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Cómo saber si mi hijo tiene Intolerancia a la lactosa

Intolerancia a la Lactosa: Comprende fácilmente en qué consiste este problema para digerir el azúcar de la leche y cómo puede resolverse en tu bebé.

¿Qué es la Intolerancia a la Lactosa?

Es la incapacidad para digerir la Lactosa.

¿Qué es la Lactosa?

La lactosa es el azúcar de la leche. Es lo que llamamos un disacárido. Es decir, que su molécula está formada en realidad por dos azúcares unidos: Una molécula de glucosa y otra de galactosa.

El intestino no puede absorber la molécula completa. Debemos partirla para que puedan entrar por separado glucosa y galactosa.

¿Qué es la Lactasa?

El encargado de romper la lactosa para que pueda ser asimilada es un enzima llamado Lactasa. 

Es algo que todas las crías de mamíferos deben tener capacidad de producir en su intestino.

Cuando no se produce suficiente Lactasa y tomamos Lactosa, aparece la intolerancia. 

En realidad la intolerancia a la Lactosa es la norma y no la excepción. Pero depende de la Genética.

En condiciones normales, llegada cierta edad, los mamíferos pierden la capacidad de producir lactasa. Esa edad en los seres humanos estaba entre los dos y los seis años.

Antes de que existiese la ganadería, los niños dejaban de consumir leche en ese rango de edad y por tanto dejaba de tener sentido la presencia de ese enzima en el intestino. La capacidad de seguir produciendo Lactasa tras la edad natural de lactancia es algo que apareció hace unos 10.000 años en las zonas donde los humanos realizaban ganadería de especies cuya leche era rica en lactosa. Por eso en las zonas de tradicional ganadería de vaca, como el norte de Europa o algunas razas ganaderas de vaca en África la intolerancia a la lactosa es algo muy raro. 

Sin embargo, la intolerancia a la lactosa es uno de los trastornos alimentarios más frecuentes, fuera de las zonas tradicionalmente ganaderas de vaca. En la zona mediterránea de Europa, donde está España, la leche consumida tradicionalmente fue de cabra y oveja, dos especies que liberan lactasa en su leche, por lo que aunque la persona no produzca lactasa suelen ser bien toleradas. Por eso en esta zona la intolerancia a la Lactosa puede llegar al 20-25 %. De hecho, yo mismo soy intolerante a la lactosa.

Hay razas en las que es raro y otras en las que es casi la norma.

Es casi normal por encima de los 4-6 años. Pero a veces ocurre incluso en bebés.

Si quieres saber si tú o tu bebé tenéis estos genes que predisponen a la intolerancia a la lactosa junto a otros muchos de otras patologías tienes a tu disposición análisis genéticos.

Síntomas de la Intolerancia a la Lactosa

Cuando alguien pierde la capacidad de digerir la lactosa y la toma aparecen una serie de reacciones poco agradables:

       Al no poder absorber la lactosa esta queda en el intestino sirviendo para que demasiadas bacterias se alimenten. Aumenta su número, lo que produce irritación en el intestino. Es lo que llamamos una Disbacteriosis.

       Estas bacterias fermentan la lactosa produciendo muchos gases. Lo que da a su vez más dolor abdominal.

       La fermentación de la lactosa produce ácido láctico, que vuelve las heces más irritantes al salir.

       Acaba produciendo una diarrea verdosa con dolor intenso e irritación de la piel en torno al ano.

Nada agradable. Cuando los mamíferos dejan de producir lactasa acaban rechazando la leche porque les sienta fatal.

Hace miles de años algunos seres humanos sufrieron mutaciones que les hicieron que siguieran produciendo lactasa más allá de la edad normal. En las razas ganaderas esto era una ventaja y la mutación fue extendiéndose hasta ser mayoría los adultos que toleran la lactosa en esas civilizaciones ganaderas.

Intolerancia a la Lactosa y Cólico del Lactante

Esta intolerancia es uno de los problemas que puede originar Cólico del Lactante en algunos bebés. Si deseas conocer los demás te recomiendo que visites nuestro Proyecto «Bebé sin Cólico».

Intolerancia Secundaria a la Lactosa

No todas las intolerancias a la lactosa son genéticas y definitivas.

La Lactasa se produce en la parte más superficial de la mucosa del intestino.

Si esta zona se pierde, la capacidad de digerir la lactosa puede alterarse de forma temporal. Cuando la pared intestinal se regenera recuperamos esa capacidad.

Las causas que con más frecuencia pueden llevar a una Intolerancia Secundaria a la Lactosa son:

  • Una infección del intestino. Cuando una gastroenteritis produce una diarrea intensa puede deteriorar la pared intestinal tanto que nos volvamos intolerantes a la lactosa. Una vez que incluso la infección ha cedido, la diarrea puede seguir porque si tomamos leche esta no pueda ser digerida y la intolerancia haga un círculo vicioso: Intolerancia-diarrea-intolerancia…
  • Otra intolerancia o alergia alimentaria. Cualquier intolerancia o alergia que afecte al intestino puede hacer que se pierda la capacidad de digerir la lactosa. Ya que al inflamar la pared puede causar que la zona donde se produce lactasa se pierda. Debemos sospechar que esto ocurre cuando tras retirar la lactosa hay una mejoría, pero sólo parcial. Suele significar que hay otro problema de base que no hemos resuelto.
  • Falta de hierro. Muchos bebés en torno a los 4-6 meses presentan una carencia de hierro. El hierro es necesario para regenerar la pared del intestino. Cuando éste falta podemos tener dificultades para que la zona más superficial, donde se produce la Lactasa se regenere adecuadamente. Puede aparecer una Intolerancia que mejora no eliminando la lactosa, sino aportando un suplemento de hierro.
  • Alteraciones de la Flora Intestinal. Ciertos gérmenes, como la Cándida Albicans pueden asentar en nuestro intestino y producen sustancias que irritan y dificultan el bienestar de la mucosa intestinal. Como consecuencia podemos desarrollar una intolerancia secundaria. Esto es fácil que ocurra tras una gastroenteritis agresiva, en la que la Flora intestinal se ha dañado mucho o tras tomar antibióticos, ya que los antibióticos eliminan la mayoría de los gérmenes del intestino, pero no a la Candida que es un hongo y resiste al efecto del antibiótico.

Si tienes alguna duda puedo resolvértela por WhatsApp en menos de 24 horas.

Qué hacer si sospechas que tu hijo tiene intolerancia a la lactosa

Depende de la edad y de qué se alimenta:

Lactancia Materna exclusiva.

En los niños que toman lactancia materna exclusiva sólo puede haber signos de intolerancia a la lactosa si el pecho se vacía mal.

En la leche que sale al principio hay mucha lactosa y poca lactasa.

Por lo que si se interrumpen las tomas, habitualmente por una indicación errónea de que la toma de cada pecho debe tener una duración limitada, puede haber una carencia de lactasa.

La solución es dejar que vacíe cada pecho hasta que no quiera más.

