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Tratamiento de la dificultad respiratoria del Prematuro

María Blanca Garrido García, Pediatra NeonatólogaLa causa más frecuente de dificultad respiratoria en el prematuro es la Enfermedad de la Membrana Hialina. Esto es una explicación para que los padres la entiendan.

El tratamiento de la enfermedad de membrana hialina dependerá de la edad gestacional y de la intensidad de los síntomas del niño.
En los últimos años se ha avanzado mucho en su tratamiento, fundamentalmente por:

  1. La posibilidad de “acelerar” la maduración pulmonar cuando hay riesgo de parto antes de las 24 a las 34 semanas de embarazo poniendo una medicación a la madre, llamada betametasona. Es un corticoide, del que se ponen dos dosis pinchadas, separadas por 12 horas.
  2. La existencia de surfactante de origen animal (en España se usa sobre todo el de origen porcino) que puede ponerse directamente en el pulmón del niño.
  3. La mejora en los cuidados de soporte en general y, sobre todo, de la ventilación mecánica, de formas que consiguen hacer menos daño a los pulmones. 


El tratamiento, de forma muy simplificada, consistiría en lo siguiente:

  1. Poner OXÍGENO, en la cantidad mínima necesaria, puesto que se ha visto que un 
exceso de oxígeno es malo.
  2. SURFACTANTE, es decir, poner una o varias dosis de extracto de surfactante de cerdo 
directamente en el pulmón. Para eso hace falta que el niño esté “intubado”, es decir, que tenga colocado un tubo que va desde la nariz o la boca hasta la tráquea, cerca de la entrada a los dos pulmones. Generalmente los niños de menos de 28 semanas de gestación pueden necesitar ese tubo ya desde el nacimiento porque no sean capaces de respirar por sí mismos por su propia inmadurez. En este caso, con el niño ya intubado, se debe poner el surfactante lo antes posible, a veces incluso en el paritorio. Cuando no necesitan este tipo de ayuda para respirar de entrada, se valora el ponerlo según los síntomas que presente. Su efecto es casi inmediato, en unos minutos, y consigue una mejoría rápida en la mayoría de los casos.
  3. VENTILACIÓN MECÁNICA, es decir, ayudarle con aparatos para respirar. Esta ayuda puede darse de diferentes formas. De lo más simple a lo más complicado serían:
    • “Ventilación no invasiva”, que se llama así porque se da a través de gafas nasales o de mascarilla nasal, sin tener ningún tubo que llegue más adentro. Es lo que se llama comúnmente CPAP nasal y consiste básicamente en aire que entra de forma contínua a través de la nariz para mantener los pulmones un poco abiertos y facilitar la entrada de aire en ellos cuando el niño hace el esfuerzo de respirar. Cada vez se usa más y se van desarrollando nuevas técnicas que ayudan mejor al niño a respirar.
    • “Ventilación invasiva”. Cuando no es suficiente con la ayuda anterior, puede ser necesario pasar a otro tipo de aparatos que requieren colocar ese tubo del que hablábamos, que llega hasta la entrada de los pulmones. Ese tubo se conecta a una máquina, que llamamos ventilador, que mete aire al pulmón a un ritmo que ponemos los neonatólogos. El objetivo es, hasta que el niño esté preparado para hacerlo sólo, decirle como tiene que respirar y ayudarle a hacerlo. La ventilación mecánica no cura por sí misma, pero permite que el pulmón se cure. Debe hacerse con mucho cuidado, porque también puede producir daño en el pulmón y dar lugar a otras complicaciones, por eso estos niños están constantemente vigilados en una unidad de cuidados intensivos neonatales. Lo habitual es que los primeros días sean difíciles y necesiten mucha ayuda de la máquina para respirar pero conforme vayan madurando sus pulmones, la ayuda se irá disminuyendo poco a poco hasta poder retirarse, generalmente volviendo a algún sistema de los anteriores, no invasivos.
    • En casos más graves, puede ser necesario otro tipo de ventilación, la llamada ventilación de alta frecuencia. Este tipo de ventilación impresiona mucho a los padres (y a los profesionales en formación la primera vez que lo ven también). Consisten en meter cantidades muy pequeñas de aire en los pulmones, pero a un ritmo muy rápido, por lo que el efecto visual que producen es de “vibración” del bebé. Realmente es una forma de proteger el pulmón cuando se necesitan presiones demasiado altas para conseguir meter aire en los pulmones (porque el problema del pulmón sea muy grave) o cuando se producen roturas del pulmón que hacen que el aire salga de él y lo presione ( los llamados “escapes aéreos”: neumotórax y enfisema).
  4. Aparte de estos tratamientos concretos, como siempre, habrá que hacer un tratamiento general del niño, lo que se llama un tratamiento de “soporte”, controlando:
    • Temperatura.
    • Nutrición y cantidad de líquidos que se inyectan.
    • Circulación sanguínea (tensión arterial, frecuencia cardíaca…).
    • Control de las infecciones, poniendo tratamiento antibiótico ante la mínima 
sospecha.

