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Lactancia materna

Lactancia materna: Consejos para que la lactancia materna funcione y solucionar los problemas más frecuentes.

 

Si has elegido la lactancia materna, enhorabuena. Es la mejor opción para ti y para vuestro hijo. Realmente, disfrútala.

Repito algo que suele ser necesario tener claro los primeros días:

Casi todas las madres al principio tienen la sensación de que no tienen pecho.

Si eso fuese cierto aquí no estaríamos ninguno, porque antes no había otra cosa.

De hecho no llega al 1% el número de madres que realmente no tiene pecho.

En cuanto a la duración de la lactancia

Cuando es posible conviene mantener el pecho como alimentación exclusiva hasta aproximadamente los 6 meses de edad (pueden ser cuatro o ser ocho).

Hasta el año complementado con otros alimentos.

Y a partir del año como complemento de la alimentación hasta que se produzca el destete «voluntario». Si es posible, os recomiendo mantener la lactancia hasta acabar la introducción de todos los alimentos, ya que hacerlo protege contra la aparición de alergias. 

En mi opinión voluntario significa cuando el niño o la madre lo deciden.

Higiene en la lactancia:

Ducha diaria normal en todo el cuerpo. A que es simple. Pues sólo es una de la ventajas respecto al biberón.

Entre las tomas se pueden usar discos de algodón prensado para proteger los pezones del roce con la ropa o para no mancharla. Pero no son indispensables.

Postura para dar el pecho:

Lo más importante es que estéis cómodos.
Para eso hay quien da el pecho tumbada, quien usa cojines que ayuden a soportar el peso del niño… Cada madre debe encontrar la suya.
En cuanto al niño debe evitarse también posturas forzadas.

Sólo 2 claves para una correcta postura al dar el pecho:

Su ombligo debe estar dirigido hacia tu cuerpo, de modo que no tenga que girar la cabeza hacia ti para coger el pecho, sino que lo encuentre de frente.

La cabeza de frente hacia el pezón, que no tenga que tirar de él para cogerlo, ni estirar o doblar el cuello.

Es frecuente que cuando falla alguno de estas dos claves, el niño tire continuamente del pezón porque se le escapa y haga la toma mucho más dolorosa para la madre y más incómoda para el niño.

Para dirigir el pezón hacia el niño se suele aconsejar que la madre sujete su pezón con dos dedos, uno por encima y otro por debajo, lo que permite dirigir el pezón sin dificultarle la respiración al bebé. Si lo haces ten cuidado de no acercar los dedos demasiado a la areola porque evitarías que el niño la agarre bien. Pero es mejor poner al niño de forma que se encuentre el pezón de frente sin necesidad de tener que tirar del pecho en ninguna dirección.

Recordatorio muy importante a estas alturas:

Si agobios, que saben hacerlo hasta las ovejas, no puede ser tan complicado.
En el momento que va a cogerse:

-Para que no dañe el pezón y facilitar la extracción de la leche intenta que coja con la boca todo el pezón y la mayor parte posible de areola. Eso puede ser más fácil si en el momento que te lo acercas abres la boca del niño tirando levemente de su barbilla hacia abajo.

– Es recomendable dirigir el pezón hacia la nariz o el labio superior en el momento que abre la boca. Se ha visto que es más fácil que al entrar así quede en la posición adecuada. No es raro que se desvíe o coja sólo la punta del pezón. Cuando pasa eso salen más grietas, chupones… Problemas.

Repito, sin agobios. Nadie nace enseñado, y me refiero tanto a ti como a tu hijo, pero si os dais la oportunidad sin poneros nerviosos seguro que lo acabáis haciendo bien.

Suelo aconsejar durante los primeros días que en el momento que toca comer se eche a todo el mundo de la habitación y se queden solos la madre y el niño o en todo caso con alguien que la madre elija para que le pueda ayudar si lo desea.

El motivo es que cuando hay exceso de público (y a veces exceso es una sola persona) parece que poner un niño al pecho fuese más complicado que acoplar dos naves espaciales en pleno vuelo orbital:

«Un poquito más arriba, ábrele más la boca, yo creo que no se ha cogido bien, más a la derecha, le estás tapando la nariz, mira como tienes sujeto al pobre niño….»

¡Así no hay manera! Tranquilidad, por favor, que os dejen en paz.Todo el mundo fuera.

Frecuencia de las tomas de pecho:

No hay tiempo mínimo entre toma y toma.

