacidad mínima de pensar.

Cuando un bebé llora si lo dejamos sólo hablamos de una reacción biológica muy básica. Más basada en un instinto que en la elaboración mental de una emoción por parte del bebé.

Otro ejemplo son lo que la gente llama «sustos» o «repullos» por aquí. Son esos movimientos bruscos cerrando los brazos con las manos abiertas en forma de garra que hacen ante movimientos o ruidos bruscos. De nuevo no son una emoción o pensamiento que anticipa un peligro, sino simplemente un reflejo.

Suelo explicar que los bebés en los primeros meses funcionan de forma muy elemental. Tienen necesidades y sensaciones y lloran cuando hay una necesidad sin cubrir (sueño, hambre o falta de estímulos, entre los que el contacto es uno de los esenciales porque aporta seguridad) o una sensación desagradable (frío, calor, dolor, picor, escozor…) o actúan por reflejos simples.

Para que aparezca el miedo debe haber interpretación por parte del que la sufre de que está en peligro, lo que implica una memoria de situaciones anteriores y la previsión de consecuencias negativas. Y esto en los primeros meses de vida escapa a la capacidad del bebé porque implica un grado de consciencia y anticipación que aún o tiene. Pero todo llega.

Un ejemplo que vivo en la consulta a diario:

Cuando atendemos bebés muy pequeños suelen llorar al explorarlos si notan frío cuando les quitamos la ropa o si tenemos las manos frías al tocarles. Pero cuando el ambiente es cálido, nuestras manos están calentitas y le manipulamos con movimientos lentos no suelen llorar.

Así pueden pasar los primeros 3-4 meses. Pero de repente un día, en cuanto te acercas a explorarlo llora. Sin haberle quitado la ropa, y sin siquiera tocarle. ¿Qué ha pasado?

Puede haber varias explicaciones:

  • «Ya extraña». Es la expresión con la que nos referimos a que el niño rechaza a los extraños que no forman parte de su círculo habitual. Y esto ocurre antes o después. Los hay en esto  más confiados y menos. Hay niños que extrañan más y otros que menos.
  • Ha acumulado experiencias negativas. Como yo le digo a los padres: «Si tras la tanda de vacunas que lleva un bebé a los 6 meses, ve una camilla y un tipo con bata blanca y no llora… Es que no es muy espabilado…»

En realidad los miedos son un signo de que el desarrollo va avanzando.

Cuando entendemos lo explicado nos damos cuenta de que en realidad los miedos son parte del desarrollo y realmente son una pista de que las cosas van evolucionando bien.

El cerebro de nuestro bebé se hace cada vez más complejo y empieza a discriminar. Distingue personas y situaciones que le hacen sentir seguro y otras que le generan inseguridad. Esto es algo necesario para evitar daños. Es bueno que un niño no confíe en cualquiera, porque cualquiera puede ser bueno o malo. Es bueno que ante situaciones que previamente llevaron a sufrir un daño el niño se ponga en alerta y evite así «tropezar dos veces con la misma piedra». El miedo es la herramienta que nos ayuda ahí.

En este sentido podemos hablar incluso de miedos positivos y negativos:

  • Un miedo positivo es aquél que te protege, que evita que te pongas en peligro de forma real alertándote de que hay un riesgo real y debes evitarlo.
  • Un miedo negativo es aquél que te limita para hacer cosas que pueden ser positivas. Por ejemplo el miedo a andar tras una primera caída es un miedo a superar. Porque todos cuando aprendimos a andar caímos en algún momento. Pero si no lo superamos jamás volveríamos a caminar.
  • Algunos miedos pueden empezar siendo positivos y volverse negativos. Usando el mismo ejemplo anterior, si un bebé intenta andar antes de estar preparado puede sufrir muchas caídas y que alguna de ellas le ocasione un daño serio. Que en esa fase en la que aún su equilibrio, su fuerza en las piernas o su coordinación son insuficientes el miedo le lleve a no intentarlo es positivo. Pero el bebé va creciendo y esas cualidades necesarias para caminar con más seguridad se van desarrollando hasta que llega el momento en que realmente está preparado. Ese miedo que inicialmente le protegió de daños es ahora necesario que desaparezca para dar una oportunidad a un paso para el que ya sí está listo y es positivo se dé.

¿Cómo puedo actuar para ayudar a mi hijo a que ese miedo desaparezca?

Cuando nuestro hijo tiene un miedo, lo primero que debes pensar es ¿Por qué? Cuál es la razón y si ese miedo le protege o le limita.

Aquellos miedos que le protegen no deben ser combatidos, pero siempre deben ser seguidos para que tampoco lleguen a ser un día una limitación innecesaria.

En los miedos que sí suponen más problema que beneficio mi planteamiento sería:

  • Vamos a entender la causa.
  • Entendiéndola vamos a diseñar una estrategia para que desaparezca.

Os pondré un ejemplo muy habitual: El miedo a la oscuridad.

Yo diría que casi todos los niños lo acaban desarrollando en mayor o menor intensidad, antes o después.

¿Cómo aparece el miedo a la oscuridad?

Su origen suele estar en la noche. Llega un momento en que todos tenemos sueños y con ellos también pesadillas. Cuando un niño está durmiendo a oscuras y se despierta en una pesadilla lo normal es que llore y sus padres acudan a consolarle.

Habitualmente, cuando hacemos esto encendemos la luz. Este gesto al que no damos importancia la tiene. El niño estaba viviendo una experiencia muy agobiante con imágenes para él muy reales. Y de repente papá o mamá aparecen con la luz y todo lo malo desaparece como por arte de magia.

Esto tiene tal fuerza y se ha instaurado de forma tan firme en nuestra mente durante los primeros años de vida que son muchas las religiones que asocian la Luz al Bien y la Oscuridad al Mal.

La cuestión es que en la mente del niño se empieza a hacer esta asociación. Se vincula a los monstruos y las situaciones que le generan temor con la oscuridad y a su desaparición con la luz.

Muchos niños a partir de esa asociación se niegan a quedarse a oscuras en su dormitorio e insisten o buscan cualquier excusa que nos retenga a su lado. Es el miedo a que vuelvan las pesadillas.

El resultado es que muchos padres dejan entonces una pequeña luz en la habitación del niño durante toda la noche. Puede ayudar en un primer momento. Pero no es la solución. Se trata de un miedo que no protege y limita. Nuestro objetivo es eliminarlo.

¿Cómo eliminar el miedo a la oscuridad en un niño?

Para hacerlo lo que os sugiero es que si vuestro hijo está empezando a tener pesadillas vayáis a tranquilizarlo a oscuras. Las imágenes negativas de la pesadilla desaparecen, no porque encendamos la luz, sino porque el niño ya se ha despertado. Si lo calmamos a oscuras no aparecerá esa vinculación entre pesadilla y oscuridad, luz y salvación. Y esto es bueno porque para un descanso adecuado lo mejor es que de día el niño esté expuesto constantemente a la luz y de noche haya la menor posible. Esto marca el ritmo de secreción de melatonina que garantiza una mayor calidad de sueño.

Igual que este ejemplo, cada miedo que resulta limitante y no protector tiene una estrategia adecuada que puede eliminarlo. La persona que puede ayudarte a diseñar estas estrategias es el Psicólogo. Te recomiendo que busques su ayuda, especialmente si el miedo desencadena reacciones tan irracionales que limitan seriamente la capacidad de ser feliz o ponen en peligro al niño. Es cuando hablamos de Fobias.