Cuando toma ya Lactancia artificial o Leche de vaca entera

Si toma leche artificial, ésta tiene lactosa. Pero no Lactasa.

Si el niño no la produce aparece la Intolerancia a la Lactosa.

La solución es darle una leche sin lactosa adecuada para su edad:

– Leche adaptada de inicio sin lactosa en los 6 primeros meses de vida.

– Leche adaptada de continuación sin lactosa entre los 6 meses y el año de vida.

– Leche entera de vaca sin lactosa por encima del año de vida.

Puede tomar yogur normal o queso normal. Debe evitar aquellos con lactosa añadida tras acabar la fermentación.

Además de retirar la Lactosa es importante…

Cuando retiramos la lactosa, si hay una clara mejora de los síntomas es que el niño tenía intolerancia a la lactosa.

Pero muchas de estas intolerancias son transitorias.

Por eso, yo recomiendo durante la fase sin lactosa (unas 2 semanas) ofrecer al niño:

– Un suplemento de hierro. Es necesario para reparar la pared del intestino.

Probióticos: Cuando eliminamos el recurso extra de lactosa que está manteniendo a una población excesiva e inadecuada de gérmenes en el intestino, debemos restablecer el equilibrio de la flora intestinal. Debemos añadir dos tipos de probióticos diferentes:

– Levaduras.

– Bifidobacterias y Lactobacilos.

Tras esas dos semanas sin lactosa y tomando hierro y probióticos, la mayoría de las intolerancias transitorias a la lactosa se han corregido y al reintroducir la lactosa ya es bien tolerada.

Estas intolerancias transitorias son más frecuentes en algunas personas. Por lo que siempre que veamos aparecer los síntomas típicos (diarrea ácida con gases y dolor abdominal) podemos repetir esta pauta para recuperar la tolerancia.

Intolerancia a la lactosa en niños y bebés

Diagnóstico de la intolerancia a la Lactosa.

La intolerancia a la lactosa, tanto si es definitiva como en las transitorias tiene una base genética que puede estudiarse mediante análisis.

Hay también analíticas como el test del hidrógeno espirado que pueden decirnos si en este momento el niño digiere o no la lactosa. Pero no diferencia entre la intolerancia transitoria y la definitiva.

También podemos retirar y reintroducir la lactosa cada vez que el niño tiene síntomas sugerentes (gases, ardores, diarrea ácida…).

Hay muchos casos en los que niños que han sufrido intolerancia transitoria tienen una limitación en su dieta que era innecesaria. Otros en los que arrastran los síntomas durante años, porque son leves o moderados, pero empeoran la calidad de vida del niño.

Lo único capaz de darnos un diagnóstico definitivo que nos dice si el bebé debe o no eliminar la lactosa de su dieta de forma definitiva es el test genético. Estamos en el siglo XXI y este recurso está disponible.

Por tanto, si tu hijo tiene síntomas sugerentes de intolerancia a la lactosa te recomiendo que pruebes a retirarla de su dieta. Si mejora claramente es que en este momento tiene esa intolerancia, puedes intentar recuperar la tolerancia con un suplemento de hierro y probióticos durante las dos semanas de dieta sin lactosa. Pero si quieres una respuesta definitiva sobre si la lactosa puede estar en su dieta sin problema o debes retirarla de por vida, la genética puede dártela.

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Si no come bien ?, la solución no es insistir, es resistirse a lo que no debe.

Si no come bien, lo has probado todo y quieres algo efectivo, cambia el chip

«No come bien» Una de las quejas más frecuentes de los padres que se traduce en una pelea en cada comida para que la acepte, cuando debería ser al revés.

No deja de asombrarme cada vez que lo veo en la consulta:

¿Cómo es posible que haya tantas familias que estén convencidas de que su hijo no comería si no le insistiesen?

Os voy a pedir que os quitéis de la cabeza por un momento vuestro caso concreto y respondáis a las siguientes preguntas de forma general:

  • ¿Conoces algún ser vivo que no sienta hambre?
  • ¿Crees que algún ser vivo de este planeta puede morir de hambre si se le ofrece comida de forma regular?
  • ¿De verdad crees que tu hijo es la única excepción en toda la Naturaleza?

Si tu hijo «no come bien» y llevas tiempo peleando en cada comida para que la acepte te propongo una alternativa descabellada…

Hay algo que raramente falla en las familias que acuden a la consulta porque su hijo «no come bien»:

  • El niño está sano.
  • El niño no para.
  • El niño sí que come, pero sólo lo que le gusta y cuando le apetece.

Los padres se quejan de que:

  • Tengo que darle yo de comer.
  • Cada comida es una pelea.
  • Cada vez come peor. No sólo es imposible que tome alimentos nuevos, sino que rechaza algunos que antes tomaba bien.
  • Es ver la comida y ya la rechaza.

Lo primero es comprender porqué tu hijo «no come bien»

Cuando tenemos una idea sobre la cantidad que un niño debe comer y no se cumple empiezan los problemas.

A veces esa cantidad nos la han dicho «los expertos». Es lo que ocurre cuando damos un potito para una edad determinada y el bebé nunca lo acaba o cuando no hay forma de que tome la cantidad de leche que indica la lata para su edad. Ocurre también cuando tiene un percentil de peso por debajo de la media. O ya si rizamos el rizo y nos ponemos a buscar listas de «requerimientos nutricionales»…

Todas estas cifras son «medias». Son cifras que se obtienen de una estadística en la que hay niños que comen más que la media y otros que comen menos de la media.

Pero todos los que usamos para hacer la estadística, incluidos los que comen menos de la media están sanos.

No tiene sentido que intentemos que la cantidad que come un niño concreto sea la media exacta. Porque además nadie come siempre la misma cantidad.

Pero en otros casos es que hacemos una cantidad y nuestra cabeza nos dice que eso es lo que tiene que tomar. Porque sí. Porque yo lo he pensado así.

¿Qué pasa cuando las necesidades del cuerpo del niño son menores?

Hay dos opciones:

  1. Nos damos cuenta de que nos equivocamos.
  2. Nos peleamos con el niño para que coma «un poquito más». Seguido de «otro poquito más»….

La consecuencia de esa pelea es:

  • Que convertimos el momento de la comida en algo desagradable. Lo que empeora poco a poco la situación y nuestra relación con nuestro hijo.
  • Que convertimos al niño en un comedor pasivo. Ya que no come por iniciativa propia al no confiar nosotros en esa iniciativa, le forzamos a hacerlo sin hambre, y hacemos que nunca muestre interés por la comida. Lo contrario de lo que buscábamos.

Esto es algo muy frecuente por desgracia en crianza. No entendemos las cosas como son y acabamos generando justo lo contrario de lo que buscamos.

¿Y si la solución para que coma bien es justo la contraria?

Es muy posible que ya lleves tiempo en esta pelea para que coma. Tal vez ya estés harta de esa lucha cada vez que toca comer.