Cuando pida se le da.

¿Como se sabe si es por hambre? Si se le acerca el pezón y lo busca para chuparlo posiblemente tiene hambre. Y si al dárselo se calla y come… Pues eso.

Si es que por mucho que quieran complicarla la puericultura es “de cajón”.

Los primeros días las tomas suelen ser muy frecuentes.

La mayoría de las madres piensa que es porque tienen poco pecho. Esta, es de hecho la principal razón de abandono de la lactancia por parte de las madres. Pero se equivocan.

Según las zonas, la disponibilidad de leches artificiales y sobre todo según la formación que se dé a los padres al respecto, el abandono de la lactancia materna puede llegar a tasas de más del 50% en los primeros días de vida del bebé.

La principal causa es la falta de información dada a los padres. En algunos casos desgraciadamente porque aquellos que les aconsejan no tienen las ideas suficientemente claras.

Hay un pequeño porcentaje de mujeres que deciden no dar pecho porque no quiere.

Otro pequeño porcentaje lo abandona por sufrir enfermedades que por si mismas contraindican la lactancia o por que lo contraindica la medicación que deben tomar (en realidad la mayoría de las patologías tienen opciones de tratamiento que no impiden la lactancia).

Desgraciadamente, muchas lo hacen porque piensan que su hijo no tiene suficiente alimento con su pecho, cuando en casi todos los casos sí que tiene.

Por ello merece la pena explicar una serie de cuestiones:

Lo normal en una madre cuando su hijo nace es que ella no note la leche en el pecho y que no tenga sensación de que salga nada cuando el niño chupa.
Pero si el niño tras estar chupando se tranquiliza y descansa un rato es porque ha saciado su hambre.
El hambre no se pasa chupando si no saca nada.

Probad a darle el chupe si está muerto de hambre después de 5 horas sin comer y veréis lo que pasa: Que llora y llora y llora….

Una forma fácil de ver si el niño saca leche es mirar su boca tras tomar, si tiene restos de un líquido blanco-amarillento, eso se llama Leche.

Si echa alguna bocanada y el contenido es blanco-amarillento, eso se llama Leche.

Y el niño no la fabrica en su estómago. Aunque la madre no manche y no se note nada en el pecho, la madre tiene Leche.

Es normal que pida con mucha frecuencia pero se quede dormido enseguida.

Cuando el niño estaba en el útero, el alimento pasaba de forma continua a través del cordón umbilical. Tardará unos días en tolerar el ayuno entre toma y toma, por lo que es normal que pida con mucha frecuencia.

Además, el estómago de un recién nacido es tan pequeño que se llena enseguida, por lo que hay niños que chupan de un solo pecho 2 minutos y se duermen. Tú no notas que tengas aún mucha leche, pero es que a él tampoco le cabe más.

Por la misma razón, gastan en muy poco tiempo el poco alimento que sacaron, con lo que a veces antes de dos horas vuelven a estar intranquilos.
Es como tener un coche con un depósito de 2 litros, lo llenas en nada, pero más vale que la próxima gasolinera no quede lejos, porque no llegas.

A veces incluso vuelve a pedir el pecho a los pocos minutos: Habréis notado que es comer y empieza a moverse la tripa, de modo que en muchos casos está comiento y haciendo caca al mismo tiempo. Cuando pide de nuevo a los pocos minutos es porque cuando empezó a chupar tenía la tripa llena, con lo que lo dejó enseguida (se sentía saciado). Pero esas pocas chupadas han estimulado a su intestino a que se vacie: Ahora es cuando puede comer bien.

Poco a poco su estómago se irá agrandando, de modo que quepa cada vez más y empezará a tolerar el ayuno, con lo que las tomas irán aumentando en duración y espaciándose en el tiempo.

Pero si el niño se queda tranquilo tras la toma es que la madre tiene bastante leche.

Por tanto cada vez que el niño busque se le da

y si se queda tranquilo es que saca lo que necesita, y punto.

Digan lo que digan la abuela experta, la cuñada sabionda o cualquiera de los demás genios que os rodean y saben como criar a los niños de los demás.

Sólo hay un experto cualificado para contradecir lo anterior: El peso.

Si cuando lo controle su pediatra
ha perdido demasiado o no gana bastante es signo de que le falta comida.

Pero el pecho dispone de un fantástico acelerador cuando esto ocurre que te permite aumentar la producción de leche.

