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Más de 1.000.000 de visitas

Como es posible que un blog que empecé como un entretenimiento haya alcanzado el millón de visitas. Solo de una forma, con vuestro apoyo: Gracias a todos.

Cuando uno navega por Internet y encuentra lo que busca, no suele plantearse cómo ha llegado ahí. Muchas veces olvidamos que detrás de cada proyecto hay una historia. Creo que describir la mía es la mejor forma de agradecer a ese más de un millón de lectores que me hayan acompañado en esta aventura.

¿Porqué un pediatra online?

En realidad yo no me planteé esta pregunta. Como apareció esta página es algo más casual:

Me encanta mi trabajo. Estudié medicina porque deseaba ganarme la vida (hay que ganársela si no eres rico, y mi familia no lo era) de un modo en el que sintiese que cada día ayudaba a la gente. Eso significa obtener una buena nota en la Selectividad, estudiar 6 años de dura carrera en la Universidad, aprobar el MIR con nota suficiente para coger la especialidad de Pediatría y hacer 4 años de Especialidad, tras los cuales sabes que no podrás dejar de estudiar en toda tu vida. Todo ese camino con la ilusión de atender los problemas de salud de los niños lo mejor posible.

Entonces acabé la especialidad e hice lo que todos mis compañeros, buscar una plaza en la sanidad pública. Tengo que decir que eso fue fácil. Cuando yo acabé había mucha falta de pediatras. En las primeras oposiciones que se convocaron obtuve plaza.

En teoría ya había hecho todo lo necesario en cuanto a carrera de obstáculos. De ahí en adelante era levantarme todos los días para ir a trabajar en un trabajo que me encanta, y día tras día, año tras año, hasta el día que me jubilase. Un buen sueldo y un trabajo gratificante. ¿Qué más puedes pedir? ¿Para qué buscar otros caminos?

Entonces llegó la realidad. Me he hecho experto en sistemas de salud insostenibles. Y busco uno sostenible.

Tras acabar la especialidad tuve el placer de trabajar en Guadix (Provincia de Granada, en España), mi ciudad natal durante 4 años y medio en un centro de salud.

Llegué con muchísima ilusión, y empecé a hacer las cosas lo mejor que pude. Encima era verano, y eso quiere decir poca patología, lo que me daba tiempo a atender a los pacientes con tiempo. Debió gustarle a la gente, porque el volumen de pacientes fue subiendo. Y entonces llegó el invierno, los resfriados, las enfermedades de guardería y me encontré con que empezando a las 8:00 y acabando a las 15:00 era imposible atender de forma adecuada a todos los pacientes que venían. No había tiempo para preguntar, ni para explorar, ni para explicar. Llegué a ver 80-90 pacientes en las 7 horas de consulta. Eso da un total de poco más de 4 minutos y medio por paciente. Si sois padres, probad a quitar y poner la ropa (de invierno) a vuestro hijo y echad cuentas.

El primer invierno en mi consulta de Guadix perdí 8 kilos. Y salía de la consulta con los nervios de punta. Pues aguanté 4 años más así (me asombro a mí mismo).

Tenemos muchos prejuicios, seguimos los caminos marcados. En mi caso llegar a ser funcionario (y encima médico) era todo un sueño (el de mis padres) hecho realidad. Me costó 4 años reunir el valor suficiente para:

– Salirme del camino laboral que todos mis compañeros hacían y en el que permanecían.

– Renunciar a un buen sueldo «garantizado de por vida».

– Cambiar radicalmente de rumbo, y pasar a probar un ambiente totalemente distinto y sin seguridad como la medicina privada.

Pero lo hice. Lo hice porque finalmente llegué a la conclusión de que trabajar así me estaba haciendo cometer errores inaceptables. No me entendáis mal. Todos cometemos errores, y los seguiré cometiendo el resto de mi vida. Somos humanos. Pero tratándose de niños y de su salud, para mí llegó un momento en que asumir que iba a cometer errores no por falta de capacidad, sino porque el sistema no me permitía dedicar a cada paciente el mínimo de tiempo necesario, me resultó imposible.

