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Ya no es un bebé: El paso de la comida de bebé a la comida «normal»

Uno de los pasos que define el cambio de bebé a niño: pasar de la comida triturada al sólido. Explicado por la pediatra Blanca Santos.

Cuando yo estudiaba la especialidad de pediatría, se decía que al año el niño se sentaba a la mesa con los padres. En cuanto empecé a ejercer me di cuenta que nada más lejos de la realidad: niño con 4 o 5 años sentados en carricoches con un biberón de batido de chocolate en la boca, niños de 6 años que sólo comen triturado o potitos de farmacia o niños de 2 años que todavía necesitan un biberón a media noche.

Como en tantas ocasiones, las cosas no son en blanco y negro, sino que hay toda una gama de grises. Ciertamente es excesivo que un niño de 6 años sólo coma potitos de farmacia, pero tampoco veo a un pequeño de 1 año comiendo pollo con salsa barbacoa.  Se trata de una transición que sí debe empezar hacia el año de vida, pero sin presiones y respetando los ritmos del bebé (¡ojo! Digo los ritmos del bebé y no los dictados de las multinacionales que ganan un montón de dinero alargando el tiempo que nuestro bebé come cosas especiales. )

Yo recomiendo empezar por las comidas en las que hay menos presión, que suelen ser la merienda de media mañana y la de la tarde. En estas situaciones es relativamente fácil que el niño, sentado a la mesa con sus padres o hermanos, quiera copiarlos y tomar “cosas de mayores” y que con un poco de planificación toda la familia pueda comer cosas nutritivas y adecuadas al bebé. Posteriormente, el desayuno y la cena. Aunque muchos padres comentan lo cómodo que es “enchufarle un biberón” al niño, sólo hay que pensar un poco para darse cuenta de que realmente se tarda mucho menos en beberse un vaso de leche que un biberón (una vez que se tiene un poco de práctica).

En el almuerzo, se puede mantener durante un tiempo un primer plato pasado y darle el segundo plato y el postre enteros, para que coma lo que quiera. Al final habrá que pasar totalmente a la comida entera y, es cierto, el niño comerá menos durante una temporada. Pero hay que tener en cuenta que entre los 2 y los 4 años las necesidades calóricas del niño disminuyen de forma natural, así que si aprovechamos esta época realmente no habrá tanta diferencia. Ya hemos dicho que todo este proceso es una transición y las transiciones no son fáciles, pero siempre serán menos violentas que un golpe de estado.

¿Qué quiero decir? Que por miedo a cambiar las cosas, muchos padres tienden a perpetuar los hábitos de bebé hasta que no hay más remedio y entonces se encuentran que tienen que cambiar el hábito (y a veces más de uno) en un par de semanas, lo cual es mucho más traumático tanto para los padres como para los hijos. Esto ocurre, por ejemplo, cuando un niño que todavía usa biberón, chupete, pañal y come sólo triturado empieza a ir al “cole de los mayores” y en un verano los padres tienen que deshacerse de todos estos elementos, causando una guerra civil en casa. ¿No hubiera sido más fácil empezar cuando el niño tenía un año? Pues ciertamente sí.