Si un niño no gana peso suficiente sólo con el pecho, antes de recurrir al biberón:

Póntelo al pecho con más frecuencia. Cuanto más vacie el pecho más leche produce éste.

Déjalo en cada pecho hasta que se suelte él. Al final de la toma es donde más alimento hay. Si no le dejamos que la acabe desaprovecha ese alimento y el pecho interpreta que el niño necesita menos y empieza a hacer la leche cada vez más aguada.

– Si toma y se queda dormido enseguida sin chupar pero cogido al pecho, apriétate un poco el pecho como si tu mano fuese una pinza (aprieta sin que duela demasiado), esto empujará para que salga leche y despertar el reflejo de chupar en el niño. Mantén la presión hasta que vuelva a pararse. Al soltar suele salir de nuevo un poco de leche y hacer que el niño vuelva a chupar. Cuando de nuevo se pare, vuelve a presionarte, así mientras funcione. Cuando ya veas que al apretar o soltar no le hace chupar es que ha vaciado el pecho, pásalo al otro y lo mismo.

Si toma con más frecuencia y permitiendo al niño que vacie bien el pecho

todas las madres aumentan la cantidad y calidad de su leche.

Si no conseguís que el niño gane peso, buscad la ayuda de asesores de lactancia.

Si aún así pierde peso, os recuerdo algo importante, el mejor alimento para un niño es el pecho, pero la prioridad no es el pecho, sino el niño.

Ha quedado claro que no hay mínimo de tiempo entre una toma y la siguiente. Pero esto tiene sus salvedades.

Cuando un recién nacido llora no siempre es por hambre. Las causas más frecuentes son hambre, quiere que lo cojan, ansiedad o incomodidad. Vamos a ver como distinguimos unas de otras:

Quiere que lo cojan: se calla al cogerlo, lo sueltas y vuelve a llorar, lo coges y vuelve a callarse.
No tiene hambre, ya que se ha callado sólo con cogerlo, sin llegar a alimentarlo y no le duele nada porque no hay dolores que se quiten al salir de la cuna.
Hay dos opciones, lo coges cada vez que llore o no lo haces:

– La teoría de la Crianza Natural (CN) dice que el niño precisa que lo cojas para sentirse seguro y recibir afecto. Y recomienda el contacto más íntimo y continuado posible entre niño y madre hasta los 3 años aproximadamente. (Os aconsejo que leáis el apartado sobre Crianza Natural). Yo personalmente, cuando las circunstancias lo permiten y es la elección de los padres, prefiero esta opción.

– Si optas por no aplicar la Crianza Natural porque lo prefieres, o porque consideras que tus circunstancias (trabajo…) lo van a hacer imposible hay quien decide acostumbrarlo a que se quede tranquilo en su cuna. Aún prefiriendo esta opción, os animo a que deis a vuestro hijo tanto afecto como os permitan vuestras circunstancias. 

Ansiedad: Hay niños más nerviosos que otros. Algunos lloran más horas al día (hagas lo que hagas).

Los hay que se calman meciéndolos, los hay que chupando…
Lo más frecuente es que sea chupando, ya que el sentido que tienen más desarrollado al nacer es el tacto en la boca y el chupeteo estimula la secreción de endorfinas (hormonas que nos tranquilizan y calman el dolor entre otras cosas).
Hay niños que continuamente quieren estar chupando, no por hambre sino porque le tranquiliza.

Una prueba posible es ponerle el chupe:
Si un niño llora y lo coges y sigue llorando, le pones el chupe y se calla: está nervioso y se tranquiliza chupando.
Pero yo prefiero, especialmente en las primeras semanas prescindir del chupe en los recién nacidos.

Tiempo máximo entre tomas de pecho:

Los primeros días, el bebé no regula bien todavía el azúcar en sangre y si se deja mucho tiempo sin comer puede bajarle más de la cuenta. Y algunos niños los primeros días pueden estar más agotados que otros tras el parto.

Por eso no hay que dejarlo más de 5 horas sin tomar hasta que tenga un par de semanas.

A partir de ahí si duerme 6-7 horas de noche, descansad. Que seguro que lo necesitáis.

Especialmente los primeros días hay niños que duermen muchas horas durante el día (4 ó 5 horas seguidas) y luego de noche no paran de llorar y piden cada hora.
Si pasa eso, durante el día no le dejéis más de 3 horas seguidas durmiendo, porque si descansa demasiado y come poco de día, adivinad que hará de noche.
Llegará descansado y con hambre.