Pensaba: «Pero dejar la sanidad pública y pasarme a la privada, es aceptar que sólo los que puedan pagarlo tienen derecho a medicina de calidad.» Por desgracia y tras 4 años de peleas con la dirección del Distrito, llegué a la conclusión de que eso era una realidad cuya solución no estaba en mi mano. Y me di cuenta de que iba a pasar por el juzgado, el manicomio y el cementerio, sin tener muy claro en qué orden. Pero que lo único que yo podía hacer por coherencia es renunciar a la seguridad, la de que tendría un sueldo a fin de mes, pero también la de que no podría hacer bien mi trabajo: renuncié a mi plaza de la Seguridad Social y me busqué la vida.

Empecé a trabajar en un Hospital privado y en mi propia consulta, donde el tiempo que destino a cada paciente depende sólo de mí.

Mientras pensaba como dar asistencia a más pacientes con menos tiempo, empecé a escribir las típicas hojas informativas que muchos pediatras dan sobre fiebre, tos, mocos, vómitos, diarrea… Solo que como tenía tan poco tiempo por paciente, empecé a escribir sobre otros temas de alimentación, sueño, conducta, crianza, lactancia…

En poco tiempo tenía un pequeño manual de pediatría para padres de unas 200 páginas que llevaba a mi consulta en un «pendrive» que llevaba a la consulta para sacar por impresora el tema que me hiciese falta.

Cuando mis amigos y familiares empezaron a tener hijos y se enteraron de la existencia del «manual» me pidieron que se lo pasase. Pero seguía modificándolo y completándolo. Fue en ese momento cuando mi amigo Mario (profesor de matemáticas que ya tenía una página web -cipri.info- me recomendó que lo colgase en un blog. «Así puedes ir modificándolo y ampliándolo y nosotros podemos acceder.»

Le hice caso y elpuericultor.blogspot.com nació.

Un día en la consulta, un padre me preguntó si tenía un blog: «Es que he encontrado uno que es como oírte en la consulta.»

Mi respuesta fue: «Tenerlo lo tengo, pero dudo que lo hayas encontrado. Cómo has llegado a él.»

Cuando me respondió «buscando temas de pediatría en Google» me dejó asombrado. «¿Es que soy localizable?»

¿Hasta dónde?

Ese día miré los datos sobre visitas y descubrí que no eran muchos, pero en mi blog entraban más pacientes al día de los que veía en la consulta. Era increíble, sin buscarlo había encontrado una  forma de dar información a muchos padre con poco tiempo. Tardaba lo mismo en explicar la fiebre a uno que si eran miles…

Entonces, como un juego me propuse hacerlo más en serio y al ver la evolución me fui motivando.

Os añado un gráfico de la evolución de las visitas desde que empezó como elpuericultor.com en septiembre de 2010 hasta el día 20 de Enero de 2014:

Llegó un momento en que me decidí a contratar a un equipo de informáticos y amigos (Opcionalia.com) que dieron a mi web un aspecto mucho más profesional y me enseñaron a hacer las cosas mejor. Cambiamos el nombre a mipediatraonline.com. De su mano pasé a las redes sociales, de la que Facebook es en la que mejor se divulgan mis contenidos. Llevo menos de un año en esa plataforma y más de 40000 padres y madres han decidido unirse al proyecto:

Es llamativo aunque esperable que la gran mayoría de mis seguidores son madres. Para ser concretos el 96% frente a un 4% de padres.

En cuanto a los sitios de donde provienen es también abrumador: me faltan visitantes desde los que aparecen en gris. Si conocéis alguien que viva en Mongolia recomendadle la página, que de ahí no tenemos lectores. ;P

Llegan lectores desde 160 países del mundo…

La cifra que marca corresponde a las visitas desde España desde que se llama mipediatraonline.com

Los países desde los que más visitas llegan son por orden España, México, Argentina, EEUU y Chile. Pero toda la América de habla hispana está plagada.

Estas son las ciudades con más visitas. A la cabeza Madrid, seguida de México, Barcelona, Granada (la ciudad en la que vivo), Buenos Aires, Sevilla…. Hasta un total de 5381 ciudades en todo el mundo.

En Facebook es similar, aunque con una mayor presencia de México:

La verdad, resulta asombroso para ser algo que hace uno en su tiempo libre. Anima a seguir haciéndolo. Por fin descubrí una forma de ayudar a muchas familias con mi escaso tiempo. Espero que a vosotros os esté siendo útil, y gracias por estar ahí, aprendiendo y enseñando. Compartiendo vuestras experiencias y preocupaciones para que entre todos sepamos cada día un poco más sobre la salud de nuestros niños. Y por supuesto recomendándolo a esas otras familias a las que creáis que pueda ayudar.