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Quinto mes de embarazo (II), preeclampsia, eclampsia y síndrome de HELLP

La preeclampsia puede originar complicaciones fatales para la madre y el feto.

Requiere seguimiento estricto y a veces hospitalización.

Para definir cuando hablamos de preeclampsia, me voy a basar en un documento sobre la hipertensión en el embarazo publicado por el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología en noviembre de 2013.

El hecho más importante de la citada publicación es el cambio en la definición de la preeclampsia, ya que elimina como condición básica para diagnosticar la preeclampsia, la presencia de proteínas en la orina (proteinuria) en cantidades superiores a 0,3 g/24 horas y desvincula la intensidad de la proteinuria con la gravedad de la preeclampsia.

Define la preeclampsia como “un síndrome multisistémico y siempre progresivo salvo que finalice el embarazo”.

Para hablar de preeclampsia hemos de confirmar el diagnostico de hipertensión.

Una sola medida en la que la presión arterial alcanza valor mayor o igual a 140/90 mm Hg nos pondrá sobre alerta pero no es suficiente para diagnosticar hipertensión. Estados de ansiedad, estrés, frío, etc. pueden alterar los resultados de las medidas.

La hipertensión habitualmente no presenta síntomas, pero a veces puede originar dolores de cabeza intensos, problemas de visión, dolor en la parte superior derecha del abdomen, aumento súbito de peso y/o piernas o manos o cara hinchadas. Si estando embarazada presentas alguno de estos síntomas, debes informar a tu ginecólogo.

Cuando a partir de la segunda mitad del embarazo, se detecta hipertensión en una embarazada, se la evaluará mediante un estudio y/o seguimiento que normalmente incluye una prueba de orina, si ésta confirma la presencia de proteínas (proteinuria), hablamos de preeclampsia.

La definición estándar de preeclampsia es hipertensión con proteinuria en una embarazada después de la semana 20 de embarazo.

Pero en ausencia de proteinuria, también podemos definir la preeclampsia por una hipertensión tras la semana 20 asociada a uno o varios de los siguientes síntomas: trombocitopenia (recuento de plaquetas inferior a valores normales), mal funcionamiento del riñón, duplicar el valor normal de las transaminasas (suben cuando se altera el hígado), aparición de edema pulmonar y alteraciones neurológicas o visuales.

La hipertensión es el factor común en ambas definiciones, y es independientemente el tipo de hipertensión, ya que tanto la hipertensión crónica como la hipertensión gestacional pueden derivar a preeclampsia.

La gravedad de la preeclampsia también se asocia a los valores de la hipertensión, cuando la presión arterial supera los 160/110 mm Hg hablamos de preeclampsia grave.

Generalmente en una preeclampsia grave se presenta muchas de las alteraciones descritas (e incluso algunas más).

La madre verá alterados importantes órganos de su cuerpo (síndrome multisistémico), hay proteínas en la orina porque los riñones no funcionan bien, las plaquetas bajan por mal funcionamiento del hígado, los pulmones se encharcan, el cerebro puede verse afectado, lo que se manifiesta con fuertes dolores de cabeza y/o mala visión, etc..

El feto principalmente tendrá falta de riego de la placenta, que dará lugar a un retardo en su crecimiento, pudiendo ser pequeño para su edad gestacional.

Eclampsia

Hablamos de eclampsia cuando la afección del cerebro en una preeclampsia grave da lugar a una fase de convulsión que puede concluir con la aparición de coma de duración variable.

Es posible la aparición de fiebre elevada, pero las convulsiones de la eclampsia no son convulsiones febriles, frecuentes en niños y de consecuencias muy distintas. Ambas son crisis relacionadas con una situación especial pero, si las convulsiones febriles representan una afección relativamente benigna de la infancia, las convulsiones asociadas a la eclampsia pueden ser el precedente de consecuencias fatales en un embarazo, tanto para la madre como para el bebé.