Al niño le da igual dormir más de día que de noche, pero no le da igual convivir con unos padres de mal humor continuo porque su queridísimo retoño no les deja pegar ojo de noche.
Si al niño le marcamos el ritmo desde el principio le cuesta muy poco cogerlo.

Así que del principio de una toma al principio de la siguiente,

no más de 3 horas de día

ni más de 5 de noche

durante los primeros días.

Más adelante, no le dejéis que duerma de día más que el período mínimo de sueño de la noche.

Es decir, si todas las noches duerme ya en períodos de al menos 4 horas, se le puede dejar 4 horas durante el día.

Os recuerdo que tiempo mínimo no hay, cuando pida se le da.

Pero si una noche se despierta a las 3 horas, al día siguiente tú lo despiertas cada 3 horas.

Evidentemente no es por venganza, es que si no lo haces al día siguiente como no ha descansado querrá dormir más de día, con lo que si le dejas volverá a llegar despejado a la noche…. La forma de romper ese círculo vicioso es que llegue cansado a la noche y con menos hambre por haber comido bien durante el día.

Con paciencia, a la larga lo que marca el ritmo de sueño es una hormona (la melatonina) que se libera cuando se reduce la luz ambiental. Llegará el momento en que acabe cogiendo el ritmo adecuado.
Para eso es importante que de día, aunque duerma haya luz, y de noche aunque se despierte haya oscuridad.

Otra razón para no dejarle que pase demasiadas horas sin comer es que el pecho responde a lo que se le pide, si se llena mucho interpreta que sobra leche y cada vez produce menos, si lo vaciamos con frecuencia, cada vez produce más.

Y otra es evitar el cólico del lactante. Cuando dejamos sin comer demasiadas horas a un niño es fácil que cuando por fin lo haga sea con más ansiedad, se dé un atracón en dos minutos tragando más aire y empiece a dolerle la barriga.

De hecho, un problema frecuente los primeros días que lleva a muchos padres a pedir los primeros biberones mientras están ingresados es el siguiente:

La gente tienen la costumbre de ir a visitar a los recientes papis por la tarde.

Si el niño está tranquilo, van pasando las horas sin despertarlo, en la mayoría de los casos porque los padres quieren evitar que en cuanto se despierte empiece a pasar de mano en mano por todos los visitantes.
Y así van pasando las horas hasta que llega el momento de que se marchen las visitas.
Entonces se van todos, el niño se despierta y dice: «Ahora estoy yo aquí.»

Lleva más horas de la cuenta sin comer (está desesperado) y el pecho de la madre está tan lleno que cuesta que salga la leche de la tensión que tiene el pezón.
Combinación perfecta (niño desesperado y leche que no sale): perfecta para que se cabree. Cogerá el pecho y lo soltará enfadado.

Además, el pecho de la madre lleva horas mandando señales de que sobra leche, porque está para reventar (en las siguientes horas se reducirá la producción de leche).

El niño cada vez más desesperado para comer y el pecho con menos leche de lo habitual. Noche de llantos.
Le ofrecen un biberón y claro el niño sacia por fin el hambre y se le pasan todos sus males.

Al final la madre se queda con la sensación de que lo que su hijo necesitaba era el biberón y que el problema es que no tenía leche: Una lactancia materna menos.

Esto se hubiera evitado simplemente teniendo claro que si hacía 3 horas que comió por última vez:

«Todo el mundo fuera, que tengo que darle de comer al niño

y necesitamos tranquilidad.»

Cantidad de leche con el pecho:

Toda madre que da el pecho, en la primera visita al pediatra, está preocupada por lo mismo:

¿Tiene bastante con el pecho o necesita ayuda?

¿Mi leche es buena?

Yo siempre respondo igual. «Quítale toda la ropa, lo pesamos y te contesto.»
Si el peso ha subido al ritmo adecuado es que come lo suficiente.

Si un niño no gana peso suficiente sólo con el pecho, antes de recurrir al biberón:

Póntelo al pecho con más frecuencia. Cuanto más vacíe el pecho más leche produce éste.

Déjalo en cada pecho hasta que se suelte él. Al final de la toma es donde más alimento hay. Si no le dejamos que la acabe desaprovecha ese alimento y el pecho interpreta que el niño necesita menos y empieza a hacer la leche cada vez más aguada.