Si aún no estás bastante cansada de esto, sigue una temporada y vuelve para seguir leyendo entonces. Cuando te des cuenta de verdad de que te estás equivocando.

La clave no es pelear para que coma lo que debe, sino Resistir cuando después nos pide comer Lo Que No Debe

Todo niño vivo come. Espero que no discutamos hasta esto.

Todo niño activo come la cantidad necesaria para mantener esa actividad. Los niños no fabrican energía de la nada. Espero que esto también lo entiendas.

Luego si no come la comida de verdad, es porque está «manteniéndose» con otras cosas.

Haz el siguiente ejercicio:

  1. Haz una lista con esas cosas que sí come. Son lo que llamamos «comodines». 
  2. Elimina especialmente:
    1. Zumos, ni siquiera naturales.
    2. Infusiones, ni siquiera manzanilla.
    3. Batidos, natillas, yogur y derivados, flan, gelatina…
    4. Productos para niños. Ni siquiera compres los «que suben las defensas», ni los «reforzados con hierro y DHA», ni los «que tienen muñequitos» dibujados, ni siquiera los que tienen «el sello de la AEP»…
    5. Cereales para bebés.
    6. Pan, galletas, gusanitos, piquitos de pan….
  3. Sí puede comer:
    1. La misma tostada que comes tú.
    2. Esa misma fruta que comes tú.
    3. La ensalada que comes tú.
    4. Comida de olla: La que comes tú.
    5. La misma cena que comes tú.
    6. El mismo bocadillo que comes tú.
  4. Ofrécele 5 comidas al día:
    1. Desayuno: Su leche (Pecho, leche entera normal y corriente si tiene más de un año, leche adaptada si es menor, sin cereales ni azúcar. La leche sabe a leche). Acompañándola de lo que tú desayunas (Fruta, tostada, una magdalena o un trozo de bizcocho casero…)
    2. Media mañana: Bocadillo (con pan normal o integral, no de molde) y/o fruta.
    3. Medio día: Comida de olla (potajes, cocidos, estofados, arroz con carne o pescado…). Plato único. No hay segundo ni postre.
    4. Merienda: Como la media mañana. Bocadillo y/o Fruta.
    5. Cena: Lo que cenes tú: Carne o pescado con guarnición de verduras. Tras eso si quiere su vaso de leche (sin cereales).
  5. No hay más bebida que el agua.
  6. No peleas con él para que las coma. Le avisas de que la comida está en la mesa y apagas la televisión o equivalente emboba-niños (móvil o tablet). Si llora que llore. Si no hace ni caso y quiere seguir jugando, déjale.
  7. Si te pide comida, le ofreces el último alimento que habías preparado. En la siguiente comida pasamos a lo que toque. No le perseguimos con lo mismo comida tras comida.
  8. Esta pauta es PARA SIEMPRE. Aplícala con paciencia y tranquilidad.

Y descubrirás algo: Tu hijo tiene hambre. Y va a llorar pidiéndote las cosas del punto 2.

La clave no es pelear para que coma lo que debe. Es aguantar para no darle lo que no debería haber comido nunca:

Productos ricos en azúcar que distorsionan la alimentación empobreciéndola.

Porcentaje de efectividad de esta medida: 100% – Porcentaje de padres que la aplican de verdad: Tal vez un 10%

Quien sepa por qué no lo hacen todos los padres, por favor, que me lo explique….

Pensamientos parásitos que dan vueltas en nuestra cabeza y nos llevan a no aplicarlo:

  • «Es que no ha comido nada ¿y si le pasa algo?». Hay millones de niños en este mundo que por desgracia pasan hambre. Ni uno sólo de esos niños se muere si se le ofrecen 5 comidas variadas al día. Si piensas que tu hijo es el único que ha nacido sin hambre, te equivocas. ¿Por qué crees que llora para que le des su «comodín»?
  • «Si no le insisto no comería». No es cierto. Lo que puede ocurrir es que no coma la cantidad que tú quieres. Pero si esto ocurre de forma mantenida y el niño sigue sano y activo, quien se equivoca eres tú. Te puedo decir que en mi experiencia son los padres los equivocados prácticamente siempre. Tenemos una idea de lo que deberían comer que supera sus necesidades.
  • «Es que yo lo hago, pero x (abuela, abuelo, el otro progenitor, la cuidadora…) no lo cumple». Entonces hay dos opciones: O hablamos los adultos como adultos, en serio, o da el tema por perdido.

Y la reina de todas las excusas

  • «Es que me da pena». Una dieta pobre en los primeros años de vida puede cambiarse. Con 7, 8, 10 años ya no hay forma. Cuando son pequeños sólo pueden comer lo que los adultos les damos. Conforme crecen aumenta su capacidad de buscar alimentos alternativos. Si un niño tiene la típica dieta pobre (mucho azúcar, poca o nada de fibra) tiene todas las papeletas para sufrir en cadena:
    • Estreñimiento. No les gusta la fibra. La fibra son alimentos difíciles de procesar, que no saben a nada. Además cuando tomamos un alimento rico en azúcar sin fibra se absorbe rápidamente. La subida rápida de azúcar estimula al cerebro a liberar endorfinas. Las endorfinas son las «hormonas del placer». El azúcar tiene premio y produce adicción.
    • Obesidad. Sí. La mayoría de los niños que «no comen bien» acaban con sobrepeso. Es una dieta rica en azúcar sin fibra que se absorbe con facilidad y se acumula en forma de grasa. La mayoría de los malos comedores tienen sobrepeso evidente antes de los 10 años.
    •  Diabetes. A fuerza de sobrecargar al cuerpo con azúcar llega un momento que agotamos nuestra capacidad de manejarla y aparece la diabetes tipo 2. Cada vez es más frecuente en niños la que antes llamábamos «diabetes del adulto».
    • Colesterol alto. El exceso de azúcar se almacena en forma de grasa. Una parte de ese azúcar se transforma en colesterol aumentando sus cifras aunque el niño no coma grasas.
    • Cáncer de Colon. Con el tiempo, tras toda una vida de dieta inadecuada, puede aparecer el cáncer de colon.
    • Esta sucesión no es un «asusta viejas». Es una realidad cada vez más frecuente. Una realidad que marca la existencia de cada vez más gente, limitando su calidad de vida y acortándola. No solucionar esto sí que debería darte pena. Que llore por no darle su «dosis de azúcar» hasta que se «desenganche», es lo que debemos hacer para corregir los errores previos que hemos cometido.

Si tienes la suerte de leer esto antes de introducir la alimentación complementaria estás a tiempo de hacerlo bien desde el principio.

Siempre os pido que compartáis los artículos.

Pero éste, si te ha gustado y conoces alguien a quien pueda ayudar, ¡compártelo, por favor!

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Diabetes Mellitus Infantil

Diabetes Mellitus Infantil

Explicación para padres de que es la diabetes mellitus en niños ¿Porqué aparece? ¿Cómo se trata? ¿Cuál es su evolución y qué supone en la vida de un niño?