Toda esta información es para que entendáis lo que se hace a vuestro hijo si está en esta situación. No para que seáis «expertos» en este tema. Todo lo dicho tiene muchísmimos matices en casos concretos. Matices que los Neonatólogos por su experiencia conocen mejor que nadie. Pedid que os expliquen las cosas, pero no interfiráis en las decisiones. Dejar trabajar a los profesionales en situaciones difíciles es la mejor ayuda que podéis dar a vuestro bebé en esta situación.

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Dificultad respiratoria en recién nacidos

La dificultad respiratoria es uno de los problemas que pueden aparecer en un recién nacido durante las primeras horas de vida. Voy a explicar cuales son las principales causas y su evolución.

En el momento del nacimiento se producen muchos cambios drásticos para el recién nacido.

Uno de ellos es que pasa de obtener su oxígeno y eliminar su dióxido de carbono (es decir, respirar) a través de la placenta, a hacerlo en los pulmones.

Para eso son necesarios cuatro cambios fundamentales:

  1. El riego de sangre debe dirigirse hacia los pulmones en lugar de hacia la placenta. Eso se consigue cerrando una serie de agujeros que hay en el corazón y entre las dos principales arterias que salen del corazón, al tiempo que unos vasos se comprimen y otros se relajan. Cuando hay un fallo en estos cambios (cardiopatía) el niño no puede oxigenarse bien aunque todo lo demás funcione.
  2. El líquido que hay en las vías respiratorias debe eliminarse. Muchos niños tienen en las primeras horas de vida una dificultad respiratoria que suele evolucionar a mejor en menos de 24-48 horas. Es lo que se llama Distrés transitorio del recién nacido. A veces parte de ese líquido parece que atragantase al niño. Es lo que suelen llamar las flemas, que desaparecen en menos de dos o tres días.
  3. Para que los alveolos (Bolsitas donde se intercambia el aire en los pulmones) puedan abrirse y cerrarse adecuadamente, necesitan que haya una sustancia llamada surfactante. Esta sustancia se produce en las últimas semanas del embarazo. Al ser más escasa cuanto más prematuro es un bebé, es la causa de que la complicación más frecuente de un prematuro sea la dificultad respiratoria.
  4. Por último, para respirar, hace falta que el recién nacido «se acuerde» de hacerlo. La zona del cerebro que se encarga de controlar la respiración, madura también en las últimas semanas del embarazo. Y en prematuros puede «olvidarse» a veces de respirar, haciendo «apneas» (pausas sin respirar).

Cuando aparece la dificultad respiratoria podemos ayudar al recién nacido:

  1. Aportando un aire más rico en oxígeno. Eso puede hacerse con una especie de campana que ponemos sobre la cabeza del recién nacido. También puede hacerse por medio de unas gafas. En ella introducimos la concentración de oxígeno que necesitamos para que el bebé se oxigene bien. Si van bajando la concentración, es que el recién nacido va mejorando.
  2. Dando además presión continua para intentar mantener los alveolos abiertos. Esto es útil cuando hay líquido en los pulmones o falta surfactante por ser prematuro. Esto suele hacerse por medio de unas gafas nasales.
  3. Por último, podemos introducir el aire a presión marcando el ritmo de la respiración. Esto es especialmente útil en niños que no se acuerdan de respirar por sí solo o se cansan de hacerlo. Especialmente suele usarse en prematuros. Para hacer esto es necesario introducir un tubo en la vía respiratoria. Es lo que llamamos «intubar». Es la medida más agresiva, pero a veces imprescindible.

Cuanta menos ayuda necesite y menos tiempo la precise, mejor es la evolución posterior del niño.

Si se va pasando de las formas más agresivas a las menos, es que el bebé va mejorando.