– Si toma y se queda dormido enseguida sin chupar pero cogido al pecho, apriétate un poco el pecho como si tu mano fuese una pinza (aprieta sin que duela demasiado), esto empujará para que salga leche y despertar el reflejo de chupar en el niño. Mantén la presión hasta que vuelva a pararse. Al soltar suele salir de nuevo un poco de leche y hacer que el niño vuelva a chupar. Cuando de nuevo se pare, vuelve a presionarte, así mientras funcione. Cuando ya veas que al apretar o soltar no le hace chupar es que ha vaciado el pecho, pásalo al otro y lo mismo.

Si toma con más frecuencia y permitiendo al niño que vacíe bien el pecho

todas las madres aumentan la cantidad y calidad de su leche.

El ritmo adecuado de ganancia de peso es el siguiente:

Los primeros días suelen perder peso (hasta una décima parte de lo que pesó al nacer) sin que halla que preocuparse.
Se debe a la eliminación del exceso de líquido con el que nacen.
Tened en cuenta que lleva 9 meses sumergido en líquido y nace empapado.
Aunque tiene que perderlo, ese exceso de líquido tiene una función: evitar que el niño se deshidrate durante los primeros días, mientras va aumentando la producción de leche de la madre.

De esto se puede extraer una conclusión importante: esto está mejor pensado de lo que creemos y lleva funcionando en los mamíferos desde hace demasiado tiempo para que deje de funcionar precisamente hoy.

Después de esa primera pérdida, ya empiezan a ganar de modo que en torno a la semana o diez días de vida ya han recuperado el peso que tenían al nacer.

A partir de ahí ganan un promedio de 150-200 gramos a la semana durante los 3-4 primeros meses.
Un promedio quiere decir que si una semana gana 300 gramos es normal que a la siguiente gane 50 o ninguno.

A fin de cuentas por mucho que busques no veras que el niño en ningún sitio lleve una inscripción que diga «Hecho en Suiza»: Como que no es un reloj.
Por eso mismo habrá tomas y días que coma más que en otros y es normal.

Otra duda frecuente es si se le debe dar agua o manzanilla a un niño que toma el pecho.

La respuesta es que si se ofrece el pecho sin restricciones cuando lo pide un lactante no necesita más líquido que el que toma en la leche. Cuando tiene sed pedirá el pecho con más frecuencia, y cuanto más estimulas el pecho, más produce.

Tened en cuenta que ningún mamífero da manzanilla a sus crías y que cuando un niño llora no sabes si es por sed o por hambre.
Sea por una cosa o por la otra se pone al pecho y saca un invento fantástico de la naturaleza para que no nos devanemos demasiado el coco porque alimenta al tiempo que hidrata.
Pues ya que la naturaleza lo ha hecho tan bien no gastéis neuronas en algo innecesario.

Si llora, Teta.

Y si se calla, pues ya está.

Las grietas del pezón durante la lactancia:

Del mismo modo que salen callos en las manos si te metes a agricultor después de trabajar en una oficina toda la vida, el pezón no está acostumbrado a la guerra que se le va a dar.
Los primeros días a casi todas las madres les molestan los pezones.
Las grietas aparecen con más facilidad si el niño no coge bien el pezón. Conviene que lo coja con la mayor parte posible de la areola y que la postura del niño no le haga tirar del pezón para que no se le salga:

Su ombligo hacia tu cuerpo

y la cabeza hacia el pezón sin que tenga que estirar ni doblar el cuello.

Para tratar las grietas a muchas mujeres lo que mejor se las cura es un poco de su propia leche aplicada en la grieta tras la toma y dejarlos al aire el mayor tiempo posible.

Y no los laves más que en la ducha y sin dedicarles una atención especial. El propio pecho produce secreciones para protegerse que eliminas si lo lavas demasiado.

Hay veces que las grietas no acaban de quitarse pese a que el niño se coge bien. En algunos de esos casos, además de las grietas de la madre, el bebé tiene manchas blancas en la cara interna de los labios, las mejillas, las encías y la lengua.

Intenta retirarlas con suavidad.
Si no se quitan, lo que tiene es Muguet (lo que en algunas zonas llaman «arrorre»).
Una infección por hongos (candidiasis) muy frecuente en los lactantes.

Cuando un lactante la tiene, la madre tiene también los hongos en el pezón.
Cuando es así tienen grietas que no acaban de curarse y el pezón puede verse enrojecido e irritado, y el dolor se hace más intenso durante la toma y después de ella.