Qué es la Diabetes Mellitus Infantil

La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más conocidas en niños.

Diabetes significa orinar mucho. Porque uno de los síntomas más llamativos de esta enfermedad es que se orina mucho más de lo normal. Pero no empecéis a poneros nerviosos si vuestro hijo orina con frecuencia. Es normal que algunos niños orinen con mucha frecuencia por otros motivos. El sólo hecho de orinar mucho no es signo de diabetes.

Mellitus significa dulce. En la antigüedad, cuando se empezó a definir la diabetes mellitus se hablaba de que la orina era dulce. Sé que puede resultar «asquerosillo», pero se diagnosticaba saboreando la orina del enfermo. Es que no había laboratorios de análisis clínico…

Hablamos de Diabetes Mellitus porque hay otro tipo, la diabetes insípida: Es una enfermedad en la que se orina demasiado, hasta el punto de deshidratar al paciente, pero no hay un exceso de orina en sangre ni en orina. Se produce porque el riñón deja escapar demasiada cantidad de orina.

Por tanto Diabetes Mellitus es orinar mucho y con altas concentraciones de azúcar (glucosa) en orina y en sangre.

Cualquier analítica de sangre y orina puede diagnosticar la diabetes mellitus en cuestión de minutos. Y las determinaciones de azúcar en sangre capilar (pinchazo en el dedo) puede hacerlo en segundos. Hoy en día se están desarrollando incluso sistemas para controlar el nivel de azúcar en sangre sin necesidad de pinchar al enfermo.

Tipos de Diabetes Mellitus

Hay dos tipos fundamentales de Diabetes Mellitus:

Diabetes Mellitus Tipo 1. Se produce porque el Páncreas (uno de los órganos que tenemos en el abdomen) deja de producir insulina. Es la más frecuente en niños y su causa es en la mayoría de los casos Autoinmune. Esto significa que en algunos niños que tienen predisposición genética, a veces a partir de una infección producida por un virus el cuerpo empieza a producir defensas contra ese virus pero se confunden con las células que producen insulina en el Páncreas. Si esto ocurre el propio cuerpo puede acabar con esas células en cuestión de horas o pocos días. El resultado es que de repente el niño deja de producir insulina (la hormona que regula la concentración de azúcar en nuestra sangre), y el nivel de azúcar sube de forma incontrolada. Es irreversible. Aquél que la sufre ha perdido la capacidad de generar insulina de por vida, aunque se están experimentando técnicas para revertirla.

Diabetes Mellitus Tipo 2. Se produce porque el cuerpo pierde la sensibilidad a la acción de la insulina. Se asocia siempre a sobrepeso importante. Es cada vez más frecuente debido al aumento de la obesidad infantil. Es reversible si se reduce el peso del paciente.

Síntomas que deben hacernos sospechar de Diabetes Mellitus en un niño o bebé

La diabetes puede aparecer en cualquier edad, pero es mucho más frecuente en menores de 30 años.

En el caso que nos centramos, la Diabetes Mellitus Infantil, puede aparecer en cualquier momento desde el nacimiento.

Los 4 síntomas que nos suelen orientar a pensar que un niño pueda tener Diabetes Mellitus son:

Bebe mucho, orina mucho, come mucho y pierde peso.

IMPORTANTE: Son los cuatro síntomas juntos los que nos hacen pensar en Diabetes Mellitus. Si no reúne los 4 a la vez no sospechamos diabetes mellitus:

– Un niño puede beber mucho porque use el líquido como forma para tranquilizarse (potomanía) y si lo hace orinará mucho. Pero habitualmente estos niños no comen demasiado porque llenan su estómago de líquido y eso les hace sentirse saciados. Cuando esto es así a veces pierden peso. Pero como vemos en el ejemplo reúne 3 de los 4, y no es Diabetes Mellitus.

– También hay niños que beben mucho, orinan mucho y comen mucho (bulimia-potomanía). Pero no suelen perder peso, sino ganarlo en exceso.

– Hay también niños que orinan con mucha frecuencia, pero lo hacen en cantidades muy pequeñas. En este caso la causa sueles ser que se trate de niños nerviosos, vejiga hiperactiva o infecciones más o menos intensas de la vía urinaria.

Por tanto para sospechar Diabetes Mellitus, los cuatro síntomas a la vez.

Diagnóstico de la Diabetes Mellitus

Se diagnostica mediante analíticas:

Nivel de azúcar en sangre: El valor de glucosa en sangre con el que se considera que un niño tiene Diabetes Mellitus ha ido cambiando con el tiempo y no os lo voy a dar para que el diagnóstico se haga como debe ser por un profesional. La razón es que hay situaciones en las que podemos ver niveles de glucosa elevados sin que sea una Diabetes Mellitus. Los más frecuentes, en vómitos persistentes o en situaciones graves de estress (por ejemplo en infecciones graves, accidentes o quemaduras extensas). Pero además cuando se diagnostica una Diabetes Mellitus el tratamiento debe iniciarse en un hospital hasta que nos aseguramos de que los padres están preparados para seguir el tratamiento adecuadamente en su casa.

Nivel de azúcar en orina: La detección de azúcar en orina es prácticamente diagnóstico claro de Diabetes Mellitus. Pero me remito a lo dicho en el punto inferior. Debe confirmarse siempre y empezar a tratarse en un hospital.

Nivel de Insulina en sangre: Es lo que nos diferencia la Diabetes tipo 1 de la tipo 2. En la primera el nivel de Insulina es muy bajo o indetectable. Mientras que en la tipo 2 el nivel de insulina es normal o incluso alto, pero no hace efecto.

Evolución de peso: En la Diabetes Mellitus tipo 1 vemos una pérdida de peso desde que aparece hasta que se controla. Mientras que en la Diabetes Mellitus tipo 2 ha habido una ganancia de peso importante antes de la aparición de la enfermedad.

Tratamiento de la Diabetes Mellitus Infantil

En la Diabetes Mellitus tipo 1

Insulina

Dado que la Diabetes Mellitus tipo 1 significa que el niño no produce insulina, debemos dársela. Se administra por inyecciones bajo la piel. Pero también puede hacerse con bombas de infusión.

No me extenderé demasiado en esto porque sería tema para un artículo completo. Pero ningún niño diabético tipo 1 debe ser dado de alta de un hospital sin que los padres controlen adecuadamente la administración y modificación de dosis de insulina de su hijo.

Dieta

Evidentemente como estos niños no regulan bien sus cifras de azúcar en sangre, es recomendable que la dieta elimine alimentos ricos en azúcar de fácil absorción y que tomen alimentos con azúcares de absorción más lenta y más estable.

Es decir: Eliminar azúcar como tal (alimentos industriales, salsas tipo ketchup y todo tipo de bebidas diferentes al agua) y aumentar la cantidad de fibra en la dieta (frutas, verduras, legumbres y cereales integrales).

Ejercicio

Es importante realizar ejercicio en los diabéticos, porque la ausencia de ejercicio favorece en estos niños la pérdida de masa muscular que se va consumiendo cuando el cuerpo necesita otros recursos de los que obtener energía.

