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Sol y niños: Beneficios y peligros

El Sol es Beneficioso para los niños. Exponlo controlando los riesgos

El Sol es muy necesario para los niños. Pero también puede ser peligroso. Cómo encontrar un equilibrio razonable respecto a la exposción solar en niños.

Cuando yo era niño nos achicharrábamos al Sol. ¡Eso no era bueno!

Cuando yo era niño vivía en Guadix, una ciudad del interior de la provincia de Granada.

No había playa. Lo más parecido era la piscina municipal.

Si íbamos a la playa solía ser a Almería. A la playa del Zapillo. Era algo excepcional. Pero cuando íbamos era para pasar todo el día allí.

La protección solar brillaba por su ausencia… Incluso las sombrillas eran más que escasas. Porque éramos 7 hermanos y no llevábamos sombrillas para tanto. ¿Gorros? Pues tampoco.

Los días de playa los disfrutábamos a tope. Y recuerdo las noches… Durmiendo boca abajo porque la espalda estaba tan quemada que no había quien se acostase boca arriba. Y el Aftersun casero: El vinagre.

Como tardábamos en ir a la playa a los pocos días se nos pelaba la piel por completo, y para cuando volvíamos, nueva quemadura solar…

Está claro que esto era una barbaridad. Pero ahora estamos en el extremo contrario…

El miedo actual a exponer a los niños al Sol ¡tampoco es bueno!

Ahora estamos mucho más concienciados de los peligros de la radiación solar. No es general, hay familias en las que sigue pasando lo que a mí cuando era pequeño. Pero en la mayoría que veo protegen a los niños del sol de forma muy concienzuda… Demasiado concienzuda de hecho.

Los peligros del Sol para la salud son tres:

  • Quemadura solar. Es lo primero en lo que pensamos, lo más inmediato. Ocurre cuando exponemos la piel al sol tanto tiempo que se supera la capacidad de la piel de neutralizar las radiaciones y empiezan a dañarse los tejidos. Las células dañadas liberan sustancias que desencadenan la inflamación. Está inflamación actúa para reparar la piel y nos alerta mediante el dolor de que debemos dejar de exponernos al sol para evitar un daño mayor.
  • Golpe de calor. Aparece cuando el exceso de calor produce una deshidratación y supera la capacidad del cuerpo para mantener su temperatura en cifras normales. Puede dar lugar a fiebre, dolor de cabeza, vómitos, desvanecimientos…
  • Cáncer de piel. Es el más temido. Hoy en día sabemos que las radiaciones generan un daño en los tejidos que el cuerpo puede compensar en parte. Pero que una exposición intensa a ellas genera daños acumulativos que a largo plazo producen envejecimiento y a veces cáncer.

Para reducir esos riesgos es importante evitar una exposición excesiva al Sol. Pero…

El Sol también tiene efectos beneficiosos para la salud infantil

Cuando se habla de los efectos beneficiosos del sol pensamos en los bebés que se ponen amarillos y en la vitamina D suele decirse que hay una carencia generalizada en Europa. La vitamina D es necesaria para calcificar los huesos. Su falta puede causar raquitismo en niños y osteoporosis en adultos. Hay de hecho un protocolo Europeo que recomienda la suplementación de Vitamina D a todos los lactantes durante los primeros meses de vida.

Pero tiene otros efectos importantes. Uno de ellos es actuar en la regulación del sistema defensivo. Sabemos por ejemplo que la dermatitis atópica y otros trastornos de la piel como la Psoriasis mejoran cuando el paciente se expone al sol.

El problema está en que, por miedo al sol, estamos exponiendo poco o nada a los bebés. Esto puede influir en el aumento de alergias como un factor más junto a otros que ya hemos descrito en este blog, como la nutrición, el orden de introducción de alimentos o el exceso de higiene.

Un equilibrio razonable para la exposición al sol de bebés y niños

Como en casi todo cuando hablamos de salud, debemos huir de los extremos:

  • Ni es bueno que un bebé se queme o sufra un golpe de calor.
  • Ni lo es que le tratemos como un vampiro huyendo del sol como si un rayito pudiese fulminarle.

La opción que me parece más razonable es la exposición gradual.

Se basa en lo siguiente:

  1. No suelen recomendarse cremas de protección solar en bebés menores de 6 meses. Yo no suelo compartir mucho las indicaciones por edad. Porque los límites temporales debemos verlos siempre de forma flexible. Es evidente que entre un bebé de 5 meses y uno de 7 no hay una diferencia que justifique de verdad que actuemos de formas radicalmente diferentes.  Me parece más razonable explicar los motivos por los que no se recomienda el uso de cremas de protección solar en menores de 6 meses. La razón es que cuanto menor es un bebé más sensible es a las quemaduras y a los golpes de calor. Y si un bebé muy pequeño necesita crema de protección solar para protegerse es porque se está exponiendo demasiado al sol. Con lo que en los más pequeños la actuación adecuada no es la crema, sino limitar la exposición a lo razonable. ¿Y qué es lo razonable?
  2. Desde el primer día de vida. En un bebé sano no hay motivo para evitar la exposición al sol desde el primer día de vida si se hace de forma gradual.
  3. Evitar las horas centrales del día. Tampoco es una hora exacta. Porque varía dependiendo de dónde vivamos y de la época del año. Hay lugares en nuestro planeta donde quemarse al sol es imposible casi todo el año y otros en los que pasa lo contrario. Lo razonable es que probemos exponiendo al bebé a la luz del sol por las mañanas y por las tardes, evitando las horas centrales del día.
  4. Tanto como sea posible sin que haya signos de exceso. En mi experiencia la gente peca más por defecto que por exceso en este tema. Hay excepciones, como siempre. Pero por regla general creo que los padres hoy en día tememos tanto exponer a nuestros hijos al sol y tenemos un ritmo de vida tan sedentario, que los niños salen al sol mucho menos de lo deseable. Por eso la mayoría presentan en las analíticas carencia de vitamina D.  La solución a mi entender no es tanto dar el suplemento de vitamina D, como estimular a los padres a salir más con sus hijos a la calle.
  5. Depende de la piel de cada niño. Hay niños con la piel morena y otros que la tienen muy blanquita. El que más moreno está menos sensible es al sol. Pero también necesita más exposición solar para producir la misma cantidad de vitamina D.
  6. Signos de exceso. Si a tu hijo se le «pega el sol», es que te estás pasando. Es decir, si sales con tu hijo a la calle y un día al volver ves que tiene la piel enrojecida, con una quemadura leve, es que hoy te has pasado. Pero tampoco es una tragedia. Como hemos comentado, nosotros de pequeños teníamos quemaduras intensas solares un día, y al día siguiente volvíamos a la playa a quemarnos otra vez. Tú no vas a hacer esto. Si un día, exponiendo a tu hijo al sol un tiempo determinado y a unas horas concretas se ha quemado un poco, hay dos opciones:
  7. A partir de ese día limita la exposición a un tiempo menor y en horas de menor intensidad.
  8. Si optas por exponerlo en esas horas en las que hemos visto que se supera su capacidad de soportar la radiación solar debe hacerse con protección solar. 
  9. En los niños más pequeños se recomienda usar sólo filtros físicos (no químicos). De nuevo, para esta distinción suele hablarse de los 2 años, pero el límite es flexible. De entrada es preferible el filtro físico para todos, pero muchos niños no quieren usar el físico cuando son mayores porque les deja la piel blanca y no les gusta.

¿Y para qué tenemos la melanina?

La melanina es el pigmento natural de la piel que nos protege de la radiación solar. Varía mucho de unas personas a otras. Hay personas que no la tienen, como los albinos, y razas en las que es mucho más abundante.

Pero la mayoría de los individuos la producimos y la perdemos según la exposición solar a la que nos sometemos.

Un bebé nace con muy poca melanina en su piel y va produciéndola conforme se expone al sol.

Lo ideal sería que todos nos expongamos de forma gradual al sol sin quemarnos nunca hasta que la producción de melanina se vaya adecuando a lo que necesitamos para hacer nuestra vida normal sin quemarnos y sin necesitar protección adicional. Y en teoría nuestra piel está preparada para esto.

El problema es que somos muy sedentarios, salimos poco a la calle y luego tenemos actividades de ocio en las que de golpe pasamos demasiadas horas expuestos al sol. Por eso nos quemamos.

Os pongo el ejemplo de mi hijo.

Por suerte en su colegio salen mucho al patio. Como lleva desde septiembre con muchas horas de exposición solar en los meses en los que el sol es menos intenso, al llegar la primavera y el verano el está morenísimo. Es verdad que tiene un tipo de piel morena y eso le ayuda.

La cuestión es que cuando me da la mano con sus 9 años parezco albino a su lado.

¿Cuál es el resultado? Pues que sin usar protección solar no se quema en verano. Eso sí, haciendo una exposición razonable: No estamos al sol 5 horas al medio día.

Pero en los últimos años hemos estado en la playa sin que él use protección solar y no le he visto ni una vez la piel enrojecida por el sol.

Él además tuvo de pequeño dermatitis atópica. Ha mejorado claramente con la exposición gradual al sol.

Lo que extraigo de esta experiencia es, que ¿hay que evitar las quemaduras solares? Sin duda.

Pero el sol es beneficioso y debemos exponer a los niños al sol desde muy pequeños tanto como sea posible sin que aparezcan las quemaduras solares ni el golpe de calor. Y que si hacemos esto así las cremas de protección solar son innecesarias.

Si somos capaces de manejar viene ese equilibrio, la Melanina del cuerpo es la protección solar perfecta: Aumenta en verano para evitar una exposición excesiva y se reduce en invierno para mejorar la producción de vitamina D cuando menos sol hay.

Pero, como no siempre es posible evitar la exposición más allá de lo razonable, las Cremas de Protección son una herramienta necesaria. Especialmente en niños que se exponen al sol de forma limitada, por lo que tienen poca melanina y en actividades puntuales se exponen al sol mucho más de lo habitual para ellos.