En esos casos recomiendo una crema (Fungisdín Gel Oral) que se aplica en el pezón de la madre antes de ponerse al bebé (tres veces al día), con lo que le hace efecto a la madre y al chuparlo también al niño.

A veces no acaba de curar así y puede ser necesario tratar a la madre con medicamentos tomados por boca.

Si el niño usa también chupe o biberón y tiene hongos, no los esterilicéis con esterilizador o pastillas.
Es mejor poner una olla con agua a hervir con una cucharadita de bicarbonato y cuando esté hirviendo introducir los objetos a esterilizar durante un minuto.
Aunque estropea más las cosas es más efectivo para esterilizar contra hongos y bacterias que los otros.

¿Me he quedado sin leche?

Tras el período inicial del pecho, cuando el niño tiene ya pocos meses es frecuente que:

El pecho de la madre ya no se llene tanto como al principio.

Ha aparecido el «pseudo-estreñimiento del lactante« (puede pasar días sin hacer nada de caca).

El niño empieza a acortar el tiempo de duración de la toma. A veces en 2 minutos ha terminado.

– Ya no gana 150-200 gramos por semana.

Esto es interpretado por muchas madres como una bajada en la producción de leche. Si encima está próximo el fin de la baja maternal y la madre va a tener que incorporarse al trabajo en poco tiempo, no es raro que esto signifique el fin de la lactancia materna.

Es un error, no falta pecho:

– El pecho no se nota tan hinchado porque la Teta ya se ha acostumbrado a la Prolactina (hormona que estimula la producción de leche) y genera menos inflamación, pero la misma cantidad de leche que antes.

– El «pseudo estreñimiento» (la caca cuando hace no es dura aunque lleve 3 días sin hacer) es una fase normal del desarrollo del niño, no es por falta de alimento, sino por no saber cuando relajar el cierre del culete para hacer caca.

– Las tomas duran menos porque la leche sale con más facilidad de un pecho que está menos inflamado, con unos canales de salida mejor formados y el niño tiene más fuerza y más experiencia.

– Ya gana menos peso, porque las curvas de peso son eso, curvas no líneas rectas. Si el niño siguiera cogiendo 200 gramos cada semana mientras siga creciendo, con 6 años el peso normal serían 65 kg:

(200 gramos x 52 semanas x 6 años + 3.500 gramos al nacer = 65.900 gramos)

Y cuando acabara de crecer a los 18 años: 190 kg.

Finalmente, una de las dudas que tienen muchas madres es:

¿Como hacer el cambio de leche materna a artificial o leche de vaca cuando llegue el momento?

 

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Lactancia artificial

Lactancia artificial. Pautas para dar la el biberón de una forma más natural

 

Actualmente hay una amplia variedad de leches artificiales que permiten alimentar perfectamente a aquellos niños que por distintos motivos no pueden tomar el pecho o cuyas madres han decidido no darlo.

Higiene para preparar el biberón:

Recomiendo esterilizar el biberón hirviéndolo con agua y bicarbonato.
Se pone una olla con agua y una cucharadita de bicarbonato. Cuando rompa a hervir se introducen los biberones, tetinas, chupes…
Con que hiervan durante un minuto es suficiente.
Se dejan escurrir y pueden guardarse en un recipiente de plástico o cristal para ir usándolos a lo largo del día.
Es recomendable seguir esterilizando hasta los 3-6 meses.
El límite es variable porque para mí deja de tener sentido la esterilización en el momento que el niño ya lo coge todo y se lo mete en la boca. Y eso hay niños que lo hacen con 3 meses y otros que con 5.
Desde ese momento se debe lavar como los demás instrumentos de cocina, pudiendo usarse sin problema el lavavajillas.

Postura para dar el biberón:

Tanto el bebé como aquel que le da el biberón deben buscar la posición más cómoda posible.
En la lactancia artificial aparece otro factor a tener en cuenta:
La postura del biberón. Debe inclinarse ligeramente con la tetina hacia abajo evidentemente y manteniendo el nivel de leche cubriendo la mayor parte posible de la tetina. Si se pone demasiado horizontal es fácil que tome muchos gases, especialmente si al ir tragando ha ido entrando aire, ha formado muchas burbujas y la tetina está llena de ellas. Los biberones del Dr Brown, que tiene un sistema de flujo de aire, pueden hacer la toma más fácil y evitar que traguen aire. Hay biberones con tetinas que dejan salir más o menos cantidad en función de la postura en que los ponemos. Eso también conviene tenerlo en cuenta.