Regularidad

Controlar el azúcar sin tener ascensos importantes pero tampoco hipoglucemias (bajadas, que son más peligrosas aún que las subidas) es algo complicado. Pero casi imposible si la dieta y el ejercicio físico tienen altibajos importantes. Y conseguir esa regularidad en niños y más aún en adolescentes es muy complicado. Pero esencial para la evolución a largo plazo.

En la Diabetes Mellitus tipo 2

Insulina o Hipoglucemiantes

En la diabetes mellitus tipo 2 lo que tenemos en una pérdida de sensibilidad a la insulina. Se puede tratar administrando dosis mayores de insulina, pero habitualmente no es útil a medio plazo. Lo que se usa son otros medicamentos que actúa reduciendo la cantidad de azúcar en sangre por otras vías. Suele empezar a tratarse en casa. No es necesario el ingreso hospitalario en la mayoría de los casos.

Los demás elementos del tratamiento son similares a la forma de actuar en la diabetes tipo 1.

Disminución de peso

Es lo más importante en la diabetes mellitus tipo 2. Lo recomendable es aplicar una estrategia estable guiada y seguida por un nutricionista.

Control de complicaciones en Diabetes Mellitus

Ser diabético significa que el exceso de azúcar daña los vasos sanguíneos de quien lo padece cuando el azúcar se mantiene en cifras altas. Por eso es importante el control adecuado.

Cuanto peor se controla el azúcar y más alta es de forma mantenida más fácil es que los capilares se dañen y acabe afectando a distintos órganos. Los más sensibles son 3:

Ojos: Al dañar los capilares de la retina, aparece lo que llamamos retinopatía diabética, que puede acabar en ceguera.

Riñones: Al dañar los vasos de los riñones puede producir insuficiencia renal. Muchos diabéticos acaban precisando diálisis.

Piel de los pies: Al dañar el riego de sangre de la piel, especialmente en los pies pueden aparecer úlceras en la piel que se infectan con facilidad y si no se tratan adecuadamente pueden acabar en amputaciones (cortando trozos de carne muerta, primero los dedos, a veces después porciones completas de los pies).

No enumero estas complicaciones para ser sensacionalista. Ser diabético tipo 1 es una faena. Para los padres de un niño pequeño es una de las peores noticias que pueden recibir, porque significa que su hijo va a tener toda su vida problemas de salud y va a tener que ser cuidado de forma especial. Lo contrario pasará una factura muy dura en secuelas y pérdida de esperanza de vida.

Pero hoy en día disponemos de más herramientas que nunca para que eso pueda reducirse si lo hacemos bien. Y seguimos avanzando de forma constante. Lo que pasa es que a veces entender esto se transforma en una carga de responsabilidad difícil de soportar.

Por eso os recomiendo que si vuestro hijo es diagnosticado de Diabetes Mellitus tengáis en cuenta dos recursos esenciales:

Apoyo Psicológico. Para vosotros y cuando llegue su momento para vuestro hijo. Convivir con esta enfermedad puede ser duro y puede generar ansiedad o depresión. La solución no es recurrir a medicamentos que te hacen depender de ellos, sino desarrollar las actitudes y habilidades necesarias para tener una vida plena a pesar de la Diabetes Mellitus.

Asociaciones de Diabéticos. Conocer a otros padres que están pasando por esta situación y recibir apoyo, comprensión y consejos por su parte (y darlos) es esencial para convivir con esta enfermedad.

Por último. Si tu hijo es diagnosticado de Diabetes Mellitus, es sin duda algo que todos preferiríamos que no hubiese ocurrido. Pero si es la realidad que ha tocado afrontar, hazlo con buen ánimo. Es un reto, pero va a fortalecer tu papel como padre o madre. Serlo con responsabilidad nunca es fácil. Esto es un matiz que debe serviros de impulso para afrontar la paternidad con más dificultades, pero también de forma más vital.

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El azúcar en la alimentación infantil

El azúcar en la alimentación infantil.

La introducción de azúcar en la alimentación infantil es origen de muchos problemas. Debería prohibirse, pero mientras no lo hagan evítala por su salud.

Si tengo que nombrar a un experto en este tema que me haya influido es alguien que no era médico: Michel Montignac

Su aportación principal fue enfocar el problema del síndrome metabólico (obesidad, exceso de grasa y azúcar en sangre) con el índice glucémico en lugar del recuento de calorías.

Cuando se entiende esta idea se aprecia hasta qué punto el azúcar añadida en nuestra alimentación es la clave para entender muchos problemas. Y porqué es tan importante evitarla en la alimentación infantil.

El índice glucémico frente a las calorías

Todos los alimentos tienen una composición compleja. Prácticamente todos contienen de forma natural azúcar. Cada alimento cuando lo comemos produce una elevación de azúcar en sangre. Lo que mide el índice glucémico es cuánto sube el azúcar en sangre tras tomar una cantidad fija de cada alimento.

Este índice puede cambiar dependiendo de la forma en la que el alimento esté cocinado, de forma que no es igual comer zanahoria cruda que hacerlo con zanahoria cocida. Cocida subirá mucho más el azúcar que cuando está cruda, porque cocida las formas complejas de azúcar se simplifican haciéndose más fáciles de digerir y absorber.

La teoría imperante sobre dietética en las últimas décadas fue la del recuento de calorías:

  • Los hidratos de carbono producen 4 calorías por gramo.
  • Las proteínas 4 calorías por gramo.
  • Las grasas 9 calorías por gramo.

Eso hace que cuando nos basamos en las calorías para el control del peso el producto a evitar sean claramente las grasas.

Pero un kilo de zanahorias cocidas tiene las mismas calorías que un kilo de zanahoria cruda…

Michel Montignac defendía (murió en 2010) que la cuestión no es el recuento de calorías. Es algo levemente más complejo, pero aún así fácil de entender:

Si pensamos por ejemplo en la alimentación que existía hace 50 años nos daremos cuenta de que el consumo de grasas era mayor que ahora. Lo que hacía que en recuento de calorías la dieta fuera más potencial generadora de obesidad que en este momento. Pero sin embargo en la actualidad hay mucha más obesidad. Esto se debe a que la capacidad del cuerpo de absorber grasas es más limitada que la de absorber azúcar y almacenarla en forma de grasa.

Niveles de azúcar importantes en sangre

Cada persona tiene dos niveles de azúcar en sangre que son importantes:

  • Hay un nivel por debajo del cual si baja el azúcar sentimos hambre. Todos, hasta los niños «que no comen», sentimos hambre cuando ese nivel es traspasado. Cuando ocurre buscamos comida y tenemos tendencia a buscar alimentos ricos en azúcar para corregir el desequilibrio.
  • Hay otro nivel por encima del cual nuestro cuerpo interpreta que sobra azúcar y libera insulina, una hormona que hace que el azúcar se introduzca en las células, especialmente, cuando sobra, lo hace en las células del tejido adiposo (el tejido graso de nuestro cuerpo). Cuando más rápida y elevada es la subida de azúcar más insulina se libera y más se almacena ese azúcar transformada en grasa en nuestro cuerpo. En las personas con sobrepeso el origen de la grasa que acumula procede en mucha mayor medida del azúcar que el propio cuerpo ha transformado en grasa que de la grasa absorbida de la dieta.

