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Las normas en educación infantil

Las normas en educación. Positivas cuando se definen en función de las necesidades del niño

Las normas en la psicología infantil. Útiles para dar seguridad afectiva cuando se definen en función de las necesidades del niño.

Las normas son otro concepto que ha caído en desgracia en las teorías pedagógicas imperantes durante los últimos años.

Despreciamos el hecho de que la existencia de normas y su conocimiento es un beneficio claro para aquel que las sigue.

Una norma es un resumen de la forma adecuada de actuar para conseguir cosas o conductas de los demás en el ambiente en que vivimos.

Las normas no son leyes universales inamovibles.

Hay normas que varían radicalmente en función de las circunstancias.

Pero fundamentalmente las normas son muy útiles y nos proporcionan cierto grado de seguridad.

Pensad un momento si la razón por la que leéis este artículo no es otra que la de aprender normas para educar a vuestro hijo.

Las normas son especialmente importantes en temas afectivos entre personas que se quieren.

Porque cuando quieres a alguien deseas reducir al mínimo la posibilidad de hacerle daño.

Y es evidente que no siempre sabemos como hacerlo.

De hecho todos hemos echado de menos que nuestra pareja, un amigo o nuestro hijo no vengan con un claro manual de instrucciones que nos de las normas para relacionarnos con ellos sin hacerles daño involuntariamente.

Si tenemos una adecuada relación afectiva con nuestro hijo (lo queremos y respetamos y él lo sabe), éste tendrá una tendencia instintiva a tratar de agradarnos y a no disgustarnos.

Cuando le damos unas reglas claras de lo que esperamos de su conducta le estamos regalando algo muy importante para un niño: le damos seguridad.

Esto le permite que si en un momento concreto necesita nuestro afecto, sabe cómo conseguirlo. Le garantiza el cariño de sus padres cuando lo precisa.

Entender así las normas hace que las veamos necesariamente como una moneda con dos caras:

Establece una obligación para el niño, pero lo hace de forma aún más fuerte para los padres.

Os obliga a premiar SIEMPRE una conducta adecuada de vuestro hijo con una muestra de aprobación.

Y los casos en que la norma tenga excepciones deben ser aclarados inmediatamente y de forma que pueda entenderlo.

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El Amor

El único fundamento de la relación Padres-Hijos. Que tu hijo sepa que lo quieres y lo respetas es lo más importante para educarlo. Lo demás son opciones.

La relación entre padres e hijos debe estar dirigida siempre por el amor. Si no quieres a tu hijo, ¿para quién te reservas?

El amor no se negocia. Nunca se debe condicionar a nada. No se debe decir a un niño: “Como te has portado mal tus padres ya no te quieren”.

Debe tener claro que siempre contará con vuestro afecto.

Ante una muestra espontánea de cariño por parte de su hijo, cualquier padre que se precie debería responder del mismo modo y apuntarse que le debe una.

No os cortéis lo más mínimo en vuestros deseos de expresar afecto a vuestros hijos.

Es de verdad la única cualidad que en unos años, cuando vuestro hijo se debata entre lo que opinéis vosotros y su entorno, hará que vuestra opinión esté un escalón por encima de los demás en su valoración.

Si vuestro hijo sabe que lo queréis y lo respetáis casi cualquier cosa que hagáis es secundaria.

El amor precisa respeto. Eso quiere decir que al actuar sobre vuestro hijo debéis tener en cuenta sus preferencias y necesidades.

Pero amor no significa no ser capaces de verlo llorar, o de llevarle la contraria, o de explicarle que algo que hace mal está mal.

El amor de los padres por sus hijos precisa también responsabilidad.

La responsabilidad como padres implica que en las decisiones que toméis sobre la educación de vuestro hijo debéis pensar en las consecuencias inmediatas, pero más aún en el largo plazo.

Esta es la diferencia fundamental entre los buenos y los malos padres.

Cuando actuamos para salir del paso continuamente, somos malos padres. Lo único que hacemos es diferir los problemas hasta que nuestro hijo no dependa de nosotros.

Los buenos padres, pasan malos ratos para evitar que sus hijos pasen ratos peores cuando ya no cuenten con ellos.