 

Frecuencia de las tomas de biberón:

Si el biberón es el sustituto del pecho no hay motivos para que las reglas sean diferentes:

No hay tiempo mínimo entre toma y toma.
No más de 5 horas entre tomas los primeros días.
No más de 3 horas entre tomas durante el día
mientras pida con más frecuencia de noche.

Cantidad de biberón:

Si el biberón es el sustituto del pecho no hay motivos para que las reglas sean diferentes:

Debe tomar la misma cantidad que con el pecho.
Es decir: Hasta que se quede sin hambre.

A modo orientativo se dice que un lactante debe tomar 150 mililitros de leche por cada kilo de peso al día.
Pero hay bebés a los que resulta imposible dar esta cantidad y están bien y otros que con esa cantidad no paran de llorar por hambre.
En realidad un lactante debe quedarse sin hambre tras la toma.
Y para saber que se consigue eso hay que comprobar que siempre sobre un poco.
De modo que si damos por ejemplo 60 mililitros en cada toma y se los acaba en todas hasta la última gota, hay que subir a 90 mililitros por toma de modo que sobre un poco.

Pero pensarán muchos:
«Debe haber algún límite, porque los hay lo suficientemente tragones para comer lo que se les eche aunque les siente mal.»
En realidad no: Si le preparas un biberón de 300 ml a un recién nacido, veréis que llega un momento, que por tragón que sea, ya no quiere más.

Otra orientación son las bocanadas.
Si un niño con 120 no echaba o echaba poco y al aumentar la toma a 150 echa más, es que aunque quiere más, no cave y darle más sólo sirve para que lo vomite.
Aún así hay algunos tan tragones que si no se les da, aunque sea para echarlo, no paran de llorar.
En esos yo aconsejo dárselo. Es más caro en leche y en lavadora, pero nada más. Y no dárselo es echar todas las papeletas para que tenga cólico del lactante. Y para reducir las bocanadas suele ser útil dar las tomas con más frecuencia. Así comen con menos ansiedad, menos cantidad en cada toma y las bocanadas se reducen.

El juez final: El peso.
Si cuando reviso a un niño gana el peso adecuado para su edad, es que come lo que necesita. Aunque sea menos que el de la vecina, de lo que diga la lata o de lo que ponga en un libro.
Si no gana ese peso a pesar de que no es capaz de comer más o tomando lo que se podría esperar de su edad como «normal», hay que pensar si el niño no tendrá algún problema. Los problemas más frecuentes en estos casos son una infección de orina no diagnosticada o una intolerancia a las proteínas de la leche de vaca o a la lactosa (ambos son componente de la leche artificial).

¿Hay que dar agua o manzanilla a un lactante que se alimenta de biberón exclusivamente? No.
Todo lo que el niño necesita está en la leche (alimenta e hidrata).
Si hace calor o suda mucho, o tiene fiebre, simplemente tomará más líquido si lo necesita.
Y si hacéis lo que os recomendé más arriba en cuanto a frecuencia y cantidad de las tomas (dar cuando pida y lo que pida), evitaréis que se deshidrate.
A veces cuando están enfermos lo único que debemos modificar es ofrecerle la leche en cantidades más pequeñas y más frecuente.
El agua y la manzanilla no alimentan, por lo que si damos al niño, llenamos el estómago de algo que no va a alimentarle pudiendo en algunos casos llegar a evitar que gane el peso adecuado.

Una idea más:
Es mi opinión, que la razón por la que el cólico del lactante es más frecuente entre los niños que toman biberón que entre aquellos que toman pecho es que somos más rígidos en las tomas con aquellos que toman el biberón:
Son muchos los pediatras que defienden que «el pecho no tiene horario», pero si el niño pasa al biberón le establecen pautas rígidas en cuanto a frecuencia y cantidad de las tomas.
Cuando esa pauta establecida no cumple con las necesidades del niño, éste empieza a comer cada vez con más ansiedad lo que desencadena el Cólico del Lactante.
Mi experiencia me dice que en estos niños, se mejora mucho más del Cólico si flexibilizamos el ritmo y la cantidad de las tomas adaptándonos a lo que pide el niño, que con cualquier medicación o cambio de leche.