Otro efecto importante del azúcar. La saciedad

Cuando el nivel de azúcar es bajo en sangre hay zonas de nuestro cerebro que desencadenan la reacción que llamamos hambre. Cuando esas zonas captan azúcar suficiente, desaparece el hambre.

Es importante entender esto para comprender dos efectos frecuentes:

  • Comer rápido engorda. Cuando uno come lentamente, da tiempo a que se vayan absorbiendo azúcares que al alcanzar el nivel adecuado desencadenan la saciedad. Ya no tenemos más hambre. Pero si comemos muy rápido la cantidad que nos da tiempo a tomar antes de haber permitido que se absorban los primeros azúcares es mayor. Y como hemos dicho antes si los azúcares se absorben lentamente el nivel alcanzado es menos alto y se libera menos insulina. Si comemos rápido la misma cantidad de azúcar hace un pico más elevado que estimula una mayor secreción de insulina.
  • Los edulcorantes no son la solución. Hay estudios que muestran que la gente que come con productos light (bebidas light por ejemplo) come más que cuando no lo hace. Al parecer los edulcorantes tienen la capacidad de unirse a las zonas del cerebro que controlan la saciedad, dificultando que lo haga el azúcar, pero no siendo capaces de desencadenar la reacción de que el hambre ha cedido. Eso hace que la cantidad de azúcares que uno acaba comiendo para acabar sintiéndose saciado es mayor si hay edulcorantes en la comida.

¿Qué ocurre cuando comemos azúcar?

Ya he dicho que todos los alimentos contienen azúcares. Y lo que diferencia unos de otros es la facilidad que el cuerpo tiene de absorberlos en mayor o menor proporción, más rápida o más lentamente.

Cuando el nivel de azúcar en mi sangre es bajo, algunas zonas de mi cerebro que controlan este nivel desencadenan una reacción que llamamos hambre.

Empiezo a buscar alimentos ricos en azúcar que corrijan la falta.

Si tomo alimentos ricos en azúcar y pobres en fibra

El azúcar se absorberá rápidamente. Pero lo hará cuando el alimento llegue al intestino, en lo que tardará un rato. Si cómo muy rápido, la cantidad de alimento que he tomado hasta que empiece a subir el azúcar será mayor.

Una absorción rápida de azúcar abundante subirá por encima del nivel en el que mi cuerpo interpreta que sobra, produciendo dos efectos:

Saciedad: Se me quita el hambre. Pero como he dicho será más difícil alcanzar este nivel si he tomado edulcorantes, no lo olvides. Cuando las zonas del cerebro que controlan el hambre y la saciedad reciben cantidad suficiente de azúcar nos «premian» liberando endorfinas (que producen una  sensación placentera).

Secreción de insulina: Cuando más rápido sube el azúcar y más alto llega mayor es la secreción de insulina. Todas las células del cuerpo absorberán parte de ese azúcar, pero sobre todo lo harán las células capaces de transformar ese exceso de azúcar en grasa para almacernarla. Si la subida ha sido muy intensa, la alta dosis de insulina segregada para corregirla hará que baje rápidamente. Hasta el punto de volver a situar el azúcar en sangre por debajo del nivel en el que volvemos a tener hambre.

Este proceso puede durar menos de 2 horas, volviendo a buscar alimentos ricos en azúcar.

Las personas con sobrepeso:

– Sienten hambre con más frecuencia porque este proceso se repite una y otra vez, con lo que comen más y ganan más peso.

– Liberan cantidades mucho mayores de insulina lo que hace que con el tiempo la sensibilidad de las células del cuerpo a su acción vaya siendo menor (es lo que llamamos diabetes tipo 2).

– Producen en su cuerpo cantidades mayores de grasa para almacenar ese exceso de azúcares, haciendo que suban los triglicéridos y el colesterol.

– El sobrepeso reduce la movilidad de estas personas volviéndolas más sedentarias y reduciendo el consumo de azúcar y grasas de almacenamiento.

– El exceso de grasa ayuda a conservar el calor corporal lo que reduce la cantidad de energía necesaria para mantener la temperatura del cuerpo.

– Su aspecto es socialmente rechazado lo que les lleva a tener una vida menos activa en relaciones y a sufrir ansiedad y depresión. Las endorfinas producidas cuando sube el azúcar en sangre alivian tanto la depresión como la ansiedad momentáneamente. Lo que lleva a las personas con problemas psicológicos asociados al sobrepeso a consumir más alimentos ricos en azúcar. Tener cifras de endorfinas altas en sangre con frecuencia hace que respondamos cada vez menos a ellas, no disfrutando de las pequeñas liberaciones de endorfinas que producen otras conductas distintas a la comida.

Todo esto junto es lo que llamamos Síndrome Metabólico. El mayor problema de salud crónico de los países desarrollados.

Y si tomo alimentos pobres en azúcar o ricos en fibra

La fibra dificulta la absorción de azúcares. La fibra en realidad es también azúcar. Pero son azúcares unidos en una estructura tan compleja que al cuerpo le cuesta horas digerirla. Y sólo lo consigue en parte.

Cuando tomamos alimentos compuestos de azúcares complejos (fibra como la de las legumbres, la fruta, las verduras o los cereales integrales que además no están demasiado cocidos) el azúcar sube, pero lo hace lentamente y de forma mantenida durante horas.

Eso hace que alcancemos el nivel en el que hay azúcar suficiente para que no tengamos hambre. Pero ese nivel estimula una secreción de insulina mucho más leve.

El resultado es que:

– Se liberan endorfinas en una dosis menor. Nos sentimos bien, pero estos alimentos no tienen la capacidad de aliviar depresión o ansiedad de los alimentos ricos en azúcar puro. En contrapartida, también ocurre que como los niveles de endorfinas a los que se acostumbra el cuerpo son menores, cualquier liberación más leve es más apreciada por el organismo. Con lo que en realidad acabamos sintiéndonos mejor y apreciando más otros placeres de la vida distintos a comer. Y eso nos impulsa a realizar otras actividades generadoras de endorfinas, como la afectividad, el deporte, la realización personal…

– Pasamos más horas sin hambre, lo que hace que comamos menos y por tanto no ganemos peso.

– La secreción de insulina al ser menor produce una absorción más equilibrada del azúcar por todas las células del organismo y menor por las que acumulan el exceso en forma de grasa.

– Al no tener exceso de grasas de almacenamiento, colesterol y triglicéridos bajan.

Por tanto está claro que para evitar el síndrome metabólico la clave no es la reducción de grasas en la alimentación sino:

– La reducción drástica de azúcares de fácil absorción.