Síndrome de HELLP

Es cuando una preeclampsia grave evoluciona presentando rotura de los glóbulos rojos, encimas hepáticas elevadas y/o bajo recuento de plaquetas. Todos estos signos son manifestaciones de alteraciones muy graves en la sangre y en el hígado.

Tratamiento de los trastornos hipertensivos

El tratamiento de la preeclampsia (al igual que el de la hipertensión) se basa en un equilibrio entre la salud fetal y/o neonatal y la salud de la madre, ¿sabíais que las presiones arteriales de ambos están estrechamente relacionadas?. Es decir, cambios en la presión de la madre ocasiona cambios en la del feto y las necesidades de presión que tenga el futuro bebé influyen en la presión arterial de la madre.

En general, para el tratamiento de la preeclampsia, como mínimo deberemos seguir las recomendaciones para tratar la hipertensión: evitar el estrés, los sobreesfuerzos, reposo relativo (no absoluto), tener cuidado con bebidas estimulantes (cafeína), no fumar, no automedicarse, etc.

Pero además dependerá de cuántas semanas de embarazo se tengan y de cómo se encuentre el bebé cuando se diagnostica, os pongo algunos ejemplos, aunque hay un sinfín de combinaciones, incluso es posible que los trastornos hipertensivos aparezcan en el parto o post-parto.

En la preeclampsia leve al igual que la hipertensión gestacional se recomienda finalizar el embarazo en la semana 37, hasta entonces habrá un seguimiento muy estricto y se adelantará el nacimiento, si la situación lo requiere.

La preeclampsia grave, la eclampsia y el síndrome de HELLP requieren hospitalización, y según el caso, se esperará o habrá que provocar el parto o hacer cesárea de forma inmediata (eclampsia, edema pulmonar, hipertensión grave incontrolable, etc.)

Si es antes de la semana 34 y la situación materno-fetal lo permite, se administran corticoides para forzar la maduración pulmonar del bebé e intentar evitar problemas respiratorios del recién nacido prematuro.

Los trastornos hipertensivos multisistémicos constituyen una de las principales causas de morbi-mortalidad materno-fetal y perinatal.

Aunque existen estudios muy prometedores y probablemente en el futuro podamos disponer de alguna prueba que detecte el riesgo de padecerlos, por el momento no es posible prevenirlos de forma eficaz, de ahí la importancia de seguir un buen control prenatal.

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Quinto mes de embarazo (I), hipertensión crónica e hipertensión gestacional

Controlar la tensión en el embarazo es muy importante para la salud de la madre y del bebé.

Semanas 18 a 22 de embarazo.

Una de las pruebas que relacionaba cuando os hablé de las analíticas del primer trimestre, era el control de la tensión arterial, os dije que era fundamental durante el embarazo y que sería habitual que os la midiesen en todas las revisiones prenatales.

La hipertensión se define como el aumento excesivo y persistente de la presión arterial (fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias) por encima de los valores establecidos como normales.

Presión arterial óptima: menor de 120/80 mm  Hg

Presión arterial normal: menor de 130/85 mm Hg

Presión arterial normal-alta: 130-139/85-89 mm Hg

Y uno de sus mayores peligros es que la hipertensión puede no mostrar síntomas, es una “señal de alerta silenciosa” de riesgos cardiovasculares, renales y cerebrales.

En un 90-95% de los casos hablamos de hipertensión primaria o esencial, es aquella para la que no se encuentran causas concretas aunque si que existen factores de riesgo asociados  como son la herencia genética, edad, raza, hábitos de vida, estrés, diabetes y sobrepeso, lo que nos permite tomar algunas medidas preventivas. La hipertensión secundaria es aquella que tiene su origen en una enfermedad oculta que podemos identificar y a veces curar.

La hipertensión tiene una frecuencia que aumenta con la edad, aproximadamente el 20% de los adultos de más de 40 años y el 50% de los de más de 65, pero podemos tenerla a cualquier edad, incluso (en un porcentaje inferior al 3%) en la infancia.

