Peketip: Cada bebé a su ritmo

Cuando hablamos de crianza con apego, la base clara de la relación entre padres e hijos debe ser el amor. Y conseguimos que lo sea de forma real si nuestro hijo sabe que lo queremos. La forma de conseguirlo es expresarle nuestro amor tanto como podamos. El respeto se expresa actuando con calma, pensando antes de tomar decisiones en cuales son las necesidades del niño y cómo es él. Si en los cambios que aparecen en su desarrollo o en los que nos afectan a todos como familia actuamos adaptándonos a eso, el niño se sentirá respetado.
Las relaciones con otras personas son como un espejo. Es más fácil recibir lo que se da. Dar amor y respeto es la mejor forma de tener un hijo cariñoso y respetuoso.
Pero la crianza es sólo parte de algo más amplio. El concepto de educación. Educar es preparar. Es dar a nuestro hijo la orientación y las habilidades para poder adaptarse lo mejor posible al mundo buscando que sea feliz y libre en el futuro. Cuando pensamos cómo educar a nuestro hijo, lo mejor antes de decidir, es escoger aquellas opciones que en el futuro le benefician más. Y eso significa a veces actuar de forma que el niño puede sentirse momentáneamente no querido o respetado.
Lo ideal es buscar la forma más cariñosa y respetuosa posible de aplicar lo que beneficia al niño a largo plazo.
Pero no debemos actuar buscando sólo la solución a corto plazo. Su libertad y felicidad futuras están en juego.
Este peketip tiene poca explicación, si tienes cerca a tu hijo. Si tienes encendido el ordenador y estás leyendo sobre cosas interesantes para su crecimiento, desarrollo y salud. Déjalo. Nada hay más importante que puedas hacer en este momento que apagar el ordenador, tablet o teléfono y ponerte a jugar con él.
El juego es la forma más afín a la naturaleza del ser humano y especialmente del niño, para crecer, aprender, reforzar el afecto y disfrutar.
Algunos niños, en verano, come peor. Eso hace que acudan al pediatra a veces. Y cuando los examinamos, el niño está bien.
Pero, si preguntamos a los padres, es frecuente que hayan cambiado ciertos hábitos que dificultan que su hijo siga comiendo al ritmo que lo hacía antes del verano:
No hay colegio. Eso quiere decir que los niños pasan muchas más horas al día con nosotros de lo acostumbrado. Muchos niños, cuando se aburren, buscan la comida como forma de pasar el rato. El resultado es que pican. Pero cuando por fin llega la comida, ya no tienen hambre. Con lo que se puede tener la sensación de que el niño come peor. Especialmente si el picoteo lo coge él solo sin que lo veamos.
También en verano, con el calor, se tiene más sed. Si lo que usamos para quitar la sed son bebidas ricas en azúcar, y se las damos con frecuencia durante el día, el nivel de azúcar en sangre se mantendrá alto, lo que quita el hambre.
Por último, salimos más. Es frecuente que tras un paseo en el que al niño le ha apetecido un helado a las 8 de la tarde, pretendamos que cene bien a las 9. Va a ser complicado.
Uno es un refrán: «No comer por haber comido…»
El otro es que como en verano son más activos, a pesar de todo esto, algunos niños tienen más hambre que en invierno, cuando no salían de casa.
El corte de digestión es parecido a un síncope. Cuando comemos mucho, nuestro intestino pide una cantidad importate de riego sanguíneo para hacer la digestión.
Si en ese momento se entra al agua y está fría, la piel, para mantener la temperatura en sangre pide también más riego sanguíneo.
Cuando los dos órganos más grandes del cuerpo (piel e intestino) piden sangre a la vez, puede faltar riego en otras zonas. Una de ellas es el cerebro.
Cuando no llega suficiente riego de sangre al cerebro se pierde el conocimiento. Eso es un síncompe. Cuando se produce por un cambio brusco de temperatura tras comer una comida de digestión pesada, es un corte de digestión.
En realidad es algo pasajero. Como los síncopes. Una vez tumbado la sangre llega con más facilidad al cerebro y se recupera la conciencia en poco tiempo.
El problema del corte de digestión es que uno se desmaya en el agua. Y si nadie se da cuenta, mientras se pasa o no se pasa, está uno ahogándose.
Yo recuerdo que cuando era pequeño no me dejaban entrar en el agua hasta 2 horas después de comer, por si me daba un corte de digestión.
En realidad, entendiendo el problema puede uno bañarse incluso tras comer:
1.- Evitad las comidas pesadas cuando vayáis a bañaros. Si la digestión no pide mucha sangre no se produce el corte de digestión. Por eso, para evitarlo, es mejor comer cantidades pequeñas más frecuentes.
2.- Al entrar al agua, hay que hacerlo lentamente, para que la piel se vaya acostumbrando sin pedir una cantidad tan importante de sangre en toda su superficie a la vez.