– El aumento de fibra (azúcares de difícil absorción) en la dieta.

– Estimular la realización de actividades generadoras de endorfinas distintas a comer: Deporte, afectividad, realización personal…

Este esquema aplicado a niños

Todo lo explicado hasta aquí es igual independientemente de la edad. Pero ahora voy a centrarme en niños y porqué en ellos es especialmente importante entender esto.

Programación metabólica y de conductas

Para que se entienda, yo suelo decir que un niño es un ordenador con muy poca programación de base. Es como si tuviese el sistema operativo, pero depende de los programas que le carguemos después funcionará de un modo u otro.

En los primeros años de vida se programan cinco aspectos que son esenciales y van a seguir ahí el resto de la vida:

– Metabolismo.

– Conductas relacionadas con la alimentación.

– Conductas relacionadas con la afectividad.

– Conductas relacionadas con el sueño.

– Inmunidad.

Todos son modificables en mayor o menor medida en etapas posteriores, pero en su mayoría no reversibles del todo. Cuanto antes se establece una forma concreta de funcionamiento en uno de esos aspectos y más tiempo persiste, más difícil es de cambiar.

Todo lo hablado antes respecto al síndrome metabólico en niños lleva a que una dieta rica en azúcar:

– Produzca un sobrepeso ya desde la infancia.

– Una alteración del esquema corporal que lleva a ser rechazado por los demás y a rechazarse a sí mismo. Con una menor autoestima y la tendencia a realizar menos actividades productoras de endorfinas alternativas a la comida.

– Un tejido graso sobre-dimensionado que almacena azúcar con más facilidad en forma de grasa.

– Un exceso de secreción de insulina que hace que el organismo se vuelva cada vez menos sensible a su efecto (diabetes tipo 2). Cada vez tenemos mayor número de niños con este tipo de diabetes.

– Un exceso en grasas de almacenamiento que empiezan a acumularse precozmente en sitios donde dan problemas como las arterias o el hígado.

– Tomar productos azucarados distorsiona la dieta infantil, ya que al sentirse saciados rechazan tomar otros alimentos que les resultan menos atractivos, teniendo dietas con cada vez más azúcares y menos fibra.

Reflexión final ¿Prohibición del azúcar en alimentación infantil?

El síndrome metabólico es la enfermedad crónica más frecuente en los países «desarrollados».

El consumo de alcohol y tabaco está prohibido a los niños, porque sabemos que tiene un efecto adictivo y que genera un daño claro para la salud. No podemos controlar el hecho de que alguien privadamente dé alcohol a un niño o fume en su presencia (por tanto ellos fuman). Pero lo que sí hace el Estado es impedir con leyes que haya quien se lucre con ello.

Pues el consumo de azúcar es adictivo y genera problemas de salud claros. No podemos evitar que los padres den alimentos enriquecidos en azúcar a sus hijos. Pero desde luego lo que el Estado sí debería hacer es prohibir la comercialización (y no hablemos de la publicidad en horario infantil) de productos enriquecidos en azúcar dirigidos a niños.

Yo cada vez que veo un anuncio de una bebida azucarada para niños es como si viese un anuncio de tabaco dirigido a ellos: En horario infantil, con un personaje especialmente pensado para resultarles atractivo, con regalos que incentivan su consumo y con una sustancia adictiva en su composición que hace que tienda a tomarse de forma irracional.

¿Qué pensarías si vieses un anuncio similar pero en el que estimulasen a tu hijo a fumar o beber destilados?

Esto no es ninguna exageración.

Hace unos años la OMS publicó un estudio en el que se mostraba que el consumo de una bebida azucarada al día en niños de 10 años podía generar 7 kg de sobrepeso al año. ¿Y sabéis que echan la mayoría de las madres a sus hijos para que tomen en la merienda del colegio como bebida? Zumos, batidos, bebidas para deportistas, yogur líquido… Todos son productos azucarados.

Si en algún momento se decide hacer una legislación que regule esto es importante que no se simplifique a azúcar (sacarosa) y tengamos claro que hay formas camufladas de añadir azúcares a los alimentos (para volverlos más dulces, no es que se pretenda dar azúcar porque sí), como añadir extractos de alimentos ricos en ella (extracto de piña, uva, manzana….) o calentarlos para fraccionar los azúcares complejos y liberar los más simples.

Estos trucos llegan a usarse incluso en alimentación para bebés.

Lo que debería restringirse en alimentos destinados a niños es:

  1. La cantidad total de azúcares en forma de disacáridos y monosacáridos (azúcares simples). De modo que no pueda tener un índice glucémico superior al alimento natural del que proviene.

  2. La presencia de edulcorantes.

Mientras esto no se legisle, si eres padre o madre y has llegado a leer hasta aquí, mi consejo es que no compres estos productos.

Que cuando hagas la compra mires la composición de lo que compras y prescindas de todos aquellos alimentos enriquecidos en azúcar.

Los más frecuentes son:

Zumos, batidos, yogur líquido, bebidas para deportistas, lácteos azucarados, repostería, pastelería, bollería, salsas tipo Ketchup, salsas para ensaladas, pan de molde…

Y que si tu hijo empieza a tener problemas de sobrepeso:

  1. Elimines totalmente estos alimentos de su dieta. No los compres.
  2. Añadas la mayor cantidad posible de fibra a su dieta: Fruta (no zumo, a bocados), verdura cruda (no cocida, especialmente evita arroz, zanahoria y patata cocida), cereales integrales, legumbres.

Me alegraría mucho que alguien con la capacidad política para promover una ley así leyese esto.

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Diabetes infantil: Día mundial de la Diabetes

Diabetes infantil, 14 de Noviembre Día Mundial de la Diabetes

Posiblemente la mayoría desconozcáis que la diabetes infantil es la segunda enfermedad crónica más frecuente en niños y que nos puede pasar a todos.

Mi nombre es Emma Albiñana, soy pediatra al igual que Jesús Garrido. En mi caso, además de ejercer una pediatría general para niños y adolescentes, tengo especial dedicación a la diabetes infantil.

Hoy, 14 de Noviembre, es el Día Mundial de la Diabetes, y este año marca el primero de los 3 que durará la campaña “Vida Saludable y Diabetes”.

Es por ello que agradezco especialmente la posibilidad de participar en la comunidad de MiPediatraOnline, porque si los “Días Internacionales o Mundiales” pueden ayudar a concienciar y prevenir, con la capacidad de vuestra comunidad para compartir y colaborar en la difusión de contenidos, creo que podremos hacer llegar esta información a muchas personas. Para mí, esto tiene un valor incalculable, deciros que incluso he “alumbrado” prematuramente mi web consultapediatra.com, en la que todos los que os encontréis afectados de alguna forma por la diabetes podréis encontrar más contenido, aunque ni que decir tiene, que me sería muy grato volver, si así lo solicitáis.

Me ha parecido que la prevención sería el tema más adecuado hoy, espero que resulte de vuestro interés.