Al hablar de la hipertensión en niños, los límites de la normalidad son variables, dependen además de la edad y del sexo, del tamaño corporal, y van cambiando a lo largo del crecimiento y desarrollo.

Ciertamente hasta hace poco se pensaba que los niños y adolescentes solo presentaban hipertensión arterial secundaria, siendo su causa más frecuente las enfermedades del riñón, pero se ha comprobado que también hay hipertensión primaria en niños y desgraciadamente el porcentaje de afectados va creciendo en la actualidad ¿adivináis la causa?: el preocupante aumento de la obesidad infantil.

Desde aquí os vuelvo a animar a prevenirla, no dejéis de leer mi artículo “Prevención de la obesidad infantil”, os incluyo 6 normas claras para evitar la obesidad en niños y si os preocupa la nutrición de vuestros hijos, creo que encontraréis muchas respuestas en toda la serie de artículos relacionados con los problemas y consecuencias de la alimentación en niños y para los lactantes, la alimentación en bebés.

Junto con la obesidad, los principales factores de riesgo de hipertensión en niños son genéticos (padres hipertensos), alteraciones metabólicas (suelen ser responsables del bajo peso al nacer) y vida sedentaria. Cada vez resulta más rutinario hacer un seguimiento de la tensión arterial en niños, principalmente en las revisiones anuales, pero si tu hijo está incluido en uno de los grupos de factores de riesgo descritos, házselo saber al pediatra, ya que, si existe el problema, no se va a normalizar de forma espontánea.

Resumiendo, la hipertensión afecta a toda la población y es una “señal de alerta” de riesgos que pueden llegar a ser muy graves, resulta por tanto evidente, que su control durante el embarazo es muy importante para la salud de la madre y del futuro bebé, porque la hipertensión en el embarazo lleva riesgos adicionales.

Durante el embarazo se definen los siguientes tipos de hipertensión:

·      Hipertensión crónica.

Se llama así a la hipertensión que ya existía antes del embarazo.

Si eres hipertensa y quieres tener un hijo o te has quedado embarazada debes ponerlo en conocimiento de tu médico, él te dará las directrices oportunas para seguir controlándola de forma adecuada. También suele ser hipertensión crónica la que aparece antes de la semana 20 y no desaparece después del parto.

·      Hipertensión gestacional.

Es la que, salvo raras excepciones, aparece por primera vez a partir de la segunda mitad del embarazo (semana 20) y desaparece unos días después del parto.

Controlada adecuadamente no tiene por qué conllevar complicaciones graves, normalmente cuando aparece casi al final del embarazo (semana 37 o más), su principal riesgo asociado es que haya que inducir el parto o practicar cesárea. Si aparece antes, tener hipertensión gestacional aumenta el riesgo de complicaciones en el embarazo, crecimiento retardado, nacimiento prematuro, etc. y en algunos casos, puede ser el primer síntoma de un trastorno peligroso llamado preeclampsia que puede dañar tanto a la madre como al bebé.

·      Preeclampsia, eclampsia y síndrome de HELLP.

Tanto la hipertensión crónica como la hipertensión gestacional pueden complicarse y aparecer la preeclampsia, la eclampsia y el síndrome de HELLP, siendo la preeclampsia leve la menos grave, y las de mayor gravedad la eclampsia y el síndrome de HELLP. Sus consecuencias pueden llegar a ser fatales, de hecho, les dedico el siguiente artículo para informaros más ampliamente.

Para prevenir la hipertensión lo mejor es evitar fumar, no consumir alcohol, controlar el peso, mantener una alimentación sana, hacer ejercicio adecuado y en general, llevar hábitos de vida saludables. Si además realizas todos los controles del embarazo y sigues las indicaciones de tu ginecólogo, habrás tomado las principales medidas preventivas para minimizar los riesgos asociados con la hipertensión en el embarazo.