Preparación del biberón:

Todas las leches artificiales se preparan igual por convenio.
Llevan un cacito para medir el polvo.
La medida es el cacito enrasado.
Es decir lleno hasta el borde, se pasa un objeto plano (suelen llevar enrasador y si no lo lleva vale por ejemplo un cuchillo) para que lo que sobre caiga sin apelmazarlo.
Esta medida es el polvo que hay que añadir a 30 mililitros de agua (un mililitro es lo mismo que un centímetro cúbico).
Así, para 120 mililitros de agua se añadirán 4 cacitos, para 150, 5 cacitos…
Al acabar de prepararlo veremos que aumenta la cantidad.
Si preparamos 120 con 4 cacitos veremos que una vez preparado no hay 120, sino unos 135-140 mililitros.
Por eso para no confundirnos en las proporciones, al preparar el biberón siempre se mide primero el agua y después se añade la leche en polvo.
Si lo hacemos al revés, echamos primero el polvo y luego completamos de agua hasta la medida, habremos echado menos agua y la leche irá demasiado concentrada, lo que causará problemas al niño.

El agua para preparar el biberón se suele decir que sea agua hervida o agua mineral.
Yo prefiero la hervida por dos motivos.
– El agua mineral tiene una serie de controles que garantizan su salubridad, pero pueden fallar. El agua mineral no es agua estéril.
– Y las aguas minerales son eso minerales, o sea que llevan una cantidad de sales disueltas que en algunos casos son excesivas para un bebé.

Si se hierve da igual que sea agua mineral o del grifo, porque una vez hervidas se han esterilizado.
O sea que lo más lógico es preparar el biberón con agua del grifo (si la de vuestra zona es potable, claro) hervida y si no puede hervirse en un momento dado, agua mineral de mineralización baja.

Otras cuestiones:

La infección por hongos:
En algunos de esos casos, el bebé tiene manchas blancas en la cara interna de los labios, las mejillas, las encías y la lengua.

Intenta retirarlas con suavidad.
Si no se quitan, lo que tiene es Muguet (lo que en algunas zonas llaman «arrorre»).
Una infección por hongos (candidiasis) muy frecuente en los lactantes.
Es frecuente que la cojan del biberón o el chupe si no se esteriliza de forma adecuada en los 3 primeros meses.

En esos casos recomiendo una crema (Fungisdín Gel Oral) que se aplica en la tetina del biberón o del chupe antes de ponérselo al bebé (tres veces al día).

También hay que esterilizar chupe y biberón con agua hervida con bicarbonato, y con una gasita mojada en agua con bicarbonato se puede limpiar suavemente la boca del bebé.

Si el niño usa chupe o biberón y tiene hongos, no los esterilicéis con esterilizador o pastillas.

Suele mantenerse la lactancia artificial como alimento exclusivo hasta los 3,5-4 meses.
A partir de ahí se introduce la alimentación complementaria.

¿Son todas iguales? No.

En los últimos 30 años ha habido grandes cambios en la composición de las leches artificiales.
Esos cambios son fruto de la investigación para intentar que su composición sea lo más parecida posible a la de la leche materna.
Hay empresas que gastan muchos recursos en esta investigación, y eso repercute en el precio de la leche artificial.
Hay otras que fabrican una leche como la que las primeras hacían 20 años atrás.
Cualquier avance de las primeras empresas tiene patente, lo que les permite tener una calidad mucho mayor hasta que venza la patente. Momento en el cual las que no investigan pueden incorporarlo a su cadena de producción.
Algunos de esos avances no se introducen ni siquiera una vez libre de patente porque encarece el producto.

Hay por tanto mucha diferencia entre las marcas de primer nivel y las del último.
En España esas diferencias pueden ser de hasta 29 euros frente a 6 euros.

Una aclaración: La leche infantil no es un medicamento, por lo que no tiene un precio fijo establecido en todas las farmacias. En las marcas más caras puede haber diferencias muy importantes.
Se puede encontrar la misma leche a 19 euros en unas farmacias y a 29 euros en otras. La única diferencia son los 10 euros de más que gana algún farmacéutico.

El precio medio de las más completas en España puede rondar los 22-24 euros.
Teniendo en cuenta que una de esas latas puede durar de 7 a 10 días (depende de la edad y lo comilón que sea vuestro retoño), quiere decir que cogiendo la opción más cara, vuestro hijo come todo el mes por menos de 90 euros. Es decir cada día menos de 3 euros.

¿Sois vosotros capaces de haceros un presupuesto para comer por ese precio?
Es la alimentación más barata que tendrá vuestro hijo en toda su vida.
Más barata sólo hay una: El pecho.