¿Puede prevenirse la diabetes infantil?

Existen varios tipos de diabetes pero el tipo 1 y el tipo 2 son los más frecuentes.

La diabetes aparece cuando hay un mal uso del azúcar en sangre; bien porque el organismo no produce insulina (diabetes tipo 1), o bien porque la insulina no funciona como debería (diabetes tipo 2).

La insulina es una hormona producida en el páncreas que favorece la entrada de azúcar en la célula para que sea utilizada como fuente de energía. Al no poder entrar el azúcar en las células, su cantidad en sangre aumenta y como consecuencia la persona enferma.

La diabetes tipo 1 no puede prevenirse, ni siquiera los médicos pueden determinar con exactitud quién padecerá la enfermedad y quién no. Existe una predisposición genética sobre la cual actúan una serie de factores ambientales y desencadenantes para que aparezca la enfermedad. Estos factores suelen ser infecciones, virus en su mayoría, pero siempre sucede sobre una base genética, no por padecer la infección en sí.

No es contagiosa y no se presenta por comer mucho azúcar. Es la que vemos frecuentemente en la infancia.

Se presenta en su debut (se llama de esta forma al diagnostico inicial de diabetes) con unos síntomas característicos, os enlazo a un artículo que los describe en niños para aquellos que deseéis conocerlos desde ya, puesto que si los detectas a tiempo en tu hijo puede mejorar su evolución y evitar daños.

Supone un shock emocional muy importante para los padres y para el propio niño si éste es mayor, como sucede con cualquier diagnóstico de una enfermedad crónica, por lo que es fundamental una adecuada información desde el primer día para que la adaptación sea correcta y por tanto su manejo, nuevamente os enlazo un artículo, ya que desafortunadamente todos los días hay niños debutantes y algunos consejos a tiempo pueden ser de mucha ayuda.

La diabetes tipo 2 puede prevenirse en algunos casos. En este tipo de diabetes, el páncreas produce insulina, pero el organismo no responde a esta hormona como debería.

La mayoría de las personas con diabetes tipo 2 tiene sobrepeso. Es la diabetes que la mayoría de las personas conoce, se relaciona con la edad adulta si bien es cierto que cada vez es más frecuente en la infancia debido al aumento de la obesidad en los niños.

¿Cómo puede prevenirse la diabetes tipo 2 en niños?

Casi tan importante es hacer ejercicio de manera regular como llevar una dieta saludable. Esto es, con bajo contenido graso y especialmente evitando azúcares refinados.

En este año 2014 cobra especial interés la alimentación para concienciar a la gente que con una alimentación saludable se puede prevenir la diabetes tipo 2 y en el caso de ya padecerla o tener otro tipo de diabetes, se van a prevenir las complicaciones de la misma.

 

Mis consejos para una vida saludable son:

  1. Toma 500 mL de leche al día (o su equivalente).
  2. Come 2-3 piezas de fruta al día (lavada y con piel aporta más fibra).
  3. Bebe AGUA.
  4. Pocas grasas saturadas y fritos.
  5. Come verduras a diario en comida y cena.
  6. Pescado al menos tantas veces como carne.
  7. Realiza 5 comidas al día, no menos.
  8. No te saltes el desayuno (debe ser la cuarta parte de la comida diaria).
  9. No te “enganches” al alcohol o a las drogas (adolescentes).
  10. Haz deporte.

 

Ya veis, sí que se puede prevenir la diabetes en algunos casos.

Espero haberos ayudado a tomar conciencia de la frecuencia de la diabetes infantil, y os pido que compartáis este contenido, sencillamente porque hoy es el Día Mundial de la Diabetes y debe alcanzar toda la difusión que podamos darle para ayudar a tantas familias como sea posible.

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¿Es lo mismo para un niño tomar fruta que zumo?

Muchos padres ofrecen zumo de frutas a sus hijos pensando que es sano. No es una buena solución. El pediatra explica porqué.

 

A muchos niños no les gusta la fruta. Ya desde el principio, cuando se la damos por primera vez a un bebé, suele poner caras raras.

No es extraño. Su sabor es ácido. Y la mayoría de los niños prefieren el dulce.

Esto no es siempre así. A muchos niños les encanta la fruta.

Pero en los casos en que no la aceptan hay un problema.

Los padres tienen claro que la fruta es rica en vitaminas, y se preocupan si su hijo no la toma.

En ese momento, aparece el zumo. Lleva vitaminas y la mayoría de los niños que no quiere comerla, acepta bien el zumo de fruta.

Ahí tenemos varias opciones:

Zumo natural hecho en casa.

Zumo envasado.

– Mezcla de zumo con otras cosas.

Respecto a los zumos envasados y mezclas de zumo con otras cosas: En muchos casos llevan añadido azúcar. No es por maldad.

El sabor dulce gusta, y además compensa el ácido. Y si al consumidor le gusta más, lo compra frente al de la competencia.

Como ya tiene cierta mala fama el tema del azúcar, hay muchos que basan parte de su publicidad en «sin azúcar añadida».

Pero ahí, también hay trucos: Puedo no añadir azúcar como tal, pero añadir extracto de zumo de uva o piña. Se buscan extractos especialmente ricos en azúcar «natural», para añadirlos a otros zumos.

El resultado vuelve a ser un zumo «enriquecido en azúcar«.

Pero, ¿y si le hago yo el zumo a mi niño en casa?

El zumo natural no es malo en sí. Pero es una versión muy pobre de la fruta.

Para hacernos una idea, la diferencia entre el zumo y la fruta es la misma entre una ensalada de remolacha y un terrón de azúcar.

El problema de verdad es que le quitamos la fibra. Y es la fibra la que hace que la fruta y la verdura sean formas sanas de tomar hidratos de carbono. Es decir azúcares.

Las vitaminas son importantes. Pero lo es aún más la forma en la que se absorve el azúcar. Porque en la actualidad, las carencias de vitaminas son algo mucho menos frecuente y grave en nuestra sociedad, que la obesidad infantil.

Podemos entender con facilidad la diferencia:

Cuando tomamos fruta completa, la fibra enlentece la absorción de azúcar, con lo que los niveles de azúcar en sangre se mantiene en cifras suficientes para eliminar el hambre, sin llegar al nivel en el que el azúcar sobrante se almacena en forma de grasa.

azúcar con fibra
Absorción de azúcar con fibra: Sano

Pero cuando tomamos zumo, hemos eliminado la fibra. Eso hace que el azúcar se absorba rápidamente. Sube hasta niveles en los que sobra azúcar, que se almacena en forma de grasa. Y baja en seguida, con lo que se vuelve a tener hambre.

Absorción de azúcar sin fibra.
Absorción de azúcar sin fibra: No es sano.

Hay bebidas azucaradas peores para la salud que los zumos, y evidentemente si estos son naturales, es mejor que los envasados.

Pero la realidad es que la forma sana de tomar fruta, es con su fibra.

Y como bebida, la única realmente sana es el agua.