3.- Entrar siempre acompañado al agua. Porque si aparece el corte de digestión basta con sacar del agua al que lo sufre y tumbarlo para que se reponga en poco tiempo. Pero si no hay nadie que lo saque, puede ahogarse antes de recuperar la conciencia.
El agua y los niños son una combinación peligrosa. Existe un riesgo claro. El ahogamiento.
La mejor forma de evitar ese peligro, no es evitar el agua. El agua es algo que despierta poderosamente la curiosidad de los niños desde muy temprana edad.
La forma de reducir de verdad el riesgo de ahogamiento es enseñar al niño a nadar lo antes posible. Y eso es desde muy pronto. Se puede aprender a nadar con meses.
Si tú no sabes cómo hacerlo, apúntate a un curso de natación para niños. Y por supuesto no pierdas la oportunidad de acompañarlo.
Hazlo como un juego, no como una competición. Disfrutad de hacerlo.
Aprender a nadar tiene también ventajas muy numerosas en otros aspectos. Estas son sólo unos pocos ejemplos:
Uno de los peligros del sol es la insolación. Un bebé puede sufrir el golpe de calor con más facilidad de en otras edades. Y debajo de una sombrilla a las 4 de la tarde en la playa puede haber 45º. Es fácil que aunque no salga de la sombrilla, esa noche el bebé tenga fiebre. Por eso, entre las 12:00 y las 18:00 es mejor evitar que el bebé esté en el sol. Incluso bajo una sombrilla.
Hoy en día la gente tiene muy asumido el uso de las cremas de foto-protección para los niños. Pero a veces se actúa creyendo que con eso basta. Por desgracia el efecto de las cremas de protección solar es limitado. Ninguna tiene un efecto adecuado más de dos horas después de su exposición al sol. En muchos casos además suele aplicarse justo antes de poner al niño al sol o de bañarlo. Pero para un efecto adecuado, la crema necesita fijarse bien a la piel, y eso quiere decir que hay que dejar al menos unos 15 minutos la crema antes de exponerlo al sol o que se bañe.
En verano la dermatitis atópica puede evolucionar a mejor o a peor. A favor juega que el sol la mejora y que si se baña en agua marina suele irle bien. En contra, que el cloro de las piscinas y el sudor puede empeorarla.
Si finalmente aparece la quemadura solar (la piel se enrojece), es un signo de que el sol está ya dañando la piel. Ha superado la capacidad de la piel de soportar el sol. Ese es el mejor indicador de que debe evitarse más sol. El momento en que esto ocurre varía mucho entre una persona y otra. Hasta que la piel no pierda su irritación no debería volver a exponerse al sol, porque hasta que esto ocurra, es que la piel no ha recuperado su capacidad de defenderse frente al sol.
5 CONSEJOS SIMPLES PARA MEJORAR TU SALUD
Muchas veces la gente se preocupa de montones de detalles que pueden influir en la mejora de la salud. Hay quien hace dietas estrictas pesando cada gramo de alimento. Pero casi siempre, las soluciones son más simples y consisten en hacer modificaciones en nuestros habitos siguiendo pocas normas simples.
La llegada de un niño a una familia es en ocasiones el paso necesario para que la familia se plantee en serio sus hábitos, buscando la forma de hacerlos más saludables.
En la práctica, estamos dispuestos a hacer por nuestros hijos cosas que no haríamos por nadie más. Ni siquiera por nosotros mismos.
Y al tiempo de educamos a nuestros hijos en hábitos saludables, podemos aprender nosotros mismos a tenerlos.
Estos consejos son consejos para la familia. Educar es más dar ejemplo que explicar. Si tus hábitos incorporan estas 5 recomendaciones, tu salud mejorará y la de tu hijo lo hará de la mejor forma posible: aprendiendo por el ejemplo de sus padres.
La fiebre activa las defensas y dificulta la reproducción de los gérmenes que causan las infecciones.
Se puede tomar la temperatura en muchos puntos del cuerpo. Las cifras que con más frecuencia tiene la gente como referencia son las tomadas en la axila.
Tomando esos valores, por debajo de 37ºC la temperatura es normal. Pero puede variar bastante en diferentes personas.
Cuando sube por encima de 37º se asume que el cuerpo está reaccionando (habitualmente frente a una infección).
Por encima de 38º la energia que se gasta para subir la temperatura aumenta mucho sin mejorar la activación de las defensas. Por eso, cuando sube por encima de esa cifra, solemos tratarla para evitar el agotamiento.
Lo que de verdad nos orienta sobre la gravedad de una infección no es lo alta que suba la fiebre, sino la afectación del estado general.
Cuanto peor sea el estado general del niño, más grave es la infección, aunque no suba la fiebre.