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El recién nacido come con mucha ansiedad

En ocasiones vemos recién nacidos que comen con mucha ansiedad. Eso tiene su significado y su solución clara.

Hay dos tipos de recién nacidos que comen con ansiedad:

  1. El recién nacido hambriento: Hay bebés que nace con un peso bajo o muy alto. Es decir, los de los extremos. El que nació con un peso bajo, quiere decir que pasó hambre ya dentro de su madre. Suelo decir que son del Clan de Escarlata O´Hara, porque parecen nacer diciendo: «A Dios pongo por testigo de que no volveré a pasar hambre. El que nació con un peso alto, en el extremo contrario, es un niño que necesita más cantidad de nutrientes (es más grande) y está acostumbrado a que no le falte. Con lo que si falta, lo lleva mal. En ambos grupos, los primeros días es fácil que lo que el pecho produce, o lo que le damos con biberón (especialmente si os han convencido de que les deis una cantidad fija), se queden con hambre y coman con ansiedad.
  2. El recién nacido dormilón: Pero también los hay que entre los dos estados básicos del recién nacido (durmiendo o comiendo), eligen dormir. El problema es que cuando por fin se despiertan, llevan demasiadas horas sin comer, y lo hacen como si fuese su última comida.

En ambos casos, los niños comen con ansiedad. Eso hace que los padres se agobien. Si están dando pecho piensen que no es suficiente y que el niño necesita biberón. Si está tomando biberón, piensan que tal vez come demasiado y que puede dolerle la barriga por el exceso. Y al comer ansioso, traga más gases, le duele más la barriga, la toma es peor y se queda con más hambre para la siguiente toma…

La solución del recién nacido que come con ansiedad es sencilla:

  1. En el recién nacido hambriento: Hay que reducir el tiempo mínimo entre las tomas. Es decir, dale sin problema cada vez que pida. Como si lo hace cada 5 minutos. Si toma pecho, al hacer esto, estimulamos que el pecho aumente la cantidad que produce, hasta que se ajuste a lo que el niño demanda. Cuando esto ocurra, el bebé empezará a tomar con menos ansiedad y a espaciar las tomas él solo. Si lo que toma es biberón, al principio puede que tome más de la cuenta y eche algunas bocanadas. Pero si seguimos dándole cada vez que pide, y la cantidad que quiere, acabará saciándose y comiendo con más tranquilidad. Y tanto si toma pecho como si toma biberón, no uses el chupe para «entretenerle el hambre». Con eso sólo consigues que cuando por fin coma, lo haga con ansiedad.
  2. En el recién nacido dormilón: Lo que hay que hacer es reducir el tiempo máximo entre las tomas. Es decir, aunque tenga mucho sueño, durante el día no conviene que le dejes más de 2-3 horas seguidas sin comer. Contando desde el principio de una toma al principio de la siguiente.

En resumen, en ambos casos dale con más frecuencia.

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La ansiedad

Los padres con carácter ansioso y la educación de sus hijos

La ansiedad es una emoción personal (puede parecer o no justificada a los demás) de inseguridad ante un peligro (a veces conocido o a veces desconocido).

La mejor prevención de la ansiedad es la seguridad que otorga el conocimiento.

Ese es uno de los objetivos de la educación: dar unas pautas de actuación en la vida que reduzcan la ansiedad de nuestro hijo al adaptarse al mundo y le permitan disfrutar de él mientras lo descubre.

La falta de educación o una inadecuada lleva por medio del miedo a lo desconocido a una actitud de encerrarse en sí mismo con recelo hacia todo lo que proviene del exterior.

Y esto lo saben perfectamente los nacionalistas y los radicales religiosos que en sus respectivas áreas de influencia intentan limitar el conocimiento del medio a su propia cultura, para generar un rechazo a todo lo que viene de fuera por miedo a lo desconocido.

También saben muy bien que el miedo es la mejor herramienta para manipular masas de población.

Por tanto la mejor garantía de libertad futura para vuestros hijos es una educación adecuada.

Y a ella se llega por medio del conocimiento de normas claras de actuación y de un reconocimiento y una adecuada respuesta a situaciones de frustración.

Todo ello con la fuerte base de un amor incondicional y de una autoridad que respetan al niño y va cediendo espacios a la responsabilidad a un ritmo adecuado.