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Bulto en el Pecho de un Bebé

Bulto en el pecho de un bebé

La presencia de un Bulto bajo el Pezón de algunos Bebés es algo que a veces descubren los padres con preocupación. Os explico cual es su causa habitual.

Durante el tiempo que el bebé ha estado en el vientre materno, a través de la placenta, han pasado gran cantidad de hormonas de la madre a su sangre.

Entre ellas están las hormonas responsables de preparar el pecho para la lactancia. La principal es la Prolactina, que durante el parto aumenta de forma importante. Antes de que se desprenda la placenta pueden pasar dosis altas de prolactina al bebé. Su efecto, como en la madre es estimular el desarrollo de la glándula mamaria.

«Leche de brujas» y mastitis en los bebés

A todos nos suena de los cuentos de nuestra infancia que «las brujas» tienen unos laboratorios llenos de brebajes poco comunes que usan en sus pociones. Se supone que buscan sustancias raras en la naturaleza por sus propiedades mágicas.

En algunas zonas llaman «Leche de Brujas» a la secreción láctea que algunos bebés producen en las primeras semanas de vida. Hasta ese punto puede llegar el efecto de la Prolactina que recibe el recién nacido. Hay bebés, tanto niñas como niños, que pueden llegar a producir leche.

Evidentemente es en una cantidad mínima. Y lo normal, siguiendo el mecanismo normal de funcionamiento del pecho, si no lo vacías deja de producirse.

¿Hay que hacer algo cuando esto ocurre? Pues sí, no vaciar el pecho y tocarlo lo menos posible. El objetivo es no estimular la secreción. Porque como no se va a hacer regularmente y la glándula no está preparada para esa función, es fácil que no drene bien y de lugar a obstrucciones y a veces incluso a mastitis.

En esta fase lo que notamos es que el pecho del bebé adquiere forma, está abultado, y a veces si lo presionamos, por ejemplo al sujetar al bebé boca abajo sobre nuestra mano, mancha una gotita de leche.

Mientras no esté caliente, rojo ni el bebé tenga signos de dolor o fiebre no es necesario hacer nada.

En caso de aparecer dolor o fiebre evidente debe ser valorado por el pediatra por si está empezando a desarrollar una mastitis.

Un bulto en el pecho en los primeros meses de vida

¿Qué ocurre con esa glándula mamaria que había crecido por el efecto de las hormonas maternas?

Pues que se atrofia. Si no se vacía el pecho del bebé, ni se estimula con succión, no va a producir más prolactina. Y ante su falta la glándula se va reduciendo de tamaño hasta hacerse inapreciable.

Pero en los casos en los que el crecimiento fue más llamativo es normal que el tejido atrofiado abulte lo suficiente para ser palpable. Ese bulto en el pecho, bajo el pezón, del tamaño de una lenteja o levemente mayor puede permanecer ahí durante bastantes meses. A veces más de un año.

Es frecuente que un día los padres lo descubran de forma casual al tocar el pezón, notando un bultito por debajo de la piel, que se mueve con facilidad, no parece doler al bebé y que está localizado justo bajo el pezón. En muchos casos acuden preocupados a la consulta del pediatra.

No hay motivo. Mientras ese bulto no sea doloroso, no haya sangrado en el pezón, no tenga inflamación y veamos que con el paso de los días no crece, es simplemente el resto atrofiado de ese crecimiento mamario que tuvo en las primeras semanas de vida por efecto de las hormonas de la madre.

A veces los padres dicen que ha salido hace pocos días. Pero no es real. Creció tras el nacimiento y luego lo que ha tenido es una reducción lenta de su tamaño. Lo que pasa es que a veces no lo habían notado antes o no ha sido evidente hasta que la reducción de la glándula ha hecho el tejido mucho más compacto.

Si no ha habido una mastitis y nadie ha llamado la atención de los padres sobre el crecimiento de las mamas del bebé tras el nacimiento, esta primera fase puede pasar desapercibida y a los padres les cuesta entender la segunda. En ocasiones incluso al explicarlo se ve en sus caras incredulidad. «¿Pero qué me está contando?»

Os aclaro a modo general respecto a bultos. Un bulto que no crece de forma evidente, no duele y no sangra, en la gran mayoría de los casos, corresponde a algo benigno y que es normal en la propia evolución del cuerpo. Pero ante la duda, consulta a alguien con más experiencia: Tu pediatra.